Años atrás, en diversas playas, humedales y dunas a lo largo de Chile era común encontrarse con dos especies de aves playeras que parecían prosperar en estos ecosistemas: el pilpilén común y el chorlo nevado. Sin embargo, hoy la realidad es otra dado que ambas especies han sufrido declives en sus poblaciones en distintas localidades del país.

Pilpilén común (Haematopus palliatus) ©Fernando Medrano
Pilpilén común (Haematopus palliatus) ©Fernando Medrano

Tal como muchas otras aves playeras, el pilpilén común, con su hermoso pico rojo habituado a hurguetear por las orillas de las playas y humedales costeros, y el chorlo nevado, con su característico pecho blanco, durante las últimas décadas han debido enfrentar una serie de amenazas. “Existe evidencia de que algunas poblaciones del pilpilén común disminuyeron drásticamente en tiempos históricos en su área de distribución entre Arica y la región de Los Lagos, donde comparte hábitat con importantes polos urbanos costeros, los que han provocado la degradación del hábitat y la pérdida de sitios de descanso, alimentación y reproducción debido a la urbanización, la basura, la presencia de perros y otras especies exóticas, el tráfico de vehículos en las playas y dunas, y algunas actividades recreativas humanas” indica Sharon Montecino, coordinadora del Programa de Aves Acuáticas y Humedales de la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile.

Chorlo nevado (Charadrius nivosus) ©Vicente Pantoja
Chorlo nevado (Charadrius nivosus) ©Vicente Pantoja

En el humedal de Mantagua, ubicado en la parte sur de la comuna de Quintero, en la región de Valparaíso, los registros históricos revelan concentraciones máximas anuales de hasta 400 individuos de pilpilén común en el invierno de 2008, mientras que en los últimos 7 años las abundancias promedio no han superado los 100 individuos. Una situación similar ocurre en la desembocadura del río Maipo, con reducciones poblacionales de más del 74% en la última década. En el norte del país es posible advertir una tendencia similar, pero los números son mucho más preocupantes en la zona centro de Chile. Aunque no hay estudios suficientes para afirmarlo, es una realidad posiblemente extrapolable al chorlo nevado.

Ante la necesidad de implementar un sistema de monitoreo para evaluar el éxito reproductivo de estas especies y generar más y mejor información para la toma de decisiones en torno a su conservación y la de sus hábitats, en 2019 se creó en Chile la Red para la Protección de las Aves Playeras (RPAP).

Pichones Pilpilén común (Haematopus palliatus) en playa La Serena ©Laura Valdivia
Pichones Pilpilén común (Haematopus palliatus) en playa La Serena ©Laura Valdivia

Gracias a los monitoreos del éxito reproductivo del pilpilén común (Haematopus palliatus) y el chorlo nevado (Charadrius nivosus) emprendidos por la RPAP desde 2019 en playas y humedales de 7 regiones del país, se ha logrado identificar que los vehículos transitando por ambientes costeros constituyen una de las principales amenazas para la reproducción y el descanso de diversas especies de aves playeras, uno de los grupos con mayores declives poblacionales en América, causando estragos en estas dos especies íconos del litoral de Chile e impidiendo que completen adecuadamente sus ciclos reproductivos.

A raíz de esto surge la campaña “Playas sin autos”, buscando hacer frente a la gran cantidad de motos, camionetas, jeeps y otros vehículos que transitan a lo largo de las playas de nuestro país y que, a pesar de estar prohibido desde 1998 por la Orden Ministerial N°2 del Ministerio de Defensa, está lejos de ser una práctica poco habitual.

