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El sueño de un “parque Kruger” para Argentina: Explorando el Parque Nacional El Impenetrable en el Chaco, biodiversidad y turismo de naturaleza
128 mil hectáreas conforman el Parque Nacional El Impenetrable, ubicado en la Provincia del Chaco, al noreste de Argentina. Colindante con Formosa, Corrientes, Santa Fe y Santiago del Estero, en pleno Chaco seco, el parque es hogar del oso hormiguero gigante, el tapir, el yacaré, la corzuela y el yaguareté; un sinnúmero de aves, serpientes y muchas otras especies de fauna. Su vegetación está compuesta, entre otros, por espinillos, palo borracho o palmas, que se entremezclan en un monte único, bastante diferente a la selva húmeda que se deja apreciar del lado de Corrientes, o, más allá, de Misiones. Se trata de un espacio abierto al turismo de naturaleza, que tiene mucho que ofrecer al visitante aventurero, de la mano de las comunidades locales y la infraestructura de Rewilding Argentina, fundación creada por Douglas y Kris Tompkins para la conservación de la vida natural. La historia de este parque, sin embargo, tiene de dulce y agraz, ya que comenzó con una tragedia que conmovió Argentina en 2011.
Esta historia empieza con un doble asesinato en 2011. En realidad, parte un poco antes, pero se concreta a raíz de aquella tragedia, que dejó sin vida al terrateniente italiano Manuel Roseo y la viuda de su hermano, Nélida Bartolomé. Roseo era dueño de La Fidelidad, una hacienda de 259 mil hectáreas en el Chaco, el campo más grande y salvaje de la región, que después pasaría a ser el Parque Nacional El Impenetrable. Fue asesinado por estafadores que quisieron hacerse de su propiedad. Pero dos años antes del hecho, ya tenía intenciones de vender sus terrenos, y hubo contacto con la Fundación Rewilding Argentina para ver si estaban interesados en adquirirlos.
Tras su violenta muerte, varias ONG´s del país, además de organizaciones sociales del Chaco, instaron al Gobierno provincial a convertir al campo en parque nacional, lo cual, después de muchas gestiones legales, negociaciones y demás, se concretó en 2014. Aún, sin embargo, hay aspectos del proyecto que no han podido llevarse a cabo, pues al poco andar aparecieron dos hijos del hacendado realizando reclamos económicos que no han permitido completar el proceso para la conservación total del lugar. La historia está todavía por contarse, aunque los avances son increíbles.

Ya se cumplía una década del Bicentenario de la nación. Para entonces, la fundación Rewilding Argentina llevaba un tiempo sacando adelante su primer sueño conservacionista: Iberá. Allí, hace más de veinte años, trabajan en la restauración del segundo humedal más grande de Sudamérica, y en la reintroducción de más de diez especies, entre las que destacan predadores tope como el yaguareté y la nutria gigante, de la mano del turismo de naturaleza y el acceso público para todos los visitantes. Lo cierto es que cada año son más las personas que recorren los Esteros del Iberá, destino que en 2024 fue elegido como uno de los 30 más apasionantes del mundo.
Pero los Tompkins estaban abiertos a más. Ya tenían avances en el Parque Patagonia Argentina, el cual sacaron adelante en conjunto con otras ONG´s, en la Provincia de Santa Cruz. La bióloga Sofía Heinonen, directora ejecutiva de la fundación, propuso a Douglas mirar hacia el Chaco en 2009, cuando Roseo apareció con la propuesta de venta. “Me dijo bueno, vamos a sobrevolarlo, porque él agarraba el avión husky chiquitito que tenía y quería verlo todo desde al aire. Y si se entusiasmaba con la visión que tenía desde el aire, le ponía toda la energía y todo iba para adelante”, comenta Sofía. Estuvieron sobrevolando unas dos horas, observando el río Bermejo, la amplitud de esos bosques, los humedales del lado de Formosa, las bandadas de aves como jabirúes y patos. Doug quedó alucinado, y tomó unas fotos memorables que hasta hoy siguen apareciendo en libros. “Los colores eran increíbles, todo ese patrón de bancos de arena… le tomaron el corazón”, afirma sonriente.



