Es un vínculo muy especial aquel que tiene cada persona con el territorio el cual habita. Vínculo cargado de afecto e identidad, nacido del tiempo pasado recorriendo y experimentando las sensaciones distintivas y reconocibles que brinda únicamente ese lugar del planeta. Suma a ello, cuando además se adquieren conocimientos específicos acerca del lugar habitado: de su geografía, de sus plantas, de los animales que comparten ese espacio y de su historia, elementos que nos permiten ver más allá de lo que vemos a simple vista; y más aún, cuando se es capaz de reconocer los ciclos y parámetros dentro de los cuales el entorno se encuentra saludable. Ya que cuando se conoce el territorio que se habita, se reconoce inequívocamente que la salud de sus ecosistemas está ligada a nuestra salud, que si se contaminan sus aguas enfermaremos, y si no nos levantamos a defenderlo frente a las múltiples amenazas, entonces nos estaremos haciendo un daño grave a nosotros mismos.

Programa por la conservación del río Queuco ©Felipe Zanotti
Programa por la conservación del río Queuco ©Felipe Zanotti

Esta conciencia, cada vez más extendida, es la que ha llevado a que se levanten, desde distintas iniciativas a lo largo del territorio chileno, diversos proyectos de ciencia comunitaria. La ciencia comunitaria es una forma de democratizar el saber desde y para las comunidades, donde trabajan en conjunto con científicos para comprender el entorno en el que viven. Para ello aplican distintas herramientas, técnicas de observación o bien utilizan aplicaciones para dispositivos celulares desarrolladas justamente con este propósito.

Casos ejemplares de ciencia y empoderamiento comunitario son los que se están desarrollando en dos cuencas del sur de Chile que comparten más que sólo el significado de sus nombres; Butaleubü o Futaleufú quieren decir Río Grande. Uno se ubica en el río Queuco, parte de la cuenca del Biobío o Butaleubü en la región del Biobío y el otro en los ríos de Futaleufú en el corazón de la Patagonia Chilena. Estos ríos son la columna vertebral del desarrollo espiritual, cultural y turístico para las comunidades que viven en torno a ellos. Ambos programas de monitoreo de las aguas contribuyen al entendimiento de estos ecosistemas sentando las líneas base de las condiciones actuales de equilibrio, mientras se fortalece el vínculo de la comunidad con su entorno.

Comprendiendo y poniendo en valor al río Queuco

Esta iniciativa surge a partir de la amenaza que supone el proyecto de la carretera hídrica. Este proyecto promovido por la corporación Reguemos Chile, pretende extraer sus aguas para transportarlas hacia la zona norte del país. Las organizaciones locales de la cuenca se han enfocado en generar conciencia de esta inminente amenaza, pero también de generar una serie de iniciativas que ponen en valor el invaluable patrimonio cultural, espiritual y natural de este hermoso valle.

Líderes Ambientales ©Felipe Zanotti
Líderes ambientales ©Felipe Zanotti

El encuentro de “Líderes ambientales por la conservación el río Queuco” organizado por la agrupación femenina de rafting Malen Leubü, el colectivo Bestias del Sur Salvaje, la ONG Ríos to Rivers y apoyados por la marca Patagonia, tuvo como objetivo principal ser un espacio de encuentro y formación, además de desarrollar una expedición desde el nacimiento del Biobío hasta el embalse Ralco, integrando la cosmovisión Mapuche-Pehuenche con espacios de diálogo técnico, jurídico y científico.

Dentro de ella se desarrollaron instancias de aprendizaje sobre ciencia comunitaria con el fin de inspirar a las nuevas generaciones de activistas a involucrarse en el monitoreo de sus ríos generando información de carácter abierto y democrático para la comunidad. Con el fin de averiguar con datos científicos, si acaso realmente es posible afirmar —como dicen los impulsores de la carretera hídrica— que “al río le sobra agua”. 

Existen diversas formas de comprender las dinámicas de los ríos, dependiendo de los objetivos y escala, podrás necesitar instrumentos o un simple smartphone. Si sueles ir al mismo lugar varias veces en un mismo año, probablemente comiences a notar pequeñas variaciones. En este caso, el cuerpo humano es el instrumento que nos permite captar la diversidad de olores, colores, sonidos o caudales. Ahora, si lo comienzas a realizar de manera sistemática y colectiva con amigos y vecinos, el proceso de levantar información se transforma en una acción comunitaria. Ya no son sólo investigadores ajenos a tu hogar, sino que son los mismos habitantes quienes levantan información, la comparten y crean conocimiento sobre los ríos, mientras que en el proceso hacen comunidad. Comienzan a crear un entendimiento generalizado y compartir un sentido común a través de la colaboración y el apego por el territorio ¡Eso es la ciencia comunitaria! 

Programa por la conservación del río Queuco ©Felipe Zanotti
Río Queuco ©Felipe Zanotti

Una de esas formas para sistematizar observaciones levantadas por la comunidad es a través de plataformas como iNaturalist, eBird, Quilantun, Micra o Crowdwater. Esta última es una aplicación para celular que permite recopilar datos de comportamiento hidrológico desarrollada por la universidad de Zurich, en la que ciclistas, kayakistas y habitantes de un territorio pueden crear puntos de monitoreo y colaborar con fotografías e información relevante para conocer el comportamiento de un río o contaminación por plásticos. Lo interesante de estas plataformas es que al ser comunitarias y gratuitas, los datos colectados adquieren un carácter público,  pueden ser solicitados a info@crowdwater.ch, compartidos creando ese entendimiento común con vecinos y contribuyendo a que nuevas personas contribuyan en este proceso. Uno de esos puntos es el río Queuco, uno de los pocos ríos libres que van quedando en la cuenca del Biobío.

