¿Sabías que la colaboración entre plantas es una estrategia fundamental para la vida de muchas especies en todo el mundo? En diversos ecosistemas, incluyendo los desiertos más áridos, algunas plantas ayudan a otras a sobrevivir en condiciones extremas, entregándoles sombra, nutrientes y protección.

Un reciente estudio global, liderado por científicas y científicos de España en colaboración con otros 80 expertos en el mundo, incluido Chile, entregó valiosos conocimientos sobre estas redes en la naturaleza. A través de una base de datos llamada RecruitNet, las y los investigadores identificaron patrones clave mediante el uso de “Redes de reclutamiento” (RN, por su sigla en inglés “Recruitment Networks”), en el que algunas especies de plantas actúan como facilitadoras o «nodrizas» para ayudar a otras especies a crecer y prosperar.

Flora en Alejandro Selkirk. Créditos Guy Wenborne
Flora en Alejandro Selkirk. Créditos Guy Wenborne

La investigación se publicó recientemente en la revista Biological Reviews, y en ella se analizaron más de 118 mil interacciones, en más de 3 mil especies plantas de todo el mundo, a excepción de la Antártica. El trabajo contó con la participación de Milen Duarte, investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB, y de la Universidad Austral de Chile, quien se refirió a su importancia:

“Este trabajo es pionero en estudiar las redes de reclutamiento a escala global. En términos prácticos, conocer las interacciones entre especies nos permite comprender cuáles son las funciones de una comunidad de especies, cómo se estructuran, qué plantas son proporcionalmente más relevantes que otras, y, por lo tanto, qué especies o grupos de especies necesitan ser conservadas con especial cuidado”, declaró.

En ese contexto, cada red mostró cómo las plantas adultas y su parte aérea (dosel), promueven el desarrollo de otras especies bajo ellas, permitiendo identificar qué especies actúan como facilitadoras.

Colaboración dominante

Los hallazgos clave del estudio, revelan que las interacciones facilitadoras son más comunes que las competitivas. En particular, se observó que las primeras son más frecuentes en áreas con mayor aridez, lo que indica que en ambientes más secos, las plantas tienden a colaborar más para sobrevivir.

Maihueniopsis camachoi. Cactus nodriza. Créditos: Francisca Díaz.
Maihueniopsis camachoi. Cactus nodriza. Créditos: Francisca Díaz.

Otros estudios en Chile también han reafirmado este patrón. Un caso ejemplar, son algunas especies de cactus del desierto de Atacama, que entregan sombra y humedad en el microhábitat cercano, permitiendo que plantas más pequeñas y herbáceas puedan prosperar. Tal es el caso de la cactácea Maihueniopsis camachoi, conocida como Kume o Puskayo, que apoya la subsistencia de al menos otras 18 especies de plantas.

“Todo esto nos demuestra la relevancia de la facilitación como estructuradora de las comunidades, sobre todo cuando las condiciones ambientales son adversas”, indicó Milen Duarte.

En el caso de Chile, la científica del IEB destacó que la facilitación entre plantas aumenta con la elevación, y que es más intensa entre especies con historias evolutivas más distantes. Algunos detalles específicos para el país también se publicaron anteriormente en la revista científica Oikos.

Implicancias para la conservación

En un contexto de cambio global y la creciente pérdida de biodiversidad a nivel planetario, el estudio busca aportar evidencia para la conservación, permitiendo además integrar estos conocimientos a la toma de decisiones y políticas ambientales, particularmente en Chile.

“Las interacciones entre plantas nodriza y facilitadas son claves para pensar en la restauración de ecosistemas. Hoy día, CONAF está evaluando la importancia del uso de nodrizas para restaurar. Para ello, están trabajando en un programa piloto en Panguipulli. Los resultados preliminares muestran que sin nodrizas el éxito de lo plantado para restaurar se reduce a la mitad”, señala Duarte.

Bosque chilote. Créditos: Daniel Casado.
Bosque chilote. Créditos: Daniel Casado.

Por otro lado, la científica destaca que el gran mensaje de esta investigación, es que la conservación de la biodiversidad debe ocurrir a nivel de comunidades de especies, por sobre la mirada más acotada de la conservación de especies aisladas. “Este enfoque podría ampliar la mirada de la gestión en biodiversidad, y dado que estamos ad-portas de la creación de los reglamentos de la nueva institucionalidad ambiental del SBAP (Servicio de Biodiversidad y Areas Protegidas), es clave nutrir la legislación con conocimientos innovadores”, explica.

Respecto al camino a seguir, el estudio señala que aún hay mucho por recorrer, ya que estas redes e interacciones entre especies evolucionan con el tiempo. Al respecto, la investigadora de la Universidad Austral de Chile, advierte que también se podría proyectar un futuro estudio en la Antártica, lo que sería una gran oportunidad, considerando que desde nuestro país, justamente, se está impulsando el desarrollo de ciencia en esta zona extrema.

Bosque chilote. Créditos IEB
Bosque chilote. Créditos IEB
Comenta esta nota
·