El paisaje como proyección cultural sobre el territorio: el río Maullín que estamos creando es un reflejo de nosotros mismos
Andrés Riveros Cristoffanini, director de Planificación y Diseño de Paisaje de la Fundación Legado Chile, nos comparte esta columna de opinión en la que un entendimiento en que actos humanos también impactan el paisaje, nos sitúa como responsables directos del paisaje que habitamos. En este sentido, la pregunta -dice- es si somos coherentes con lo que se nos ha sido heredado, tanto en términos biológicos como culturales. Hablando específicamente del río Maullín, explica cómo actualmente estamos viendo los efectos de las decisiones que se vienen tomando (y las que no) desde hace más de 10 años en torno al río, especialmente en lo referido a las subdivisiones prediales. «Lo contradictorio es que los nuevos habitantes del río han elegido este lugar justamente por sus amenidades naturales y belleza escénica. ¿Por qué entonces no cuidarlo y fortalecerlo?», comenta, agregando una serie de ideas y consideraciones para tomar la responsabilidad que tenemos como co-creadores y herederos del paisaje río Maullín (del que hacemos parte), integrando mejores prácticas personales, familiares y comunitarias.
Hace unos días tuve la maravillosa oportunidad de visitar una playa. La llegada se hacía por una calle pequeña que terminaba en la misma arena. Hacia un lado la playa era espaciosa, profunda y diversa. Había gente disfrutando, vegetación de diferentes tipos y animales nativos en las inmediaciones. Hacia el otro lado, un edificio llegaba hasta el agua misma, entonces no había playa, ni gente, ni animales -ni belleza-. El espesor de la playa hacía toda la diferencia. Darle espacio al agua, era darle espacio a la vida.
Este incidente me llevó a recapitular sobre cómo entiendo el paisaje. Quizás por el sesgo de mi formación, tengo muy presente que todo elemento edificado es un hecho paisajístico (es decir, que no está aislado, sino que interactúa con el entorno de maneras tangibles e intangibles, y a varias escalas espaciales). Hoy veo además, que todo acto humano es también un hecho paisajístico, dado que también modifica procesos visibles e invisibles, así como la expresión del territorio.
El asunto es que este entendimiento del paisaje, nos sitúa a cada uno como co-creadores y responsables directos del paisaje que habitamos. No podemos escapar de esta condición. Y este sentido de responsabilidad es todavía más profundo y rico, si agregamos la dimensión histórica de los lugares, y nos preguntamos si estamos siendo coherentes con lo que nos ha sido heredado, tanto en términos biológicos como culturales.
Entonces, recordé nuestro 2do encuentro entre vecinas y vecinos del río Maullín y la pregunta central de aquella jornada: ¿Cómo conciliamos el habitar humano con la conservación de la naturaleza? En dicha oportunidad presentamos algunos resultados sobre investigaciones ecológicas que veníamos haciendo en el río, en cuanto a la calidad de agua, vegetación presente y fauna asociada al río Maullín; luego, fundación Esporas comentó sobre buenas prácticas que han impulsado para un habitar más consciente en la ruralidad; y, finalmente, hicimos trabajo por grupos para problematizar al respecto y activar la inteligencia colectiva, de cara a nuevas soluciones y compromisos. Éramos unas 60 personas.
Esa noche fue para mí una celebración. Llena de ideas, buenas intenciones, información depurada y escucha profunda. Sin embargo, también nos dimos cuenta de que recién hoy, estamos viendo los efectos de las decisiones que se vienen tomando (y las que no) desde hace más de 10 años en torno al río, especialmente en lo referido a las subdivisiones prediales: las transformaciones de la ribera del Maullín se están acelerando (cada parcela quiere hacer “su salida al agua”), y con ello, ocurre la fragmentación del bosque ribereño (del mismísimo Hualve!) y la debilitación del hábitat y corredor biológico que es el Maullín. Sumémosle a esto, las perturbaciones que derivan de los animales domésticos, ruidos, residuos, iluminación, aguas servidas… Es decir, el río Maullín, Santuario de la Naturaleza, fuente vida y diversidad, está siendo presionado. Lo contradictorio es que los nuevos habitantes del río han elegido este lugar justamente por sus amenidades naturales y belleza escénica. ¿Por qué entonces no cuidarlo y fortalecerlo?
