Los tiburones también migran. Especies como el tiburón martillo y el tiburón tigre emprenden extensos recorridos a través de los océanos, viajando miles de kilómetros en busca de alimento y zonas de reproducción. Estas migraciones son esenciales para su supervivencia y, como depredadores tope, cumplen además un rol crucial en el equilibrio de los ecosistemas marinos. Para comprender mejor estos desplazamientos, el proyecto MegaMove reunió a casi 400 científicos de todo el mundo y consolidó la base de datos de movimientos más robusta hasta la fecha, con el objetivo de proteger no solo a los tiburones, sino también a más de un centenar de especies de megafauna marina —como ballenas y tortugas— y las rutas que recorren.

Alex Hearn fue uno de los especialistas en esta misión. Desde Ecuador, el profesor de biología de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) y miembro de la red científica MigraMar —especializada en investigación sobre especies migratorias desde Estados Unidos hasta Chile—, aportó datos clave sobre los tiburones que habitan la región del Pacífico Este Tropical.

El tiburón martillo es una de las especies que reunió a casi 400 científicos de todo el mundo y consolidó la base de datos de movimientos más robusta hasta la fecha sobre megafauna marina. Créditos: Alex Hearn / USFQ
El tiburón martillo es una de las especies que reunió a casi 400 científicos de todo el mundo y consolidó la base de datos de movimientos más robusta hasta la fecha sobre megafauna marina. Créditos: Alex Hearn / USFQ

“El proyecto nace de un creciente sentimiento de que las protecciones que estamos implementando para nuestras especies de interés, realmente, no son suficientes. Hay que mirar más allá de nuestros propios sitios de estudio si queremos proteger especies que son altamente migratorias o altamente móviles”, sostiene Hearn.

El estudio publicado en junio de 2025 en la revista Science, analizó los movimientos de 111 especies en un período de 30 años, con el objetivo de identificar oportunidades clave de conservación, pues encontró que sus rutas se superponen significativamente con amenazas como la pesca, el tráfico marítimo, el aumento de la temperatura y la contaminación por plásticos.

Este 14 de julio se conmemora el Día Mundial de los Tiburones, una fecha que recuerda la importancia y la fragilidad de los tiburones en los ecosistemas marinos, con el objetivo de concientizar y promover su conservación, clave para la salud de los océanos.

En Mongabay Latam conversamos con Alex Hearn, quien advierte que los desafíos observados en Latinoamérica se repiten en otras regiones del mundo. Por ello, la meta de proteger el 30 % del océano para 2030 —establecida en el Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal (GBF, por sus siglas en inglés)— no será suficiente si no se modifican también los comportamientos humanos fuera de las áreas protegidas.

El científico de tiburones Alex Hearn, durante una expedición de marcado con Greenpeace frente a la costa de la isla Isabela, en las Islas Galápagos, Ecuador. Créditos: © Greenpeace
El científico de tiburones Alex Hearn, durante una expedición de marcado con Greenpeace frente a la costa de la isla Isabela, en las Islas Galápagos, Ecuador. Créditos: © Greenpeace

—¿Qué hallazgo principal reveló el proyecto MegaMove respecto a los tiburones a nivel Latinoamérica? ¿Hay similitudes a escala global?

—Creo que la primera lección es que lo que nosotros ya veníamos viendo en nuestra región lo están viendo todos en todas las demás regiones. Si buscamos proteger el 30 % del océano —que ya de por sí no lo estamos logrando—, un compromiso para 2030 a nivel global, no vamos por buen camino. Pero aunque llegásemos a ese 30 % no será suficiente para proteger a los tiburones y otras especies, porque ese paradigma que tenemos de proteger los puntos calientes [de biodiversidad] y luego simplemente seguir haciendo lo que hacemos fuera [de estos], no funciona.

Para realmente brindar una buena protección a estas especies que son tan importantes para el ámbito marino, tenemos que cambiar nuestro comportamiento. Tendrá que ser una combinación entre proteger ciertas zonas y, fuera de estas, cambiar cosas como nuestra velocidad en algunas rutas de navegación o el uso de ciertas artes de pesca, cuestiones que están más relacionadas con el comportamiento humano. Eso realmente aplica para todo el planeta. Estamos todos en la misma situación.

