Exploradores del fin del mundo: sumergidos en las profundidades del Seno Almirantazgo
Este verano nuestra editora, Romina Bevilacqua, se embarcó durante diez días con el equipo de científicos de la Expedición Marina al Seno Almirantazgo, liderada por la ONG WCS. Aquí nos relata los detalles de esta expedición en uno de los rincones más remotos y desconocidos de Chile.
Eran cerca de las once de la noche del 31 de enero de 2018. La luz de la superluna sobre nuestras cabezas iluminaba al que sería nuestro hogar durante los próximos doce días: el Marypaz II, un pequeño barco de carga adaptado para fines turísticos y de investigación, y traído por nuestro capitán, Hugo Cárdenas, desde Chiloé porque allí “la madera es buena”, me comentó.
Nuestro punto de partida para la Expedición Marina al Seno Almirantazgo era Bahía Mansa, en Punta Arenas. Esa noche intentaríamos cruzar el Estrecho de Magallanes para acercarnos al fiordo Parry, al interior del seno. Allí el equipo encabezado por Jorge Holtheuer, de la ONG Wildlife Conservation Society (WCS), realizaría sus primeras inmersiones para luego evaluar el estado de conservación de los bancos de ostiones del sur en el sector, un recurso de gran valor comercial para la región. Otro equipo liderado por el biólogo marino alemán, Dirk Schories, registraría la fauna submarina asociada a este recurso.
La partida
A medida que comenzamos a internarnos en las aguas del Estrecho, éste hacía notar su fuerza. Pronto, el oleaje hizo que fuese imposible mantenerse de pie sobre la cubierta, y los primeros síntomas de mareo hicieron su aparición en algunos de los tripulantes. Luego de una charla de seguridad, nos iríamos a dormir.
Despertamos a la mañana siguiente a escasos kilómetros de nuestra partida. Durante la noche, la embarcación sólo había logrado avanzar 1 de las 9 horas que nos tomaría llegar al fiordo Parry. Tal como corroboraríamos los siguientes tres días, aquí el clima es el que manda. En Bahía Tranquila, donde nos fondeamos para protegernos de los vientos y oleajes del Estrecho, podía haber un día perfecto de sol mientras al interior, un viento incontrolable obligaba a las pocas embarcaciones que circundaban los alrededores a escapar en busca de una bahía protegida.
Los primeros tres días de expedición nos vimos obligados a quedarnos en este sitio resguardado. Y mientras los buzos aprovechaban de tomar muestras que luego enviarían a sus colegas de la Universidad de Magallanes para futuros estudios, nosotros nos deleitábamos con la visita fugaz de un martín pescador y un grupo de delfines australes que llegó junto al barco alborotando la tranquilidad de la bahía.
El trabajo duro de la expedición marina aún no había comenzado y ya empezábamos a tener una idea de lo que podríamos encontrar en las profundidades del Seno Almirantazgo, este gran fiordo poco intervenido y aún en buen estado de conservación, que se interna en Tierra del Fuego 80 kilómetros en dirección noroeste-sureste. En estas primeras inmersiones, Dirk había visto una medusa minúscula entre los bosques de huiro que, creía, se trataba de una especie que aún no había sido descrita.
Más tarde me confesaría que estaba ansioso por ver qué encontrarían en las profundidades del fiordo: “Como hay mucho hielo a causa de los ventisqueros, hay una capa de agua dulce encima de la columna de agua y tengo mucha esperanza que encontremos al menos algunas especies nuevas en el fiordo que tendremos que mandar a los taxónomos a otros países. Pero hasta ahora siempre cuando hacemos expediciones tan lejanas, como aquí, hemos encontrado algo nuevo”.
