La primera vez que Erick Higuera vio a una orca cazar en el Archipiélago de Revillagigedo, algo cambió para siempre. En silencio y con el mar como escenario, fue testigo de una estrategia perfectamente coordinada, ejecutada con una inteligencia y elegancia que lo dejaron sin palabras. Ese momento fue más que una observación científica: fue la chispa que encendió una nueva pasión. Desde entonces, ha dedicado años a documentar no solo el comportamiento de las orcas, sino también su ciclo de vida y su rol dentro de este ecosistema único.

Erick Higuera y una manta océanica gigante. Créditos: ©Simón Lorenz / Insider Divers
Erick Higuera y una manta océanica gigante. Créditos: ©Simón Lorenz / Insider Divers

La primera vez que Erick Higuera vio a una orca cazar en el Archipiélago de Revillagigedo, algo cambió para siempre. En silencio y con el mar como escenario, fue testigo de una estrategia perfectamente coordinada, ejecutada con una inteligencia y elegancia que lo dejaron sin palabras. Ese momento fue más que una observación científica: fue la chispa que encendió una nueva pasión. Desde entonces, ha dedicado años a documentar no solo el comportamiento de las orcas, sino también su ciclo de vida y su rol dentro de este ecosistema único.

De soñar con Jacques Cousteau a filmar la vida salvaje del océano

“Desde que tenía seis años, cuando por primera vez vi un documental de Jacques Cousteau, me llamó muchísimo la atención eso de poder entrar al agua y respirar usando equipo Scuba”, recuerda Erick con entusiasmo. “Ver que el ser humano podía estar bajo el agua, nadando entre tiburones, peces y ballenas… de ahí nació la idea de que cuando fuera grande quería ser como Indiana Jones del mar, eso les decía a mis padres, porque también estaba viendo las películas de Indiana Jones y me llamaba la atención la exploración, pero en el mar. Ya sabes, todos esos sueños de niño de buscar tesoros y barcos hundidos y aventurarse a lo desconocido”, reflexiona.

Ese primer flechazo con el mundo submarino fue solo el comienzo. A pesar de que su entorno le advirtió que la biología marina no ofrecía futuro laboral, Erick decidió intentarlo. Primero probó con la ingeniería mecánica —pensando que con ese camino podría ganar dinero y, eventualmente, bucear por su cuenta—, pero a los 19 años tomó la decisión que marcaría su vida: dejar todo atrás para estudiar biología marina en la ciudad de La Paz, en Baja California.

“La sorpresa fue que ya estando en la carrera, me di cuenta de que estudiar biología marina… ¡no bucearía!”, cuenta entre risas. “Yo estaba frustrado. Ya había dejado la otra carrera, y ahora no sabía cómo le iba a hacer para estar bajo el agua.” La respuesta vino con persistencia: tocó puertas hasta que una escuela de buceo le permitió entrenarse, y en apenas ocho meses pasó de ser un estudiante curioso a instructor certificado.

Erick Higuera. Créditos: ©William Drumm
Erick Higuera. Créditos: ©William Drumm

El buceo se convirtió no solo en su nueva vida, sino en una vía para descubrir una vocación inesperada. Mientras trabajaba como guía, comenzó a ayudar a turistas que llevaban cámaras profesionales y que de alguna u otra manera se encontraban con alguna dificultad para desempeñarse dentro del agua, al bucear. “Ahí fue la primera vez que tuve contacto con una cámara submarina y fue como: ¡pum! Esto me encanta.”

Ese fue el verdadero punto de inflexión. El niño que soñaba con tesoros y barcos hundidos encontró algo aún más valioso: la capacidad de contar historias desde las profundidades. Pronto compró su propia cámara, aprendió a editar videos, y se lanzó a filmar todo lo que encontraba bajo el agua. Un cortometraje de cinco minutos, hecho con sus primeras imágenes, ganó el primer lugar en un festival de cortometrajes. “Ahí dije, wow, se me está abriendo un camino… y como decimos aquí en México, me fui metiendo como la mugre. Una cosa llevó a la otra.”

Desde entonces, su cámara no ha parado de rodar, ni su compromiso con la vida marina ha dejado de crecer. Su historia es también una lección de perseverancia: seguir el instinto, bucear en lo profundo —literal y metafóricamente— y encontrar allí una voz para contar lo que muchos no ven.

