El ambicioso proyecto de conservación en Estancia Guido para la coexistencia entre la cultura y naturaleza magallánica
Uno de los mayores desafíos que enfrentamos en la actualidad es la convivencia de los humanos con el resto de la biodiversidad. Para avanzar en esa senda, la estancia Cerro Guido, en la Región de Magallanes, impulsa un proyecto que busca crear un modelo de coexistencia entre la ganadería, la conservación de la fauna silvestre y el turismo sustentable. Para ello, una de sus labores consiste en el monitoreo de pumas, un carnívoro nativo que se ha visto involucrado, históricamente, en un conflicto que esta iniciativa pretende erradicar. ¿De qué se trata? Te contamos los detalles en la siguiente nota.
Aunque es enfermera de la Cruz Roja de profesión, su pasión por la naturaleza la transformó hace 18 años en una destacada fotógrafa de vida salvaje.
Nos referimos a Pía Vergara, cuyos viajes a sitios remotos la llevaron a Torres del Paine, en la Región de Magallanes, donde sus salvajes paisajes la cautivaron de tal forma, que decidió nunca más dejar de visitarlos. Fue cosa de tiempo para que comenzara a rastrear pumas, uno de los habitantes más emblemáticos de la zona, siendo así testigo del conflicto de la ganadería con estos carnívoros nativos.
Así nació la idea que se materializó más tarde en el proyecto de Conservación Estancia Cerro Guido, el cual partió a inicios de 2019 con el fin de aportar con un modelo de acción que permita la coexistencia de la actividad ganadera, la conservación de la fauna silvestre y el turismo sustentable de intereses especiales.
Para hacerse una idea, la estancia Cerro Guido es la más grande de la región, cubriendo un área aproximada de 100.000 hectáreas, y colindando al oeste con el Parque Nacional Torres del Paine.
“Este proyecto nace por la búsqueda de una solución a este conflicto histórico entre la ganadería y la vida silvestre, para ponerle fin a la persecución del puma y otras especies. Después de años de conversaciones con gente de la comunidad, me llamaron en 2018 los dueños de la Estancia Cerro Guido, la familia Matetic y Simunovic, quienes se preocupan mucho por la conservación, para invitarme a desarrollar un proyecto para la protección del puma”, relata Pía Vergara, quien se desempeña actualmente como directora de la iniciativa.
De esa forma, Pía comenzó a elaborar una propuesta junto a Diego Araya, partiendo el 17 de enero de 2019 con un grupo pequeño de rastreadores y científicos. ¿La primera tarea? Identificar a los pumas que habitan en la estancia y sus alrededores, a través de cámaras trampas y salidas periódicas a terreno.
Uno de los investigadores del proyecto es el experto en pumas, Nicolás Lagos, quien asegura que “lo que buscamos acá es una vía de coexistencia entre la actividad ganadera y la conservación de la vida silvestre. No buscamos que Cerro Guido se transforme en una estancia de turismo de pumas, sino que la idea es que pueda mantener esta tradición ganadera, que lleva ya más de cien años en Patagonia, y que es parte importante de la cultura y del desarrollo económico local. Pero que a la par, esta actividad pueda hacerse de la mano con la conservación de la vida silvestre, con el puma como un animal icónico, no sólo por su carisma, sino también porque siempre estuvo en el foco mismo del conflicto que se ha generado producto de la interacción entre la especie y la actividad ganadera”.
Pía cuenta que “la estancia Cerro Guido es gigante, y además de esta, incluimos otra estancia que se llama Complejo Torres del Paine que es de la familia también, por lo que serían alrededor de 140 mil hectáreas. Entonces, el primer objetivo fue encontrar estos pumas, que eran más tímidos, y después empezar a verlos en avistamientos directos para ir ganando su confianza”.
Claramente, los resultados no fueron del todo inmediatos.
Transcurrieron alrededor de dos meses cuando obtuvieron el primer video de un puma a través de las cámaras trampa, para luego experimentar el anhelado primer avistamiento directo de una puma junto a sus tres cachorros, los cuales bordeaban los tres meses de edad.
La madre fue bautizada como Raya y sus retoños como Linda, Tristona y Solo, ya que, gracias a las cámaras, pudieron constatar que se trataba de dos hembras y un macho.
“Raya fue nuestra primera puma en avistamiento directo, que estaba con cachorritos de tres meses. Fue indescriptible la felicidad de todo el equipo. Ella era muy tímida, la veíamos a 1 km y nunca podíamos estar más cerca de ella que 500 o 600 metros. A medida que fue pasando el tiempo pudimos ir teniendo más su confianza, pero siempre a distancia”, recuerda la directora del proyecto.
