Humedales de Quilicura, los últimos relictos de una gran laguna prehistórica
En el sector norte de la ciudad de Santiago, entre un cordón de industrias y un sector residencial que no para de crecer, se encuentra el humedal más grande de toda la Región Metropolitana, y el segundo más grande del país, con 468,3 hectáreas de superficie. Hablamos del humedal de Quilicura, una zona pantanosa compuesta por 3 humedales reconocidos por la ley 21.202 de humedales urbanos, que destaca por su resilencia a través del tiempo y su rol clave en la conservación de la biodiversidad de la región. La historia de estos humedales data de hace miles de años y su presencia ha sido fundamental para la conformación del territorio, el desarrollo de la vida, y para las diferentes culturas que habitaron la región. No obstante, actualmente estos humedales se encuentran constantemente amenazados por la expansión inmobiliaria, la actividad industrial, el corte de canales que abastecen a los humedales y la contaminación producida por vertederos ilegales; lo que podría significar, en un futuro, la desaparición de este importantísimo ecosistema.
Ubicada al norte de la ciudad de Santiago, la comuna de Quilicura es un territorio que destaca por poseer una gran cantidad de humedales urbanos, lo cuales, en medio del ajetreo de una ciudad que nunca se detiene, sobreviven a duras penas las constantes amenazas que conllevan las distintas actividades humanas que se realizan en la zona.
Los humedales, por definición, son toda área terrestre que se encuentra saturada o inundada de agua de manera estacional o permanente (ya sea de forma natural o por acciones del ser humano), en las que el agua es el principal factor que controla el medio y la vida vegetal y animal que se relaciona con él. Por tanto, son humedales los lagos, ríos, marismas, pantanos, turberas, salinas, playas de arena, embalses, canales de regadío y muchos otros.
En la comuna de Quilicura actualmente existen cinco humedales, tres de ellos reconocidos por la ley 21.202 de humedales urbanos, que son los humedales San Luis, San Luis Norte y O’higgins -que en un total concentran 468,3 hectáreas de superficie-, y otros dos humedales que están en proceso de reconocimiento de humedal urbano, que son el humedal Colo Colo y el Estero Las Cruces. Esos humedales naturalmente son estacionales y van cambiando constantemente dependiendo de la disponibilidad de agua, es decir, en tiempos secos estos tienden a decrecer e incluso desaparecer en ciertos sectores, para luego volver a aparecer con la llegada de las lluvias o de un nuevo afluente.
“Hay que entender que estos cuerpos de agua no son permanentes, sino que son cíclicos. Son humedales que se alimentan principalmente del desborde de los canales y por un sistema de canales que se encuentra en Quilicura, esto debido a que Quilicura es una de las zonas más bajas de toda la Región Metropolitana”, agrega Rodrigo Vallejos, integrante de Resistencia Socio Ambiental Quilicura.
Cabe destacar que estos humedales tienen una característica muy particular que es que constantemente se ven modificados por los mismos pobladores de la zona, esto para que permanezcan con agua el mayor tiempo posible. Así lo señala Álvaro Cuevas Becerra, ingeniero en Recursos Naturales Renovables y consultor de fauna silvestre: “Una de las características que yo vi en estos humedales era que le echaban agua durante el verano. Esa agua que estaba en invierno podía ser relativamente natural, pero en verano hacían desvíos más importantes y con ello lograban que esa agua se mantuviera prácticamente todo el año. Esto lo hacían con fines ganaderos, para que el ganado pudiera pastar, y eso posibilito que las especies pudieran mantenerse más tiempo en los humedales y llegar a reproducirse, a diferencia de otros humedales más estacionales que se secan durante algunas temporadas”.
Estos humedales son ecosistemas de gran importancia para la conservación de la biodiversidad de la región ya que albergan una vasta cantidad de especies vegetales y animales que dependen de este tipo de hábitats para poder desarrollarse, así como brindan refugio y alimento a muchas otras especies migratorias que van de paso, por lo que son considerados como verdaderos reservorios de biodiversidad biológica.
