Entrevista exclusiva: Shawn Miller, el fotógrafo que busca salvar a los cangrejos ermitaños, que en vez de conchas naturales, están usando plástico para vivir
Shawn Miller es un fotógrafo estadounidense que reside en Okinawa. Por sobre todo, es un fascinado de los pequeños cangrejos ermitaños desde que observó, por primera vez, uno utilizando un desecho plástico como concha. Desde entonces, en una labor que le ha tomado más de una década, se ha dedicado a registrarlos y generar conciencia sobre el problema al que están expuestos. Su más reciente proyecto es “Make the Switch for Nature”, en el que ayuda a estos pequeños crustáceos a cambiar sus hogares artificiales por otros de origen natural, ayudándolos no solo a ellos, sino también a las personas.
En 2010, el fotógrafo Shawn Miller, junto a un amigo, recorría los bosques de la zona central de Okinawa en búsqueda del gecko terrestre de Kuroiwa (Goniurosaurus kuroiwae). Su miraba buscaba incansablemente los ojos de este reptil, característicos por su precioso tono anaranjado. La especie estaba en peligro de extinción. Su objetivo era documentarlo, como a muchas otras especies amenazadas de las islas de Ryūkyū, con fines de conservación. Pero el destino le tenía otro encuentro inesperado: en vez de los ojos llamativos del lagarto, se topó con los dos pequeños de un cangrejo ermitaño terrestre que transitaba por un árbol del bosque. A la espalda de ese pequeño crustáceo, algo más sobresalía. Era un desecho plástico, que aparentemente estaba siendo ocupado como concha.
Los cangrejos ermitaños reciben su nombre porque se refugian en conchas que van cambiando durante toda su vida, a medida que van creciendo. Algo así como variar su casa. Es sabido que para esto utilizan, entre otras cosas, conchas vacías de moluscos, pero no se sabía que también usaran plástico. O al menos Miller no tenía conocimiento de aquello.
Tomó una fotografía. “No era la más impresionante”, asegura. Pero se fue lleno de dudas y con la sensación similar a la de “haber descubierto una nueva especie”. Llegó a su casa, no encontró información al respecto. Mandó su registro a un editor que podría estar interesado en esta nueva historia. La recepción no fue la que esperaba.
En ese momento, no imaginó que, más de diez años después, su día a día se enfocaría en ayudar a estos pequeños a abandonar sus refugios de plásticos por conchas reales, al tiempo que buscaría generar conciencia sobre la contaminación por plástico y ayudar a las personas a lograr un cambio en su vida.
La historia que se viralizó
Shawn nació en Estados Unidos. Creció en el desierto de Mojawe, en California. Su papá trabajaba en el ejército. De niño, amaba aprender sobre el lugar que lo rodeaba, entreteniéndose tardes enteras buscando serpientes y lagartos. Amaba todo lo natural. De adolescente, por un traslado de su padre, los paisajes áridos estadounidenses se cambiaron por los bosques y el mar de Okinawa. Desde 1989 ese ha sido su hogar y la conservación ha motivado su corazón.
En 2010, el mismo año de su primer encuentro con el cangrejo ermitaño y su falsa concha, decidió dedicarse al mundo de la naturaleza desde la fotografía. En su rubro siguió progresando con el tiempo. Sin embargo, no fue hasta cuatro años más tarde cuando volvió a tener encuentros con cangrejos ermitaños adaptándose al plástico. Entonces, en vez de confiar su historia a externos, tomó las cosas por su cuenta. Empezó el proyecto “Crab with beach trash homes” —en español, “Cangrejos con casas de basura de la playa”—, en el que documentaría la mayor cantidad de especímenes que pudiera, con ayuda de amigos y conocidos.
Logró cerca de 60 registros. Fue avanzando en la calidad y contenido de sus fotografías. La variedad que ahora exponía al mundo incluiría fotos de los cangrejos con fondos con la basura de las playas, como colillas de cigarro, plumavit, botellas, cubiertos plásticos; paisajes con atardeceres de película; el cangrejo haciendo contraste con un fondo blanco. Todo este esfuerzo llamó la atención de las agencias y haría popular la historia en famosos medios internacionales como NBC, ABC o The Guardian.
“La historia se hizo viral en 2016, pero solo eran imágenes fijas. En 2017, di una charla en Ted titulada Adapting to our changing environment —“Adaptarse a un ambiente cambiante”, en español— sobre el proyecto del cangrejo ermitaño. Luego de eso, una de mis imágenes icónicas del cangrejo ermitaño apareció en una de las ediciones más icónicas de National Geographic. Eso es bastante impresionante porque en 2010, presenté esa foto que tomé al editor de National Geographic, y por supuesto, la imagen no era muy buena. Mi historia no era muy buena. Así que no la eligieron”, recuerda.
Los cangrejos que se adaptan
En enero de 2024, un estudio dio la vuelta al mundo. Científicos de las universidades de Varsovia y Ciencias de la Vida en Poznan, analizaron más de 29 mil imágenes compartidas en plataformas de vida silvestre, identificando 386 individuos de cangrejos ermitaños utilizando las que se denominaron como “conchas artificiales”, en su mayoría, un 85%, “gorros de plástico”. 10 de las 16 especies de cangrejos ermitaños terrestres del mundo tienen este comportamiento, documentado en la revista científica Science of the Total Enviroment.
Cabe destacar que en el mundo hay 800 especies de cangrejos ermitaños, de las cuales la mayoría habita en los océanos. Los que son más familiares al humano son los 16 semiterrestres, también conocidos como los terrestres.
