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El chileno Ignacio Walker y su estreno en Santiago Wild: “El tiburón ballena pasa a ser una divinidad”
Tras 4 años de producción, llega a Chile el estreno de “Her Shark Story”, el primer largometraje dirigido y producido por el cinematógrafo Ignacio Walker. Luego de haber trabajado para importantes y famosas producciones internacionales para BBC, Netflix y CNN, Ignacio se aventuró por un proyecto enfocado en la historia de Sofía y Jonathan Green, padre e hija que se reúnen para salvar al tiburón ballena, el más grande del mundo, en las islas Galápagos. En esta nota, Ignacio nos comparte su historia, motivaciones y el trabajo grupal que lo llevaron a desarrollar este particular documental, nominado en la competencia internacional del Festival de Cine Santiago Wild, y que tendrá un único estreno nacional en pantalla grande para la Noche Tiburón, junto a una entrevista al director. Aquí más detalles.
Bajo el agua de la isla Darwin, en las Galápagos, nadaban cinco buzos. Cada uno tenía su propia misión. Tres científicos tenían como objetivo recopilar información sobre el tiburón ballena (Rhincodon typus), el más grande del mundo, sumados al guía del parque. Junto a ellos, el cinematógrafo chileno Ignacio Walker tenía bien afirmada su cámara, expectante.
Iban equipados con un cascabel que tenía dos únicas funciones: indicar que algo está pasando bajo el agua o que hay un tiburón ballena a la vista. Uno de los presentes hace sonar el instrumento, escuchándose claro. Ignacio prestó atención a la señal. Esta vez, había que nadar rápido para ver el tiburón.

“Cuando un tiburón del porte de un bus con una boca que llega a medir dos metros de ancho nada hacia ti y pesa muchas toneladas, estás con el corazón que se te sale”, aclara Ignacio, quien también es buzo profesional, emocionado por su recuerdo, “pero al mismo tiempo estás buceando, hay que mantener la calma. Sino se te acaba el aire”.
Junto a él, los científicos parecían estar acostumbrados a esa magnificencia, estando tan tranquilos como si fueran peces en el agua. Entre ellos estaban Jonathan y Sofía Green, padre e hija cuya historia de reencuentro, inspirada por la conservación de esta enigmática especie, era lo que buscaba retratar el cineasta chileno.

Tras cuatro años de trabajo, esa historia ve la luz en Her Shark Story, el primer documental dirigido y producido por Ignacio Walker, realizado por un destacado equipo de Chile, Estados Unidos, Ecuador, Hungría e Inglaterra. “Tuve la suerte de rodearme de un equipo muy talentoso de personas que me ayudaron a contar la historia, porque aquí no es mi documental, es nuestro documental”, aclara él.
El camino a Her Shark Story
“Tengo el recuerdo muy fuertemente grabado de la primera vez que entré al mar con máscara de buceo”, asegura Ignacio. Era niño, en alguna playa de la Región de Valparaíso, junto a sus primos. “Yo no me atrevía, pero salté de las rocas al mar y vi un mundo que era completamente ajeno a nada que hubiera visto jamás en mi vida. Lo primero que hice fue salir corriendo. Era como otro planeta, como algo alienígena que me generaba fascinación. Eso me llevó a volver a intentarlo”, explica.
Con el tiempo, este mundo que parecía hostil y diferente se transformó en un ambiente de aprendizaje. “Me llamaba, me invitaba y fui aprendiendo habilidades como bucear o aguantar la respiración”, dice. Se hizo buzo profesional, actualmente con una certificación Divemaster. En paralelo, empezó a usar la cámara de su papá. La llevaba a la playa y grababa cortometrajes saltando al agua a fines de los 90’ junto a sus primos. Pero no la podía meter al agua.

“Me gusta inventar cosas. Siempre fantaseamos con mis primos en hacer una bolsa, poner la cámara en la bolsa y meterla bajo el agua. Una vez hicimos un refugio, que era una bolsa submarina con una red, como una reja gigante, que tenía un muerto. Eso es un peso muerto que usan las boyas de las caletas. No sé cómo no nos morimos ahogados. Nunca pude meter esa cámara bajo el agua, pero sí tenía la fantasía de meter una cámara bajo el agua”, recuerda.
Con el tiempo, Ignacio entró a estudiar dirección de Fotografía y Cámara en la Escuela de Cine de Chile. Por el 2006 tuvo que grabar su primer documental y decidió centrarlo en la isla de los pingüinos de Cachagua. Ahí un amigo lo ayudó a cumplir su sueño de meter la cámara bajo el agua gracias a una bolsa especializada para aquello. Entonces, empezó a mezclar el buceo y la filmación, hasta que en 2011 mandó a hacer su primera carcaza submarina.
En paralelo, siempre ha sido un amante del cine. Dice que Jurassic Park le cambió la vida. Y que los documentales de naturaleza que emitían en la televisión lo llevaban a fantasear con estar 30 días solo observando animales, solo esperando su movimiento. Fue su pasión en el cine, su amor por la naturaleza y el arte de usar la tecnología lo que lo motivó a acercar el desconocido mundo salvaje del que él era tan apasionado a las personas. El fin era abrir fronteras para las personas que no tienen acceso a esos lugares.