“Existen más de 85 especies de aves en estos humedales, y también se pueden avistar coipos y especies en peligro que dependen mucho de los humedales de Quilicura como son los piuquenes, ya que esta especie de ave antes solía habitar los humedales de Puente Negro y Santa Inés, que han sido fuertemente afectados por los rellenos y las construcciones inmobiliarias, por lo que estas aves han migrado hacia los humedales de Quilicura. También puede encontrarse a otras especies amenazadas como el cuervo de pantano y la becacina pintada, más las otras especies de aves que se pueden avistar como loicas, queltehues, garzas, playeros, gaviotas, tijerales, colegiales, entre otras. Estas van variando dependiendo de la temporada”, señala Rodrigo Vallejos.
Importante es señalar que una de las especies más emblemáticas que puede verse en los humedales es la becacina pintada (Nycticryphes semicollaris), una ave acuática que se encuentra catalogada como en peligro de extinción y que tiene una distribución muy acotada en el territorio, siendo el complejo de humedales de Lampa- Quilicura el más relevante para esta especie, pudiendo haberse extinguido en el resto de su distribución.
“La especie más llamativa que vi en los humedales era la becacina pintada, que es una especie que hoy está en peligro en Chile debido a que es una especie que tiene harta distribución en Sudamérica, pero en Chile, particularmente, tiene una distribución muy acotada y muy dispersa entre las regiones. Por ejemplo, tiene presencia en la Región Metropolitana y en Valparaíso en algunas zonas, y después se salta, de forma reducida, hacia algunas zonas de la séptima región y de Concepción. Y lo que nosotros vimos es que esta especie se reprodujo en los humedales de Quilicura y eso es súper importante porque es una especie súper rara y difícil de ver. Entonces es bien interesante que esta especie se vea en Quilicura y además, haya logrado reproducirse”, señala Álvaro Cuevas.
Asimismo el investigador, quien además realizó diversos estudios sobre la fauna de los humedales de Quilicura, pone relevancia en la cantidad de especies acuáticas presentes en estos humedales, las cuales dependen directamente de estos cuerpos de agua para su reproducción: “Respecto a las especies de aves acuáticas, las que son de humedales, nosotros contabilizamos aproximadamente unas 55 especies, lo cual es bastante significativo porque hay otros humedales urbanos donde efectivamente hay hartas especies acuáticas, pero también se da que hay muchas especies no acuáticas. En este caso, lo interesante es que había de verdad mucha fauna acuática, mucha más que fauna de paso”.
Por otro lado, los humedales también cumplen una serie de funciones ecológicas que benefician directamente el desarrollo social y económico de los habitantes de la zona, entre las que se cuentan la extracción pesquera y de recursos de flora y fauna silvestre, la retención de sedimentos y contaminantes, retención y remoción de nutrientes, suministro de agua, mejoramiento de la calidad de agua y amortiguación hidráulica de inundaciones invernales, maremotos, entre otros.
Pese a lo anterior, los humedales de Quilicura se han visto muy amenazados producto de diversos factores antrópicos y el cambio climático, que constantemente ponen en peligro la conservación de estos valiosos ecosistemas. “Estos son unos de los últimos humedales que quedan del sistema de humedales Lampa-Quilicura, donde se encuentra el humedal de Batuco, los humedales de Puente Negro y Santa Inés, y también los humedales de Quilicura, que en un principio eran todos parte de un mismo sistema de humedales que se interconectaban con las napas subterráneas. Además, son unos de los últimos humedales de condiciones semiáridas que se encuentran en la Región Metropolitana y es sumamente importante en cuanto a su valor hídrico, en el contexto de desertificación que está viviendo la zona norponiente de la región y que avanza de forma exponencial”, agrega Vallejos.
Los últimos relictos de una gran laguna prehistórica
La zona norte de Santiago históricamente se ha caracterizado por la fertilidad de sus tierras y por poseer una gran cantidad de agua, lo que ha permitido que este territorio haya sido destinado desde tiempos antiguos para plantaciones agrícolas.