“Mi trabajo, después de ser guía e instructor de buceo en el barco, pasó a ser camarógrafo residente del barco de buceo Solmar V, era el encargado de las imágenes para producir un video en un CD y entregárselo a los turistas. Entonces, cada semana yo tenía que contar una historia de ese grupo de buzos, de cómo se la pasaban en ese viaje. Entonces, obviamente agarré mucha experiencia en hacer un video de 25 minutos en 8 días, porque lo tenía que entregar, si no, no ganaba, porque ese era mi ingreso. Todo esto se dio cuando empezaron los medios sociales, que ayudaban muchísimo a la promoción del mercadeo de las empresas y hoy en día son esencial, o sea, el que no enseña no vende”, comenta Erick.

Poco a poco, sus imágenes comenzaron a circular en producciones más grandes, hasta llegar a colaborar con reconocidas plataformas como National Geographic, BBC One, y Discovery Channel. Su mirada única y su experiencia bajo el agua lo fueron consolidando como filmmaker de historia natural, pero más importante aún: ese reconocimiento le abrió una nueva puerta, la que siempre había querido cruzar.

Erick Higuera y una orca. Créditos: ©Evans Baudin / Baja Shark Experience
Erick Higuera y una orca. Créditos: ©Evans Baudin / Baja Shark Experience

“Hoy en día veo a mis amigos que iban conmigo a la universidad y tienen doctorados, tienen sus asociaciones civiles, viven de las becas y de las donaciones. Y digo, «Bueno, cómo me hubiera gustado tener un doctorado. Como un logro personal. Pero simplemente en la vida los planes no se te dan como uno los planea”, confiesa. “Pero al final del día si quieres hacer lo que más te gusta, no importa el camino que tienes que seguir ni lo que tienes que hacer. Si lo quieres, lo logras, no importa si tengas que pasar valles y montañas, al final del día vas a llegar al mismo punto.”

Hoy, su trabajo como camarógrafo y fotógrafo especializado no solo registra la vida marina, sino que también entrega datos clave para estudios sobre manta rayas oceánicas, orcas y otras especies emblemáticas. De algún modo, su cámara se convirtió en su libreta de campo y su pasaporte a un mundo de conocimiento compartido.

De las mantas a las orcas: el llamado del Golfo de California

El mar ha sido el hilo conductor en la vida de Erick Higuera. Por más de una década, su foco estuvo puesto en las mantas oceánicas gigantes (Mobula birostris), a las que documentó intensamente en lugares como el archipiélago de Revillagigedo. En 2010, junto a otros investigadores, logró construir la base de datos más grande del Pacífico Noreste Tropical y probablemente la segunda más grande del mundo sobre esta especie en esa zona.

Erick Higuera y una manta océanica gigante. Créditos: ©Michael Patrick Oneill
Erick Higuera y una manta océanica gigante. Créditos: ©Michael Patrick Oneill

“Al final y al cabo, estaba haciendo ciencia sin querer. Sin ir a la escuela. Pero tenía que seguir en el barco trabajando y estaba todo el tiempo a bordo. Entonces no tenía tiempo de sentarme en una computadora y escribir. Por eso comencé a formar alianzas con otras personas que estaban en tierra y tenían la oportunidad de escribir, la energía, el conocimiento y la facilidad de hacerlo. Así fue como se fueron haciendo los diálogos. Y ya por el 2014 tuve mi primera oportunidad de trabajar en una expedición de filmación para un documental de historia natural de la BBC», comenta Erick.

En 2014, Erick fue invitado como líder de una expedición a Revillagigedo para grabar con la BBC. Aunque el equipo traía su propio camarógrafo, él asumió el rol de experto local, guiando la travesía con el conocimiento acumulado tras años buceando en esas islas. Pero apenas al quinto día, un huracán de categoría 5 obligó a abortar la misión. De vuelta en tierra firme, Erick se acercó al productor con una propuesta: “Mira, yo tengo todo este material que he grabado durante mi tiempo acá. No es de la misma calidad que la cámara del camarógrafo, pero si te sirve, ahí está.”

Dos meses más tarde recibió la respuesta que cambiaría su carrera: le pidieron todo el material, que finalmente fue incluido en el documental. Así fue como, casi por accidente, se abrió paso en el mundo de las grandes producciones de naturaleza. “Y el resto se va dando —dice—. Se conoce tu trabajo, les caes bien… porque no basta con grabar bien, también hay que ser buena onda con los colegas con los que sales al campo a filmar.”