“Siempre me encantó la idea del cine como herramienta para acercar a la gente a lugares inaccesibles. Esto también incluía producciones de ficción, como Indiana Jones, que me parecía fascinante. Cuando uno es chico y ve esto, no sabe realmente dónde empieza la realidad y termina la ficción. Por eso me encantó el mundo de los animales”, explica Ignacio.
Así, empezó a tocar puertas y logró ser parte de diferentes producciones internacionales. Participó en Our Planet, serie narrada por David Atemborough de la BBC (2019); en Patagonia: Life at the edge of the world, narrada por Pedro Pascal de CNN (2022); Our great National Parks, de Netflix, nominada a un Emmy y narrada por Barack Obama (2022); y Life on Our Planet, de Netflix, producida por Steven Spielberg y narrada por Morgan Freeman (2023).
Entre ellas, Ignacio cuenta que Our Planet marcó un antes y después en su vida, ya que fue la primera vez que pudo trabajar como camarógrafo en una de estas grandes producciones. Esa vez también tuvo la oportunidad de filmar bajo el agua en una producción profesional.

“Trabajé por 10 años en producciones internacionales de cine de naturaleza y entre medio trabajé en películas. Viví en Los Ángeles 3 años. Siempre tuve una única aprensión, que era que las películas de conservación, o de animales, tienen una vocación muy importante de llevar un mensaje a personas que no tienen acceso a esas cosas, pero estaban llegando a un público muy de nicho (…). Entonces sentía que el cambio que deberíamos estar logrando, no está cruzando esa línea que desesperadamente necesitamos, que es básicamente llevar un mensaje de conservación a gente que no le importa”, explica Ignacio.
En ese contexto, llegan Sofía, su padre y los tiburones ballena. “Yo siempre he dirigido varias cosas y he sido camarógrafo de series increíbles, me gusta mucho. Es un honor dirigir esas series, pero que te den el espacio como chileno es difícil. Para romper ese espacio hay que ser un poco autodidacta, y uno siempre tiene observaciones (…). Entonces, para mí como cineasta era importante dar a conocer mi propia voz; contar una historia a mi manera. Quería trabajar una historia que no se tratara de animales, pero en donde los animales sí fueran parte central del relato. Entonces salí a buscar la historia”, aclara.
Encontrar una historia humana
Her Shark Story no es la historia del tiburón ballena. Es una historia humana, en la que, a través de las personas, uno se enamora del animal. “Algo a veces agotador para uno en la industria es ver constantemente cosas de conservación en la que no queda más por hacer. Es desafiante buscar nuevos enfoques”, dice Ignacio.

En ese sentido, el primer desafío al plantearse hacer este largometraje era encontrar una historia humana que tuviera una fuerte relación con la naturaleza. Ignacio buscó por meses, hasta que un amigo ecuatoriano le contó que no encontró solo la historia de una persona con un animal, sino que eran dos personas. Particularmente, era la historia de Sofía, quien se reencuentra con su padre ausente en la infancia mientras ambos buscan al animal más grande del mundo.
Con eso, Ignacio estaba listo.
Pero Sofía no respondió por tres meses. “La película duró 4 años de producción, es un proceso duro de aire y desaire. Estás inspirado un día y sientes que después no va a funcionar (…). Finalmente hablo con Sofía y Jonathan, les cuento de nuestra intención de que, en el fondo, era súper importante que el documental se trate de ellos y no del tiburón. A través de ellos, nosotros nos vamos a enamorar del tiburón ballena”, asegura Ignacio.


En el proceso, Ignacio fue tanteando terreno sobre qué tanto conocían sus cercanos y conocidos al tiburón ballena. Pocos podían nombrar al menos cinco especies de tiburón. El ballena en particular, a pesar de ser el más grande del mundo, no recibía mucha mención. “Me di cuenta de que el tiburón ballena no era la venta porque nadie lo conoce. La venta reafirma la historia de Sofía con Jonathan. El tiburón se transforma en mi sorpresa. Te vengo a mostrar algo que no sabías que existía y por eso es tan importante. Parece un animal mítico”, explica.
La filmación
La isla Darwin está a más de 300 km al norte de Puerto Ayora, en Galápagos. Son dos días de navegación para llegar allí. Tiene la característica de recibir a los tiburones ballena más grandes del mundo, al llegar ejemplares adultos al lugar. Es decir, en esta zona es posible encontrar ejemplares que superan los 10 metros, ya que esta especie puede llegar a medir unos 18 metros en total.