Sin embargo, para poder entender esto, tenemos que remontarnos millones de años atrás, a los finales de la Era Cenozoica, donde distintos fenómenos naturales dieron forma al territorio de los valles centrales que conocemos al día de hoy.
La conformación del territorio de esta zona, del valle central en general, en primera instancia se produce por la aparición de la cordillera de la Costa y posteriormente la cordillera de Los Andes. Entre ambas, había algo semejante a una meseta, que en algún momento implosionó dándole origen al valle.
Este espacio, con el paso de miles de años, fue cambiando y erosionándose a partir del arrastre de sedimentos y el viento, además de la influencia de los volcanes, los movimientos tectónicos y la glaciación. Este último un factor decisivo, ya que gracias a este periodo se formaron los principales lagos y cuerpos de aguas presentes en todo el territorio nacional.
Lo interesante de esto, es que gracias al derretimiento del hielo, el sector norte de la capital quedo cubierto de agua, dando vida a una gran laguna prehistórica que hoy se encuentra extinta. Así lo señala Miguel Mora Beltrán, historiador, integrante de la Corporación Ngen, y presidente del Centro Histórico Patrimonial de Quilicura. “Esta zona más adelante se vio afectada por el proceso de glaciación, y después por un periodo de calentamiento donde lo que más había era agua, por el derretimiento de los hielos. Y lo que ocurrió fue que en este sector que pudiéramos llamar de los cerros isla de Renca hasta la laguna de Batuco, se generó una gran laguna, de más o menos unos 30 kilómetros, lo que permitió la llegada de la vegetación y la presencia de más vida animal”.
Esta laguna prehistórica se convirtió en una verdadera arquitecta del paisaje, permitiendo la existencia de peces, abundante vegetación, árboles, animales y aves. Asimismo, era bastante grande, pues habría ocupado una superficie de aproximadamente 30 kilómetros de largo, que iba de los pies de los cerros de Renca hasta Lampa y Batuco, siendo una parte importante de la cuenca de Santiago. De esta primera etapa no existen testimonios escritos y fue la ciencia la que reconstruyo la historia a través de antropólogos, arqueólogos y otros investigadores modernos.
Actualmente no está claro cuáles fueron las causas de la desaparición de esta laguna, previo a cualquier presencia humana en la región, pero se presume que fue por el cambio climatico y sus implicancias: menos nieve, menos lluvias, menos caudales cordilleranos, evaporación, etc. Igualmente, se dice que la existencia de esta gran laguna sería la principal causa que hoy en día (miles de años después) estos terrenos sigan gozando de gran calidad agrícola. Asimismo, explica la gran presencia de humedales en esta zona, los cuales corresponden a los últimos relictos de esta gran masa de agua que ocupo gran parte de la zona norte de la capital.
“El punto es que después, se dice que más o menos en el año 8.000 A.C., vino un cambio climático nuevamente, y el clima pasó de ser muy húmedo a semihúmedo, y posteriormente a semidesértico. Y eso hizo que mucha agua se evaporara y desapareciera. Entonces, la antigua gran laguna que se ubicaba en gran parte de la zona norte de Santiago, solamente quedó reducida a algunas zonas donde el relieve permitía que el agua se retuviera. El relieve de la zona norte no es plano, sino que tiene partes cóncavas, entonces en estas zonas más bajas se fueron generando lagunas y humedales, que son los que conocemos al día de hoy y que van desde Quilicura hasta la laguna de Batuco”, añade el historiador.
Vale decir que, producto de la desaparición de esta gran laguna, muchas especies que habitaban este territorio se vieron obligadas a migrar. Sin embargo, esta zona siguió albergando una gran cantidad de biodiversidad producto de la presencia de estas lagunas y humedales.
En ese tiempo, estos humedales eran mucho más grandes de lo que podemos ver hoy, lo que quedó plasmado en distintos jarrones incas y restos arqueológicos encontrados en la zona, y que dan cuenta de la relevancia de estos cuerpos de agua para los primeros habitantes de este territorio.
Según los registros, estos humedales tenían especial importancia para el pueblo inca, quienes durante su administración construyeron distintos campamentos cercanos a estos cuerpos de agua, así como modificaron los cursos de agua para repartirla de forma más equitativa por los terrenos fértiles.
