Estudio científico: las áreas marinas protegidas por sí solas no bastan para salvar a los tiburones amenazados de extinción
Gracias a una nota publicada por Mongabay, se da a conocer el trabajo de un equipo de científicos que lleva observando desde hace más de un año los movimientos de 47 tiburones sedosos que fueron marcados con un dispositivo satelital en la reserva marina de Galápagos. Lo que han podido observar es que los tiburones viajan largas distancias y que aunque visitan otras áreas marinas protegidas de la región nadan por largos períodos en aguas donde hay altos niveles de pesca ilegal, no declarada y no reglamentada.
En el comercio mundial de aletas de tiburón, las de los tiburones sedosos están entre las más vendidas. Así lo demuestran algunas cifras. Una investigación de Mongabay Latam reveló, por ejemplo, que en 2021 las exportaciones de aletas de tiburón desde Ecuador se triplicaron en comparación al promedio de los últimos ocho años y que las aletas de los tiburones sedosos están entre las más abundantes.
Esos resultados también concuerdan con los obtenidos por un estudio científico que identificó a qué especies corresponden las aletas que se venden en los mercados de Hong Kong y de Guangzhou en China continental. Tras analizar el ADN de 12 000 muestras de aletas, los científicos concluyeron que se comercializan cerca de 90 especies de tiburones, pero que solo cinco dominan el negocio: los sedosos, los azules, los martillos y los makos. Según un artículo publicado por la fundación Save Our Seas, una organización filantrópica que realiza investigación científica, “las aletas de hasta dos millones de tiburones sedosos contribuyen al comercio mundial de aletas cada año” y es justamente la presión de pesca a la que se enfrentan estos tiburones lo que ha provocado la disminución drástica de sus poblaciones al punto de ser considerada Vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Pero, ¿por qué los tiburones sedosos son tan cotizados? ¿son estos más vulnerables a ser atrapados?
Una investigación científica desarrollada por un equipo de investigadores del Instituto de Investigación Guy Harvey, del Centro de Investigación de Tiburones de la Fundación Save Our Seas y la Fundación Charles Darwin, con el apoyo de la Dirección del Parque Nacional Galápagos, está arrojando luz sobre estas preguntas. Tras seguir el rastro de 47 tiburones sedosos marcados con un dispositivo satelital, los científicos han descubierto que estos animales suelen nadar en zonas de altamar que están desprotegidas y donde hay altos niveles de pesca ilegal, no declarada y no reglamentada.
¿Dónde nadan los sedosos?
Hace más de un año que el equipo de investigadores observa los movimientos de 47 tiburones sedosos que marcaron, con dispositivos satelitales, en la reserva marina de Galápagos. Algunos animales ya dejaron de transmitir su posición, pero todavía hay nueve que siguen entregando información.
El objetivo fue comprender los patrones de movimiento del tiburón sedoso y compararlos con áreas de alta actividad pesquera para identificar dónde y cuándo estos animales son más vulnerables, explica Pelayo Salinas de León, Coordinador de Investigaciones Marinas de la Fundación Charles Darwin.
“Aunque la mayoría de los 47 sedosos rastreados son hembras adultas, los patrones de movimiento fueron muy diferentes”, dice Mahmood Shivji, director del Centro de Investigación de Tiburones Save our Seas. Mientras algunos tiburones prefirieron nadar en aguas cercanas al lugar donde fueron marcados, otros se embarcaron en nados excepcionalmente largos. ¿Por qué esa diferencia en los trayectos? Es una pregunta que permanece sin respuesta, sin embargo, la información sobre qué lugares visitaron estos animales, qué distancias recorrieron y a qué profundidad nadaron arrojó importantes datos a tener en cuenta para poder proteger a esta especie.
Uno de los datos más sorprendentes lo entregó Silky 39, una hembra que viajó 16 300 kilómetros en 10 meses, primero en dirección oeste de la reserva marina de Galápagos y luego de regreso al este acercándose a la costa de Perú. Se trata de una distancia récord puesto que hasta entonces el nado más largo que había sido registrado en un tiburón sedoso era de 11 500 kilómetros en el Océano Índico, lo que demuestra que estos animales pueden recorrer distancias mucho más largas de lo que se pensaba.
Además, tal como lo demuestra el recorrido de Silky 39, estos animales suelen nadar en aguas que están desprotegidas.