Erick Higuera. Créditos: ©William Drumm
Erick Higuera. Créditos: ©William Drumm

Si bien durante años dedicó su trabajo a documentar a las mantas oceánicas —esas criaturas etéreas que parecen volar bajo el agua—, fue una experiencia en 2018 la que cambió el rumbo de su carrera: grabar, casi por casualidad, una familia de orcas cazando móbulas en el Golfo de California.

Aquellas imágenes, que luego formarían parte del episodio «Ocean» de la serie Planeta Tierra 3, fueron el punto de partida de una investigación que no solo reveló comportamientos inéditos de caza, sino que también permitió identificar una familia entera de orcas residentes en esta zona, hoy conocidas como las orcas de Moctezuma. “En el momento que las grabamos, no sabíamos que eran los mismos individuos. Pero revisando las imágenes, nos dimos cuenta de que siempre eran ellas durante un periodo de 60 días”, cuenta Higuera. A partir de ese hallazgo, nació la curiosidad —y luego la necesidad— de seguirle la pista a esta familia en particular.

Con el tiempo, su trabajo se volvió más sistemático. Se consiguieron fondos, se sumaron colaboradores y la comunidad local se involucró activamente. Para facilitar la identificación y generar un vínculo con la gente, decidieron darles nombres inspirados en culturas originarias de México. El macho líder fue bautizado como Moctezuma, en alusión al célebre emperador azteca, y la matriarca de la familia fue llamada Waay, que significa “bruja” en lengua maya, y otra de las hembras se lllamó “Quetzalli”, la cual hoy en día ya es muy bien conocida en el Golfo de California. “Nos pareció importante que sus nombres también contaran una historia”, explica Higuera. La estrategia funcionó: pescadores, operadores turísticos y habitantes del Golfo comenzaron a reportar avistamientos y a compartir información valiosa para el monitoreo de estas orcas.

A lo largo de los años, han logrado documentar conductas complejas y fascinantes. Por ejemplo, esta familia ha sido vista cazando tiburones toro, tiburones ballena e incluso tiburones blancos. “Dependiendo del tipo de presa, adoptan diferentes estrategias de caza”, detalla Erick. Además, descubrieron que existen otras familias que prefieren otras presas, como cetáceos, tortugas marinas o incluso peces luna y peces remo. Asimismo, algunas de estas orcas han sido fotografiadas también en aguas de California, revelando posibles desplazamientos de cientos de kilómetros y una historia más amplia de lo que se pensaba.

Erick Higuera y una manta océanica gigante. Créditos: ©Franco Banfi
Erick Higuera y una manta océanica gigante. Créditos: ©Franco Banfi

Una de las escenas más espectaculares que logró capturar muestra a una orca golpeando a un delfín fuera del agua en el Parque Nacional Cabo Pulmo. El video se hizo viral y llamó la atención de productoras internacionales. Erick, previendo su potencial, invirtió casi dos años en grabar una secuencia completa de caza de orcas y delfines, la que finalmente fue incorporada en la serie documental narrada por Tom Hanks “The Americas”, de BBC Studios, para NBC.

Durante el Santiago Wild 2025, el público podrá ver por primera vez el detrás de escenas de esta producción, que incluye detalles sobre cómo se grabaron estas imágenes únicas. “No estaba planeado, pero justo me enteré que se estrena el 20 de abril, y como ya será público, lo podremos mostrar allá”, adelanta con entusiasmo.

El trabajo de Erick va más allá de la imagen. Hoy, junto a un equipo interdisciplinario, busca responder preguntas fundamentales sobre estas orcas: ¿cuántas familias existen realmente en el Golfo? ¿Están emparentadas? ¿Serán un ecotipo diferente? ¿Son visitantes ocasionales o residentes permanentes? Y lo más desafiante: ¿cómo responder a estas preguntas sin recurrir a métodos invasivos, como la toma de biopsias?

“Estamos haciendo lo mejor que podemos, formando alianzas y siempre pensando en la conservación. Todavía hay mucho que no sabemos sobre estas orcas, pero estamos cada vez más cerca de entender quién es quién en este linaje marino”, concluye Higuera.

Erick Higuera y una manta océanica gigante. Créditos: © Rafael Fernandez Caballero
Erick Higuera y una manta océanica gigante. Créditos: © Rafael Fernandez Caballero

– Llevas 25 años explorando las aguas de Baja California, la Isla Guadalupe. ¿Qué hace tan especial estos lugares? ¿Cuáles han sido los momentos más memorables y emotivos que has vivido bajo el agua en estos lugares?