El destino no era fácil. Posiblemente, era uno de los más difíciles de abarcar. Intentaron convencer a Roseo de que donara sus tierras para crear el parque nacional, pero no alcanzaron a lograrlo. Luego, invitaron al entonces gobernador del Chaco, Jorge Capitanich, a conocer el proyecto en Iberá, para que entendiera el trabajo de la fundación y los apoyara. Se entusiasmó inmediatamente. Quería empujar la idea de una ruta de los parques en la provincia. Firmaron un convenio, compraron la estancia, y empezaron a estar presentes en La Fidelidad de manera permanente durante más de seis años para hacer guardia frente a cazadores, la tala de bosque y otros imprevistos. Fue muy intenso. Los integrantes de la fundación se quedaban estadías completas haciendo de guardias, todo en carpa, en un lugar que cuesta imaginar lo agreste y aislado que puede ser si no se conoce.
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Son las siete de la mañana y las charatas dan la bienvenida con escándalo. Son aves ruidosas, andan en grupos grandes en medio del bosque; es imposible pasarlas por alto. Todas las madrugadas, se escuchan, desafinadas, intensas, como si estuviesen reclamando contra alguien en una junta vecinal. Al abrir los ojos, la selva chaqueña te abraza. Si los abres un poco más, empezarás a ver una cantidad enorme de especies de coloridas aves en los matorrales y árboles. El viento es suave. Los colores abruman de lindos y el río Bermejo, café y plateado, se impone calmo pero contundente.




El Bermejo es la arteria más importante del Impenetrable. Como uno de los principales afluentes del río Paraguay, es uno de los que aporta mayor cantidad de sedimentos al Paraná. Tiene 1450 kilómetros y su cuenca es compartida por Argentina y Bolivia. Varía su caudal según las estaciones, cambiando su cauce e inundando las planicies del Chaco. Por los cambios en su recorrido, es que allí hablan del Bermejo como un ente indescifrable y mágico. Con él nunca se sabe cómo viene la mano. Lo que sí se sabe es que sin este río, nadie podría vivir en estas latitudes. De él nace también el río Bermejito, antiguo cauce de su hermano mayor y que también puede actuar como un brazo secundario de éste.
Ir por el río te expone no solo a su magnitud, sino también a su complejidad y vitalidad. Es hogar de una rica vegetación llena de palos borrachos, árbol nativo de la región que tiene una especial forma de botella, quebrachos, algarrobos, plantas flotantes como repollitos. Los peces que lo recorren son principalmente el pacú, un pez parecido a las pirañas, el surubí y el dorado. En la ribera fácilmente se puede apreciar al yacaré overo, especie de caimán e importante depredador. Además de un sinnúmero de aves, si tienes suerte podrás ver a los tapires nadando en el río; al hormiguero gigante a los lejos. Y si tienes mucha suerte, quizás aprecies a alguno de los yaguaretés que están en pleno plan de conservación gracias a Rewilding Argentina. Sin ir más lejos, hace pocos meses, nació el primer jaguar libre del Chaco en décadas, todo un éxito para el programa de rewilding en la zona.



Sin embargo, el Bermejo, al igual que muchos ríos de Latinoamérica, está en peligro. Sofía apunta: “es un río que no se navega, entonces nadie se da cuenta de que por momentos está a punto de quedarse sin agua. Esto es porque hoy se está llevando el agua de los ríos para regar soja, cañas de azúcar, hacer agricultura… pero necesitamos que este río siga siendo un río vivo y un río que conozcan todos. Es nuestro Amazonas y no podemos dejar que se seque simplemente por desconocer que existe”.
Además, se elabora un sueño a gran escala: un corredor biológico que comprenda el Chaco y Formosa.



