Tres claves para entender cómo los campesinos de Norte de Santander, en Colombia, ahora son amigos de los felinos
En esta nota realizada por Mongabay, se destaca la labor de comunidades campesinas y aledañas a zonas urbanas de este departamento que comparten el territorio con varias especies de felinos. Los programas de educación ambiental y el empoderamiento de familias campesinas en 10 municipios, han permitido conservar a estos depredadores. Esto trajo como resultado que, entre 2011 y 2021, once felinos de diversas especies fueran liberados en su hábitat natural.
Desde abril de 2013, los encuentros entre grandes felinos y habitantes del departamento Norte de Santander se han vuelto recurrentes. A los pumas, ocelotes e incluso a los jaguares se les ha visto merodeando en los tejados y los patios de las casas, o en los corrales de ganado. Esto prendió las alertas de la Corporación Autónoma Regional de la Frontera Nororiental (Corponor) para trabajar en la protección de la comunidad y de estos depredadores.
Para ello, el equipo de educación de Corponor lideró un programa de sensibilización comunitaria e identificó, a través de GPS, los espacios con mayor actividad de felinos, tomando como referencia los reportes que hacen las comunidades. Además, realizó estudios para determinar qué especies están presentes en el lugar, a través de la revisión de huellas, rastros, olores y mordidas, en caso de que se hayan dado ataques a animales de corral o ganado.
El Grupo de Biodiversidad de Corponor reestructuró sus programas para atender casos de conflicto felino-humano e intensificó el trabajo de educación ambientalen 10 de los 40 municipios de Santander, en donde hay presencia no solo de pumas (Puma concolor) sino también de ocelotes (Leopardus pardalis), margays (Leopardus wiedii), tigrillos lanudos (Leopardus tigrinus), gatos de monte o yaguarundíes (Herpailurus yagouaroundi) y el imponente jaguar (Panthera onca).
Como resultado de todas estas acciones, entre 2011 y 2021, cinco ocelotes (Leopardus pardalis), dos gatos de monte (Herpailurus yagouaroundi), dos margays (Leopardus wiedii), un tigrillo lanudo (Leopardus tigrinus) y un puma (Puma concolor) han sido liberados en su hábitat natural gracias a la colaboración de los campesinos de Santander.
¿Cuál es la importancia de los felinos?
Carlos Cáceres Martínez, biólogo e investigador de la Universidad de Pamplona, en Colombia, detalla que la relevancia de los grandes felinos en los bosques radica en que son especies carnívoras ubicadas en la cima de la cadena alimenticia. “Ellos son los mayores depredadores de Sudamérica y su función es la de regular a otros organismos, herbívoros y omnívoros, que podrían convertirse en plagas. Los felinos actúan como controladores biológicos”, explica el especialista.
Sus presas en los bosques de Norte de Santander son, principalmente, los venados locho y coliblanco (Familia cervidae), el picure o ñeque (Dasyprocta sp), el oso hormiguero (Tamandua sp), el perezoso de dos dedos (Choloepus hoffmanni) y de tres dedos (Bradypus variegatus), los faros o zarigüeyas (Didelphis marsupialis) y los pecarí o sainos (Pecari tajacu).
Sin embargo, debido a la ampliación de la frontera agrícola, la cacería y la ganadería sin control, estas especies que sirven de alimento para los felinos se desplazan de sus hábitats, provocando que los depredadores migren y dejen su hábitat natural, se desorienten y acaben llegando a sitios cercanos a viviendas e incluso a zonas urbanas.
Esto también ha significado ataques a especies de ganado y animales desde 2013, y la tendencia ha continuado estos años. Además, según reportes de la Corporación Autónoma Regional de la Frontera Nororiental (Corponor), en el mes de abril de 2021, de manera atípica, se registraron cuatro casos de conflicto felino-humano en Cúcuta.
Educación ambiental para proteger a las especies
A través de acciones de monitoreo, el Grupo de Biodiversidad de Corponor trabaja en identificar el uso que las comunidades y productores rurales le dan al suelo, para luego capacitarles en buenas prácticas agropecuarias, insistir en que no dejen al ganado en potreros abiertos y retirados de las viviendas, que habiliten cercas eléctricas en zonas estratégicas para que sirvan como barrera de protección y que complementen todo lo anterior con tácticas para ahuyentar a los felinos.
Algunos métodos que han servido para ahuyentarlos consisten en hacer ruido con silbatos, poner campanas en el ganado y esparcir olores fuertes, ya que son molestos para el agudo olfato de los felinos. Si esto no funciona y no se logra la coexistencia felino-humano, los animales se capturan con la ayuda de jaulas trampa y se reubican en sitios despoblados que han sido estudiados previamente y donde las comunidades favorecen la conservación del bosque. Entre 2014 y 2020, esto ha ocurrido con tres ocelotes (Leopardus pardalis) encontrados en el corregimiento Banco de Arena de Cúcuta, que fueron llevados a zonas boscosas del Catatumbo.
Además, una estrategia efectiva con campesinos que tienen ovejas y cabras ha sido cambiar la forma habitual de alimentarlas. El esquema tradicional era dejarlas sueltas, pastando y durmiendo en potreros, lo que las convertía en presas fáciles de felinos como el puma, cuya mayor actividad se registra del atardecer hasta la madrugada. Ahora los campesinos alimentan a los animales con pasto picado en la tarde y los llevan a un terreno cercado para que estén protegidos en la noche.
Esta práctica, según Corponor, se ha convertido en modelo en la región y se ha incluido en los convenios firmados entre la Alcaldía y la Corporación para el manejo, control y sensibilización sobre fauna silvestre. De esta forma, la receptividad de la comunidad ha sido clave para la existencia de corredores naturales donde los felinos encuentran presas naturales y que no se rompa la cadena alimenticia ni se registren ataques a los animales domésticos.
Familias protectoras de su ganado y los felinos
En el corregimiento Banco de Arena de Cúcuta, las familias se han empoderado en el manejo de la situación y ahora actúan como multiplicadores del mensaje sobre la conservación de estas especies.
“Según el plan de manejo que nos han inculcado en Corponor, generamos la alerta con la comunidad rural. Las capacitaciones y nuestro pensamiento nos impide maltratarlos, buscamos convivir con ellos porque todos somos seres vivos y cumplimos una función importante en la naturaleza”, expresa Geovanny Sandoval Vargas, líder rural y presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda Palmarito.
Las nuevas generaciones en Norte de Santander, producto del trabajo de educación ambiental, tienen un espíritu de preservación. La buena noticia es que ahora no se ve a los campesinos recorrer los predios con escopetas y perros, como sucedía tiempo atrás. Por el contrario, prima la conciencia ambiental.