Pues la biodiversidad que tiene, ¿no? Tiene mucha megafauna. Es muy impresionante ver animales más grandes que el ser humano. (…) Ver un animal de ese tamaño nadando, pues es indescriptible. El Golfo de California es muy biodiverso. Tiene muchas especies durante todo el año que se pueden ver, que causan mucho impacto visual, y sobre todo, tienen su propia historia. Y eso es lo que me atrae más aquí del Golfo de California: todas esas historias que se pueden contar de muchos animales marinos aquí en California.

Los momentos que me han marcado mucho son… el de las dos orcas que le quitaron el ballenato a esta ballena jorobada mamá que ya conocíamos, que teníamos un historial con ella como buzos, y ese momento me quedó muy marcado.

En el 2015, mientras trabajaba de guía de buceo en el Sol Mar V en Revillagigedo, me tocó ver una ballena jorobada que visita el archipiélago de Revillagigedo cada 2 o 3 años para parir a su cría. Desde que empecé a trabajar en el barco en 2006 hasta que dejé de trabajar en el 2020, justo antes de la pandemia, me tocó ver esa ballena tres veces en el mismo lugar con tres crías diferentes, pero la última vez que la vi fue en 2015. Y mientras buceábamos con ella, salimos del agua y todos emocionados, vimos como dos orcas, nada más dos orcas, dos machos adultos, aparecieron en Roca Partida, Revillagigedo. Una orca distrajo a la mamá y a la escolta, porque ya tenían una escolta, y la otra orca atacó la cría. En 7 minutos le quitaron a la cría, solamente dos orcas. La agarraron, se la llevaron y se la comieron enfrente de todos nosotros.

Entonces, ahí fue como, «Wow.» O sea, qué onda con las orcas. Hasta el 2018 que las veo comer mobulas y bueno, ahí fue cuando me enganché. En el 2015 estaba pasando un intermedio en mi vida, que al ver ese evento fue como que la respuesta que yo buscaba para saber si seguía por este camino o lo abandonaba todo y me volvía maestro de escuela. Entonces, cuando vi eso, dije: «Quiero seguir haciendo esto, no importa lo que sea». Por eso ese momento me marcó muchísimo.

Erick Higuera. Créditos: ©David Serradell
Erick Higuera. Créditos: ©David Serradell

– Has buceado con muchos animales bien impresionantes por su tamaño y que algunos también son considerados “peligrosos”, como el tiburón blanco, el tiburón toro, las mismas orcas también. ¿Cómo es la experiencia de bucear con estos animales? ¿Cómo fueron las primeras experiencias también, el miedo, la sensación? ¿Cómo fue verlos frente a frente?

Para bucear con tiburón blanco debías hacer el buceo en jaula, pero el jefe de la expedición era un visionario, siempre con ideas loquísimas. Quería ver al tiburón en agua azul, entender hacia dónde iba, cómo cazaba… Pero ¿cómo grabas eso si no puedes llevarte la jaula a un evento de depredación? Entonces, diseñó una jaula autopropulsada, con scooters, para poder seguir al tiburón blanco. Nunca vimos una cacería, pero sí logramos nadar junto a ellos, seguirlos hasta el fondo del mar. Y fue ahí cuando se encendió otro sueño: poder sentarse en el fondo y verlos sin estar dentro de la jaula. Eso recién lo conseguimos en 2018, junto con Mauricio Hoyos. Yo le dije: «Güey, acabo de ver tiburones blancos en el fondo del mar, tienes que ver esto». Como parte de su proyecto de investigación, regresamos a la isla Guadalupe, nos sentamos en el fondo del mar y ¡wow!, fue impresionante ver a los tiburones blancos enfrente sin estar en la jaula. Obviamente teníamos las piedras detrás de nosotros por cualquier cosa. Pero tienes que tener una experiencia previa con el animal, conocerlo previamente, para que no reacciones con miedo de una manera que te ponga en una situación de emergencia y, por lo tanto, desencadene un accidente.

Obviamente, cuando lo tienes enfrente nunca deja de impresionar y de sentir esa adrenalina. Siempre dices: «Ojalá y no pase nada». Y hasta la fecha, aunque las he visto muchas veces, las orcas, cada vez que entro a grabarlas y que se acercan demasiado, sí, siempre tienes esa espinita. Yo creo que es el instinto.