En su estudio, los investigadores explicaron que, en su búsqueda de conchas para proteger sus abdominales, las de caracoles probablemente están escasas, por lo que la alternativa plástica es más fácil. Según el abstract, las conchas artificiales serían preferidas por señalización sexual, ligereza de plásticos, estímulos de olor y camuflaje en un ambiente contaminado. Sin embargo, todavía no se sabe como afecta este actuar a su bienestar o evolución. Por lo tanto, no se tiene certeza de cómo el plástico los podía estar afectando.
Si uno busca en internet “cangrejo ermitaño”, las noticias hacen referencia a esta investigación. Las fotos que lo acompañan en todas las noticias son las tomadas por Shawn Miller. Incluso, los agradecimientos señalan que el manuscrito se inspiró en su proyecto. Esto sucede a 14 años de su primer encuentro con un cangrejo ermitaño utilizando desechos plásticos.
Para Shawn, la difusión de esta información ayuda a crear conciencia sobre el problema real: la contaminación por plástico. “Hay mucho más que aprender sobre esto. En los próximos años más científicos estarán investigando y yo colaboraré con algunos. Espero que puedan venir a Okinawa”, dice.
Mientras tanto, la situación de es así: según cifras del Servicio de Estudios del Parlamento Europeo, se estima que entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas de plástico acaban en los océanos todos los años. Por lo tanto, actualmente hay más de 150 millones de toneladas en el océano. Eso afecta a la vida marina —por enredos e ingestión de los animales, exposición a sustancias químicas y degradación de hábitat—, la salud humana por exposición a productos químicos, la economía —por el coste de la basura marina, afectando principalmente al turismo y sectores pesqueros— y el clima.
Al tiempo que aquello sucede, los pequeños cangrejos ermitaños siguen haciendo lo suyo. “Ellos tienen papeles importantes en los bosques. Comen semillas de los frutos que caen, las que ayudan a dispersar por la playa. Limpian la hojarasca. Ayudan a crear estos hermosos bosques costeros. Ayudan a evitar la erosión; airean el suelo y la arena ayudando a que no se estanquen. Limpian cualquier cosa muerta antes que llegue a la orilla: plantas, peces, tortugas o ballenas. Entonces son limpiadores y jardineros; criaturas totalmente fascinantes”, comenta Shawn.
Ayudarles a encontrar una casa adecuada
En 2020, Shawn reubicaba algunas conchas en el bosque costero. Al mismo tiempo pensaba que eran muy bellas y que quizás alguien se encantaría con ellas y querría llevárselas. En su tiempo, él mismo fue un gran coleccionista de conchas. “Las coleccionaba al nivel que ahora me obsesionan los cangrejos ermitaños”, recuerda. Sus colecciones las enviaba a autores, científicos y museos. Incluso, tres especies de caracoles están nombradas en honor a él, debido al material que logró recolectar.
“Ya he pasado esa etapa”, asegura, “pero ahora puedo ayudar a generar conciencia sobre esto (…), el problema es que ahora veo un ser vivo mucho más hermoso que verlo muerto, solo teniendo su concha. Estoy intentando decir que la gente va a recoger conchas, pero hay que dejarles a los cangrejos ermitaños. Porque si no tienen conchas, mueren”.
Su reflexión en el bosque y experiencia personal lo hicieron pensar en cómo podría evitar que las personas se llevaran las conchas. En eso, un especialista en cangrejos ermitaños, que conocía su historia, le envió conchas con forma de turbina, que Shawn decidió tallar, ya que desde muy pequeño era un asiduo de ese arte. Así nació “Carving for Nature”.
Decidió usar esas mismas conchas talladas, de origen natural, para dejárselas a los cangrejos para que ellos puedan cambiar su hogar por uno mejor. El hogar artificial, Shawn lo recolectaría y guardaría. El proyecto se llama “Make the Switch for Nature” —“Hacer un cambio por la naturaleza”, en español—. Hoy, que solo guarda una parte de todos los desechos que ha recolectado, cuenta 150 en una caja. Pero su cuenta de conchas talladas y enumeradas ya va en 875. Hay que considerar que un cangrejo ermitaño puede vivir entre 15 a 30 años y que cuando crece cambia de su casa —o cuando las pierde al pelear con otro ejemplar—, por lo tanto, puede necesitar muchas conchas en su vida.
Obtiene conchas de todas partes del mundo, gracias a donaciones de coleccionistas o de quienes tenían cangrejos ermitaños como mascota y fallecieron. Luego talla un número, con un hashtag y un mensaje. Busca que aquellos coleccionistas o cazadores furtivos de cangrejos tengan curiosidad por lo que ven ahí y busquen información del proyecto. Y que, con eso, dejen las conchas donde están, sabiendo que ayudarán a un cangrejo.
Junto a esto, Shawn quería generar conciencia sobre la cantidad de basura en las playas, así como ayudar a las personas. No solo se trata de educar sobre el impacto de los residuos de un solo uso, sino involucrar a las personas a través de limpiezas de playas y educación ambiental. “Ponemos conchas para los cangrejos ermitaños, pero también mejoramos el aspecto de las playas (…). Ahora está de moda ir a una limpieza de playa, pero marcamos la diferencia”.
Por otro lado, también se comparten algunos mensajes positivos en las mismas conchas. “Mantente positivo”, “Mejorará” o “Mantén la cabeza en alto”, es parte de lo que se lee en las conchas, mientras los cangrejos caminan. “Lo más fascinante de la misión del proyecto es difundir la alegría, inspirar el cambio y salvar vidas (…). Esperamos que el cangrejo ermitaño también salve la vida de alguien, porque muchas veces las personas deprimidas, tristes o que han pasado por momentos difíciles van a las playas a pensar. Así que esperamos que el mensaje salve la vida de alguien. Que esa persona esté ahí, vea al cangrejo ermitaño caminar con este mensaje y salvar su vida”.