Ilustración de fauna chilena bajo la mano de Rodrigo Verdugo
Hace 15 años que Rodrigo Verdugo retomó la ilustración en un camino completamente autodidacta. Desde entonces, se ha dedicado desarrollar la parte de diseño de numerosos libros, con sus fotos e ilustraciones. Entre ellos, destacan trabajos como “Mamíferos de Chile”, “Carnívoros de Chile” o “Las Aves Rapaces de Chile”, sumando a la lista su más reciente apuesta “De Chincol a Jote”. Lo que siempre ha tenido en común todo este trabajo es el enfoque en especies nativas, con el fin de generar conciencia para que las personas protejan las especies del país. Aquí hace un pequeño repaso de su historia como ilustrador y la importancia para él de retratar especies chilenas, junto a una galería de su trabajo.
Era un delfín austral, hace algunas décadas atrás. Un pequeño Rodrigo Verdugo -ahora conocido como “Rodrigowsky”-, se bañaba en la desembocadura del río Maullín junto a su hermana y esté cetáceo apareció unos cuantos metros más allá, en un episodio que él nunca olvidó. Así recuerda sus acercamientos a la naturaleza mientras toma un café en su terraza, descansando en un pequeño espacio que encontró de su ajetreado día para hablar. Comenta de sus vacaciones familiares y sus inicios en la ilustración naturalista, sin dejar de lado la influencia de su padre, quien tenía habilidad para dibujar. Y que a él nunca le faltaron lápices, hojas o un bloc de dibujo.
Pero de la ilustración solo tiene algunos recuerdos de cuando era pequeño y participaba en concursos de ilustración de fauna del Zoológico Metropolitano. Ganó tantas veces -unas cinco, según hace memoria- que desde la organización no lo dejaron participar más. Pero su papá lo seguía llevando y él, dibujando a esos animales que estaban en el zoológico. Sin embargo, al crecer su interés se fue más hacia la fotografía, estudiándola desde los 14 años, y más tarde, hacia la publicidad, carrera que estudió y ejerció.
De la ilustración, no mucho hasta hace 15 años. “Yo empecé a dibujar hace muy poco tiempo porque soy daltónico, entonces siempre eludí pintar cosas porque las veía de otro color”, comenta.
¿Qué lo trajo de vuelta? En resumen, las vueltas de la vida.
Entrando nuevamente a la ilustración
Rodrigo dice que es hiperquinético, que no puede dejar de hacer cosas. Después de dedicarse y desempeñarse en el mundo de la publicidad, donde llegó a ser director de arte, se dedicó a hacer trabajos de forma independiente.
Hace 15 años atrás, pensando qué hacer para trabajar, tomó el mousse de su computador, abrió Photoshop y empezó a dibujar, como él dice, “lo que saliera”. Ahí la ranita de Darwin fue su modelo, entre otras especies, y quedó satisfecho con el resultado. Según cuenta, las imprimió y fue a probar suerte en el Ministerio del Medioambiente. En la puerta se encontró con Agustín Iriarte, destacado biólogo y mastozoólogo chileno, con quien había trabajado algunos años antes.
En resumen, Agustín lo citó a una reunión para presentarle un proyecto que más tarde se convertiría en la primera edición del libro Mamíferos de Chile. Eso sería el puntapié para que Rodrigo siguiera haciendo libros, donde incluye sus fotos, ilustraciones y diagramaciones, entre otras cosas.
Pero todo, según explica, ha sido por oficio.
– ¿Entonces todo esto de la ilustración ha sido un trabajo más autodidacta?
-Absolutamente, no hay ninguna enseñanza de por medio, todo aprendizaje mío. Al punto que he pintado cosas de colores que no se deben y gracias a la asesoría de mi hija he pintado con los colores correctos. Siempre comento de una vez en que me puse a pintar al gato andino y en vez de unos puntos naranjas, los puse verdes. Si no es por mi hija no me hubiera dado cuenta. Pero todo a prueba y error. Por eso pinto digitalmente, es lo único que me permite “robarme” colores de los animales (…). Pero es gracioso porque todo el mundo me dice ilustrador, pero la verdad es que el 30% de lo que hago es ilustración, además de los libros, fotos, folletos y animaciones.
– ¿Cómo haces tus dibujos? ¿Cuál es el proceso creativo detrás de esto para llegar a cada ilustración?
-Mi cabeza funciona como fotógrafo. Yo tengo o tiendo a buscar la foto que me interesa, no el dibujo representativo. Entonces, inicialmente empiezo a revisar y busco en internet una buena rana; una cabeza, un cuerpo y los voy juntando. Trato de dibujar en computador. Empiezo a crear un alambrado rápido del cuerpo, lo que quiero y después uso lo que tengo para pintarlo porque hay colores que no identifico, entonces voy con el gotario del programa, me robo un píxel y tiro el color. Una vez que tengo armado todo, elimino la foto y ahí me pongo a jugar con luz y sombra, a tratar desde la lógica de un fotógrafo, por ejemplo, que un atardecer debe tener más color, y darle rojo, sombras, etc. Eso es más menos el proceso. Ahora ¿cuánto me demoro? Es una locura porque entre hora y hora y media, no más que eso por dibujo, soy un acelerado.
-En este proceso, ¿te has relacionado con científicos o profesionales para conocer más de las especies que estás ilustrando?
-Sí, yo desde hace años vengo trabajando con mucha gente metida en los temas. Y ellos me van a haciendo comentarios para mejorarlo. Lo que me pasa es que tengo un tema con ellos. Los biólogos son muy biólogos para pensar. Ahí creo que aporta mi parte de publicista porque siento que los temas hay que trabajarlos más al estilo National Geographic. Yo siento que cuando se hace algo tiene que ser muy increíble. Es trabajar un tema un poco “marquetero”, pero sin vender la pomada sino por una cuestión de estética y que el mensaje que sea tan interesante que al final lo quieras aprender, o tener desde una polera, a un poster o un libro, porque es tan bonito, que te genera más que solo el aprender.