Nuestro único contacto a tierra era una llamada cada 48 horas que realizaba Jorge por teléfono satelital a la oficina de WCS en Punta Arenas para informar los avances de la expedición y reportar que todo el equipo se encontraba sano y a salvo. El resto, era el contacto con la naturaleza virgen de estos inexplorados rincones al fin del mundo; con los petreles que sobrevolaban junto al Marypaz II sin importar las ráfagas de frío intenso que traían los vientos del sur; los pingüinos magallánicos cuyas cabezas aparecían de improviso en el agua para volver a desaparecer instantes después; con los lobos marinos que más de una vez nos emocionaron de sobremanera pensando que se trataba de focas leopardo, una especie antártica amenazada y de escasa presencia en los canales y fiordos chilenos; o con la lluvia, que no nos dio respiro durante los primeros diez días de expedición.
Manos a la obra
Al tercer día, aprovechando una ventana de buen tiempo, logramos cruzar el Estrecho de Magallanes y llegar al Seno Almirantazgo. Lo que no significó que el barco no se movió hasta el punto de perder el horizonte de vista cada cierto tiempo, mientras mirabas por la ventana.
Nos internamos por las aguas del fiordo Parry y el equipo de buceo, conformado por Dirk Schories, Jorge Holtheuer, Mateo Cáceres y Hans Bartsch, todos biólogos marinos, realizó su primera inmersión. Vestidos con trajes secos de buceo y una especie de enterito térmico al que llamaban “under”, y cargando equipos fotográficos con carcasas de hasta 8 kilos de peso, se preparaban para sumergirse en el agua glaciar que en la superficie alcanzaba los 3º a 4ºC y más profundo, 8ºC. Nada que este equipo, que ya había buceado en la Antártica, no pudiera tolerar.
Una hora más tarde Óscar, uno de los tripulantes, los traería en zodiac de regreso al barco donde nos contarían, con cierto desánimo, que la visibilidad bajo el agua era casi nula. “Parecía leche”, dijo Mateo antes de mostrarme algunas fotos donde se veía todo el fondo marino cubierto por una especie de ceniza gris que en realidad era el sedimento arrastrado por los glaciares hacia el agua.
Tal como me explicaría luego Dirk, este sedimento parecía tener una influencia única en estos fiordos. “Los fiordos en Noruega son un poco similares pero no tienes influencia de los sedimentos como aquí, creo que eso es muy particular para Chile. Muchas especies filtradoras tienen problemas, porque los sedimentos cubren a los animales. Entonces si hay mucha fauna sedimentaria, que son sésiles (no se mueven) como las esponjas, que se instalan en un lugar y ahí se quedan, y llega el sedimento, con el tiempo va cubriendo al animal entonces no puede filtrar tan bien como antes”, puntualizó el biólogo alemán. Es justamente el sedimento proveniente de glaciares y cursos de agua que desembocan en las costas, como el río Azopardo, lo que confiere especial riqueza y productividad al Seno Almirantazgo.
Los próximos días transcurrieron de forma similar. Mientras el equipo de biólogos marinos tomaba muestras de las especies submarinas y registraba imágenes en alta calidad con los equipos de fotografía y video, Juan, un buzo mariscador, extraía todos los ostiones que pudiera encontrar en los cuadrantes – cada cuadrante de 1m x 1m– en las zonas previamente seleccionadas para hacer el levantamiento de información de ostiones del sur.
Una vez que Juan nos traía las muestras de cada cuadrante separadas en mallas, llegaba el momento de ensuciarnos las manos. Junto a Belén Guarda, coordinadora del programa de educación de WCS, y Jonathan Arcos, practicante del Centro IDEAL de la Universidad Austral de Chile, contábamos, pesábamos y medíamos cada ostión. Luego anotábamos los datos en una base de datos que, al finalizar la expedición, haría posible determinar el estado actual de los bancos de ostión del sur en el fiordo Parry, y realizar proyecciones que permitirán establecer a futuro cuánto recurso es posible extraer en el tiempo para que la pesquería en el sector sea sustentable.