El turismo y la puerta a un plan integral de conservación
Tras la creación del parque, la fundación convocó a todas las organizaciones a participar, mientras la provincia los asistía con fondos para armar los primeros campamentos en la entrada y a lo largo de sus distintos accesos. Luego vino el levantamiento de información, para realizar un inventario base. Y pronto, comenzó a desarrollarse la manera de participar a las comunidades en el proyecto turístico y de conservación. Este último, probablemente el trabajo más importante de todos, ya que sin las comunidades no se puede hacer conservación.



¿Cómo convencer a una persona que nació en un lugar, cuya familia entera ha sido criada en el mismo, que tiene una tradición, por ejemplo, ganadera, de que es conveniente proteger al yaguareté que le come al ganado? No suena fácil, ni lo es. Para lograrlo, la moneda de cambio debe ser contundente. Es por esto que el turismo viene a jugar un rol clave en el equilibrio. Con un turismo de naturaleza bien desarrollado, las posibilidades económicas de todos quienes ahí viven, se amplían. Es en ese momento en que proyectos de este tipo comienzan a tener injerencia real en las comunidades. Si no hay fauna, flora, funga, agua, ¿qué puedo ofrecer al visitante? La interdependencia viene a ser la lógica. Si a eso le sumamos el respeto por las culturas locales, educación y diálogo, pues, se podría decir, los cimientos comienzan a ser firmes.
Pero no romanticemos tampoco. Para lograr todos los cometidos arriba descritos, se requiere de muchísimo tiempo, recursos, y personas dispuestas. Falta muchísimo camino por recorrer. Hay pobreza e ideas culturales arraigadas. No es llegar y cambiar de rumbo. En la actualidad, sin embargo, El Impenetrable se está configurando como un proyecto exitoso. Hoy trabajan con muchos de los vecinos de la zona, tanto en la elaboración de artesanía, alimentos, comedores, hasta el desarrollo de guías preparados. La mayoría de ellos y ellas han nacido aquí, por tanto para el visitante configuran un valor agregado: saben mejor que nadie sobre el lugar, su flora y fauna.


La lógica no es nueva, pero el asunto es apuntalar. “Cuando Sofía ve que los parques nacionales funcionan, por el turismo, porque el turismo da un incentivo, entonces se crean casas, se integran las comunidades, se protege la fauna… la fauna toma otro valor, entonces empieza a traer ese modelo acá. De hecho, todos los años hay dos o tres viajes por año a África de nuestro personal a capacitarse. O en hotelería o en parques nacionales o en traslado de fauna”, comenta Marian Labourt, coordinadora de prensa de Rewilding Argentina, quien va a cumplir diez años en la fundación.
Como la mayoría de los parques y proyectos de los Tompkins, este parque también cuenta con una estación biológica donde se realiza todo el trabajo que tiene que ver directamente con rewilding o resilvestración. En simple, el objetivo es repoblar los hábitats con las especies originarias, que un día paseaban libres por allí, y que por diversas razones de índole humana, ya no existen o sus poblaciones son muy escasas.
En el caso de El Impenetrable, se están concentrando en: yaguareté, nutria gigante, tortuga yabotí, ciervo de los pantanos y guanacos. Sí, aunque esto último suene increíble, en el Chaco hubo guanacos. Estas son las cinco especies cuyas poblaciones se terminaron, con las cuales es urgente contar para comentar la restauración del equilibrio de estos ecosistemas. Hablamos de depredadores, dispersores y herbívoros nativos. Cada uno cumple su rol. Todos son relevantes.
El programa de las yabotíes ha sido sumamente exitoso. Ya son setenta las tortugas liberadas que recorren el parque, dispersando semillas y repoblando. A esto, se suma el último jolgorio: el nacimiento de un yaguareté en libertad.