Silki 1, por ejemplo, otro de los tiburones marcados que nadó 7000 kilómetros en siete meses, visitó en su travesía las áreas marinas de Isla del Coco en Costa Rica y Malpelo en Colombia, además de Galápagos en Ecuador. Sin embargo, al igual que Silky 39, pasó gran parte del tiempo fuera de las áreas marinas protegidas donde corre el riesgo de ser capturado incidentalmente por flotas pesqueras industriales. De hecho, la zona de altamar al oeste de Galápagos es un área donde opera una gran flota internacional de barcos palangreros y también la flota china que captura pota o calamar gigante y que entre los meses de mayo y julio se aproximan cada año a la Zona Económica Exclusiva de Galápagos.
Como si esto fuera poco, los resultados de la investigación también demuestran que aunque los tiburones sedosos se sumergen a profundidades de más de 300 metros, pasan la mayor parte del tiempo en aguas relativamente poco profundas (a menos de 100 metros) porque su tendencia es alimentarse de bancos de atunes. Eso, asegura Save Our Seas en su artículo, “también los hace extremadamente vulnerables a la pesca industrial”.
Prueba de ese riesgo es que hasta ahora los científicos han podido identificar que tres de los 47 tiburones marcados fueron capturados. “Nos dimos cuenta porque varias marcas satelitales empezaron a transmitir en tierra durante un largo periodo de tiempo. Además el sensor de seco/mojado que lleva la marca (satelital) nos decía que el transmisor estaba fuera del agua”, explica Salinas de León. Dos de ellos terminaron en un puerto de Costa Rica y el tercero en Ecuador.
La creación de los corredores marinos
Durante la COP26, en Glasgow 2021, los presidentes de Colombia, Costa Rica, Ecuador y Panamá firmaron una declaración para establecer un corredor marino en el Pacífico tropical oriental que amplía las áreas marinas protegidas existentes y las vincula unas con otras. Se trata de Malpelo en Colombia, Isla Coco en Costa Rica, Galápagos en Ecuador y Coiba en Panamá.
La importancia de conectar todas esas áreas de conservación mediante corredores que también estén protegidos es fundamental puesto que son numerosas las especies que se desplazan por estos refugios marinos. Tal es el caso de los tiburones sedosos como ya ha demostrado esta investigación.
Es así como Ecuador creó en enero una nueva área marina protegida llamada Hermandad, que viene a ampliar la de Galápagos y que conecta con el Área Marina de Manejo de los Montes Submarinos del Bicentenario, un área protegida creada en diciembre del año pasado por el gobierno de Costa Rica donde se incluirán áreas de veda y se fortalecerá la gestión pesquera. Esa Área Marina de Manejo, a su vez, rodea el parque nacional Isla Coco, el que fue al mismo tiempo ampliado para proteger 53 000 kilómetros cuadrados. Allí, la pesca y otras actividades extractivas están totalmente prohibidas.
Panamá, por su parte, fue el primero de los cuatro países en avanzar en la iniciativa puesto que en junio de 2021 amplió el Área de Recursos Manejados de la Cordillera de Coiba en casi un 400 %. Dicha ampliación permitió que esa área marina protegida conecte en una mayor proporción con el Santuario de Fauna y Flora de Malpelo y el Distrito Nacional de Manejo Integrado Yuruparí – Malpelo, dos áreas marinas protegidas colindantes colombianas.
Todas estas áreas marinas protegidas ampliadas y conectadas entre sí protegerán más de 500 000 kilómetros cuadrados, un área del tamaño de España, lo que “podría aumentar la protección de los tiburones en una ruta migratoria marina crítica”, aseguran los expertos. Pero, “¿llega lo suficientemente lejos para proteger a los tiburones que ahora sabemos que viajan mucho más lejos de lo que se pensaba anteriormente?”, se preguntan los científicos.
“La expansión de las áreas protegidas existentes y el establecimiento de nuevas son definitivamente pasos en la dirección correcta”, dice Salinas de León. “Sin embargo, las especies altamente móviles como los tiburones no saben dónde están las líneas en un mapa y solo siguen sus instintos más básicos para encontrar comida, reproducirse o simplemente pasar el rato”, agrega el experto. Por lo mismo, “las áreas marinas protegidas por sí solas no bastarán para salvar de la extinción a las especies de tiburones amenazadas”, asegura el científico y precisa que “se necesitan con urgencia herramientas de gestión internacional ambiciosas y completas para mejorar la gobernanza de los océanos, incluida la pesca, a fin de reducir la disminución constante de la población (de tiburones)”.
Imagen principal: Tiburón sedoso. Foto: ©Pelayo Salinas.