Tiburón martillo (Sphyrna lewini) marcado. Créditos: Alex Hearn / USFQ
Tiburón martillo (Sphyrna lewini) marcado. Créditos: Alex Hearn / USFQ

—¿Qué especies de tiburones fueron rastreadas en la región latinoamericana?

—Nosotros proporcionamos datos de tiburones martillo (Sphyrna lewini) y con los que hemos visto que hay conectividad con la costa. Hemos dado datos sobre tiburones ballena (Rhincodon typus), hemos visto que hay conectividad con el borde de la plataforma continental del sur de Ecuador y del norte de Perú, pero también sobre esta zona del Frente Ecuatorial, que es súper importante.

Hemos dado también datos de otras especies que no tienen rutas tan claras, como el tiburón azul (Prionace glauca) o el tiburón sedoso (Carcharhinus falciformis). También el tiburón tigre (Galeocerdo cuvier), que parece que prefiere estar en islas, es menos migratorio, de vez en cuando se le ocurre pegarse un enorme movimiento, pero suele terminar en islas o islotes. Esas fueron las cinco especies principales.

Tiburón ballena marcado. Créditos: Sofia Green
Tiburón ballena marcado. Créditos: Sofia Green

—¿Qué zonas del océano en Latinoamérica fueron identificadas como críticas para la conservación de tiburones?

—Las zonas claves en el Pacífico Este Tropical suelen ser islas o islotes oceánicos y, en ese aspecto, estamos bastante bien. Tenemos Coiba —que es más costero—, Malpelo, Cocos, Galápagos e incluso Revillagigedo, que pertenece a México, pero que igual se encuentra en la misma región. Estos puntos calientes ya están protegidos, aunque en algunos casos podría mejorar la implementación.

Lo que nos falta es ir más allá, porque tenemos aguas abiertas que no pertenecen a ninguno de los países y que pueden ser importantes. Una de ellas es el Frente Ecuatorial, que agarra un poco el norte de Galápagos y se extiende 2000 kilómetros hacia el oeste. Allí, hay dos corrientes —una en el sur, que es la sur ecuatorial, que va hacia el oeste y otra un poco más al norte, que va en dirección contraria— que se topan, crean vórtices de inestabilidad y se convierte en una zona muy importante para alimentación de animales planctívoros [que buscan zooplancton y fitoplancton], como el tiburón ballena, pero también aves y mantas. Es una zona muy importante, pero está fuera de nuestra jurisdicción.

Para poder proteger eso, necesitamos que se ratifique el acuerdo de protección de la biodiversidad más allá de nuestras fronteras y para mí esto fue una de las muchas decepciones de la última Conferencia de las Naciones Unidas del Ocean Decade, porque existía la expectativa de que se lograría ratificar [el Tratado de Alta Mar, oficialmente conocido como acuerdo relativo a la Conservación y el Uso Sostenible de la Diversidad Biológica Marina de las Zonas Situadas Fuera de la Jurisdicción Nacional (BBNJ)] y, aunque se avanzó, no se logró. Creo que eso de decir que “avanzamos mucho”, ya no es suficiente. Tenemos que concretar, tenemos que cerrar acuerdos, no “ir avanzando”. El océano no tiene tiempo para esperar.

Tiburones martillo, en las islas Darwin, Galápagos. Créditos: Jonathan R. Green / Galapagos Whale Shark Project
Tiburones martillo, en las islas Darwin, Galápagos. Créditos: Jonathan R. Green / Galapagos Whale Shark Project

—¿Cómo se superponen las rutas migratorias de tiburones con amenazas humanas como la pesca industrial o el tráfico marítimo, en general, en aguas latinoamericanas?

—En general, el 85 % del tiempo lo pasaron fuera de áreas marinas protegidas y sí hay bastante sobreposición de pesca. Es natural pensar eso porque la pesca, en nuestra región de altamar, está buscando depredadores —que son los atunes— y tienen una distribución similar.

