Las pasifloras, también conocidas como flores de pasión, pasionarias o granadillas, son un grupo fascinante de plantas trepadoras, que han sido admiradas y cultivadas desde hace cientos de años por la belleza de sus flores y el sabor de sus frutos.

Passiflora pinnatistipula. Créditos: ©Passiflora Sandramar @passiflora.sandramar
Passiflora pinnatistipula. Créditos: ©Passiflora Sandramar @passiflora.sandramar

Estas plantas, pertenecientes al género Passiflora (Passifloraceae), cuentan con alrededor de 625 especies en el mundo aceptadas —de las más de mil descritas—, siendo de este total 605 nativas de América, mientras que unas 20 son originarias del sureste de Asia, Australia y Nueva Zelandia. Es decir, casi todas las pasifloras son exclusivas del continente americano.

Son enredaderas de varios metros de altura, que se reconocen fácilmente por la corona de filamentos que presentan sus flores, las cuales son consideradas como una verdadera obra de arte de la naturaleza.

“Son plantas trepadoras de la familia Passifloraceae, del género Passiflora. Tienen zarcillos, hojas usualmente lobadas y flores muy características, con una estructura que se llama corona, que es una parte colorida (por eso se llaman flor de la pasión, porque parece una corona de espinas). Tienen, además, 5 sépalos, 5 pétalos, y la parte sexual de la flor está levantada en una estructura que se llama androginóforo. Estas plantas son muy diversas en los trópicos, pero llegan algunas a Chile”, comenta Cristian Atala, doctor en Ciencias Biológicas y profesor del Instituto de Biología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

En América, las pasifloras se distribuyen desde Estados Unidos hasta Argentina y Chile, con una mayor diversidad de especies en las regiones tropicales, especialmente en el norte de Sudamérica. Colombia es el país más diverso en pasifloras, con alrededor de 136 especies, seguido por Brasil con 114 y Ecuador con 91.

En Chile, tenemos dos especies de este género, Passiflora foetida, en la Región de Arica y Parinacota, y Passiflora pinnatistipula, que crece en las quebradas húmedas de las regiones de Valparaíso y Coquimbo.

Como señala Sebastián Teillier, biólogo de la Universidad de Bucarest y magíster en Ciencias con mención en Botánica de la Universidad de Concepción: “Es una planta de probable origen peruano. Se distribuye en el litoral en los bosques húmedos desde el sur de la Región de Coquimbo hasta los bosques de Zapallar. Yo tengo mis dudas de qué tan nativa es, pudo haber llegado de la mano de los quechuas a Chile como algunas otras plantas, como la tara y el pimiento. Es nativa si usamos la definición que las plantas nativas son las especies silvestres que estaban cuando llegaron los españoles”.

Passiflora atala. Créditos: ©Cristian Atala
Passiflora atala. Créditos: ©Cristian Atala

Las pasifloras se distribuyen entre los 0 y 3.000 metros sobre el nivel del mar, y están presentes en casi todos los ambientes naturales. La mayor riqueza de especies se presenta en bosques muy húmedos de altitudes bajas y medias, entre los 0 y 1.500 metros, con un máximo de riqueza entre los 500 y 1.000. A partir de los 1.500 metros hay una considerable disminución en la riqueza, mientras que sobre los 3.000 no se registra ninguna especie de pasiflora, lo cual pone de manifiesto el origen tropical de estas plantas.

“No tengo datos sobre el género. Pero para la familia Passifloraceae se propone una antigüedad de entre 50 y 108 millones de años”, puntualiza Sebastián Teillier, quien también es profesor de Botánica en la Escuela de Arquitectura y Paisaje de la Universidad Central de Chile y es autor de variadas publicaciones sobre la flora y vegetación de Chile, incluyendo obras como: “Flores del Desierto de Chile” y “Flora de la Reserva Nacional Río Clarillo”.

passiflora punicea. Créditos: ©@cmowsley en INaturalist
passiflora punicea. Créditos: ©@cmowsley en INaturalist

El origen del nombre Passiflora —del latín passio = pasión y flos = flor, que significa “flor de la pasión”— se remonta a la época de la colonia española en América, cuando estas flores inspiraron la imaginación de los primeros colonizadores, que veían en ellas una representación de “la pasión” o sufrimiento de Jesucristo. Desde entonces, muchas de las especies de este género han sido extraídas de sus lugares de origen y utilizadas como plantas ornamentales en viveros y jardines.

Si bien las flores de pasión presentan una gran variedad de estructuras vegetativas y florales, estas plantas se reconocen fácilmente por su forma de bejucos con zarcillos y por sus frutos, que contienen una gran cantidad de semillas recubiertas por un arilo comestible. No obstante, su característica más distintiva e inconfundible es la corona de filamentos que presentan sus flores, la cual juega un papel muy importante en el proceso de polinización en la mayoría de las especies.

