Foro Mundial de la Bicicleta 2016: la energía humana tomó fuerza
Desde el 31 de marzo hasta el 5 de abril Santiago fue sede del Foro Mundial de la Bicicleta 2016. El evento se llevó a cabo en Independencia, Maipú, Santiago y El Bosque, donde un sinfín de agrupaciones de ciclistas debatieron sobre políticas públicas, proyectos de ley, seguridad vial y comportamiento de los usuarios bajo el slogan “Energía humana, poder ciudadano”.
Si bien la variedad en los temas de debate fue amplia, el evento se rigió por una columna invisible y que tuvo que ver con las cinco propuestas de “cicloinclusión” manifestadas por la organización del foro al gobierno de Chile en las que se solicita: acelerar el proceso de modificación de la ley del tránsito, que sugiere reducir a 40 km./h la velocidad máxima de los autos dentro del radio urbano; incluir educación vial práctica como asignatura de educación cívica en el currículum escolar; reservar el 7% del presupuesto del MOP, sus derivados y SERVIU para el financiamiento de la inclusión de bicicletas como medio de transporte urbano; incorporar el servicio de bicicletas públicas al sistema de transporte de cada ciudad del país, o sea bajo un método único como la tarjeta BIP. Y finalmente, “Modificar los Modelos de Evaluación de Proyectos de Inversión del Estado para los proyectos de cicloinclusión y fomento de los desplazamientos a pie, como modos de movilidad válidos”, según detalla el documento emitido por la misma organización.
El foro se inició con la campaña “Mapocho pedaleable”, que consistió en la habilitación del lecho del río como ciclo vía de 2,8 kilómetros, donde los “pedaleros” pudieron recorrerlo desde el Puente del Arzobispo hasta Patronato durante los seis días que duró el evento. Esta iniciativa que comenzó en 2011 fue una de las más favorecidas. En la clausura del foro, Michelle Bachelet llamó a la Intendencia de Santiago a financiar este proyecto que busca darle vida al río en un tramo de 7 kilómetros y que busca descongestionar una de las zonas con mayor congestión vehicular de la capital y así proteger a los ciclistas. Además, la presidenta aseguró que la medida será “prioridad presidencial” en el corto plazo.
El resto de las jornadas contaron con la participación de las intendencias regionales de los países participantes, donde algunos municipios expusieron acerca de los avances en el ciclismo urbano, mientras organizaciones “pedaleras” contaron con algunos minutos para exponer curiosas iniciativas, como la preparación de periodistas para reportear sobre ciclismo o alternativas económicas para la construcción de ciclo vías.
Además, hubo seminarios para la seguridad y cultura vial, pedaleos masivos, música en vivo y talleres dictados por especialistas internacionales acerca de poder ciudadano, equidad social, tecnología e innovación, economía y energía humana por nombrar algunos.
Pero además hubo espacio para propuestas más curiosas. Una bicijuguera que preparaba ricos jugos naturales, un partido de bike polo acaparaba la atención, una bicicleta de colihue que prometía ser tan resistente como ecoamigable y una aplicación tipo Uber que localiza ciclistas ofreciendo delivery para las empresas.
También hubo casos que inspiraron. Felipe Besné fue más allá y demostró que detrás de toda esta propuesta “bicicletera” existe una filosofía de vida. Tras jubilar, a sus 60 años se propuso algo concreto: que nunca le pasen los años por encima. “El que no se mueve se muere”, dice. Entonces voló desde su casa en Jalisco, México, hasta Ushuaia, Argentina, para intentar volver sano y salvo en bicicleta.
El único aliento que le dieron los patrocinadores fue un golpecito en la espalda y un “buena suerte”. Así comenzó zigzagueando por Chile y Argentina; desde el rincón más austral del mundo hacia el norte: donde lo esperaba su familia. Comenzó pedaleando de noche porque de día no podía contra el viento Patagónico que lo botó reiteradamente. Sin embargo no sería el único obstáculo que le puso la naturaleza. Sorteó el desierto de Atacama, enormes extensiones selváticas, los desafíos de moverse en las alturas y los constantes cambios climáticos.
Con el tiempo alcanzó un ritmo de pedaleo de entre 8 y 10 horas diarias para un recorrido de 24.894 kilómetros en casi dos años de viaje. Según Besné “el cuerpo se acostumbra al castigo. El dolor pasa y es superable”. Para él, jubilarse estuvo lejos de transformarse en la última etapa de su vida, sino más bien en el inicio de un nuevo estilo de vida.
Hoy, a sus 66 años y tras haber estado ya en tres continentes, vuelve a Chile para exponer en el Foro Mundial de la Bicicleta y aportar con su experiencia acerca del biciturismo, que si bien no es urbano, es parte de la energía humana que lucha a favor del medioambiente.
A su bicicleta le agrega y le quita banderines de países y se une a causas ambientalistas con consignas como “No a Alto Maipo”, que llevaba en la parte delantera, pero que no le dejaron portar frente a las autoridades en el cierre del foro. Finalmente, decenas de ciclistas cruzaron por el Patio de Los Naranjos del palacio de La Moneda para demostrar que la bicicleta también es un medio de transporte.