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¿Existieron gallinas en Chile antes de la llegada de los españoles? Los misterios de la gallina mapuche y sus huevos azules
Se estima que mucho antes de que los colonizadores europeos llegaran a América, una enigmática gallina de huevos azules ya habría estado presente en el sur de Chile. La gallina mapuche o araucana —posiblemente introducida por navegantes polinésicos o incluso domesticada localmente— despierta hoy el interés de científicos, arqueólogos y criadores por su singular genética, la coloración única de sus huevos, y su profunda conexión con la cosmovisión del pueblo mapuche. Utilizada en rituales como el nguillatún y el machitún, y valorada por su rusticidad y adaptabilidad al clima austral, esta raza representa un patrimonio zoogenético y cultural en peligro. La ciencia moderna busca rastrear su verdadero origen, mientras que comunidades rurales trabajan por preservar su pureza frente al avance de la avicultura industrial. La gallina Mapuche es símbolo de identidad, soberanía alimentaria y resistencia ancestral.
Cuando pensamos en las gallinas y su historia en América, lo común es asociarlas con la llegada de los colonizadores europeos. Sin embargo, existe una raza muy particular y emblemática del sur de Chile que podría desafiar esta creencia: la gallina araucana o mapuche, famosa por poner huevos de color azul verdoso.
Más allá de aquella singular coloración, estas gallinas representan un valioso patrimonio zoogenético, ligado profundamente a la historia del pueblo con el mismo nombre, quienes fueron sus primeros criadores y guardianes. Su distintivo huevo azul no solo llama la atención por su belleza, sino que también posee una cáscara resistente que prolonga la conservación de su contenido, lo que las hace altamente apreciadas en la gastronomía especializada.
«La gallina mapuche tiene varias características que la hacen única y que son muy distintivas. La primera, la más conocida, es el huevo azul. Estos huevos azules, que son una maravilla. Es una característica muy única y muy típica, que está súper inserta dentro de la cultura chilena. Muchas veces uno va al campo y, al ver el huevo azul, cree que es algo normal en todas partes del mundo, pero no es así. En muy pocos lugares del mundo se encuentran gallinas que pongan huevos azules y es algo que llama muchísimo la atención. Por ejemplo, cuando vienen extranjeros y ven los huevos azules, no lo pueden creer, piensan que alguien los pintó. No les calza y preguntan de qué especie es. Les sorprende muchísimo, la verdad», afirma Askaan Wohlt, criador de gallinas mapuche-araucanas, kollonkas, ketros y kollonkas de aretes.
Pero, ¿cómo y cuándo llegaron estas gallinas a América? ¿Tienen realmente un origen precolombino o son el resultado de mezclas posteriores con razas europeas? Para responder a estas preguntas, es necesario revisar tanto las características físicas de estas aves como la evidencia arqueológica, genética y cultural que se ha acumulado durante décadas.


Características y variedades de la gallina mapuche
La gallina Mapuche es una raza que destaca por sus rasgos físicos únicos. Tiene un tamaño mediano, con los machos que suelen pesar entre 2.5 y 2.7 kilogramos, mientras que las hembras rondan los 2 a 2.2 kilogramos. Su plumaje varía mucho, pudiendo presentar colores que van desde el negro intenso hasta combinaciones moteadas que mezclan blanco, negro y tonos marrones. La textura de sus plumas es suave y suelta, lo que en conjunto les da una apariencia algo despeinada y particular.
«Hay diversos colores. Hay gallinas negras, blancas, y leonadas que se llaman, que son como café claro. Son importantes esos colores, porque los usaban en las rogativas. En el ngillatún, el machitún, se elegían colores diferentes para pedir más lluvia, menos lluvia. Los colores tienen que ver con eso», comenta José Antonio Alcalde, profesor de Agronomía UC y estudioso de la gallina mapuche.
Entre los rasgos físicos más distintivos de esta raza está la ausencia o reducción de la cola, un fenotipo conocido como “rumpless” que se observa con frecuencia en una de sus variedades más tradicionales. Este detalle les otorga un perfil inconfundible, diferente al de otras gallinas comunes. Además, poseen orejillas de un rojo vibrante y pequeñas plumas que crecen en la zona de la barbilla, pareciendo casi una pequeña barba, un rasgo que no suele verse en otras razas y que, aunque no está completamente estudiado, podría tener alguna función adaptativa.


