Podemos encontrarla en los bosques nativos del sur de Chile, deslizándose ágil y evasivamente entre los troncos y ramas de grandes árboles centenarios como el roble o el coigüe, que le dan un soporte físico para enrollarse. Emerge desde la espesura vegetal del paisaje, culminando en una hermosa flor que destaca por sus colores intensos y sus formas peculiares. 

Copihues (Lapageria rosea). Créditos: ©James Gaither
Copihues (Lapageria rosea).

El copihue (Lapageria rosea) es una enredadera endémica de Chile perteneciente a la familia de las liliáceas, que crece en las profundidades de los bosques de la cordillera de la costa y la precordillera andina, entre las regiones de Valparaíso y Los Lagos. Es un arbusto muy ramificado, siempreverde, que puede llegar a medir hasta 6 metros de altura, y posee unas hermosas flores muy vistosas de tonalidades rojas, rosadas, blancas e incluso moradas; que alcanzan un gran tamaño de hasta 10 centímetros de largo y que florecen dos veces al año. Además, tiene unos frutos, denominados pepinos, que presentan una pulpa suave y dulce que es comestible.

A pesar de que su rango de distribución va desde la Región de Valparaíso hasta la Región de Los Lagos, es una especie sumamente escasa y amenazada en las regiones de Valparaíso y O’Higgins debido a la sequía y el cambio del uso de suelo. Sin embargo, es una especie bastante abundante en el resto de su distribución.  

Cabe mencionar que esta trepadora es muy cultivada en Chile y en el mundo, principalmente por su altísimo valor ornamental, con sus flores que destacan por su forma acampanada y sus colores que van desde el rojo hasta el blanco, pasando por todas sus tonalidades intermedias. 

Copihues (Lapageria rosea). Créditos: ©Eric Chait Mujica
Copihues (Lapageria rosea). Créditos: ©Eric Chait Mujica

No es de extrañar que el copihue haya atraído la atención de los inmigrantes europeos durante la época de la colonia que, encantados con la belleza de sus flores, introdujeron variedades de esta hermosa planta en los más grandes jardines de Europa y los Estados Unidos, donde se cultivan hasta hoy. De hecho, entre las mejores colecciones de copihue en el mundo se encuentran las de The Royal Botanic Gardens, en Kew, Inglaterra, y la del Jardín Botánico de la Universidad de California, en Berkeley, Estados Unidos. 

Vale decir que los usos del copihue son principalmente decorativos, sin embargo, también es comestible y sus raíces se utilizan por parte de la medicina popular para tratar ciertas afecciones como la gota y el reumatismo. Sus frutos, conocidos como pepinos, son dulces y suaves y se venden en algunos pueblos del sur de Chile. 

“Grandes naturalistas como Hooker, cuando la vieron, dijeron que estaban seguros de que se iba a transformar en una de las plantas más cultivadas en Europa. Y es así, en muchos jardines botánicos de Europa se planta y se cultiva principalmente con fines estéticos, pero el frutito igual se puede comer. Dicen que es súper rico y en la medicina mapuche también se utilizaba”, agrega Ricardo Segovia, Doctor en Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Chile e investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB).

Copihues (Lapageria rosea). Créditos: ©Eric Chait Mujica
Copihues (Lapageria rosea). Créditos: ©Eric Chait Mujica

Un ciclo vital lleno de interacciones biológicas

Quizás lo más característico e interesante que tiene esta especie es su ciclo biológico, pues interactúa con, por lo menos, dos especies diferentes durante este proceso, sin las cuales no podría desarrollarse. 

En primer lugar, el copihue es polinizado casi exclusivamente por el picaflor chico (Sephanoides sephaniodes), el polinizador vertebrado más importante y abundante de los bosques templados sub-antárticos de Chile, que además, es el único de casi el 20% de las plantas leñosas de la zona. Sin el picaflor chico, la sobrevivencia del copihue, así como de muchas otras especies leñosas, se vería fuertemente amenazada.

“El principal polinizador del copihue es el picaflor común, que es un ave endémica de Chile y Argentina, lo cual es el principal motivo por el cual esta planta no se reproduce en forma natural en ninguna otra parte del mundo. Y otro de sus principales polinizadores naturales es el moscardón o abejorro chileno, que en la actualidad se encuentra en peligro de extinción”, puntualiza Segovia. 

Al mismo tiempo, estudios filogenéticos señalan que la floración del copihue en otoño, puede estar relacionada con la capacidad del picaflor chico para la termorregulación (estar activo a bajas temperaturas), que le permite actuar como polinizador durante el invierno. 

Copihues (Lapageria rosea). Créditos: ©Eric Chait Mujica
Copihues (Lapageria rosea). Créditos: ©Eric Chait Mujica

Por otro lado, los copihues generan una increíble relación simbiótica con los árboles con los que cohabitan, ya que son enredaderas que crecen y se enroscan sobre los troncos y ramas de árboles grandes, que le dan un soporte físico para enrollarse en ellas, además de protección contra el sol directo y las heladas. 