“Había una gran cantidad de aves, tanto así, que en el límite de la comuna hacia el norte, donde esta Valle Grande, cuando se hicieron los informes de evaluación de impacto ambiental para ese proyecto, se descubrieron vasijas y otros elementos arqueológicos que daban cuenta que esa zona lo más probable es que haya sido utilizada como una especie de campamento estival, entiéndase como un lugar donde iban a cazar patos”, agrega Miguel Mora.
Por otro lado, cuando los incas llegaron al territorio encontraron que el agua estaba mal distribuida, que había muchas zonas muy fértiles donde se podía sembrar pero que no tenian agua, y otras con agua en exceso, como eran los humedales. Entonces, una de las grandes cosas que hicieron durante este periodo fue modificar los cursos de agua, con el fin de distribuir mejor el recurso. Es por ello que desde el sector que hoy es Providencia apartaron un canal desde el río Mapocho, que se iba por arriba del cerro San Cristóbal y caía hacia el sector El Salto, generando una cascada que dio vida a otros afluentes que abastecieron de agua a distintas zonas que, producto del desnivel, se encontraban secas.
“En este sector donde el agua caía se armó un humedal, y desde este humedal salían tres canales en diferentes direcciones, uno en el sector de Conchalí que se llamaba ‘acequia madre’, otro que venía en forma recta hacia Quilicura que se llamaba ‘acequia Quilicura’, y el tercer canal se lo llamo ‘acequia sin nombre’. Y esto es muy singular porque se dice que este es el canal que daría origen a lo que hoy se conoce como el Estero Las Cruces, que hasta la actualidad alimenta en gran parte a los humedales de Quilicura”, indica el historiador.
Lo anterior es un detalle muy interesante, ya que se presume que si no fuera por estas modificaciones que llevaron a cabo los incas dentro del territorio, probablemente esta zona de humedales habría desaparecido.
Amenazas
El 1 de julio de 2020 fue publicado en el Diario Oficial la declaratoria de 468,3 hectáreas del humedal urbano de Quilicura por el Ministerio del Medio Ambiente, esto gracias a la ley 21.202, más conocida como Ley de Humedales Urbanos. De esta forma, este gran humedal pasó a ser el tercer humedal urbano reconocido oficialmente por esta ley, siendo el más grande de toda la región Metropolitana y el segundo más grande del país, solo por detrás del humedal urbano Los Maitenes ubicado en la comuna de Puchuncaví, que cuenta con 504,9 hectáreas reconocidas oficialmente. Con ello, estos cuerpos de aguas pasan a ser áreas protegidas por ley, lo que impide su destrucción y alteración en gran medida.
Pero este reconocimiento como Humedal Urbano solo es el primer paso para protección y regeneración de los humedales tan queridos por la comunidad quilicurana. Y es que estos humedales se han visto muy afectados producto de diversos factores antrópicos como la expansión inmobiliaria, la actividad industrial, el corte de canales que abastecen a los humedales y la contaminación producida por vertederos ilegales, lo que podría significar, en un futuro, la desaparición de estos importantísimos ecosistemas.
Por un lado, nos encontramos con la presencia de diferentes tipos de contaminantes que de alguna u otra forma llegan a parar a los humedales, afectando directamente a las especies que habitan en ellos y generando una degradación progresiva de los cuerpos de agua. Ello viene principalmente de dos factores: el cordón industrial que se encuentra a un costado de los humedales (y sobre ellos) y los vertederos ilegales.
Ante esto, el historiador Miguel Mora señala: “Las industrias influyen en la contaminación de los humedales principalmente porque el sector de donde viene el agua del estero Las Cruces y varios de los canales que llegan a estos humedales, se utilizaban para botar residuos industriales o líquidos percolados, y eso llevo a que el agua se pusiera densa, colorida y al final, se eutrofizara”.
Cabe destacar, igualmente, que Quilicura cuenta con más de 500 hectáreas de rellenos sólidos, y esos rellenos se encuentran justamente a un costado de los humedales, por lo que sus contaminantes impactan directamente a estos ecosistemas acuíferos.