Retratando especies nativas
La primera vez que Rodrigo hizo una ilustración de lechuza, no quedó para nada satisfecho con el resultado y le tapó la mitad del cuerpo con una roca. Más adelante, con un poco de experiencia, lo perfeccionó y su siguiente lechuza, que mira hacia un lado, quedó “increíble”, según el mismo dice. Tanto, que fue parte de una de las portadas de sus libros. Pero, así como esta lechuza, son distintas las especies que han llegado a ser retratadas por las manos de Rodrigo. Lo que tienen en común es que todas son chilenas.
De esta forma, ha desarrollado el diseño e ilustraciones de libros como “Mamíferos de Chile” en su primera y segunda edición; “Carnívoros de Chile” en sus dos ediciones; y “Las Aves Rapaces de Chile”, entre los cerca de 40 que cuenta en su cabeza. Se trata de una lista a la que ahora suma “De Chincol a Jote”.
– ¿Cómo nace la idea de “De Chincol a Jote”?
-Eso fue una locura mía. Siempre tuve la discusión con Agustín de que ya llevamos hartos libros que se hacen demasiadas cosas para los expertos. Y yo creo que a esta altura necesitamos que la gente se involucre en los temas (…). Desde que empecé a practicar y cómo dibujar mejor, a pura prueba y error, empecé a acumular una base de dibujos, entonces dije, durante todos los días voy a dibujar algo. Para guardarlo. Y empecé a cachar que tenía 100 dibujos de pájaros y justo leí en un medio internacional que había un estudio que decía que ver aves te hacía más feliz. Y dije: “bah, es verdad, te asomas, ves un pájaro y como que vuelas con él”. Durante la parte más dura de la pandemia el año pasado empecé a ver que la gente solo miraba por la ventana. Ahí mi papá, mi tío y otras personas me empezaron a preguntar sobre pájaros que veían o no creían que algunas fotos que yo tomaba de ellos eran de mi terraza. Hablé con mi hermana, quien ha trabajado toda su vida editando libros, pero la parte textos, y le dije que hagamos un libro de pájaros, pero un texto común y corriente de algunos más conocidos. Empecé a dibujar y ahí conseguí la ayuda de Joel Cabezas, que es un ornitólogo. Armamos el libro a punta de ojo y empecé a dibujarlo, pero no en las posturas que suelen tener las guías: macho, hembra, juvenil, morfo, oscuro y todo de lado. Entonces dije que tenía que ser entretenido, me da lo mismo que no esté la hembra o el macho, y así lo armé a punta de impulso nomás, pero eso fue, una idea de generar algo para gente común y corriente.
– ¿Y el nombre?
-Estuvimos mucho rato pensando, porque queríamos que de cierta forma abarcara todos los pájaros y de repente sale “de chincol a jote”. Mi hermana se negó porque era un nombre de un programa antiguo, pero para mí era un dicho, como decir “entre Tongoy y los Vilos». Y se quedó así. Fue una locura también porque lo hicimos en pandemia y yo no tenía plata para imprimirlo. Estaba tan convencido que este libro se podía vender que me endeudé y nos tiramos el salto. Se vendió todo muy por el boca a boca. No fue un negocio, pero la experiencia porque yo tomé las decisiones. Así que eso fue, un libro hecho de guata (ríe).
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-Dentro de todos estos trabajos que me mencionas, ¿por qué retratar la fauna chilena? ¿Qué significa para ti trabajar retratando a la fauna de Chile?
-Me auto propuse no dibujar nada que no sea chileno, tengo un compromiso brutal con el tema medioambiental en Chile, de hecho, participo de campañas para terminar con cosas, o genero desde avisos a letreros para generar conciencia. Es un tema de cómo quiero dejar el planeta. Es lo único que puedo hacer yo es generar un poquito de conciencia a través de dibujos choros, de publicaciones entretenidas, entonces esa es mi manera de batallar contra todo lo que está pasando en ese planeta. Entonces no voy a salir a defender leones, ni cebras, ni hienas porque creo que hay mucho que hacer para empezar por acá. Todo mi empeño está primero por lo que tenemos en Chile.
– ¿Tú sientes, con la recepción de la gente de tu trabajo, que ahora hay más conciencia o interés por saber más de especies nativas?
-Puede ser que sí, pero también reconozco que estoy inmerso en un grupo super específico (…). En mi mundo veo fotos de fotógrafos de fauna, ilustraciones, pero tengo la sensación de que ese alcance no se logra como uno quisiera. Creo que en ese caso quizás el “De Chincol a Jote” logró más, porque me escribió gente que en su vida se había enterado de que había pájaros acerca de su casa. La gracia este libro es que corrió mucho de boca a boca, incluso papás del colegio que quizás son más lejanos a la naturaleza me comentaban que se sentaban con sus hijos a ver qué aves había afuera, y eso creo que no se percibe fácilmente.
Mientras Rodrigo habla, pareciera que las aves alrededor escucharan que fueron mencionadas porque de vez en cuando cantan. En eso, y ya previo a volver a su movido día, Rodrigo va mencionando sus próximas ideas, algunas en las cuales ya está trabajando: una segunda parte de “De Chincol a Jote”, un libro sobre el mar, otro de humedales y su prioridad es un libro de picaflores de Chile. ¿Su motivación? “Creo que estas son cosas que hacen que la gente quiera y cuide a las especies”.