El miedo es el que te hace reaccionar instintivamente y poder hacer algo en caso de reaccionar. Y no importa cuántas veces lo haya visto, siempre voy a tener la misma sensación, pero esa es, creo, la mejor manera de desarrollar una buena conducta en el agua a la hora que vas a ver un animal silvestre depredador.

Erick Higuera. Créditos: ©Manu Wiechers
Erick Higuera. Créditos: ©Manu Wiechers

– ¿Alguna vez has estado en alguna situación de peligro o una situación que te provoque de verdad miedo?

Filmando cocodrilos americanos. Esa es una especie que si te descuidas te pega una mordida y probablemente si te come. Ya tenía mucho tiempo filmando y buceando con tiburones blancos cuando fui a ver al cocodrilo americano a Chinchorro. Y lo que más me impresionó es que ese animal sí va sobre ti. Teníamos un buzo de seguridad que con un palo nos alejaba de los cocodrilos, y era evidente que si te descuidabas el cocodrilo te iba a morder, iba sobre ti. Ese es uno de los momentos que dije: «Wow, este animal sí es de cuidado». Y es impredecible.

Y el otro momento fue con los lobos marinos en temporada de reproducción. Los machos, cuando están cuidando sus harenes para que otros machos no se metan y se roben a las hembras, se ponen muy agresivos. Desde nuestro punto de vista humano son intentos de ataque, pero lo que está haciendo el lobo marino es repelerte y sacarte de su territorio porque te ve como una amenaza. Pero para nosotros, el que se te acercara nadando a toda velocidad con la boca abierta un macho de 500 kg, obviamente, es peligro. Entonces, hubo un momento que me quedé y no me quité, y llegó el lobo y me mordió el brazo por atrás, ni siquiera me di cuenta. Esos son los momentos donde de verdad he sentido miedo de un peligro latente.

– ¿Cuál es el principal desafío al momento de ir a grabar fauna marina y qué papel juega también la paciencia en todo este trabajo?

Pues antes que nada es la regla de las tres P: Paciencia, práctica y perseverancia. Si una de las tres falta, no se logra el aprendizaje ni el objetivo.

En definitiva, es crucial tener mucha paciencia, observar, adiestrar el ojo, siempre observar los detalles. El secreto siempre va a estar en los detalles; a la larga aprendes a reconocer y anticipar ciertos movimientos (…). Aprendes de los individuos y de su comportamiento.

Tienes que ser muy paciente. O sea, a mí me ha pasado que estoy desesperado, tienes el tiempo encima, ya se va a meter el sol, sabes que al día siguiente hay mal tiempo y no vas a poder salir, ya le vas a perder la pista al animal, o sea, quieres agarrar el momento y grabarlo, y ahí es cuando pasan los accidentes. Si fuerzas las situaciones, pum, te puedes encadenar otra cosa que no va a ser positiva al final del caso. Hay veces que hay que soltar lo que tienes para poder agarrar lo que, lo más seguro, es que va a ser mejor.

Erick Higuera. Créditos: ©William Drumm
Erick Higuera. Créditos: ©Luis Martinez

– Ya hemos hablado bastante de tus investigaciones. Dentro de todos los años que llevas investigando la vida marina, ¿cuáles han sido los hallazgos que a tu parecer han sido los más relevantes de todo lo que has visto o investigado?

Definitivamente cómo los delfines se limpian en el archipiélago de Revillagigedo. Hay una población residente de delfines mulares (Tursiops truncatus) en Revillagigedo y fue un gran descubrimiento ver cómo se limpian y cómo enseñan un juego de perseguir a unos peces del archipiélago que se llaman jureles. Estos delfines persiguen al jurel, escogen a uno de entre todos los miles que hay en un cardumen y lo persiguen durante mucho tiempo. Yo al principio vi ese evento y dije: “Bueno, ¿a qué hora se lo comen si nunca veo cuando se lo comen?” De repente pasaba algo y comía el delfín, pero el jurel se escapaba. Yo: “ay caray, ¿qué pasó ahí?” Pasaba super rápido, pero logré grabarlo. Entonces, viendo el video en la computadora, vi que el delfín va correteando al jurel, el jurel vomita y el delfín se come el vómito. El jurel cree que el delfín se lo va a comer, entonces vomita, pero el delfín lo único que quiere es provocar vómito y comérselo. Eso no se sabía hasta ese momento. Quizás sea una estrategia de escape por parte del jurel.