A medida que avanzaba el tiempo, fueron apareciendo más pumas en los distintos monitoreos, por lo que, actualmente, cada individuo tiene su propia ficha de identificación, donde se registran datos de interés, como sus características físicas, conducta, lugares de avistamientos, entre otros.
“Para identificarlos, lo principal es fijarse en cualquier marca individual que puedan tener los pumas, y en ese sentido las cicatrices ayudan mucho, además de la coloración del pelaje y de la nariz o rinario. Igual después de pasar tanto tiempo con los pumas te das cuenta de que las caras son muy distintas, incluso a veces la manera de caminar, te ayudan a diferenciar un individuo de otro. Pero para poder hacer una identificación rigurosa lo principal es tener buenas fotografías”, explica Nicolás, quien agrega que para ello trabajan con cámaras fotográficas, las cuales también ayudan en la misión de sistematizar la gran cantidad de información que generan en terreno.
Hasta ahora, el equipo ha logrado identificar un total de 32 pumas en los sectores monitoreados, tanto por avistamientos directos como por los registros de cámaras trampa. Algunos son residentes y otros fueron registrados solo una vez, por lo que se infiere que habrían estado de paso.
Nicolás puntualiza que, de esa cifra, han sido 16 individuos los más recurrentes, mientras que han notado un cambio en su comportamiento con el paso del tiempo: “En nuestros primeros avistamientos, las distancias máximas de acercamientos eran unos 250 o 300 metros, más de eso los pumas no te toleraban. Los pumas que viven fuera de la protección del parque han vivido en el pasado siendo constantemente perseguidos por el humano, entonces, es evidente que tengan un comportamiento de aversión hacia nosotros. Así que los primeros avistamientos fueron muy de lejos, observando su comportamiento, tratando de entenderlos y estando ahí también para mostrarles que nosotros no somos una amenaza para ellos”.
El investigador agrega que “el resultado ha sido impresionante, yo pensaba que esta suerte de reconocimiento de los pumas hacia nosotros iba a demorar mucho tiempo, pero ya luego de unos 3 meses de avistamientos notamos un cambio radical en su tolerancia, pudiendo realizar acercamientos a distancias mucho más cercanas y notando también que no se sentían incomodados con nuestra presencia. Sin duda aún queda mucho por avanzar, pero creo que el avance que se ha tenido hasta ahora ha sido muy satisfactorio”.
Así comprobaron, además, que la estancia reúne las condiciones necesarias para mantener una población estable de pumas en el futuro.
Hacia la coexistencia
Durante siglos, carnívoros nativos como el puma se han alimentado de distintas presas que han incluido al ganado, lo que ha motivado su caza y persecución. Actualmente, este felino está protegido por ley en todo el territorio nacional, aunque continúa siendo perseguido en distintas partes del país.
A esto se suma el creciente interés por parte de visitantes, ya sea de Chile o del mundo, por observar y fotografiar al cada vez menos esquivo puma. Esto ha motivado, por ejemplo, que otra estancia magallánica, llamada Laguna Amarga, se volcara al turismo de avistamiento de estos grandes felinos, mientras surgen intentos desde distintos actores para promover la coexistencia entre las actividades humanas y la fauna silvestre.
En esa línea, y a sabiendas de que una población saludable de pumas implica, inevitablemente, la depredación a las ovejas, la Estancia Cerro Guido ha implementado y evaluado una serie de medidas no letales para prevenir y mitigar las pérdidas.
La primera fue la incorporación de perros protectores de ganado de la raza pastor de montaña de los Pirineos y maresma, los que han demostrado ser muy eficientes en su cometido.
Otras soluciones han apuntado a la modificación del manejo del ganado, con el fin de disminuir su exposición a ataques, y el uso de disuasivos visuales y sonoros para que los pumas se alejen de las ovejas, como las luces intermitentes foxlight. Para esto último, el equipo generó una alianza con la organización internacional Panthera.
Pía detalla que “las luces foxlight son un invento australiano que se han usado en otras partes del mundo. Han tenido super buenos resultados con jaguares, leones, lobos, y acá en Patagonia todavía no se han probado. Queremos hacer algunos experimentos para ver cuánto disminuye la depredación, y cuánto pueden ayudar las herramientas que queremos usar, con datos científicos. También hemos considerado el uso de radiocollares para algunos pumas”.
