La pandemia ha tenido un profundo impacto en la salud mental y emocional de las personas. En Chile el efecto ha sido uno de los más altos a nivel global. De acuerdo con una medición realizada por IPSOS en 30 países, Chile es el segundo país más afectado en temas de salud mental y emocional desde el comienzo de la pandemia (56% de las personas encuestadas), siendo superado sólo por Turquía. De acuerdo con el Ministerio de Salud, los grupos más afectados son las mujeres, niños, niñas y adolescentes.

Los datos mencionados sólo destacan lo necesario que resulta trabajar la alfabetización emocional, y ojalá desde una edad temprana.

Lo anterior porque, si bien la sociedad chilena ha visto en los últimos años un cambio positivo en la importancia que tiene la salud mental en el bienestar de las personas, la realidad es que aún no existen suficientes herramientas disponibles para trabajar el tema de forma efectiva en las escuelas o en los hogares.

En ese contexto iniciativas como “Emociones Río Abajo” cobran especial relevancia, ya que permiten enfrentar la falta de espacios de desarrollo emocional con soluciones creativas y que se conectan con la realidad que viven las personas.

La naturaleza y el bienestar emocional

“Emociones Río Abajo” es un proyecto que se inserta en el Plan de Conservación de Humedales de la Cuenca de Llanquihue de Fundación Legado Chile, que busca trabajar el aprendizaje socioemocional a través de la conexión con la naturaleza y la biodiversidad inmediata de las personas.

Nació a fines de 2020 por el interés de la Municipalidad de Llanquihue y el Parque Eólico Aurora de contribuir, durante la emergencia sanitaria COVID-19, a la salud socioemocional de niños y niñas de enseñanza básica del sector rural de la comuna de Llanquihue.

Jason Angress, Coordinador de Educación Socioambiental de Fundación Legado Chile, con un B.A. en Psicología de la Universidad del Sur de California EE.UU., explicó el nexo entre naturaleza y emociones. Indicó que las emociones evolucionaron en el ser humano como una respuesta a la forma en que nos enfrentamos a los desafíos en la naturaleza.

“Hay emociones básicas del ser humano que desde nuestros antepasados han servido para desarrollar nuestras vidas en un contexto social. Estas emociones se manifiestan en el rostro de la misma forma en grupos de humanos completamente aislados – cuando se sienten tristeza, alegría, rabia, u otras sensaciones fuertes – y eso nos dice que, para nosotros, expresar cómo me siento, y reconocer el estado emocional de otros es algo fundamental para la experiencia humana”, señaló.

Agregó que “hoy en día, en nuestro sistema educativo, son escasas las oportunidades para ayudar a estudiantes a contextualizar estas emociones, que efectivamente son muy importantes para su desarrollo personal y ligadas al contexto sociocultural, e incluso socioambiental del estudiante”.

En esa línea, Emociones Río Abajo plantea un aprendizaje basado en el lugar, con contenidos territorialmente pertinentes para la realidad de niñas y niños de la Región de los Lagos.

Tomando elementos y seres presentes en el paisaje natural local, se logra una resonancia de los contenidos, con el paisaje natural conocido por los niños y niñas, y su comunidad educativa.

Para realizar este trabajo se utiliza un kit que facilita la ocurrencia de interacciones y reflexiones sobre las emociones al interior del seno familiar y estimula el juego libre como forma de aprendizaje autodidacta, más allá de la educación formal.

El kit contempla un género, que es el Río Maullín, que está separado en 3 partes, con 3 fichas, que tienen las emociones que se vinculan a una especie nativa.

Verónica Irarrázabal, directora de Planes y Estrategias de Conservación de la Fundación, destacó lo innovador del proyecto en el que “el niño o niña va trabajando en la primera parte del mapa sus emociones, en la segunda parte sus emociones con el resto y en la tercera etapa las estrategias para ‘’navegar’’ las emociones de manera efectiva, todo en base a la metáfora de una aventura bajando el Santuario de la Naturaleza Río Maullín y conociendo su riqueza natural”.

Explicó que se buscan trabajar 5 dimensiones del aprendizaje emocional con esta metodología: “La autoconsciencia, que es la capacidad de poder reconocer los propios sentimientos; el autocontrol, que tiene que ver con la regulación de las emociones; la conciencia social, que se relaciona con la toma de perspectivas y apreciar las similitudes y las diferencias; las habilidades de relación, que tiene que ver con cómo nos relacionamos con el resto; y la toma de decisiones responsable, que tiene que ver con tomar soluciones apropiadas en un contexto que puede ser difícil”.

Actualmente la Fundación está trabajando en implementar una nueva versión del proyecto, abarcando a más estudiantes, con el fin de contribuir a su bienestar y disminuir el estrés asociado a la pandemia. El plan es escalar el alcance y que sirva como un instrumento que pueda ser ajustado y aplicado en otras regiones de Chile.

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