En esta línea, dentro de esta raza se reconocen principalmente dos variedades que se diferencian en su morfología y en la tonalidad de sus huevos. La kollonka, la más emblemática y cercana al tipo original, es una gallina sin cola, con plumaje predominantemente oscuro y capaz de poner huevos de un azul verdoso intenso. Su nombre proviene del mapudungún y significa literalmente “sin cola”. Por otro lado, la variedad llamada ketro conserva la cola y suele tener huevos de colores más variables, que van desde tonos marrones hasta azules más tenues, lo que se relaciona con cruces posteriores con gallinas europeas. La mezcla de estas dos variedades fue la base para el desarrollo de la raza conocida como araucana en otros países, que si bien comparte el huevo azul como característica principal, presenta diferencias notables en su aspecto general.
«La gallina mapuche se distingue de otras razas por una combinación única de características morfológicas, genéticas y culturales. Esta raza nativa chilena, asociada al pueblo Mapuche, incluye principalmente dos fenotipos tradicionales, la kollonka, que presenta arupegia (ausencia de cola), y la ketro, que posee aretes auriculares (plumas prominentes en las mejillas). El cruce entre kollonka y ketro dio origen al fenotipo de gallina sin cola con aretes, conocido como araucana en América del Norte y Europa desde el siglo XX. Otro rasgo distintivo de esta raza es la puesta de huevos con cáscara de color verde azulado», señala Silvana Bravo Marchán, ingeniera agrónoma, doctora en ciencias mención Biología celular y Molecular Aplicada, y profesora Asociado de la Facultad de Ciencias Agrarias y Alimentarias de la Universidad Austral de Chile (UACh).

Además de sus características físicas, esta ave se distingue por su resistencia y capacidad para adaptarse a las condiciones climáticas del sur de Chile. Es un ave que soporta bien el frío y la humedad, por lo que resulta ideal para la crianza en ambientes rurales y en sistemas de pequeña escala. Su temperamento es generalmente tranquilo pero activo, y cuenta con un fuerte instinto maternal, cuidando con dedicación a sus polluelos, lo que ha contribuido a la conservación natural de la raza a lo largo del tiempo.
En términos de producción, aunque esta gallina no es la más prolífica en comparación con razas comerciales, su puesta anual de alrededor de 120 a 130 huevos y el peso promedio de cada uno, cercano a los 60 gramos, la hacen suficiente para el consumo familiar y para crianzas tradicionales. Más allá de su utilidad económica, esta gallina representa un valioso patrimonio genético y cultural, un símbolo vivo que las comunidades mapuche y chilenas han preservado durante siglos, manteniendo viva una tradición avícola única en el mundo.


«Es una raza más bien pequeña, orientada hacia la postura de huevo. Es buena ponedora para su tamaño. Pone un huevo relativamente grande, alrededor de 50 g, y es rústica. Puede dormir en los árboles, está acostumbrada a comer pastitos, ramonear por ahí, buscar insectos y es relativamente tranquila, pero se sabe defender», afirma Alcalde.
«Hay toda una importancia dentro de la mitología y, sobre todo, dentro de la soberanía alimentaria también del mismo pueblo mapuche, o sea, sabemos que la gallina es clave en la producción de alimentos para las mismas comunidades, desde los huevos hasta la carne, incluso la producción de abono, de guano para los huertos. Entonces, es una pieza fundamental de la herencia cultural y también de la subsistencia en el campo de las comunidades, tanto mapuche como criollas que hoy día también la crían», complementa por su parte Wohlt.
Sin embargo, lo que realmente distingue a esta gallina son sus huevos, cuyo color azul verdoso se debe a la deposición de biliverdina, un pigmento derivado de la bilirrubina, durante la formación de la cáscara en el oviducto. Este pigmento se incorpora a la cáscara en diferentes intensidades, por lo que el tono puede variar incluso entre huevos puestos por la misma gallina. Además del color, estos huevos se caracterizan por tener una cáscara más resistente que la de otras gallinas, lo que les brinda mayor durabilidad, algo especialmente valioso en tiempos y lugares donde las condiciones para conservar alimentos eran limitadas.



