Humedales, agua y resiliencia para enfrentar la crisis
En el día mundial de los humedales nuestro colaborador invitado, Diego Luna Quevedo, nos recuerda la importancia de la conservación de estos ecosistemas para bienestar y salud planetarias. El especialista en Conservación de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (Manomet Inc) y representante en Chile de Fundación Futuro Latinoamericano (FFLA), aborda el precario escenario de protección de los humedales en nuestro país y plantea alternativas para considerar su resguardo en una nueva Constitución. ¿Qué acciones podemos tomar frente a esto? Revisa los detalles a continuación.
Hoy es el Día Mundial de los Humedales, relevando la Convención de Ramsar este año la relación inseparable entre humedales y agua. Miles de personas en el mundo aprovechan esta fecha para realizar acciones públicas y actividades encaminadas a aumentar la conciencia acerca de los valores de los humedales, los beneficios que reportan y la urgencia de su conservación. Es una oportunidad también para que los ciudadanos y ciudadanas reflexionemos sobre nuestro rol en la defensa de estos ecosistemas.
Vivimos en mundo de crisis multidimensional; política, social, económica, climática, sanitaria e hídrica, que amenaza a las personas y al planeta. Estamos utilizando más agua de la que la naturaleza puede reponer. Mantener viva la conexión entre agua y humedales es vital para nuestro bienestar y salud.
Los humedales sostienen nuestro desarrollo social y económico a través de diversos servicios, almacenan y depuran el agua, nos alimentan, sustentan la economía mundial, proporcionan un hogar para la naturaleza y nos mantienen a salvo de diversos riesgos.
Sin embargo la relación entre humedales y agua en Chile pende de un hilo, como consecuencia de un modelo de gestión hídrica obsoleto que ya ha tocado fondo y que requiere de un cambio estructural. Falta de transparencia en el mercado del agua a nivel de cuencas, descoordinación de las instituciones y traslape de competencias, temas críticos de gestión que quedan en tierra de nadie, datos e información insuficiente para la toma de decisiones, limitada fiscalización de los usuarios, carencia total de marco normativo e institucional para gestión integrada a nivel de las cuencas, más desconocimiento e insuficiente fiscalización de las extracciones ilegales de agua, son parte fundamental del problema.
Chile no puede darle la espalda a las soluciones basadas en la naturaleza y seguir perdiendo humedales día tras día. Invertir en estas soluciones significa aumentar la disponibilidad de agua para todos los usos, mejorar calidad, regular ciclos hidrológicos, y proveer infraestructura natural de almacenamiento y conducción de agua, generando adaptación y resiliencia. Es el ciclo del agua como la base para la gestión.
Para mantener el vínculo agua y humedales, tenemos la oportunidad de explicitar en la nueva Constitución chilena, el deber del Estado de proteger nuestra biodiversidad en general y en particular a los humedales, como sujetos de derecho, resguardo y protección, a través de principios constitucionales habilitadores. Se debe asegurar además el derecho de acceso al agua para el consumo humano y el recurso mínimo para mantener ecosistemas. Resulta inaceptable que en el Chile actual, el acceso al agua para algunos signifique la falta de agua para comunidades y ecosistemas. Necesitamos una Constitución que consagre y priorice el agua para las personas y para sostener a los humedales, lo que implica terminar con la concepción actual del derecho de agua, dando paso a nuevas formas de gestión y propiedad para administrar la poca agua que nos queda, con límites y reglas claras sobre su uso en tiempos de crisis.
Más allá de la dimensión hídrica, es necesario reconocer y agradecer los esfuerzos desplegados por el Ministerio de Medio Ambiente para declarar en el último tiempo Santuarios de la Naturaleza en un total de 23 humedales a nivel nacional, abarcando en torno a 226.000 hectáreas, esto, en el marco del Plan Nacional de Protección de Humedales 2018-2022.
Sin embargo, a la hora de mirar en perspectiva la situación de los Santuarios en Chile, el panorama es bastante desalentador, ya que la gran mayoría no cuentan con las condiciones mínimas para su protección efectiva y se encuentran en situación de desamparo, convirtiéndose literalmente en santuarios de papel. El estándar mínimo de un Santuario debe ser contar con un plan de manejo, mecanismo de gobernanza, fiscalización efectiva, infraestructura y ciencia básica que permita medir la efectividad de su manejo. La declaración de un Santuario es apenas el hito de inicio de un proceso de conservación, donde el Estado debe ser articulador y garante de conservación efectiva.
Otra prioridad es construir indicadores de alerta temprana que permitan actuar de manera preventiva y oportuna en situaciones de amenaza y de esta manera frenar el escenario de deterioro y pérdida de humedales al que asistimos. El objetivo de conseguir la conservación efectiva de estos ecosistemas lo no puede seguir siendo contradictorio con el desarrollo de Chile. La pérdida de humedales está generando efectos no deseados para el bienestar humano y tiene un impacto económico negativo para el país. Sin humedales no hay adaptación al cambio climático ni resiliencia.
Para conservar humedales se requiere una decisión política hoy. Mañana será muy tarde. Esto implica una nueva ética por mantener los procesos vitales de la naturaleza e involucra además valorar el carácter de bien público de los humedales.
En este nuevo Día Mundial, debemos reconocernos como agentes de cambio para la conservación de los humedales y tomar acción en su defensa, integrándonos decididamente a la construcción social de nuestros territorios y demandando al Estado y al mundo político, que se tomen decisiones urgentes para su resguardo y protección.
Diego Luna Quevedo es Especialista en Conservación de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (Manomet Inc) y representante en Chile de Fundación Futuro Latinoamericano (FFLA)