El chañar, un oasis en medio del desierto de Atacama
Erguido entre la arena y las montañas, en el inhóspito calor del desierto más árido del mundo, nos encontramos con el Chañar (Geoffroea decorticans), un árbol nativo del norte de Chile que destaca por sus flores amarillas y su fruto dulce y comestible. Así como sobresale por su extraordinaria adaptación al clima árido y su importantísimo rol en los ecosistemas nortinos, ya que sirve como hábitat y alimento para diversas especies, así como contribuye a la retención de agua y la formación de suelo. Sin duda un oasis en medio del desierto. Recientemente, esta especie fue catalogada como vulnerable, lo que prohíbe su tala. A continuación te contamos todo sobre este increíble arbusto y árbol.
El Chañar (Geoffroea decorticans) es un árbol (que también se comporta como arbusto) de la familia de las fabáceas (o leguminosas), caducifolio, que destaca por su extraordinaria adaptación al clima árido, siendo una de las pocas especies nativas de árboles adaptada a las limitantes condiciones del desierto de Atacama. Con una enorme resilencia, puede soportar temperaturas superiores a los 40 ° C.
Tiene un fuste erguido cuando crece aislado, pero cuando crece en bosquecillos es arbustivo. Llega a medir hasta 10 metros de altura con un tronco que puede superar los 40cm de diámetro, su corteza verde amarillenta se desprende longitudinalmente en fajas irregulares, como un plátano, por debajo de las cuales aparece corteza nueva.
Su fruto, dulce y comestible, es una legumbre drupácea, muy carnosa que se usa ancestralmente debido a sus diferentes usos alimenticios y medicinales, así como su madera era usada para carpintería y como leña.
El chañar habita naturalmente una amplia área de la zona centro-sur de Sudamérica, estando presente en el Norte de Argentina, Bolivia y en el Sur de Perú. En Chile, se les encuentra presente en las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta, Atacama y Coquimbo. Sin embargo, se estima que la mayor cantidad de individuos de chañar, están presentes en San Pedro de Atacama (Antofagasta) y en el Valle de Copiapó (Atacama).
La planta destaca por su extraordinaria resilencia y adaptación a climas áridos. Es chañar se reproduce por semillas o por raíces gemíferas, esto quiere decir que posee raíces que le permiten crecer vegetativamente y generar nuevos individuos. Sus raíces llegan hasta más de 7 metros de profundidad y forman un impresionante sistema interconectado entre árboles, lo que le permite formar un bosque de gran densidad, casi impenetrables, que se denominan “chañarales”.
Estos brotes laterales y raíces gemíferas le entregan a la planta una alta capacidad de rebrote cuando el árbol sufre daños por talas o quemaduras, e inclusive tienen la capacidad de crecer rápidamente luego de un incendio forestal. “Es una forma de reproducción súper exitosa porque puede pasar, por ejemplo, un incendio forestal en un bosque de chañar y después, en el futuro, igual se va a regenerar”, señala Roberto Contreras, Doctor en genética y Biología Celular e investigador del Centro Regional de Investigación y Desarrollo Sustentable de Atacama (CRIDESAT) de la Universidad de Atacama.
Así mismo, cabe destacar el importantísimo rol ecológico que cumple el chañar en los ecosistemas nortinos, y es que este árbol, al ser parte de la familia de las leguminosas, aporta nitrógeno y materia orgánica al suelo desértico. “El chañar, al ser una leguminosa, mejora la nutrición del suelo, le aporta materia orgánica, y con ello le va dando vida a insectos y a muchas otras especies, entre ellos el Picaflor de Arica, una especie en peligro de extinción que se alimenta del chañar. Y asimismo, beneficia con ello a otras plantas y también líquenes”, añade el Dr. Contreras.
En tanto, César Pizarro, biólogo en gestión de Recursos Naturales y jefe de la Sección de Conservación de la Biodiversidad del Departamento de Áreas Protegidas de CONAF Atacama, indica: “El chañar es una especie estructural. Las especies estructurales son aquellas que permiten la viabilidad de otras especies en el ecosistema. Por ejemplo, la viabilidad de las aves que se mueven en el desierto, y también de los polinizadores que dependen de estos bosques de chañar para poder reproducirse. Por lo tanto, al disminuir los bosques chañar, se disminuye el hábitat para especies nativas”.
De igual modo, el biólogo destaca la impresionante capacidad del chañar para retener agua gracias a sus raíces: «Uno de los roles ecológicos principales que tiene este árbol, en su forma arbustiva o arbórea, es que sus raíces retienen agua. Al retener agua, permite que haya más humedad en el suelo y que crezcan otras especies de plantas alrededor, lo que es fundamental para la conservación del agua en un ambiente tan árido, y para luchar contra la desertificación».
Usos ancestrales como alimento, medicina y refugio
El chañar puede considerarse como un árbol multipropósito debido a la amplia cantidad de usos que se le ha dado históricamente, los que van más allá de su rol ecológico.
A lo largo de la historia, en los entornos más extremos de la Tierra, los cazadores-recolectores encontraron formas ingeniosas de obtener proteínas y azucares en zonas con recursos vegetales escasos y distribuidos de manera desigual debido a los distintos empates del clima.
El desierto con su limitada disponibilidad de agua no es diferente, es por ello que los pueblos ancestrales aprovechaban lo más posible los oasis que les proporcionaba la naturaleza. Las semillas y frutas, que son comestibles, eran muy valoradas como alimento humano y animal, por lo que eran utilizadas comúnmente tanto para fines culinarios como follaje para el ganado.