«El origen del huevo azul en la gallina mapuche se explica por la acumulación del pigmento biliverdina, un subproducto de la degradación del grupo hemo, en las capas internas de la cáscara del huevo. Este pigmento confiere al huevo su característico color azul o verde azulado. A nivel molecular, estudios como el de Wragg et al. (2013) han demostrado que esta coloración está asociada a la inserción de un retrovirus endógeno aviar (EAV-HP) cerca del gen SLCO1B3, lo que provoca su sobreexpresión en el oviducto, específicamente en la glándula del cascarón. Este gen codifica un transportador de aniones orgánicos que facilita la deposición de biliverdina en el cascarón. La inserción presente en las gallinas mapuche es distinta de la observada en razas asiáticas como la Dongxiang, lo que sugiere un evento de evolución paralela, es decir, el mismo rasgo fenotípico se originó de manera independiente en diferentes regiones del mundo», explica Bravo.
«Desde el punto de vista genético, este rasgo representa un caso único de evolución convergente en aves domésticas, además de ser un carácter dominante, codificado por el locus Oocyan (O), que ha sido intensamente seleccionado por criadores tradicionales. En términos culturales, el huevo azul es uno de los símbolos más distintivos y valorados de la gallina. Su presencia ha sido documentada ya en el siglo XIX y ha sido históricamente apreciada por su rareza, valor ornamental y vinculación con prácticas productivas campesinas del sur de Chile. La puesta de huevos azules ha influido directamente en la conservación de esta raza, siendo un criterio central de selección entre criadores, tanto en Chile como en el extranjero, donde el estándar de la “Araucana” exige la presencia de este rasgo. Por tanto, el huevo azul no solo posee un fundamento genético bien caracterizado, sino que también tiene un profundo significado simbólico, identitario y patrimonial, que refuerza la necesidad de conservar esta raza única en el mundo», agrega.

Historia y orígenes: ¿Un misterio precolombino?
La historia y el origen de la gallina Araucana están envueltos en un halo de misterio y fascinación, ya que su presencia en Chile genera preguntas sobre la antigüedad de esta raza y su posible existencia antes de la llegada de los españoles al continente americano. Tradicionalmente, se ha creído que las gallinas fueron introducidas en América por los conquistadores europeos en el siglo XVI, pero el caso particular de la gallina araucana desafía esta idea debido a características únicas y relatos ancestrales que apuntan a una historia más antigua y enraizada en las culturas originarias.
Diversos estudios y relatos orales de la comunidad mapuche sostienen que la gallina de huevos azules ya formaba parte de su entorno mucho antes de la colonización. Este pueblo originario del sur de Chile y Argentina ha preservado no solo la raza, sino que también su importancia cultural y simbólica a lo largo de los siglos. Aparece en mitos y tradiciones como un ser especial, asociado a la fertilidad y la conexión con la tierra. Estos relatos, transmitidos de generación en generación, respaldan la idea de que la raza es autóctona y que sus orígenes se pierden en el tiempo, mucho antes del contacto con los europeos.