Sin embargo, al contrario de lo que uno podría pensar, el copihue no es el único beneficiado de esta interacción. Por un lado, la rama del copihue crece dentro de lo posible en forma vertical, compitiendo muy poco con la planta que la soporta. Mientras que por el otro, aporta firmeza a las ramas donde trepa. 

Asimismo, la maraña que forma con las raíces y los tallos ayuda a la mantención de la capa vegetal, por lo tanto, contribuye mejorando la fertilidad del terreno.

La historia de la Flor Nacional de Chile

Copihues (Lapageria rosea). Créditos: ©Eric Chait Mujica
Copihues (Lapageria rosea). Créditos: ©Eric Chait Mujica

Debido a su belleza y su gran presencia en los bosques chilenos, el copihue ha sido históricamente considerado por la tradición tanto oral como escrita, la flor simbólica de la nacionalidad chilena. Sin embargo, no fue hasta el 20 de enero de 1977 que fue declarada como la Flor Nacional de Chile bajo el decreto N°62 del Ministerio del Interior. 

Lo cierto es que esta hermosa enredadera es una parte importante de la cultura chilena, así como para nuestras culturas originarias, que se han inspirado en sus coloridos y sus formas para dar vida a innumerables leyendas, obras literarias y canciones.

Para el pueblo mapuche, esta flor es considerada un símbolo de amor y de lucha y resalta como una de sus plantas sagradas. Desde antes de la época de la conquista los guerreros araucanos la veneraban como un emblema de valor y libertad, así como los jóvenes la veían como el espíritu tutelar de sus amores. Vale decir que el copihue era utilizado en la ceremonia nupcial como adorno en el banquete, que generalmente se realizaba luego del rapto de la novia y previa reconciliación pactada por el Werkén. 

Copihues (Lapageria rosea). Créditos: ©James Gaither
Copihues (Lapageria rosea).

Por otro lado, el copihue también se convirtió en una parte importante de la identidad y cultura chilena, siendo la flor más emblemática del territorio nacional. Cuentan los historiadores que antiguamente era una de las flores más abundantes en los campos chilenos y era parte esencial de las celebraciones y el folklore. Era común verlas en las fiestas campesinas usadas como adorno y la venta de ramos en los pueblos y carreteras. 

Sin embargo, la flor de copihue llegó a ser tan demandada, que el 1 de abril de 1971 fue declarada en grave peligro de extinción por el Ministerio de Agricultura y se generó el decreto N°129, el cual prohíbe la corta parcial o total, arranque, transporte y comercialización de plantas y flores de esta especie.

Así lo indica el Dr. Ricardo Segovia: “Más allá del valor estético, el decreto se firmó porque el copihue, como es una planta muy ornamental, estaba sujeto a mucha explotación para vender ramos de flores y llegó a estar en peligro de extinción. Entonces se hizo con la intención de protegerla”. 

Copihues (Lapageria rosea). Créditos: ©James Gaither
Copihues (Lapageria rosea). Créditos: ©James Gaither

Gracias a esta medida, durante las últimas décadas las poblaciones de copihue se han recuperado de la corta desmedida. A partir de 1985 se volvió a permitir el transporte, tenencia y comercialización de plantas y flores de copihue, pero solo las que provengan de viveros o criaderos de plantas registrados en el Servicio Agrícola Ganadero (SAG).

Pese a lo anterior, la flor en la actualidad tiene un nuevo e impensado enemigo: la sequía. Se trata de una especie que necesita agua y mucha humedad, por lo que sus poblaciones se ven muy afectadas por la sequía y el cambio climático. Esta es una de las principales razones por las que las poblaciones de copihue en la regiones de Valparaíso y O’Higgins se han visto reducidas en los últimos años, además del desarrollo inmobiliario y el cambio de uso de suelo. 

Así lo indica Eric Chait Mujica, uno de los mayores especialistas de esta especie y coautor del libro «El Copihue, la flor nacional de Chile»: “Es muy escaso en la Quinta Región y tiene grandes posibilidades de desaparecer en los próximos años. Quedan alrededor de 3 copihueras en la región. Pero en el sur es más abundante debido a la humedad y la temperatura”.

Cabe destacar que las principales amenazas a las que se enfrenta el copihue son, por una parte, la sequía y el cambio climático, y por otra, la fragmentación del hábitat y el cambio de uso de suelo y la extracción indiscriminada de flores. Desde su nacimiento, la enredadera tarda cerca de 10 años en dar un copihue, por lo que esta planta es sumamente frágil ante la extracción indiscriminada de flores. 