“Darwin es el lugar en el mundo donde el 99% de los tiburones ballena que pasan son hembras, la mayoría adultos. Nosotros vimos de hasta 14 metros. Lo curioso es que van con la boca cerrada, no están comiendo. No hay grandes afloraciones de comida en la zona. La teoría es que van a tener sus crías, es parte del misterio del documental”, explica Ignacio, agregando que lograron ver 18 ejemplares.
Efectivamente, la expedición científica a esta isla es parte importante del desarrollo de la historia de este largometraje. Y formó parte de las cuatro visitas que se hicieron a las Galápagos, dentro de las cuales hubo dos expediciones: al norte, en isla Darwin; y al sur, en la mitad del océano.

Denis Arqueros, coproductor de la película, quien trabajó con Ignacio en la producción yendo a grabar a Ecuador, comenta: “Fue un viaje tremendo y muy desafiante. Ya habíamos trabajado antes en las Islas Galápagos, hace algunos años, y tuvimos la suerte de conocer este lugar como pocos. Desde entonces siempre quise hacer un largometraje documental ahí, así que este proyecto se convirtió en una misión personal para mí. Las Galápagos son un lugar increíble que merece todos los esfuerzos posibles para protegerlo. Poder mostrar estos paisajes, sus animales únicos y las personas que trabajan tan duro para cuidarlos, ya de por sí es un sueño cumplido. Además, conocer a Sofía y Jonathan, su trabajo y las experiencias que han vivido fue algo que me dejó aprendizajes para toda la vida, y espero que eso también se refleje en la película”.

Particularmente, bucear en isla Darwin era un desafío al ser considerado un lugar peligroso para la actividad. Por ello iban con equipo de seguridad, incluyendo un GPS; una salchicha vertical, que se infla para mostrar el punto donde se está en el océano; y un tanque de oxígeno de emergencia por persona. Por otro lado, Jonathan, el papá de Sofía, se sabía al revés y al derecho las corrientes, encargándose de la seguridad del equipo. “El documental no se trata de esto, es anecdótico, pero en el fondo, filmar una historia así conlleva muchos riesgos”, asegura Ignacio.
Mientras él se sumergía, Denis grababa desde arriba. Por ello logró captar los momentos cuando se emergía del agua. Así fue durante dos semanas. “No hay nada más increíble que estar en este lugar y que te pase de lado este tiburón, realmente salido de Avatar, con estos puntos que parecieran brillar en la oscuridad. Es como ver un espíritu divino. La sensación realmente te transforma y eso se ve en la pantalla grande”, dice Ignacio.

Esa fue la misma sensación que se vivía sobre el agua. Por ejemplo, durante la segunda expedición, con destino al sur, donde fue más desafiante encontrar a las criaturas. Denis recuerda: “Hubo muchos momentos en que la incertidumbre fue creciendo; uno de esos días volé en la avioneta para rastrear el mar desde el aire. Cuando desde esa perspectiva vimos al tiburón ballena finalmente y le avisamos al equipo de científicos para que se unieran, escuchar su reacción al llegar fue uno de los momentos más emocionantes del rodaje para mí”.



El lado humano
Her Shark Story se va contando desde las miradas de Sofía y Jonathan. Todo empezó, durante un año, en plena pandemia, por reuniones de Zoom en los que ellos contaban su historia. Luego, Ignacio y Denis desarrollaron un guión tentativo estructurando una narración, incluyendo a un tiburón en peligro de extinción y a un padre y una hija que no estuvieron mucho tiempo juntos en su vida.
Primero Ignacio viajó solo a Galápagos a hacer una prueba de cámara. “Puedes tener una historia increíble, pero hay personas a las que les pones una cámara en frente y a veces no son buenos personajes. Con Sofía grabamos las secuencias del documental que salen hacia el final. Ella es lo máximo, un encanto de persona, muy natural en cámara”, explica Ignacio. Luego, hubo más viajes. Algunos fueron solo para grabar entrevistas. Y dos se destinaron a las expediciones.

“Ellos ya habían hecho un par de documentales que hablan del trabajo científico, pero no los vio mucha gente. Aceptaron compartir su historia porque les importa el tiburón ballena y querían darlo a conocer de la manera que fuera posible. Mi compromiso fue que quería hacer algo para la familia. Me importaba mucho que estuvieran contentos con su imagen e hicimos algo que se raramente se hace en el cine, que fue que ambos vieron el documental terminado en sus distintas etapas, teniendo lo que se llama el final cut”, dice Ignacio.
Durante el proceso, Sofía y Jonathan fueron navegando su historia a medida de que se filmaba el documental. Por ello, se trabajó una historia linda, con un documental familiar y un final feliz e inspirador. Con el trailer, Ignacio dice que ha tenido buena acogida, mostrando a Sofía como una mujer latina empoderada que rompe las barreras de la ciencia para salvar los océanos, enfocándose en el tiburón ballena que también es una especie de paraguas – es decir, que al protegerla, por extensión se conservan muchas otras especies de su ecosistema- que es más fácil de reconocer.