Desde un punto de vista científico, la discusión sobre su procedencia se ha basado en análisis genéticos y arqueológicos. Algunos estudios genéticos sugieren que la gallina mapuche efectivamente posee un linaje distinto al de las razas europeas, lo que podría indicar una introducción temprana o incluso una domesticación independiente en América del Sur. Sin embargo, esta teoría sigue siendo objeto de debate, ya que no existen restos arqueológicos concluyentes que confirmen su presencia precolombina. La falta de evidencia física en sitios arqueológicos no descarta la posibilidad, ya que la conservación de restos óseos y huevos es complicada en ambientes húmedos y de difícil acceso, como la zona austral de Chile.
«Falta todavía demostrar el origen, pero la presencia de gallina antes de que llegaran los españoles está respaldada por el hallazgo de huesos confirmados y fechados más o menos del año 1360, con un margen de 70 años, desde 1300 al 1400 y algo. Eso entonces la define como precolombina. Ahora, esa gallina era una gallina relativamente chica, un poquito más grande que la gallina de la pasión, y que efectivamente haya sido esa la que tenemos rescatada como gallina mapuche, es algo que hay que demostrarlo genéticamente. No ha sido tan fácil con las herramientas genéticas que hay disponibles. Hay un poco de controversia, pero la verdad es que es una gallina que estuvo siempre resguardada por el pueblo mapuche y es muy antigua. Se dio a conocer al mundo chileno como en 1880, que es un poco cuando empezaron a surgir las diferentes razas de gallinas del mundo. Pero había referencias a huevos coloreados con los primeros cronistas españoles, por lo que ya había gallinas presentes. Entonces, eso da respaldo a que esos huesos, que se encontraron antes del 1400, están ligados a los habitantes de la cultura El Vergel, que es de la zona de Concepción, hacia dentro y el sur, hacia el pueblo mapuche en el fondo», indica Alcalde.

Por otro lado, algunas hipótesis plantean que el ave podría haber llegado a Chile a través de rutas marítimas y comerciales prehispánicas, a partir de contactos con polinesios u otros pueblos oceánicos, que habrían intercambiado especies animales y vegetales con los pueblos sudamericanos. Esta teoría, aunque interesante, todavía carece de pruebas sólidas, pero abre un campo amplio para la investigación multidisciplinaria que combina arqueología, etnografía y genética.
«El sitio arqueológico El Arenal-1, ubicado en la comuna de Arauco (Región del Biobío, Chile), proporciona la primera evidencia directa de la presencia de gallinas domésticas (Gallus gallus) en contextos prehispánicos en Sudamérica. En este sitio, se identificó un húmero derecho morfológicamente atribuible a gallina doméstica, en una capa asociada a material cultural mapuche precolombino. El fragmento óseo fue fechado mediante radiocarbono en un rango calibrado entre 1321 y 1407 d.C., es decir, más de 100 años antes del contacto europeo en Chile, que comenzó alrededor de 1536. Esta datación fue validada a partir de colágeno extraído directamente del hueso y refuerza la autenticidad del contexto arqueológico. Dado que Gallus gallus no es una especie nativa de América, este hallazgo apoya la hipótesis de una introducción precolombina, probablemente desde el Pacífico por parte de navegantes polinésicos. Esta teoría es coherente con estudios genéticos previos que han identificado haplotipos compartidos entre gallinas polinésicas y sudamericanas. Aunque la posibilidad de contaminación posterior no puede descartarse por completo, la combinación de análisis morfológico, datación directa y contexto arqueológico controlado otorgan alta credibilidad al hallazgo», profundiza Bravo.



«En conjunto, este descubrimiento sugiere que la gallina mapuche podría tener un origen prehispánico, y que su presencia en el territorio chileno antecede a la colonización europea, lo que la convierte en una de las razas más singulares del continente tanto por su valor genético como por su importancia cultural», agrega.
Tras la llegada de los españoles, ésta continuó su evolución y adaptación en la región, aunque fue sometida a cruzamientos con razas europeas importadas. Esto generó variaciones dentro de la misma raza, y en el siglo XX fue cuando la gallina comenzó a ser reconocida oficialmente fuera de Chile, principalmente en Estados Unidos y Europa, donde se popularizó por sus huevos de color azul y su aspecto particular. Sin embargo, la versión internacionalizada dista en varios aspectos del ave original chilena, que mantiene su valor cultural y genético como una raza ligada a la identidad mapuche y a la biodiversidad local.