Son plantas de gran importancia cultural en América y el mundo debido a la gran cantidad de usos que se les han dado a través del tiempo. Se cultivan como plantas ornamentales, medicinales y alimenticias, especialmente por sus frutos comestibles, llamados granadillas, maracuyás, estococas o curubas.

Estas trepadoras destacan por su gran importancia ecológica, ya que entregan alimento y refugio a un sinfín de criaturas. Asimismo, estas especies tienen una estrecha relación con diferentes polinizadores, como insectos, aves e incluso mamíferos.

Hermosas flores tropicales llenas de interacciones ecológicas  

Como señalamos anteriormente, estas hermosas enredaderas no solo destacan por sus hermosas formas y colores, sino que también porque desempeñan un papel crucial en los ecosistemas al atraer y alimentar a numerosos insectos, generando interacciones mutualistas o benéficas, donde se ve favorecida tanto la planta como el insecto.

Passiflora incarnata. Créditos: ©Sean Bloom
Passiflora incarnata. Créditos: ©Sean Bloom

En primer lugar, el néctar y el polen de sus flores, siendo estas últimas de una gran variedad de colores, tamaños y formas, sirven de alimento a un sinfín de especies polinizadoras. Dentro del género, la condición más difundida es la polinización por abejas, abejorros, moscas y mariposas, pero también existen especies que han desarrollado distintas adaptaciones para la polinización por colibríes y, en menor grado, por avispas y murciélagos. Asimismo, también hay especies que son autógamas. El colibrí pico espada (Ensifera ensifera), por ejemplo, con su pico enormemente alargado, ha coevolucionado con las flores de ciertas pasionarias, tal como la Passiflora mixta.

Por otro lado, sus frutos son una importante fuente de alimento para aves y mamíferos, quienes, por su parte, ayudan a dispersar las semillas de las pasifloras. “Es un género hiperdiverso y sus frutos son alimento de muchas especies animales, aparte de que sus flores son visitadas por murciélagos, aves e insectos”, agrega el Dr. Atala.

Particularmente, dentro de la historia natural de estas plantas, sobresale notablemente su estrecha relación con las mariposas diurnas del género Heliconius, con las cuales han generado un continuo y dinámico proceso de coevolución en la interacción animal-planta. De hecho, las larvas de las mariposas del grupo de las helicónides utilizan casi exclusivamente a los miembros de la familia Passifloraceae como plantas hospederas.

Orugas de Heliconius charithonia alimentándose de una pasiflora. Créditos: ©Sandra H Statner
Orugas de Heliconius charithonia alimentándose de una pasiflora. Créditos: ©Sandra H. Statner

Esta relación, antagónica y poco amistosa, ha generado una lucha permanente entre las mariposas, que buscan afanosamente a las pasifloras como plantas hospederas para la alimentación de sus larvas. Las plantas, por su lado, tratan de protegerse y defenderse de sus depredadores.

Esta fascinante relación de herbivoría ha sido ampliamente documentada por varios investigadores, quienes han puesto en evidencia una serie de adaptaciones y modificaciones en ambos grupos de organismos, en una permanente lucha de depredación, por parte de las larvas de mariposas, y de defensa, por parte de las plantas. 

En el caso de las pasifloras, esta intensa presión selectiva impuesta por estos herbívoros ha modelado su variada y compleja morfología, así como su composición química, originando una serie de estrategias para su defensa y protección, como el mimetismo de las pasifloras con otras plantas que no son hospederas de las helicónides, y la presencia de estructuras semejantes a huevos de mariposa sobre las láminas foliares, los pecíolos o las estípulas.

Heliconius ethilla ssp. narcaea. Créditos: ©Alessandra Dalia
Heliconius ethilla ssp. narcaea. Créditos: ©Alessandra Dalia

Otro de los mecanismos de defensa de las pasifloras contra los herbívoros consiste en atraer hormigas, mediante la producción de néctar en glándulas extraflorales (láminas foliares, pecíolos, estípulas, brácteas florales). Este néctar contiene grandes cantidades de azúcares y es rico en aminoácidos, lo cual explicaría su atractivo para muchos insectos y especialmente hormigas, que ayudan a las pasifloras mediante la remoción y eliminación de los huevos y pequeñas larvas de los herbívoros. Diversas investigaciones han relacionado las siguientes especies de hormigas con este proceso: Ectatomma sp., Solenopsis geminata y Crematogaster erecta.

Además de las mariposas del género Heliconius, hay otros insectos herbívoros de las pasifloras, como los escarabajos conocidos como “vaquitas” de la familia Chrysomelidae, cuyas larvas y adultos se alimentan de sus hojas y flores, lo que al parecer puede tener un significativo impacto sobre las plantas.

Por otra parte, un aspecto distintivo de Passiflora foetida, son sus brácteas, que están cubiertas por pelos que exudan un líquido pegajoso. Muchos insectos se quedan pegados a estos y terminan siendo digeridos por proteasas y fosfatasas ácidas, hasta convertirse en una sustancia pegajosa rica en nutrientes. Dado que los insectos muertos rara vez son las principales plagas, esta pasiflora parece ser una planta protocarnívora.