“Lo lindo es que todos nos podemos identificar con esta historia, porque todos tenemos un papá. Hay algo sanador de la película que nos hace reencontrarnos con eso a través del tiburón más grande del mundo. Entonces, el tiburón ballena pasa a ser también como realmente una divinidad; un símbolo de sanación y reencuentro con la naturaleza y la familia. Y, a través de ese reencuentro, también hay uno con uno mismo”, explica Ignacio.
Así, lo más desafiante de esta película, en comparación a otros trabajos de Ignacio, es justamente el lado humano, al mostrar cómo la conexión con la naturaleza nos reencuentra incluso con nosotros mismos.

“Cuando uno pasa cuatro años de su vida respirando una historia ajena, es imposible no proyectar cosas personales (…). Salí muy enriquecido personalmente de todo este proceso. Me gusta porque a mí no me da miedo decir que es una película con final feliz. Se trata de recorrido. Un amigo me dijo algo muy lindo: Se nota que ese documental es una extensión tuya. Aunque no me gusta decir que es mi documental, porque es de un equipo”, aclara Ignacio.
Así, el documental nace en Chile con la idea de Ignacio y la codirección de Denis Arqueros, con quien tienen una productora y llevan trabajando al menos unos 10 años. En ambos terrenos más fundamentales del documental, ambos viajaron, haciendo sonido, cámara, entrevistas y respaldando el material.

“Con Ignacio llevamos trabajando juntos más de 10 años, así que entendemos muy bien nuestras formas de filmar. En ese sentido fue fácil. Pero cada proyecto es muy distinto al anterior y el principal desafío es entender el mundo al que nos vamos a integrar. Para eso, lo más importante es la comunicación tanto dentro del equipo, como con los científicos, de manera que nuestro trabajo y el de ellos se complementaran para hacer realidad este proyecto”, explica Denis.
Luego, Cristián Donoso fue el productor ejecutivo, ayudando a traer inversionistas extranjeros. Iván Jadresic, compositor chileno, y la Orquesta de Arte de Budapest, realizaron la banda sonora de la película desde Hungría. “Para mí la música tiene un efecto narrativo súper importante. No es solo la orquesta, sino que una melodía que evoluciona conforme pasa el tiempo y las distintas cosas. La música que compuso Iván es preciosa”, aclara Ignacio. Como músicos, también participó el hermano del cineasta, Benjamín Walker, quien compuso dos canciones y canta otra compuesta por Malena Zavala, cantautora argentino-inglesa.

Por otro lado, Barney Revill, director y productor británico de la serie Life on Out Planet, fue coproductor y guionista; y Julie Podolsky, editora estadounidense ganadora de un Emmy, se encargó la edición. “Para mí fue importante que fuera mujer, porque si bien es la historia de Jonathan y Sofía, es más bien desde el punto de vista de Sofía. Julie tejió la película con una sensibilidad espectacular que la elevó a otros niveles”, recalca Ignacio, aludiendo al carácter cinematográfico de la producción.

Festival Santiago Wild 2025
La película es finalista de la competencia internacional de Santiago Wild, en su categoría Guardianes en Acción. Además, es la protagonista de la Noche Tiburón del martes 20 de mayo en Sala K, Santiago. Será su primer estreno en Chile, seguido por una entrevista al director Ignacio Walker.

“La invitación es para todos aquellos que aman la naturaleza, que quieren conocer más sobre las Islas Galápagos y descubrir lugares que no son fáciles de alcanzar. Para quienes quieran ver de cerca a estas criaturas increíbles que son los tiburones ballena, verdaderos dinosaurios de nuestros días, y vivir una aventura en el mar, están todos muy invitados a ver el documental en el festival Santiago Wild”, dice Denis.
“Hay una invitación abiertísima a quien quiera ir. Es en inglés subtitulado. Pero retrata cuatro años muy duros de un trabajo arduo de una de las historias más inspiradoras que he conocido en mi vida. Sobre todo en un mundo en el que cuesta ver la luz, es importante a veces cambiar el prisma y ver que hay gente que se está sacando la cresta por sacar al mundo adelante. Esas son las personas que a uno lo inspiran y a uno lo movilizan a darse cuenta del mundo no está perdido. Es importante mostrar a personas tan inspiradoras como Sofía, que es una mujer que, contra viento y marea, independiente de la historia con su papá, ha sobresalido en el mundo de la ciencia y nos permite inspirarnos con una historia de un animal tan desconocido como lo es el tiburón ballena”, finaliza Ignacio.