Motos circulando por el humaedal de Mantagua ©Bárbara Palma
Motos circulando por el humedal de Mantagua ©Bárbara Palma

Sobre las consecuencias que esto tiene, Franco Villalobos, coordinador de la campaña indica que “En términos ambientales, el tránsito de vehículos por playas, humedales y dunas provoca fragmentación de hábitat, deterioro al compactar el suelo y erosionar la vegetación, además de generar consecuencias que afectan la belleza escénica de los sitios. Por otra parte, perjudica directamente la reproducción de especies de aves como el pilpilén común y el chorlo nevado, clasificadas en las categorías Casi Amenazada y Vulnerable, respectivamente, por el Reglamento de Clasificación de Especies Silvestres (RCE) del Ministerio del Medio Ambiente de Chile. Los vehículos aplastan nidos, destruyen huevos y atropellan polluelos, lo que junto a otros factores, como la presencia de perros sin correa y actividades recreativas no reguladas, repercute fuertemente en la disminución de su éxito reproductivo”.

Pilpilén común (Haematopus palliatus) ©Luis Miranda Troncoso (Amigos de las Aves, Mejillones)
Pilpilén común (Haematopus palliatus) ©Luis Miranda Troncoso (Amigos de las Aves, Mejillones)

Por otro lado, especies de aves migratorias que año a año llegan desde Norteamérica y desde el extremo austral de Sudamérica también se ven afectadas por el tránsito de vehículos en las playas, ya que constantemente se ven obligadas a huir y emprender el vuelo, lo que no les permite descansar adecuadamente y dificulta la recuperación de las energías necesarias para realizar sus extensos vuelos migratorios, que en muchas casos alcanzan miles de kilómetros.

La campaña

Ante este desalentador diagnóstico, la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC), con el apoyo de la Fundación para la Sustentabilidad del Gaviotín Chico, Amigos de las Aves de Mejillones, Centinela Ambiental Tongoy, Redaves, CIDEMAR, la Ilustre Municipalidad de Cartagena y la agrupación Defensa y Conservación Maule-Mataquito (ADEMA), se adjudicó un fondo otorgado por el Programa Humedales Costeros y la Fundación Manfred-Hermsen-Stiftung para emprender una campaña que tiene por objetivo sensibilizar a la población sobre lo perjudicial que resultan los vehículos en ecosistemas costeros.

Vehículo circulando por playa La Serena ©Laura Valdivia
Vehículo circulando por playa La Serena ©Laura Valdivia

La campaña busca posicionar esta problemática generando conciencia en la población a través de distintos canales, y será complementada con la instalación de señalética referida al tránsito de vehículos y a la reproducción de las aves playeras en 8 localidades costeras del país (Arica, Mejillones, La Serena, Tongoy, Concón, Cartagena, Llolleo y Curepto), junto a la presencia de monitores ambientales que entregarán información relativa a la iniciativa a transeúntes y veraneantes.

Pichón Pilpilén común (Haematopus palliatus) en playa La Serena ©Laura Valdivia
Pichón Pilpilén común (Haematopus palliatus) en playa La Serena ©Laura Valdivia

“Un elemento fundamental de la campaña será también entablar mesas de trabajo y diálogo con autoridades y actores locales tales como municipios, capitanías de puerto y organizaciones de la sociedad civil, de manera que las acciones y esfuerzos emprendidos en los territorios tengan respaldo e integren los conocimientos de las comunidades e instituciones locales”, agrega Villalobos.

Denunciando a los infractores

Para hacer frente a la problemática es posible ingresar denuncias a la Capitanía de Puerto más cercana. En www.directemar.cl se encuentra la información correspondiente a cada unidad, pudiendo realizar un llamado telefónico para solicitar la fiscalización del delito o enviar un correo con los datos del vehículo infractor: tipo, modelo, patente, color, sector donde se encontraba y fotografías del vehículo infringiendo la norma (patente, paisaje).

Huevos Chorlo Nevado (Charadrius nivosus)©Fernando Medrano
Huevos Chorlo Nevado (Charadrius nivosus)©Fernando Medrano

Los recursos y el personal de la Armada en muchas ocasiones no son suficientes para fiscalizar el incumplimiento de la normativa que existe en torno al ingreso de vehículos a ambientes como playas, humedales y dunas, por eso es importante tomar acción desde la ciudadanía, sumarse a la labor fiscalizadora y contribuir así a la protección de los propios visitantes y de aves emblemáticas de la costa como el pilpilén común y el chorlo nevado.

 

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