Y siguiendo los delfines, tratando de grabar esta conducta, vi que después de que comían, los delfines iban más profundo y los veía allá en el fondo parados verticales. Bueno, ¿qué hacen ahí abajo? Era una profundidad de 45 m, casi 50 m. Como los cachalotes, pero a 40 m. Entonces digo: “Bueno, voy a guardar aire y esperar a que persigan los jureles y después se vayan al fondo y ver lo que hacen”. Y haciendo eso me di cuenta que lo que estaban haciendo ahí a profundidad es que se estaban limpiando. Los peces limpiadores de los delfines son los mismos que limpian las mantas en el archipiélago de Revillagigedo, los peces Ángel Clarión Eso no lo descubrí hasta no irme con ellos hasta abajo y más allá de los límites del buceo recreativo. No se sabía.

-¿Qué nos puedes decir sobre la importancia del cine y la fotografía para la conservación y las implicancias del cambio climático?

Mi trabajo y el de todos en conjunto ha ayudado a las dependencias de gobierno a crear mejores planes de manejo (Biólogos, expertos y consultores). Juntamos la información, desarrollamos el escrito del plan y se lo presentamos a las autoridades. 

El cambio que he visto aquí, en el 97-98 solíamos ver 300 martillos en un cardumen, aquí en el Golfo de California. Y para el 2005 veíamos 80, 60 y cada vez más profundo. El tamaño de los tiburones ya no era tan grande, eran más juveniles y pequeños, y de hecho hubo una época en donde casi no se veían. También ver muchas móbulas era común, pero al principio de los 2.000, ya no. 

Aquí en el estado de baja California Sur, en México, hay un platillo que es la machaca de mantarraya y se hace prepara normalmente en burritos. Esa carne viene de varias especies de mantarraya, y antes la familia de los móbulidos no estaba protegida. Entonces, obviamente las poblaciones empezaron a caer drásticamente, pero luego esta familia de las mobulas se protege y ya no se pueden pescar, y en los siguientes 4 años se comenzaron nuevamente a ver cardúmenes de estos animales. 

Este cambio se ha dado gracias a la protección de la especie, pero también gracias a las campañas de concientización de las comunidades a través de información en los medios sociales. Los medios sociales son vitales para transmitir información. 

Actualmente, ¿cuáles serían las principales amenazas que tiene la vida marina en Baja California? 

El turismo no regulado, la falta de más áreas naturales protegidas. Algo que funcionaría mucho en el Golfo de California es tener varios Cabo Pulmo, que a pesar de ser un aqrea pequeña es una de las más exitosas del mundo. Entonces, tener varias áreas naturales protegidas dentro del Golfo de California, lo que ayudaría a crear una mejor protección a muchas de las especies. Y, a su vez, crear semilleros para cuando se sobresaturan estas zonas porque los peces comienzan a migrar y, de esta forma, los pescadores artesanales se puedan beneficiar.

La regulación del turismo, más estudios de capacidad de carga, mejoramiento de planes de manejo y más áreas naturales protegidas dentro del golfo californiano. Si empiezas a educar a la gente desde abajo, va a generar un resultado positivo. 

¿Qué significa para ti ser parte del Festival Santiago Wild y venir a Chile a presentarte en este espacio? ¿Cuál es la importancia de un festival como este? ¿Qué aporte tiene para la conservación y la divulgación de la vida silvestre? 

Para mí el que me hayan invitado es un privilegio. Me siento honrado, muy agradecido. Con respecto a la conservación, pues mira, se puede hacer ciencia y se puede hacer conservación de la naturaleza en todos los ecosistemas, pero si no se sabe transmitir el mensaje y no se sabe divulgar ese mensaje al resto de la población mundial, pues queda solamente, como decíamos cuando iba a la universidad, en papeles.

Entonces es muy importante hacer conservación, hacer ciencia, que es la base de todos nuestros conocimientos, pero se tiene que saber transmitir, saberse dar, saber llevar ese mensaje para poderlo divulgar de una manera correcta y de una manera coloquial para el mensaje hacerlo amigable para que todos lo puedan recibir de una buena manera. En ese sentido, festivales como el Santiago Wild son cruciales para poder llevar este mensaje a otras partes del planeta.

¿Qué mensaje te gustaría dejar al público que te conocerá en esta próxima versión del Festival Santiago Wild? 

La colaboración es la clave para una buena conservación, y para que la haya, tiene que ser a través de la educación.

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