Así nos pasamos horas. Midiendo, pesando, anotando; hasta que la lluvia comenzaba a traspasar nuestras parkas impermeables y el frío nos congelaba las manos al punto de no sentir los dedos. Entonces, nos tomábamos un tiempo de descanso para compartir entre risas, un mate o un té caliente. Cuatro días después, cumplimos la meta: 5.000 ostiones habían pasado por nuestras manos.
Una expedición inédita
Muchos se preguntarán qué importancia tiene una expedición como ésta, y la respuesta es simple: estos datos permiten ahondar en el conocimiento de las especies que habitan estas remotas aguas de la Patagonia y, concretamente, poder determinar el estado actual del recurso. Información vital tanto para los pescadores artesanales de la región como para las autoridades y entidades que finalmente administran y toman las decisiones.
WCS realiza esta expedición desde hace más de una década, pero el contexto esta vez es diferente. Estos esfuerzos, entre otros, han permitido que el Seno Almirantazgo haya sido declarado Área Marina Costera Protegida de Múltiples Usos en febrero de 2018, y el trabajo actual ayudará a pescadores, investigadores y autoridades a lograr un mejor desarrollo de la actividad en el lugar.
“El balance es más que positivo, porque los resultados que obtuvimos fueron mejores de lo que habíamos considerado al inicio. Pudimos determinar cómo estaba la población de ostiones en el Seno Almirantazgo y principalmente en Bahía Parry. Entonces todo lo que tiene que ver con análisis para determinar cuánto es lo que el sistema permite que se siga extrayendo de forma sustentable, vamos a poder determinarlo, y vamos a poder ver las proyecciones pesqueras después, para que la comunidad pueda acceder a ese tipo de información y se pueda hacer un manejo sustentable de las pesquerías en el tiempo”, asegura Jorge Holtheuer, coordinador de la expedición.
A esto Fabio Bozzeda, investigador postdoctoral del Centro IDEAL, agrega: “Los datos recopilados también se utilizarán para investigar la relación entre las condiciones ambientales (temperatura, exposición y salinidad) y el flujo genético entre las poblaciones de Parry y los efectos del aumento de la temperatura en el ostión, para determinar los posibles efectos del cambio climático en las poblaciones de la región”.
Por otro lado, las imágenes y muestras extraídas por el equipo de buzos, permitirán identificar las especies que habitan en el sector y concientizar al público sobre la importancia de la vida submarina en el área. “Hay especies que probablemente nunca se habían descrito, con imágenes submarinas que son de alta calidad”, dice Jorge y agrega que muchas de las muestras adquiridas, serán enviadas a especialistas taxonómicos internacionales para identificar a qué tipo de especies corresponden. Ya que, como sostiene, “hay especies que son mucho más pequeñas de lo normal. Ellos van a determinar si son o no nuevas, pero nosotros creemos que por lo menos deben haber dos especies nuevas para la ciencia en el sitio de investigación”.
Liderada por WCS, con el apoyo de la Walton Family Foundation, la Expedición Marina al Seno Almirantazgo se inserta en un trabajo interdisciplinario con representantes de Subpesca, Sernapesca, el Centro IDEAL, la Universidad Austral de Chile, la Universidad de Magallanes, la Armada de Chile y el gobierno alemán. Todas instituciones que en esta ocasión unieron esfuerzos para contribuir de manera sinérgica a la sustentabilidad de las pesquerías y hacer un aporte en beneficio de los pescadores artesanales, su cultura y formas de vida.
Laura Nahuelhual, quien lidera la línea de investigación Sistema socio – ecológico del Centro IDEAL, comenta que esta dinámica fue esencial para lograr un resultado efectivo: “La colaboración, y particularmente la colaboración con ONGs, es en nuestra opinión una de las formas más efectivas de que la investigación llevada a cabo se canalice hacia la toma de decisiones públicas y privadas en la región. En el Centro IDEAL tenemos como misión responder a demandas regionales y estas alianzas y especialmente la alianza con WCS nos ha permitido acercarnos más rápidamente a ese objetivo”.