Entre África, Galápagos y la Patagonia argentina: Luis Burgueño y su vida en la fotografía de fauna
Es oriundo de las Pampas, pero amante de la Patagonia, sus cetáceos, y la fotografía. Luis Burgueño lleva más de 20 años dedicado a la fotografía profesional de fauna, en especial marina, con un trabajo que se ha compartido a nivel internacional. Apasionado de la fotografía y el documentalismo, este fotógrafo actualmente se dedica a la organización de viajes naturalistas y conocer cada vez más tres lugares únicos y diferentes que lleva en el corazón: Galápagos, África y la Patagonia argentina. A raíz de su próxima presencia en el festival de Fotonaturaleza, conversamos con él para saber de su trabajo y qué se espera de este evento.
Dos elefantes marinos se miran entre sí en isla Escondida, Patagonia argentina. Ante el ojo humano, la escena es divertida, ante lo que uno puede interpretar de los gestos de estos grandes animales marinos. Eso fue lo que captó el fotógrafo argentino Luis Burgueño en una fotografía que le ganó un lugar entre las más comentadas de los Comedy Wildlife Photography Awards 2020. La llamó “Tuve que quedarme hasta tarde en el trabajo”.
La foto reúne cosas características del trabajo de Luis, quien tiene más de 30 años de experiencia en fotografía de naturaleza. Vemos fauna, con animales marinos en su esplendor, y un lugar que está en el corazón de Luis: la Patagonia argentina, que junto a las Galápagos y África son los lugares ícono de las expediciones que organiza.
Sobre esto expondrá Luis en el V Congreso de Fotonaturaleza que se realizará entre el 29 de septiembre y el primero de octubre, que reúne a los mejores fotógrafos amantes de la naturaleza en la Cascadas de las Ánimas, Cajón del Maipo. Aquí compartimos un pequeño adelanto de su historia.
De Buenos Aires a la Patagonia: un sueño junto a los cetáceos
“Yo soy gaucho de las Pampas, ahí nací”, dice Luis. Oriundo de la provincia de Buenos Aires, a los nueve años empezó a hacer fotografía con cámaras prestadas y rollos de cartón. A medida que fue creciendo, un sueño empezó a crecer en su mente: vivir y fotografiar ballenas en la Patagonia Argentina, donde vive actualmente.
Así, en el 87’ y con 22 años, llegó a este lugar al que todavía llama hogar. “Era donde yo quería estar porque me gustaban los animales, principalmente el mar y las ballenas, que es lo que fotografié mucho tiempo acá antes de empezar a fotografiar otros destinos”, comenta Luis.
—¿Cuándo decidiste dedicarte profesionalmente a la fotografía de naturaleza?
—Siempre estuve dedicado a la fotografía. Cuando vine acá empecé a trabajar en eso y a hacer documentales. Colaboré con el documental Entre ballenas, que hizo Roger Payne, que fue el científico que descubrió el canto de las ballenas. Vino toda la empresa de IMAX a filmar. Después me alejé de la fotografía profesional cuando nació mi hijo, aunque siempre estuve vinculado. Cuando mi hijo cumplió 15 años más o menos, me dediqué de lleno a la fotografía como modo de vida. Y bueno, hasta el día de hoy sigo trabajando en eso.
Luis trabajó en la lotería mientras su hijo crecía y a los 45 volvió a su pasión por la fotografía y las ballenas. A eso sumó viajes a Galápagos y África, haciendo que surgiera el interés de las personas por viajar con él. “Se dio de manera muy natural armar viajes para llevar gente. En algún minuto tuve que decidir si me dedicaba a eso o a los avistajes de ballenas. Me fui por lo primero, que era lo que más me gusta”, comenta. Son viajes con grupos personalizados, que complementa con hacer su trabajo fotográfico.
El inicio con los cetáceos y el mundo documental
En el 81’ Luis estaba en la Patagonia. Viajaba en el barco Alison y le pedía ir a conocer las ballenas. En uno de esos viajes, fueron a abastecer otro barco y se cayó mercadería al agua. Luis se tiró al agua a recoger las cosas, así como estaba. Sin traje de buzo. Sin saber lo que viviría.
Sacaban lo que quedó en el agua y apareció la ballena. “Era juguetona y tenía tanta adrenalina que no me había dado cuenta que tenía todo el pecho rasgado por la piel de la ballena. Estaba feliz. Nunca lo olvidaré. Las otras veces ya han sido traje de buceo y equipo. A veces los encuentros han sido accidentales, como que estoy trabajando en otra cosa y aparece una ballena”, comenta.
Estar ahí era un sueño para Luis. De pequeño, viviendo en campo, no estaba en el lugar indicado. Pero lo vivía en su cabeza. Y lo transformaba en realidad construyendo carcasas de acrílico para sus cámaras análogas. Con el tiempo llegó a la Patagonia y conoció a Roger Payne, uno de los ídolos del momento.
—¿Qué es lo que más te fascina de los cetáceos?
—Yo creo que nunca imaginé estar nadando con una ballena, pero siempre fue mi fantasía y lo pude cumplir de manera accidental acá en Patagonia, la primera vez que pude nadar con ellas. La verdad es que su tamaño escapa a toda lógica cuando uno está en el agua, es lo que me atrae de esos animales. Y siempre tratando de ver si realmente hay algún tipo de comunicación con uno. Nunca trato de idealizar ningún comportamiento, menos de humanizarlo, pero siempre tratando de ver si cuando uno interactúa con ellos hay algún tipo de comunicación que puede ser movimientos, acercamientos.
—¿Lo has sentido así?