Las flores de pasifloras son toda una maravilla de la naturaleza. Y aunque cada una no dura más de dos días, su floración suele ser realmente abundante y duradera. Cada día abren nuevas flores y la época de floración es muy larga, de octubre a abril.

Una bomba nutricional llena de beneficios

Las pasifloras se han utilizado ampliamente por la belleza de sus flores en jardines y viveros, por el sabor de sus frutos en plantaciones comerciales, así como por sus propiedades químicas en la medicina popular y en la industria farmacéutica. Por otra parte, también muchas de sus especies se usan en criaderos de mariposas y mariposarios comerciales, como plantas hospederas de las larvas de estos insectos.

Vale decir que las pasifloras estuvieron entre las primeras plantas del “Nuevo Mundo” en ser introducidas como ornamentales en los jardines de Europa.

Passiflora itzensis. Créditos: ©Alfredo Dorantes
Passiflora itzensis. Créditos: ©Alfredo Dorantes

En términos generales, se puede decir que todos los frutos de las pasifloras son comestibles cuando están maduros, pero los de mejor sabor son aquellos de mayor tamaño. Los frutos, generalmente, tienen un aroma muy agradable y sabor ácido, aunque en algunas especies es dulce, como el caso de Passiflora ligularis y P. platyloba.

“La más conocida es el maracuyá (Passiflora edulis), tiene muchas vitaminas y antioxidantes. Lo interesante es que el fruto en sí no se come. Se come la sustancia viscosa que rodea las semillas (arilo). Se usa mucho en repostería. La mayoría de las especies son comestibles, pero no todas tienen buen sabor (aunque eso es relativo). La nativa de acá de Valparaíso es comestible y tiene muy buen sabor”, agrega el Dr. Atala.

Cabe destacar que los frutos de las pasifloras tienen muchos beneficios a nivel nutricional, ya que son ricos en carbohidratos, proteínas, lípidos y compuestos bioactivos. Además, estos alimentos proveen una mezcla óptima de antioxidantes, tales como la vitamina C y E, polifenoles y carotenoides, que otorgan beneficios para la protección de la salud.

Por otro lado, entre las principales características medicinales de las pasifloras destacan sus propiedades sedantes, antiespasmódicas y analgésicas, debido a la presencia del alcaloide passiflorina, sobre todo en especies como Passiflora edulis, Passiflora quadrangularisPassiflora foetida y Passiflora incarnata.

El uso medicinal de la pasiflora está muy extendido para tratar los casos de nerviosismo, el insomnio o el alivio de la ansiedad. “Las hojas se usan con fines medicinales para dormir y como relajante. El melipass tiene melisa y pasiflora, por ejemplo”, puntualiza el profesor del Instituto de Biología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

Passiflora caerulea. Créditos: ©Jose Locati
Passiflora caerulea. Créditos: ©Jose Locati

Asimismo, las pasifloras, debido a su estrecha relación con las mariposas del género Heliconius (uno de los grupos de lepidópteros más comunes en los mariposarios), son un elemento infaltable en los mariposarios o criaderos de mariposas.

Estado de Conservación de las pasifloras en América

El Estado de Conservación de las especies de pasifloras en el mundo es bastante variado. Algunas especies se encuentran en categorías de máximo riesgo (Peligro Crítico y En Peligro), mientras que otras se encuentran fuera de amenaza o no cuentan con suficiente información para ser clasificadas.

Esta situación de amenaza es generada principalmente por las pequeñas áreas de distribución y la baja abundancia de algunas especies, aspectos que las hacen muy sensibles y propensas a desaparecer en caso de que su restringido hábitat natural sea destruido. Probablemente, el caso más extremo es el de Passiflora filipes, una especie de bosques secos que no se ha vuelto a observar desde hace más de 30 años y que requiere de un estudio de campo muy detallado para determinar exactamente su situación actual.

En Chile, Passiflora pinnastistipula se encuentra catalogada como “Insuficientemente Conocida”, mientras que Passiflora foetida no ha sido clasificada.

Passiflora pinnatistipula en Chile se propuso en el primer Libro Rojo de especies amenazadas, en 1989, como una especie “Insuficientemente Conocida”; ello, en el sentido de que no había suficiente conocimiento, estudios, para atribuirle un Estado de Conservación o amenaza. Esa clasificación no ha sido retomada por el ministerio del Medio Ambiente, ni por los botánicos que pueden proponer que sea clasificada por el Comité de Clasificación del Ministerio. Quizá esto suceda porque “flota” la idea de que es una especie traída por los quechuas o escapada de algún cultivo ornamental antiguo”, finaliza Sebastián Teillier.

Comenta esta nota

Comenta esta nota

Responder...