La importancia genética y cultural de la gallina mapuche
Además de su historia y características únicas, esta gallina juega un papel fundamental en la cultura y la economía local de las comunidades mapuche y de otras regiones del sur de Chile. Más allá de ser un simple animal de corral, esta ave representa un vínculo profundo con la identidad ancestral y con la conservación de prácticas tradicionales de crianza.
«La gallina mapuche ha sido históricamente mucho más que un ave doméstica para el pueblo mapuche, esta ha desempeñado un papel sagrado, simbólico y espiritual profundamente arraigado en su cosmovisión. La variedad kollonka ha estado presente en rituales tradicionales como el nguillatún y el machitún, donde las machis utilizaban su sangre como ofrenda ceremonial, vertida en dirección al este en honor a Antü, el sol. Dependiendo del propósito de la ceremonia, se seleccionaban gallinas de plumaje negro para pedir lluvia, o de plumaje blanco o claro para solicitar buen clima», señala Bravo.
«Más allá de su uso ritual, el gallo kollonco también ha tenido un significado heráldico y protector en algunas familias mapuche. Como relata el poeta Leonel Lienlaf, se le atribuía el poder de proteger a la familia de los malos espíritus. En este contexto, la muerte repentina y sin causa aparente de un gallo kollonco era interpretada como un acto de sacrificio, mediante el cual el ave absorbía una desgracia o enfermedad que de otro modo habría afectado a un miembro de la familia. La gallina mapuche, por tanto, representa no solo un recurso productivo, sino un símbolo de identidad, espiritualidad y cultura, íntimamente ligado al territorio y a los conocimientos ancestrales del pueblo mapuche. Su conservación es clave para resguardar un patrimonio zoogenético único, donde lo biológico y lo espiritual se entrelazan de forma inseparable», añade.


Asimismo, para las familias campesinas y originarias, esta raza de gallinas es valorada no solo por sus huevos de un llamativo color azul, sino también por su resistencia y adaptabilidad a las condiciones climáticas y geográficas del sur austral, donde otras razas podrían tener dificultades para sobrevivir. Sin embargo, estos ejemplares enfrentan desafíos que amenazan su pureza genética y su continuidad. La expansión de la agricultura industrial y la introducción masiva de razas comerciales ponen en riesgo la preservación de este patrimonio biológico.
«Ha pasado a ser una herencia de todos los chilenos, no solamente del pueblo mapuche, sino que de todas las personas que habitamos este territorio. Entonces, es muy importante poner en valor esto. La verdad es que durante muchos años este tema prácticamente no se conversaba. La gallina en sí estuvo a punto de perderse por el mestizaje con especies de procedencia europea, que son especies de alta postura y de producción de carne. Se perdió en gran parte el legado genético que teníamos y hoy día hay muchos criadores que estamos trabajando para poder recuperar la gallina mapuche en Chile, para poder ponerla en valor y rescatarla», ahonda Wohlt.
Por ello, diversas organizaciones y grupos comunitarios están trabajando para proteger y difundir la crianza tradicional, promoviendo prácticas sustentables y el respeto por la biodiversidad. En este sentido, su valor trasciende lo agrícola o comercial, pues representa un legado vivo que invita a reflexionar sobre la importancia de conservar las especies autóctonas y la sabiduría ancestral. A través de la gallina mapuche, se abre una ventana hacia la historia, la cultura y la biodiversidad de Chile, recordándonos que detrás de cada tradición hay un mundo por descubrir y valorar.

«Yo creo que el principal desafío es motivar a más personas a que críen la gallina mapuche, a que la cuiden, y que vayan un poco dejando de mezclarla con las otras especies. Ese es el trabajo que yo vengo haciendo hace varios años. Ya he formado a muchos nuevos criadores. Se está armando ahí toda una comunidad a nivel nacional donde hay encuentros, donde hay concursos, distintas exposiciones. Yo empecé a criar hace un poco más de 10 años y habíamos muy pocos criadores en esa época, y hoy día hay muchas más familias que se han motivado y que están protegiendo esta gallina, que es tan elegante, tan hermosa, y que es nuestra. Es impresionante ver cómo se valora más a veces la gallina mapuche en Alemania, en Francia o en Estados Unidos, que acá, que es su tierra de origen», comenta Wohlt.
«Hay distintas asociaciones de criadores. Ha habido algunos proyectos a nivel del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) también, pero la verdad es que falta mucho por hacer. Es algo súper incipiente, es un tema que recién está tomando vuelo y, sí o sí, debiera haber más iniciativas públicas y privadas para poder fomentar estas aves y para poder protegerlas, porque realmente es una herencia genética y cultural invaluable, y que recién nos estamos dando cuenta acá en Chile del valor que tiene y le estamos tomando el peso», añade.