No obstante, esta iniciativa no solo se enfoca en estos grandes carnívoros, ya que la naturaleza que rodea a la estancia está compuesta por un sinnúmero de habitantes que vale la pena conocer.
La rica biodiversidad patagónica
No cabe duda de que la biodiversidad subantártica es otro de los grandes tesoros de Magallanes. Por ejemplo, el puma no ha sido el único felino nativo detectado en la estancia Cerro Guido, ya que han obtenido varios registros de gato de Geoffroy a través de las cámaras.
“También hay guanacos y ñandúes, que son las principales presas del puma. Hay un lugar espectacular que es un risco, un posadero de cóndores donde puedes ver de cerca a estas aves tan imponentes volando al lado tuyo, escuchas sus alas como cortan el viento. Eso es increíble. Entre la flora hay varias especies de orquídeas que se pueden avistar más hacia el verano, y los bosques de lenga y algunos bosquetes de ñirre que tiene son bellos, son bosques antiguos bien impresionantes, los árboles llenos de líquenes, hongos, y ahí entre medio puedes encontrar rayaditos, tucúqueres, peuquitos, carpintero negro y cachañas”, describe Nicolás.
Por ello, la idea no solo es encontrar a los pumas, sino también conocer a los otros habitantes de este territorio.
En ese sentido, la iniciativa comenzaría su marcha blanca durante este año para los turistas interesados en conocer el proyecto y la zona, pero todos los planes fueron interrumpidos por la pandemia del COVID-19.
Frente a esto, las salidas turísticas comenzarán una vez que el escenario mejore y sea seguro.
Respecto al turismo, Pía recalca que “es super importante el respeto hacia la naturaleza, y si vamos a hacer avistamiento de puma, buscamos que nunca sea a menos distancia de 40 o 50 metros. Nuestra invitación va a ser a vivir la experiencia, de buscar el puma, de estar con un puma en su estado salvaje, de ver a otras especies, pero no de forma invasiva”.
Para ello cuentan con una serie de protocolos para que la actividad sea segura, tanto para las personas como para los animales silvestres. Por lo mismo, las salidas se realizarían con grupos muy pequeños, siguiendo lineamientos básicos como ser silenciosos, evitar movimientos bruscos, el uso de ropa que no emita mucho sonido con el roce, entre otras acciones que incluyen cómo actuar si el puma se acerca a los humanos voluntariamente, algo que sucede en ocasiones.
“Lo principal en cualquier iniciativa de turismo con fauna silvestre, ya sea con puma o con cualquier otra especie, es conocer al animal con quien estás trabajando, conocer su comportamiento. Y, además, reconocer que no estás trabajando sólo con una especie, sino que con individuos que, como nosotros los humanos, pueden tener comportamientos muy diferentes ante distintos estímulos. Hay personas que, por ejemplo, les gusta más el silencio, o que son más tímidas, o más mañosas… bueno, con los pumas es exactamente igual. Si bien hay similitudes dentro de la misma especie, cada individuo es un mundo completamente distinto”, complementa Nicolás, quien asegura que el equipo de rastreadores o trackers invierte gran parte de su tiempo en terreno realizando avistamientos de pumas, precisamente, para conocer su comportamiento.
Un futuro en comunidad
Aunque la iniciativa es reciente, aspiran a transformarse en un modelo de coexistencia entre la cultura patagónica y la vida silvestre. Por este motivo, buscan trabajar junto a la comunidad.
“Para nosotros es super importante incluir a la comunidad local, hacer conservación sin la comunidad no es viable. Este es un trabajo colaborativo, estamos hablando con los vecinos, queremos hacer un plan social, empezar a contar lo que estamos haciendo, y pedirle feedback a la gente local, con los conocimientos que tienen ellos”, cuenta la directora.
“El turismo de naturaleza se puede transformar en una tremenda herramienta para poder buscar la coexistencia entre la ganadería y la conservación de la vida silvestre”, asegura Nicolás, no solo por constituir una fuente alternativa de ingresos, sino también por la experiencia y emociones de la gente cuando tienen encuentros con las especies silvestres. Para él, este constituye un importante aporte para concientizar y promover la conservación de la naturaleza.
Para Pía, la estancia tiene un tremendo potencial en ese sentido. “Este proyecto partió como un sueño, es un tremendo desafío, pero creo que podremos convertirnos en una estancia modelo para la conservación, tanto del patrimonio natural como cultural. Esa es nuestra gran visión”.