Lo que no se ha incluido, porque es muy difícil conseguir datos, son las pesquerías semiindustriales o artesanales. Por ejemplo, en Ecuador tenemos una flota palangrera que abarca más de 3 millones de kilómetros cuadrados. Esa información no se pudo incluir. En nuestra región tenemos que ahondar un poco más en más detalles para poder obtener esa información faltante.

Desembarques de tiburones en la playa de Tarqui, en Manta, Ecuador. Créditos: Alex Hearn / USFQ
Desembarques de tiburones en la playa de Tarqui, en Manta, Ecuador. Créditos: Alex Hearn / USFQ

—¿Cuál es la situación actual de las poblaciones de tiburones en Ecuador, especialmente en las Islas Galápagos y la región del Pacífico Tropical Oriental?

—No ha habido unas evaluaciones poblacionales muy robustas y esto es un tema que sé que la Comisión Atunera [Comisión Interamericana del Atún Tropical, CIAT] está trabajando. Hay varios estudios, por ejemplo, de tiburón martillo en Galápagos, en Cocos y en Malpelo relacionados con avistamientos por buceo y que, a pesar de que ningún estudio por sí solo sea tan robusto, todos tienen el mismo patrón: hacia abajo.

Para otras especies, como el tiburón ballena, hay ciertos indicios de que esa población está más estable. Sobre lo que realmente no sabemos es sobre los azules y los pelágicos, como el tiburón zorro pelágico, que es altamente pescado, pero no hay indicadores. Son deberes que tenemos que hacer. Cuando Ecuador por fin decida hacer las cosas bien —esperemos que eso sea pronto—, debería tomar en cuenta que realmente las especies tienen que ser analizadas a nivel regional.

No procede analizar solo la porción de tu país porque son especies transfronterizas. Entonces, vale la pena hacer un ejercicio regional de los países ribereños para evaluar estas especies de forma conjunta.

Tiburón de Galápagos (Carcharhinus galapagensis), en las islas Darwin. Créditos: Alex Hearn / USFQ
Tiburón de Galápagos (Carcharhinus galapagensis), en las islas Darwin. Créditos: Alex Hearn / USFQ

—¿Qué rol juega Ecuador dentro de los corredores marinos internacionales y cómo puede fortalecer la protección regional de tiburones?

—Ecuador, como todos los países: una de cal y una de arena. En algunos casos, Ecuador ha demostrado un liderazgo muy fuerte. De hecho, nosotros creamos Hermandad, que es una reserva marina de una ruta migratoria exactamente diseñada para proteger la ruta migratoria de los tiburones martillo, pero también de las tortugas laúd, hasta donde nosotros podemos, dentro de nuestras aguas.

Es un área marina protegida muy interesante porque fue creada en consenso con el sector industrial, lo que demuestra que el sector tiene un compromiso con la conservación, con el uso sostenible, con la responsabilidad. Ahí la mitad es de no pesca y la otra mitad sí la permite, pero no de palangre, que es un arte de pesca dañino, [consistente en una línea principal con anzuelos; puede ser de superficie o de fondo dependiendo de la especie objetivo].

—¿Qué impacto tienen actividades como la pesca industrial de palangre en los tiburones migratorios?

—Dentro de la zona exclusiva económica insular, el reto más grande es nuestra propia flota palangrera. No olvidemos que está desembarcando más de 250 000 tiburones al año, de forma legal.

Los tiburones que están dentro de la Reserva Marina de Galápagos, pero que son altamente móviles, salen de la reserva y lo primero que se topan es esta flota palangrera nacional. Si logran sobrevivir para salir a aguas internacionales, luego tienes varias flotas chinas. Una de ellas es una flota de calamar, que es masiva y puede tener un impacto sobre otras especies simplemente por la cantidad de calamar que saca. El calamar es la comida preferida del tiburón martillo.

Tiburones martillo, en las islas Darwin, Galápagos. Créditos: Jonathan R. Green / Galapagos Whale Shark Project
Tiburones martillo, en las islas Darwin, Galápagos. Créditos: Jonathan R. Green / Galapagos Whale Shark Project

—¿Qué otras medidas de mitigación se recomendaron a partir de MegaMove para reducir la mortalidad de tiburones en Latinoamérica?