“Hay antecedentes arqueológicos que nos dicen que el chañar ha sido consumido por las poblaciones prehispánicas desde el periodo formativo, que data de hace 4000 a 14000 años atrás. Han descubierto material de chañar, semillas, en los lugares donde se guardaba el alimento” añade el investigador de la Universidad de Atacama, Roberto Contreras.
El fruto se usa ampliamente para preparar «arrope» (un extracto dulce parecido a la miel), harina, galletas, mermeladas y jalea, además de chica y aloja de chañar, una bebida alcohólica.
Asimismo, los chañares son ideales “cercos vivientes”, que cortan el viento de manera natural y le entregan abrigo al ganado: generan pasto y en su interior crecen pastos tiernos. Su madera, igualmente, era muy utilizada en la carpintería para hacer muebles y decoraciones, así como se usaba como leña y carbón.
En la medicina popular, el chañar es conocido localmente como una medicina para aliviar el dolor de garganta y la tos por sus propiedades antitusivas, expectorantes, analgésicas y antiinflamatorias. Como indica César Pizarro: “En la gastronomía se hace arrope de chañar, un jarabe que se ocupa mucho en el desierto para personas con problemas respiratorios o para resfríos”.
Diversos estudios han demostrado que el arrope posee efectos antinociceptivos, antitusivos y expectorantes, así como propiedades antioxidantes (polifenoles bioactivos) contra enfermedades asociadas al estrés oxidativo, mediadores inflamatorios y síndrome.
Recientemente categorizado como «vulnerable»
El pasado 12 de noviembre de 2021, se promulgó el Decreto Supremo Nº 44/2021 del Ministerio del Medio Ambiente, que fue publicado en el Diario Oficial el 30 de diciembre de 2021, oficializando la nómina de 100 especies clasificados bajo alguna de las categorías de conservación en el decimoséptimo (17) Proceso de Clasificación de Especies. De esta forma el chañar fue clasificado como categoría de Amenaza Vulnerable (VU) entre las regiones de Arica y Parinacota y de Coquimbo, asociado a su área de distribución.
Este hito se llevó a cabo gracias al trabajo en conjunto del Dr. Roberto Contreras, y profesionales de la Corporación Nacional Forestal y de la SEREMI del Medio Ambiente de la Región de Atacama, entre los que se encontraban César Pizarro y Álvaro Parra, quienes ante la notoria baja en la poblaciones de chañar, presentaron una ficha de antecedentes al proceso de clasificación.
Álvaro Parra, profesional de la Seremi de Medio Ambiente de la región de Atacama, añade: “Nosotros originalmente habíamos categorizado al chañar con distintas categorías de conservación dependiendo de la región, pero el comité estableció que el chañar debía estar catalogado como vulnerable en todo el país. Eso porque el Reglamento de la UICN, que es en donde se basa la clasificación de especies nacional, señala que si una especie está presente en otro país aledaño, siempre puede relocalizarse nuevamente, por eso se baja una categoría. Si nosotros lo queríamos en peligro, como en Argentina igual hay chañar, el comité lo bajo a Vulnerable por recomendación de la UICN. Por eso quedó vulnerable en todo Chile.”
Según el reglamento de Clasificación de especies2 (RCE), en su Artículo 10, define a una especie como «Vulnerable» cuando la mejor evidencia disponible indica que cumple con alguno de los criterios establecidos por la UICN para tal categoría y, por consiguiente, se considera que está enfrentando un riesgo alto de extinción en estado silvestre.
Entre las amenazas que tiene el Chañar se destacan la extracción de agua; la tala y cambios de uso de suelo por actividades agrícolas y parcelaciones; proyectos de inversión como los mineros, energía y acueductos, entre otros; la utilización de su tronco como fuente de madera, leña y carbón; los proyectos inmobiliarios; el sobrepastoreo; y la pérdida de diversidad genética.
Varias son las implicancias de esta categorización, una de las más obvias es que, en general, las especies amenazadas reciben mayor atención por parte del Estado debido a su precaria situación de conservación. Una de ellas es la Ley 20.283 sobre Recuperación del Bosque Nativo y Fomento Forestal, la cual establece la prohibición de corta, eliminación, destrucción o descepado de individuos de las especies vegetales nativas clasificadas que formen parte de un bosque nativo, como asimismo la alteración de su hábitat.
Tal prohibición, así mismo, no afectará a los individuos plantados por el hombre, a menos que dichas plantaciones se hubieren efectuado en cumplimiento de medidas de compensación, reparación o mitigación dispuestas por una resolución de clasificación ambiental u otra autoridad competente. Como señala Álvaro Parra “Como el chañar ahora está tipificado como en estado vulnerable, cada proyecto que impacte de alguna forma a algún bosque de chañar debe realizar un informe de evaluación de impacto ambiental y considerar medidas de compensación, mitigación y reparación para ser aprobado”, indica Álvaro Parra.
Asimismo, añade: “Por otro lado, lo que no ingresa al sistema de evaluación de impacto ambiental, debe cumplir la ley de bosque nativo. La ley de bosque nativo señala que para talar una especie clasificada como vulnerable se debe tener un plan de trabajo de tala aprobado por CONAF, lo que súper difícil. Eso sí, más que la tala de un individuo, lo que la ley protege es el bosque, la formación de bosque. Por eso la gente podría cortar un árbol, un chañar, pero no puede si este forma bosque.”
Este árbol es un icono de la región de Atacama, reconocido por gran parte de los habitantes de la región de Atacama, así como permite sustentar una gran biodiversidad. Es por ello que es de suma relevancia conservar a esta especie.