—Todas las ballenas tienen su personalidad, que sería su ballenidad, o sea, son muy diferentes unas con otras. Algunas ballenas se prestan más para acercarse curiosas y a otras realmente no le interesan. Lo que tengo claro es que si es un acercamiento con respeto, la ballena no se siente intimidada ni molesta. Yo soy muy respetuoso de las distancias que necesita cada animal para no sentirse intimidado, que es muy diferente en cada especie. Y bueno, con la ballena generalmente ella es la que la que maneja, la que maneja eso.
—¿Necesitas un permiso especial para sumergirte con ballenas?
—Se necesitan permisos de filmación subacuática. Todo eso lo maneja la provincia. Cuando nosotros empezamos no estaba regulado. De todas maneras siempre fuimos respetuosos con los animales. Puedo decir que nunca he tenido ningún inconveniente ni he sentido peligro con ningún animal, tanto acá como en África o en Galápagos. Para mí la aventura no tiene que necesariamente ir de la mano con el riesgo.
—¿Cómo es fotografiar estos seres enormes?
—El problema con el agua acá es que es un poco verde, entonces con un gran angular se puede acortar la distancia entre una ballena y uno sin quedar deformado. También un objetivo que corregía esas deformaciones para tener la ballena completa en cuadro, a no ser que uno quiera detalles. Yo he pasado por una época que sacaba detalles del ojo de la ballena, un primer plano de un gorila. Son épocas que uno pasaba, detalles y épocas que saca, que saca más amplio.
De lo análogo a lo digital; y de Patagonia a África
Desde una cámara análoga, Luis aprendió lo digital. Hoy se maneja en distintos formatos, incorporando drones o cámaras que permiten súper gran angular, varas de carbono y cámaras 360°. “Esto se ha dado natural, pero me he gastado dinero tremendo. Igual no cambio la cámara por algo mejor si no voy a notar la diferencia. Por ejemplo, cuando salió la GoPro tuvimos que filmar todo de nuevo en un proyecto. Y el dron nos dio ángulos diferentes. Las 360° ayudan a un punto que puede ser imposible de otra forma”, comenta. Con todo eso ha podido acompañar sus viajes y trabajos, que actualmente se concentran en África, Galápagos y la Patagonia Argentina.
—Estos son tres lugares totalmente distintos y lejanos. ¿Por qué elegir estos destinos?
—En Patagonia tenemos mucha extensión, mucha fauna. En esto encontramos ballenas, delfines y elefantes marinos en un lugar tan grande que tengo que recorrer mínimo 200 kilómetros para lograr buenas fotos. La Patagonia es maravillosa. En África es diferente, de sabana y el Impenetrable. ¿A quién no le gusta África? Allá se va solo una vez. Yo siempre digo que las otras veces estás volviendo. Hay algo tuyo que queda ahí. Empecé por Sudáfrica y después pude ir a Uganda, allá es donde vuelvo, me gusta la cantidad de fauna. Y Galápagos siempre ha sido interesante para mí de conocer y desde 2010 ya estoy yendo más seguido, desde que uno sale del aeropuerto ya hay mucha fauna.
— Con tus aprendizajes, ¿qué crees que caracteriza a un buen fotógrafo de naturaleza?
—Lo más importante es la pasión que se pueda poner al trabajo. Se puede crear o buscar el momento, pero no presionar a la fauna por una fotografía. La verdad, ser fotógrafo de naturaleza es muy aburrido. Son horas de estar sentado en el medio de la nada, a veces en el agua, esperando que los animales se relajen y que uno desaparezca de la escena. Me pasa mucho con los flamencos que tengo que caminar siete kilómetros en el barro y después estar casi todo el día con el agua a la cintura, porque estas rodillas en el agua. Llega un momento en que ellos no te registran, pasan por al lado. Realmente, no es ir a sacar la foto y volverse, sino que hay que involucrarse en el ambiente y no presionarlas. Para mí eso es fundamental.
—¿Por qué decidiste dedicarte a la foto de fauna?
—La fotografía es tan amplia que uno en algún momento se tiene que decidir. Para hacer una buena foto nocturna, tendría tener el equipo y empezar a estudiar un poco. Hay gente que se especializa en eso. Hay gente que se especializa en fotografía de paisajes, ya tiene su equipo, tiene sus filtros y bueno, hay gente que se especializa en fotografía de animales. A mí me gusta mucho el movimiento que generan, así que para mí me es mucho más interesante sacar un animal, pero realmente tanto naturaleza como cualquier otra rama. Yo no podía hacer fotografía de un casamiento, a no ser que se peleen los novios.
—Tus fotos también aparecen en Natgeo o la BBC. ¿Cuándo se generó este nexo más internacional?
—Yo creo que se fue dando de forma natural. Una fotografía llama la atención y se publica en varios lados. No lo busqué. Siempre soy un defensor de los derechos del fotógrafo. O sea, son muchas las veces que he dicho que no a la publicación, porque es muy difícil que la gente entienda que uno trabaja de eso, que uno necesita cobrar su trabajo y que no me interesa que salga mi nombre abajo a cambio de la fotografía. Los años hacen eso.
—Ahora vendrás a Chile por el Congreso de fotonaturaleza. ¿Qué se viene de ti en esta instancia?
—Vamos a hablar de Galápagos, vamos a hablar de Galápagos y vamos a sacar la duda, las dudas que pueda tener la gente. Vamos a tratar de acercarnos en Galápagos a la gente de una manera que no sea lo que puede haber un turista cuando se va, sino que trata de descubrir zonas que están alejadas del turismo, pequeñas comunidades, la gente, los animales y como ha cambiado Galápagos a través de los años, Galápagos ha cambiado muchísimo De 2010 y de hasta el día de hoy. Galápagos ha cambiado muchísimo. Tiene muchos desafíos también con el tema del turismo, con el tema de pesca ilegal, que todo eso afecta también a la fauna que hay en el lugar.