Otra de las grandes amenazas que enfrenta el humedal más grande la Región Metropolitana, es la constante y descontrolada expansión inmobiliaria que se ha presentado en la zona norte de la capital durante las últimas décadas. La cual tiene su origen justamente en la instalación de los cordones industriales en la comuna.
“Con la llegada de las industrias en la década de los 80, luego de que la ex Conama dictaminara que las industrias deberían instalarse fuera de la circunvalación de Américo Vespucio, se generó una crisis ecológica en Quilicura. Con esta crisis ecológica la agricultura no pudo seguir subsistiendo, por lo que el municipio y la comunidad se enfrentaron a la disyuntiva de, o lavar las tierras, para lo que no había recursos, o terminar de lleno con la agricultura. Por tanto, la agricultura que subsiste hasta el día de hoy no es más que un muy bajo porcentaje de lo que había antes. Esto llevo a que, paso seguido, las inmobiliarias tomaran la primera palabra y comenzaran a instalarse”, agrega Mora.
El gran problema de esto es que Quilicura cuenta con un Plan Regulador Comunal (PRC) desactualizado desde el año 1985, el que fue promulgado por la alcaldesa designada, Ana María Ried. Debido a ello es que han pasado más de 37 años donde el 94% de la comuna se encuentra sin planificación territorial, dejando esta parte del territorio a disposición del Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS) promulgado en el año 1994, el que asignó aproximadamente 1.605 hectáreas de zona de exclusividad industrial.
Además, en el año 2013 la modificación 100 del Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS100) determinó 1.808 hectáreas de Zona Urbanizable Condicionada (ZUC) y la inclusión de 10 vías de conexión intercomunal, lo que en la actualidad tiene a los humedales en el centro de la atención de las diferentes inmobiliarias que pretenden lucrar a costa de la destrucción de estos ecosistemas.
Por otro lado, otra de las principales amenazas para los humedales, y una de las más urgentes en la actualidad, es el cambio climático, la sequía y el saqueo del agua. “Actualmente, la principal amenaza que enfrentan los humedales de Quilicura es la falta de agua, la desertificación y la intervención de los canales que alimentan estos humedales. Los canales que abastecen a los humedales, como el canal Los Perros o el canal Los Patos, se encuentran altamente intervenidos por parte de sus propios propietarios porque, luego del reconocimiento del humedal urbano de Quilicura, no han permitido que se generen espejos de agua en los humedales. Esto para poder apelar la resolución y que estos terrenos no se reconozcan como humedales. Por ejemplo, la inmobiliaria Los Silos generó una zanja gigante en el límite del polígono del humedal San Luis para que este se secara”, agrega Rodrigo Vallejos.
Según señalan las distintas agrupaciones socio-ambientales de la comuna de Quilicura, los humedales se han visto más afectados luego de su reconocimiento como humedal urbano de lo que estaban antes, producto de que estos también corresponden a predios privados e involucran una gran cantidad de intereses económicos. Sin embargo, lo más preocupante de esta situación sería la falta de fiscalización por parte de las autoridades, con el fin de velar que este reconocimiento como área protegida sea realmente efectivo en la práctica.
“Ninguna medida realmente ha sido efectiva por parte de las autoridades ya que los humedales se han visto más afectados luego de su reconocimiento como humedales urbanos. Se han ingresado denuncias por parte de la Dirección de Gestión Ambiental de la Municipalidad de Quilicura, pero estas todavía no tienen sanción por parte de la Superintendencia de Medio Ambiente. Más bien, hay una declaratoria legal en cuanto a la ley de los humedales urbanos, pero que no está siendo efectiva en la práctica, y es una situación que se ha repetido también en otros humedales de Chile. Esto debido a que los organismos estatales y las autoridades no tienen las capacidad técnica, ni tampoco la capacidad fiscalizadora, para poder sancionar la destrucción y la intervención de estos humedales”, finaliza el integrante de la agrupación Resistencia Socio Ambiental Quilicura.