El paisaje escolar, un paisaje de contrastes
Hace algunos años trabajé en educación y al caminar por los patios de liceos me preguntaba ¿por qué hay tanto cemento?, ¿por qué hace tanto calor?, ¿por qué hay tanto silencio? Y de un momento a otro mis pensamientos se interrumpían por el movimiento desenfrenado de los estudiantes que salían desbordados de sus salas de clases al recreo. Me quedaba observando el recreo, la multicancha con seis equipos jugando al unísono, las niñas caminando, los muros con jóvenes apoyados, los más chicos corriendo de un lado a otro sin parar y el quiosco atiborrado era el centro de la reunión social. Todo esto ocurría en espacio de mucho cemento, dirigido por líneas rectas. Eran quince minutos de desborde y desenfreno, tocaba el timbre y nuevamente volvíamos a un silencio total.
El paisaje escolar en Chile es un paisaje de contrastes. La estructura curricular del MINEDUC así lo ha creado. En el ámbito de los espacios, las escuelas se organizan entre el aula y el patio; la estructura temporal se debate entre las clases y el recreo; y los actores se organizan entre los profesores y los alumnos. Además estas relaciones son asimétricas, la sala de clases es el lugar del aprendizaje, el patio del descanso; las clases se asocian al tiempo del trabajo y el recreo al ocio; y los profesores tienen el saber y los estudiantes son los aprendices.
Sin embargo, lo cierto del caso es que siempre estamos aprendiendo, esta actividad no se confina solo a la sala de clases, en el recreo aprendemos a hacer amigos, aprendemos a convivir con nuestros pares, aprendemos a relacionarnos con la naturaleza. En el patio hay cierta libertad de movimiento en comparación al aula, lo que provoca que el aprendizaje se dé de manera informal. Pero pareciera que por años se nos ha olvidado la importancia del recreo y del lugar del patio, actualmente es el espacio residual de la escuela, muchas veces está completamente pavimentado y se contiene entre rejas, es un espacio que no genera preguntas ni respuestas, solo silencio. Pareciera ser un lugar abandonado que nadie ha cargado de sentido, y que lamentablemente podemos asociar al patio de una cárcel.
Y digo, se nos ha olvidado este espacio, porque en ciertos momentos de la historia de la educación el lugar del patio, el espacio del juego y el contacto con la naturaleza ha sido esencial para motivar el desarrollo de los estudiantes. De ahí el nacimiento del sistema educacional de los jardines infantiles. La importancia del entorno natural y el juego para el desarrollo de los estudiantes es una idea que propone Jean-Jacques Rousseau a mediados del siglo XVIII. Él plantea un sistema educativo en contacto con la naturaleza para que el Hombre pueda mantener su bondad natural en medio de una sociedad corrupta.
Uno de los primeros que materializó esta idea fue Federich Froebel. En el siglo XIX impulsó los jardines infantiles como un sistema de educación con un trasfondo espiritual, ya que concebía el mundo como una unidad entre Dios, el universo y la naturaleza. El pedagogo buscaba que los niños descubrieran dicha unidad y su lugar en él, por ello desarrolló actividades para que los infantes, a través del juego y el contacto con la naturaleza, descubrieran el lenguaje geométrico que expresa la unidad natural.
Froebel proponía que en los jardines infantiles cada niño tuviera una porción de tierra para cuidar y explorar, de esta manera todo el espacio del kindergarten se entendía como un paisaje del aprendizaje, donde los niños se desarrollaran jugando en contacto con la naturaleza.
Mas allá del paisaje, Froebel y el movimiento moderno
Resulta interesante observar obras creadas posteriormente que expresan ideas subyacentes en las actividades lúdicas desarrolladas por Froebel en sus Jardines Infantiles. Norman Brosterman en su libro Inventing KINDERGARTEN propone que una de las semillas del movimiento moderno fue el jardín infantil, ya que la infancia de los modernistas y su público coincidió con el desarrollo y la adopción generalizada de este sistema educativo. Para el autor, el jardín infantil fue un “sistema radical de educación que fue un catalizador en la explosión del pasado cultural y la reestructuración de la panoplia intelectual resultante con una nueva visión del mundo.”¹
Brosterman sostiene que el jardín infantil es una fuerza internacional que no se menciona entre los orígenes del movimiento moderno, y que ocasionalmente se alude como influencia en los pioneros. Para comprobar la relación entre los jardines infantiles y el movimiento moderno revisa ejercicios realizados por los niños en el sistema educativo de los primeros y los presenta junto al arte y la arquitectura desarrollada por los segundos. Con esto constata el paralelismo de ellas y demuestra las repercusiones del jardín infantil en los diferentes niveles culturales.
El paisaje escolar en Chile, hacia un paisaje del aprendizaje
Hoy la educación en Chile se encuentra en crisis, todos lo sabemos. El paradigma de la educación con la tecnología ha cambiado rotundamente y las escuelas parecen anacrónicas a nuestro tiempo, no sabemos bien para que estamos educando, los resultados académicos son alarmantes, el tedio y la violencia al interior de las escuelas es una realidad y los índices de obesidad infantil aumentan progresivamente cada año. La lista es infinita. Y la tarea de revertir esta situación es una tarea de nuestra sociedad, no solo de los profesores, por eso resulta urgente repensar la escuela desde las diferentes profesiones.
Ya en la década de los cuarenta, Gabriela Mistral pedía crear una “Casa escolar humanizada”, criticaba a los “colegios frígidos, lineares desde los bancos a los uniformes, calvos de cualquier gracia”² y pedía crear espacios íntimos que acogieran a cada niño, un espacio de lo propio, lo querido y lo tierno. Lugares que acogieran la mitología que cada niño trae y que de lugar a sus sueños.
Hoy, es importante generar un diálogo común entre educadores, paisajistas y arquitectos, para entender los espacios de la escuela como un tercer profesor³ y así diseñar lugares que motiven el desarrollo de los estudiantes, de su creatividad e imaginación, con el fin de generar nuevos conocimientos de manera exploratoria, donde la espontaneidad y lo fortuito toman lugar. Debemos dejar de pensar el paisaje escolar como un paisaje de contrastes con espacios definidos para tareas determinadas, es importante entender el espacio escolar como una unidad, un paisaje del aprendizaje, que tiene por fin acoger las necesidades y motivar el desarrollo de los niños y sus familias, de sus profesores, creando lugares donde los usos se superponen y dan lugar a hechos indeterminados.
Bibliografía
¹ BROSTERMAN, N. Inventing Kindergarten. Nueva York, Harry N. Abrams, 1997.
² MISTRAL, G. La casa escolar humanizada, en Caminando se Siembra (prosas inéditas, selección de Luis Vargas) Lumen.
³ Concepto desarrollado por Loris Malaguzzi para explicar que los niños también se desarrollan a través de la interacciones que sostienen con el medio que los rodea.
Referencia Imágenes:
* Fundación Patio Vivo.