—Una de las cosas, por ejemplo, tiene que ver con los esquemas de separar tráfico marino con las rutas de especies migratorias. Esto ya se hace para ballenas, pero identificamos que el tiburón ballena —que hicimos otro estudio hace como año y medio—, tiene una mortalidad escondida o no previamente identificada por colisiones con embarcaciones.

Lo que pudimos hacer en ese estudio es reiterar la importancia de trabajar con las rutas de navegación, para ver dónde hay zonas de alto riesgo, donde los barcos podrían bajar la velocidad.

Otra cosa es el llamado a la ratificación del BBNJ, que es fundamental. También involucrar más al sector privado en medidas de conservación y, sobre todo, crear redes de áreas marinas protegidas más grandes.

Tiburón de Galápagos (Carcharhinus galapagensis), en las islas Darwin. Créditos: Alex Hearn / USFQ
Tiburón de Galápagos (Carcharhinus galapagensis), en las islas Darwin. Créditos: Alex Hearn / USFQ

—En este Día Mundial de los Tiburones, ¿cuál es su llamado a los tomadores de decisiones y al público para asegurar el futuro de estos depredadores clave?

—Al público le diría que el mar empieza en sus casas: cuiden lo que sale de sus casas y así están cuidando el mar, pero también cuiden lo que está entrando en sus casas. Es decir, seamos consumidores responsables. Hablando de Ecuador, los turistas tanto nacionales como internacionales que van a Galápagos asumen que el pescado que están consumiendo es capturado de forma sostenible, pero sabemos que hay una porción significativa del atún que es capturado ilegalmente con palangre.

Pregunten al restaurante, pregunten al cocinero de su embarcación, ¿cómo fue capturado este atún que estoy comiendo? Exijamos responsabilidad, exijamos trazabilidad como consumidores. Porque si no, no van a van a cambiar las cosas. Es reconocer el poder del consumidor.

Sobre las autoridades, diría que busquemos crear esos espacios multisectoriales y multiinstitucionales para lograr avanzar las cosas como país. Tenemos ejemplos de éxito y podemos construir sobre eso.

Tiburón ballena, en las islas Darwin, Galápagos. Créditos: Alex Hearn / USFQ
Tiburón ballena, en las islas Darwin, Galápagos. Créditos: Alex Hearn / USFQ

—Aún con un panorama complejo para los tiburones y los océanos, ¿qué esperanza lo mantiene trabajando?

—Cuando empecé a trabajar con tiburones y daba charlas o hablaba con amigos, la primera reacción era: «Wow, ¿eso no será peligroso? ¿No te van a morder? ¿No te van a hacer algo?” Y ahora, cuando doy una charla, a nadie le importa que me muerdan o que me hagan daño a mí. Todos quieren saber que el tiburón está bien: “Ay, ¿pero no le hiciste daño al tiburón?”. Eso ha pasado en un espacio de 15 años y eso para mí es un cambio fundamental.

Estamos empezando a ver al tiburón como vida salvaje y no como algo que pertenece a nuestro plato. Claro, todavía hay gente que al tiburón lo ve “para la cazuela” y otra gente que no, pero cada vez más la gente está preocupada por el tiburón. Ese cambio de paradigma para mí es la gran esperanza.

—¿Qué es lo que más le impresiona de los tiburones?

—Muchas cosas. Empecé a estudiar tiburones luego de haber buceado con ellos. Esa experiencia de estar a menos de un metro de un depredador tope, creo que te pone en tu sitio. Esto no lo puedes hacer en tierra. Te da un sentimiento de asombro y también de humildad: estás entrando en su dominio, donde el tiburón es el rey. Poder acercarte y ver eso delante de tu cara, es un sentimiento que uno no logra en ninguna otra parte del mundo.

Liberación de un juvenil de tiburón de puntas negras (Carcharhinus melanopterus), en Puerto Grande, Galápagos. Créditos: Alex Hearn / USFQ
Liberación de un juvenil de tiburón de puntas negras (Carcharhinus melanopterus), en Puerto Grande, Galápagos. Créditos: Alex Hearn / USFQ
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