Copihues (Lapageria rosea). Créditos: ©Eric Chait Mujica
Copihues (Lapageria rosea). Créditos: ©Eric Chait Mujica

Por otra parte, la fragmentación del hábitat afecta negativamente al copihue reduciendo la cantidad y calidad de sus semillas.Además, vale decir que la reducción de los tamaños poblacionales de los copihues provoca endogamia, lo que afecta directamente a la viabilidad y capacidad germinativa de las semillas.

Actualmente, esta especie no cuenta con una clasificación de estado de conservación, sin embargo, sigue siendo una especie protegida por ley, estando prohibida su corta en poblaciones naturales. 

“El copihue es una flor admirada tanto por mapuches como por chilenos y representa la cultura chilena, por eso es el principal símbolo patrio”, agrega el especialista en el cultivo de copihues.

El copihue en la leyenda mapuche: la leyenda del copihue

Copihues (Lapageria rosea). Créditos: ©Eric Chait Mujica
Copihues (Lapageria rosea). Créditos: ©Eric Chait Mujica

Cuenta la leyenda, que una hermosa joven mapuche llamada Rayén, estaba enamorada de un valiente guerrero de la comunidad llamado Maitú. Ellos estaban comprometidos en matrimonio desde que eran pequeños. 

Un día de primavera, Maitú se fue a defender a su comunidad con el resto de los guerreros a orillas del río Toltén. Rayén quedó muy triste, y corrió hacia la Araucaria más alta del lugar, para observar desde allí cómo combatían los guerreros y esperar a su amado Maitú. Cada día que pasaba Rayén subía a la araucaria y por la noche regresaba a su ruca pensando en el valiente guerrero. 

Una mañana, vio volver al grupo de combatientes, sin embargo Maitú no aparecía ante sus ojos, entonces comprendió que ya no lo vería más. Angustiada y triste se fue al bosque a llorar su pena. Cada una de sus lágrimas se transformaba en hermosas flores de sangre que rodeaban pequeños árboles juntas se agruparon y le dijeron al oído: Rayén, tus lágrimas nos dieron vida, nosotros te daremos alegría, ven recuéstate a nuestro lado. 

Entonces, Rayén se recostó en una alfombra roja de hermosas flores, y partió al encuentro de Maitú. Desde aquel día en la Araucanía y el sur de nuestro país, florecen los copihues recordando al valiente guerrero y el amor de una hermosa joven mapuche.

El copihue y los enamorados

Ilustración Copihues (Lapageria rosea). Créditos: ©Biodiversity Heritage Library
Ilustración Copihues (Lapageria rosea). Créditos: ©Biodiversity Heritage Library

Hace muchos años, cuando en Chile la tierra de Arauco era habitada por pehuenches y mapuches, vivía una hermosa princesa, llamada Hues, y un vigoroso príncipe pehuenche, cuyo nombre era Copih.

Pero, lamentablemente, sus tribus estaban enemistadas a muerte. El mayor de los problemas era que Copih y Hues se amaban y para verse sólo podían encontrarse en lugares secretos. 

Sin embargo, un día los padres de ambos se enteraron y se enfurecieron… y no se quedaron de brazos cruzados.  Copiñiel, el jefe de los pehuenches y padre de Copih, y Nahuel, jefe mapuche y padre de Hues, se fueron cada uno por su lado hasta la laguna donde ambos enamorados se encontraban.

El padre de Hues, cuando vio a su hija abrazándose con el pehuenche, arrojó su lanza contra Copih y le atravesó el corazón. Tras esto, el príncipe pehuenche se hundió en las aguas de la laguna. El jefe Copiñiel no se quedó atrás e hizo lo mismo con la princesa, la que también desapareció en las aguas de la laguna.

Ambas tribus lloraron por mucho tiempo. Y cuando pasó un año, los pehuenches y mapuches se reunieron en la laguna para recordarlos. Llegaron de noche y durmieron en la orilla. 

Al amanecer, vieron en el centro de la laguna un suceso inexplicable. Del fondo de las aguas surgían dos lanzas entrecruzadas. Una enredadera las enlazaba, y de ella colgaban dos grandes flores de forma alargada: una roja como la sangre y otra blanca como la nieve. 

Así, las tribus enemistadas comprendieron lo que sucedía. Se reconciliaron y decidieron llamar a la flor “copihue”, que es la unión de Copih y de Hues.

Infografía por Amelia Ortúzar
3 Comentarios

3 Comentarios

  1. Marcela Encina

    Ignacio Verdugo Cavada, mi abuelo materno, autor del Poema «Copihue Rojo»

  2. Ricardo Pardo

    Hermoso trabajo…felicitaciones al autor.
    Me ayudará a crear algún proyecto para homenajear el copihue.

  3. Eduardo San Martín Urrejola

    Desde chico entre quilas y olivillos y arrayanes buscabamos copihues en el fundo de mi madre en PEHUEN Lebu Arauco

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