Quizás algunos recuerdan que en agosto de 2010 se produjo una de las primeras marchas masivas convocadas a través de las Redes Sociales: miles de personas llenaron de carteles, cánticos y marchas el centro de Santiago, protestando en contra del proyecto Barrancones, una termoeléctrica que quería instalarse al sur de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt. El paraíso de los cetáceos, del buceo y las playas de aguas color turquesa estaba en peligro, y fue tal el repudio público -en las calles y en el mundo virtual- que el propio presidente de la República en ese entonces, Sebastián Piñera, pidió bajar el proyecto.

©Evelyn Pfeiffer
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Más allá de los análisis y suspicacias políticas y sociales que se podrían sacar del caso, lo cierto es que la zona consolidó su nombre como una de las áreas marinas más importantes del país gracias a su biodiversidad. Y no solo del país, la gente comenzó a entender que era de importancia mundial y que era un sitio que debía ser conservado por sus características únicas. Tanto así, que el Consejo de Ministros del siguiente Gobierno, esta vez al mando de Michelle Bachelet, aprobó la creación de un Área Marina Costera Protegida de Múltiples Usos (AMCP-MU) en La Higuera, proyecto que quedó en estado de latencia hasta el día de hoy y no han existido avances en su declaratoria.

Y es que las historias sobre conservación nunca son sencillas, y esta no era la excepción. 

Sale uno, entra otro

Después de Barrancones, ese mismo año comenzó a escucharse de Dominga, un proyecto minero de la sociedad Andes Iron que considera la construcción de dos minas a rajo abierto para la extracción de hierro y cobre, un puerto de embarque, áreas de relave y una desalinizadora. ¿La ubicación? Unos kilómetros más al sur de donde pretendía instalarse Barrancones.

El proyecto fue rechazado por sus graves deficiencias técnico-ambientales, primero, por la Comisión de Evaluación Ambiental de Coquimbo y, luego, por el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad en el Gobierno de Michelle Bachelet. Sin embargo, Andes Iron no se rindió y presentó al año siguiente un recurso de reclamación ante el Primer Tribunal Ambiental de Antofagasta argumentando que hubo vicios en el proceso de rechazo. El Tribunal les dio la razón y sentenció que el proyecto debía volver a votarse en la Comisión de Evaluación Ambiental de Coquimbo. Lo que, por supuesto, significaba que votaran nuevas autoridades: las del actual gobierno.

Ballena Fin ©Evelyn Pfeiffer
Ballena Fin ©Evelyn Pfeiffer

En ese contexto, organizaciones ambientales y sociales que integran la Alianza Humboldt, presentaron seis recursos de casación ante la Corte Suprema para que dejara sin efecto la resolución del Tribunal Ambiental y dictara una sentencia de reemplazo, permitiendo así mantener su rechazo. Después de varios meses, ayer la Corte Suprema dictó la esperada sentencia y devolvió el caso al Tribunal Ambiental de Antofagasta, pero indicándole que ahora debía pronunciarse sobre el fondo del proceso -anteriormente lo hizo solo sobre la forma- y analizar si la información ambiental que se desarrolló en el proceso de evaluación ambiental es suficiente o no para aprobar la iniciativa.

Un capítulo favorable en esta larga novela llamada Dominga, que las diferentes organizaciones medioambientales han celebrado con mesura. “Si bien celebramos que el proyecto Dominga se mantenga rechazado, aún estamos muy lejos de proteger adecuadamente este territorio y, por ello, es necesario tomar este fallo con prudencia. El rechazo del proyecto es una cuestión que deberá ser analizada por el Tribunal Ambiental, instancia en la cual este Gobierno debiera mantener el rechazo del Comité de Ministros de Bachelet. Dominga es un mal proyecto, con un emplazamiento pésimamente escogido, se trata de un lugar de importancia internacional por su enorme riqueza ambiental. Mantenemos un llamado a la colaboración público y privada para aprovechar la enorme oportunidad que representa la conservación de la zona de La Higuera y avanzar para que sea declarada como Área Marina Costera de Múltiples Usos, especialmente teniendo en cuenta la importancia de mantener la salud de los océanos en el escenario de crisis climática en que nos encontramos y, más aún, en vísperas de la COP25, llamada también Blue COP, por su enfoque en la protección del mar”, asegura Macarena Soler, abogada ambientalista y directora de Fundación Geute Conservación Sur, una de las organizaciones que ha liderado las acciones legales sobre el proyecto Dominga.

Un paraíso de biodiversidad

La Higuera se encuentra ubicada en el corazón de una zona considerada hotspot o prioritaria para la conservación de la biodiversidad del mundo. Se trata del sector costero emplazado al sur de las Reservas Marinas Islas Choros-Damas e Isla Chañaral y la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, a unos 100 km al noroeste de La Serena.

Ballenas jorobadas ©Evelyn Pfeiffer
Ballenas jorobadas ©Evelyn Pfeiffer

Esta área es prioritaria en conservación de toda la zona centro norte del país, ya que en ese sector se produce un fenómeno oceanográfico conocido como surgencia de aguas profundas, frías y ricas en nutrientes, lo que permite la fertilización de las aguas superficiales, dando paso al florecimiento del fitoplancton, microorganismos que son la base de la trama trófica de los ecosistemas marinos presentes en el mundo. Gracias a esto, la zona es hábitat de numerosas especies emblemáticas amenazadas y en peligro como ballena azul, jorobada y fin, delfín nariz de botella, chungungo, lobos marinos y diversas especies de aves, donde destaca el 80% de la población mundial de pingüino de humboldt, especie vulnerable protegida por la legislación chilena.

Uno de los principales argumentos para rechazar el proyecto por parte de la Comisión de Evaluación Ambiental, fue la deficiente información de “línea de base”, es decir, la descripción detallada del área de influencia del proyecto previo a su ejecución y que exige la Ley 19.300 sobre Bases Generales del Medio Ambiente para la elaboración de Estudios de Impacto Ambiental. En palabras simples: si un proyecto no detalla en profundidad cuáles son los elementos presentes en el lugar donde se desarrollará, no podría especificar cuáles son los impactos que generaría, ni las medidas de mitigación que podría hacer.

©Evelyn Pfeiffer
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También se estimó que las medidas de mitigación, compensación y reparación, propuestas por Andes Iron SpA eran insuficientes para hacerse cargo de manera adecuada de eventuales impactos significativos al medio ambiente y a la salud de las personas. Sobre este punto, científicos y ambientalistas coinciden en que el proyecto Dominga tendría efectos ambientales negativos irremediables en la biodiversidad y ecosistemas del área, como consecuencia de las emisiones de material particulado que producirían las dos minas a rajo abierto, y de los residuos del proceso industrial generados en la extracción de hierro y cobre, los cuales contienen concentraciones de arsénico, plomo y mercurio, entre otros elementos tóxicos.

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