***
Ver un yaguareté en vivo es una experiencia impresionante. Sus colores, su mirada, su tamaño… los movimientos… el yaguareté se impone, intuyo que emociona hasta al más insensible. En la estación biológica conocimos a Porá, un macho reproductor adulto que se incorporó al proyecto Iberá, y luego fue trasladado al Impenetrable, lo que se conoce como translocación de conservación. Porá no puede ser liberado, pues nació y se crió en cautiverio en Brasil, por tanto está acostumbrado a la presencia humana, y es vulnerable en el entorno salvaje. Sin embargo, mantiene contacto con los jaguares del parque. No es raro ver un yaguareté rondando su perímetro. Lo visitan constantemente.
Según los registros, la última hembra de yaguareté fue fotografiada en el Chaco en 1990. De ahí en más, unos siete u ocho machos, aunque no se sabe a ciencia cierta, recorrían el territorio. En 2019 fue descubierto un enorme macho solitario en el parque nacional. Se trataba de Qaramta, de entonces cinco años y casi ciento diez kilos de peso. A partir de esta aparición, comenzó un proceso de recuperación de la especie. Qaramatá se reprodujo con Tania, una de las hembras traídas del cautiverio, tras lo cual nacieron Nalá y Takajay. Nalá fue liberada en el parque en 2024 y este 30 de julio, apareció junto a un cachorro de uno cinco meses, ambos registrados en fotografías del guía Pablo Luna, que el día de su cumpleaños, paseaba con su compañero Darío Soraire en lancha por el Bermejo cuando se encontraron con la sorpresa.



El jaguar es un emblema en sí mismo. Es una criatura carismática, poderosa, extremadamente linda, fuerte, grande. Pero no es el único importante, a pesar de ser el depredador tope en estos parajes. “No es que las demás especies no importen, sino que se considera que protegiendo un área en particular, y trabajando sobre ciertas especies carismáticas, como el yaguareté o la nutria, después eso va a proteger otras especies con las que no trabajas directamente”, dice Agustina Donini, responsable del Centro de Reintroducción de Yaguaretés del P.N. El Impenetrable. A esto, agrega también un punto a considerar: “el trabajo que se hace es devolver especies que faltan, ¿no? Y trabajar también sobre los problemas que las hicieron desaparecer, o sea, no es solo ir liberando animales, es trabajar sobre las causas que los extinguieron. Si vos trabajas sobre la cacería, sobre el tráfico, sobre esto, indirectamente también proteges a otras especies, por más que vos no tengas un proyecto de oso hormiguero en este lugar, ¿me entendés?”. Creo que entendemos.



Fuera del programa de reintroducción de la fundación, hay tapires, pecaríes, osos hormigueros gigantes, que son una locura, pero también hay otros animales como el tatú carreta, la yarayará, la coral, el loro hablador, la martineta, insectos y artrópodos fascinantes. A todos ellos, los puedes ver o escuchar deambulando en esta selva seca y especial. “La idea es que El Impenetrable se ponga en la en la lupa, se ponga en la vidriera, porque creemos que es uno de los mejores lugares de la Argentina. Está Kruger, la gente viaja a África para ver un parque nacional, que es muy parecido a esto”, remata Sofía Heinonen. Hay que tener los ojos abiertos, los oídos atentos, y ganas de explorar.
Actividades para todos los gustos y bolsillos:
Alojamiento y comodidades:
1. Distribuidos en los portales y parajes, El Impenetrable cuenta con áreas de acampe agrestes y gratuitas y también organizadas, con plataformas y alquiler de carpas y catres.
- Camping La Fidelidad (dentro del parque nacional).
- Camping Mapic (dentro del parque nacional).
- Camping El Bermejito (Portal La Armonía).
- Camping Los Algarrobos (Paraje Nueva Población).
- Camping Los Tres Molles (ubicado a 7 km del Portal La Armonía).



2. También existe la posibilidad de alojar en glampings, comidas incluidas, entorno espectacular y gastronomía de primer nivel:
- Glamping Los Plamares (Los Palmares).
- Glamping El Bermejito (Portal La Armonía).
3. Hay refugios y hostales locales:
- Parador Don Esteban (Portal La Armonía).
- Refugio de Monte (Portal La Armonía).
- Refugio Carayá (Huella Impenetrable).



Actividades:
- Senderos y exploración en la selva, miradores y más.
- Paseo a caballo por Los Palmares.
- Navegación el río Bermejo en kayak .
- Comidas típicas.
- Avistamiento de fauna y flora.