En ese sentido, la invitación que hacemos hoy es a tomar la responsabilidad que tenemos como co-creadores y herederos del paisaje río Maullín (del que hacemos parte), integrando mejores prácticas personales, familiares y comunitarias. La situación es urgente, no hay tiempo que perder. Tampoco podemos darnos el lujo de que otros lo resuelvan, ni de esperar nuevos Instrumentos de Planificación Territorial o leyes que se encarguen. Es por ello que aquí compartimos algunas de las ideas que surgieron en aquella oportunidad para que pongamos en acción:
- Emplazar la casa y todas las construcciones alejadas del río, procurando que el bosque se mantenga libre, salvaje y continuo a lo largo de sus 85 km de extensión. Si bien el ancho de protección es variable según los objetivos de conservación, en el caso del río Maullín toma especial sentido que mantenga su cualidad de corredor biológico. En la guía “Conservation buffers: design guidelines for buffers, corridors, and greenways” (Bentrup, 2008) describe que para mamíferos medianos se requieren 100 mt. de ancho, lo que podría resultar consistente para el pudú (Pudu pudu), el huillín (Lontra provocax) y la huiña (Leopardus guigna).
- Conservar y/o restaurar el bosque ribereño. Si no está en buenas condiciones, ayudarlo a regenerarse.
- Promover y aplicar un manejo responsable de nuestros animales domésticos, manteniéndolos lejos del río. Se ha observado que la presencia de nuestros perros y gatos, reduce en un 60% la presencia de fauna nativa, a la vez que propagan enfermedades para las cuales no están adaptados los animales silvestres, especialmente el huillín, especie ícono del ecosistema.
- La iluminación también es un factor de contaminación ambiental del que se habla poco, y sin embargo, es de gran importancia. Altera las conductas, la depredación y el hábitat de la fauna silvestre, sobre todo nocturna. Evitar iluminar el arbolado y cuerpos de agua, especialmente el borde río y para que puedan ser utilizados como sitios de nidificación o madrigueras.
- Las aguas servidas tienen un efecto acumulativo que finalmente se concentra en el río Maullín. Contar con una solución sanitaria que devuelva las aguas sin contaminantes al entorno. Hoy existen diversas alternativas de las que se puede hacer uso.
- Denunciar ante la tala de bosque ribereño, modificación de cauces y vertimientos de basura (CONAF, Dirección General de Aguas y Seremi de Medio Ambiente; respectivamente).
A nivel comunitario, la invitación es a trabajar juntos como vecinos, compartiendo experiencias y acordando estándares de convivencia compatibles con las funciones y atributos naturales del río Maullín. Estos estándares pueden considerar:
- Mantener el bosque ribereño libre de todo tipo de intervenciones, creando áreas protegidas y de uso compartido en torno al río Maullín y otros espacios de alto valor natural.
- Minimizar y agrupar las superficies edificables del loteo lejos del río.
- Incorporar, en los reglamentos de cada loteo, prácticas para minimizar el impacto de cada parcela (relacionadas con la gestión de residuos, tenencia de mascotas, iluminación, ruido, entre otros).
- Acordar políticas internas de cuidado de la naturaleza, incluyendo sanciones claras, especialmente si se afecta el borde río, ya sea por tala, floreo o raleo del bosque y sotobosques.
- Utilizar instrumentos legales para asegurar el cuidado de la naturaleza a largo plazo, como por ejemplo, por medio de servidumbres y el uso del Derecho Real de Conservación.
- Hacer uso de los espacios verdes comunes para realizar actividades comunitarias y así propiciar un vínculo directo entre vecinas y vecinos, y el lugar, además de aprender sobre conservación de la naturaleza y prácticas más conscientes de habitar.
Aún tenemos la oportunidad de conservar el río Maullín; tomemos el desafío de cuidarlo. Al hacerlo, nos cuidamos a nosotros mismos como personas y también como comunidad y cultura. Pensemos en ésto ¿Qué paisaje estoy reflejando sobre el Río Maullín con mis acciones, omisiones y obras? ¿Qué tipo de borde río estoy favoreciendo: uno abierto, continuo y salvaje, o uno fragmentado, artificial y humanizado? y ¿Cuál es el río que estoy heredando a quienes me sucederán? ¡Dale una mano al Maullín!
Referencias:
- Bentrup, G. (2008). Zonas de amortiguamiento para conservación: lineamientos para diseño de zonas de amortiguamiento, corredores y vías verdes.
Anexos:
- Revive el Encuentro aquí.
- Documental: «Lontra Provocax: tras las huellas del gato de río«
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