Es una de las especies emblemáticas del bosque esclerófilo de Chile. El quillay (Quillaja saponaria Molina) destaca entre la Región de Coquimbo y la de La Araucanía con sus troncos grisáceos, hojas duras con 4 a 8 dientes y sus flores blanquecinas y estrelladas -que florecen entre diciembre y enero-, además de sus secos y abiertos frutos de apariencia leñosa.  La verdad es que es difícil no reconocerlo.

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Quillay ©Amelia Ortúzar 

Pero detrás de sus características físicas hay otras interesantes que han hecho a esta especie conocida desde tiempos ancestrales.

Un árbol resistente

Siempreverde y nativo, el quillay habita en la región mediterránea de Chile. Corresponde al bosque esclerófilo y, tal como se menciona en la Guía Flora Silvestre de Chile: zona central, se encuentra tanto en el litoral, el valle central y la precordillera, en terrenos y laderas asoleadas.

Puede llegar a medir entre 15 a 20 metros y se adapta de forma óptima a crecer en condiciones de suelo o clima desfavorables para muchas especies. Esto porque es capaz de tolerar suelos pobres, altas fluctuaciones térmicas y condiciones extremas de sequía.

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“Es bastante tolerante a las bajas temperaturas y a la sequía. Esto es una particularidad de la flora mediterránea chilena. Podría soportar temperaturas de doce grados bajo cero, pero obviamente si tiene agua y una temperatura agradable, es mejor. Este tipo de flora habita en un ambiente que es estacional, con inviernos con lluvia, heladas y congelamientos, y veranos muy secos”, explica Ricardo Segovia, doctor en Ecología Evolutiva de la Universidad de Chile e investigador en Colecciones Biológicas en el Instituto de Ecología y Biodiversidad.

Eso sí, se ha reportado que esta especie estaría siendo afectada por la megasequía que se vive en la zona central desde 2010. Particularmente y, tal como mencionamos previamente en un artículo de Ladera Sur, esta especie es una de las que más está sufriendo pérdida de verdor en zonas precordilleranas. Incluso se constató la muerte de individuos en la Cuesta Lo Prado.

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Aun así, este árbol resiste. Está presente dentro del arbolado urbano en Chile y también se ocupa para reforestar con nativos, por las mismas características antes mencionadas. Al respecto, Segovia explica que esto también se debe a que tiene un crecimiento relativamente rápido, además de que genera sombras, generando un “efecto de nodriza”, que permite que otras especies más lentas en crecimiento se puedan desarrollar debajo.

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Quillay ©Amelia Ortúzar

Además, sobre su crecimiento, éste se produce desde semillas o rebrotes desde tocones. Sobre esto último, Segovia explica que “le da una ventana de posibilidades. Por ejemplo, si se muere por la sequía, si se seca el árbol, van a crecer de nuevo brotes ahí mismo, sobre su mismo tronco. Puede pasar, sí, que aparezcan potenciales problemas, como que se pudra el tronco si uno de los tocones crece mucho. Pero existe la posibilidad”.

Así también, al verlos es probable que esté con algunos de sus compañeros: se asocia a peumos, litres, boldos o maitenes. Más hacia el sur, se suman a su distribución algunos Nothofagus, como el coihue.

Saponinas

En 2020, durante la pandemia, el quillay empezó a aparecer en las noticias. El titular en común era que este árbol podría ser clave en la lucha contra el Covid-19, particularmente por su potencial rol en la formulación de una vacuna. Esto se debe a que este árbol posee saponina.

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Quillay ©Amelia Ortúzar 

La saponina es un compuesto químico que se ha usado a lo largo de los años como elemento espumoso en alimentos, vacunas, cosméticos, jabones y champús, entre otras cosas. Incluso se ha descrito su potencial como antiviral. Desde tiempos ancestrales se ha utilizado como jabón. De hecho, quillay viene del mapuche “küllay”, que hace referencia a ese uso.

Esta característica lo ha hecho ser considerada una de las especies más interesantes que crecen en la zona semiárida de Chile. Si bien esta planta es rica en saponinas naturales, la mayor cantidad está en su corteza interna. Esto ha provocado su sobreexplotación, provocando una importante disminución de la especie. Sin embargo, su extracción se encuentra regulada por ley.

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De hecho, esta es una de las amenazas de la especie, de acuerdo con lo que explica Segovia: “la explotación no responsable de saponina es una de sus amenazas. Se han detectado situaciones en las que se cortan árboles completos para extraer toda la biomasa, toda la madera para extraer saponinas. Hay autores que sugieren podas o raleos, que se pueda extraer, pero de bosques bien manejados”.

En este sentido, se han fomentado buenas prácticas manejo de hábitat, recolección, reproducción y propagación del quillay.

A eso se suma, según explica el investigador, lo que se considera de las amenazas globales de los bosques de Chile central: “los terrenos de bosques han disminuido drásticamente el último siglo, muy abruptamente dentro de las últimas décadas”.

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Aun así, esta especie se encuentra catalogada como de “menor preocupación”, según lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

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