Generalmente, los kayakistas de la zona conocen muy bien ese tipo de variaciones a través de las distintas referencias que van creando al remar constantemente una sección de río en particular, como el río Queuco. Al ir a fotografiar con CrowdWater durante mucho tiempo el mismo punto se ha podido observar cómo pequeñas variaciones del nivel del río, no siempre estaban asociadas a la lluvia. Factores como los días calurosos inciden en el caudal al derretirse la nieve, pero también en el color chocolatoso que el agua adquiere. Durante el invierno por ejemplo, han notado cómo en días de mucha lluvia pero con bajas temperaturas en las partes altas del valle del Queuco, no necesariamente han derivado en crecidas o cambios de coloración.

Lo interesante es que al subir estas observaciones a la aplicación, ésta te entrega un gráfico de variaciones de nivel que permite conocer este comportamiento a través del tiempo. Finalmente, lo que se puede observar luego de decenas de mediciones es que el comportamiento del río se relaciona con las condiciones climáticas como precipitaciones y temperatura, junto con corroborar este conocimiento adquirido a través de la experiencia, las referencias y los sentidos. 

Programa por la conservación del río Queuco ©Felipe Zanotti
Río Queuco ©Felipe Zanotti

Es interesante notar cómo el tiempo de contemplación que pasan los deportistas como corredores, kayakistas o escaladores se ve reflejado en la forma en que son capaces de comprender y percibir estos cambios. Este tipo de conocimiento se asemeja mucho al adquirido por habitantes de zonas rurales y pueblos originarios que han transmitido este saber por generaciones a través de la oralidad y relatos. Vale la pena preguntarse cómo esta forma de relacionarse con la naturaleza se vincula con el apego, el conocimiento y la forma en la que nos moviliza a protegerla.

Entendiendo la calidad de las aguas del Futaleufú

De manera similar a como se conformó la iniciativa del Biobío, también nace a partir de una amenaza la fundación Futaleufú Riverkeeper ubicada en la cuenca transfronteriza del Futaleufú. Corría el año 2012 y la empresa ENDESA (actual ENEL) proyectaba la construcción de 3 represas entre los ríos Espolón y Futaleufú. Gracias a sus incesantes campañas, los ciudadanos ven el triunfo el año 2016, cuando finalmente ENEL devuelve sus derechos de agua al Estado chileno. Tras esta victoria, la fundación ha fortalecido su trabajo en distintas áreas ligadas a la educación ambiental, fortalecimiento del tejido social y conservación de las aguas articulándose con el municipio, empresas de turismo y generando alianzas nacionales e internacionales ya que las amenazas no cesan.

Monitoreo del Futaleufú ©Paulo Urrutia
Monitoreo del Futaleufú ©Paulo Urrutia

Es con esta intención que a fines del año 2018 se propusieron gestionar un programa de monitoreo de aguas para conocer la composición fisicoquímica del río Futaleufú y sus tributarios. Rocío González, directora ejecutiva de Futaleufú Riverkeeper, nos cuenta que estuvieron mucho tiempo investigando cuál sería la mejor manera de abordar un proyecto de monitoreo de aguas que tuviera sus bases en la ciencia comunitaria, hasta que conoció una iniciativa que tenía lugar en el lado argentino de la cuenca, donde se monitorea utilizando la metodología Global Water Watch, y decidió accionar basándose en el mismo formato. Una de las cosas interesantes de este programa es que, en Alabama, lugar donde surge, lograron establecer la norma de calidad de agua de sus ríos luego de años de monitoreo y acción de voluntarios. Además, los monitores que participan de este programa cuentan con la certificación del Environmental Protection Agency (EPA) de Estados Unidos.

Monitoreo del Futaleufú ©Paulo Urrutia
Monitoreo del Futaleufú ©Paulo Urrutia

Fue así como en marzo del 2020 lanzaron el programa y comenzaron con las capacitaciones a los monitores voluntarios. Una de las fortalezas, destaca Rocío es la presencia de Lydia Blanchet, Licenciada en Ciencias de la Tierra de la Universidad de Darmouth, como coordinadora de los monitores. “Hemos descubierto que es fundamental tener una persona que esté dedicada a formar y coordinar el trabajo de los voluntarios” nos comenta. Debido que así, no sólo se lleva el programa de manera ordenada, sino también se mantiene una comunicación fluida y no se pierde de vista la necesidad de mantener alta la motivación. Este último punto destaca es especialmente importante, ya que para construir una línea base de calidad del agua relevante, se necesitan al menos de 3 a 5 años de monitoreo, lo que es un trabajo a largo plazo, por lo que, al trabajar con voluntarios es fundamental nutrir su compromiso con el programa.

A pesar de este desafío, Rocío sostiene que era importante que el proyecto fuera comunitario, ya que de esa manera no sólo se lograba el objetivo principal de carácter científico, sino que también se conseguía un segundo objetivo que era involucrar a la comunidad en el conocimiento de su cuenca y fortalecer el tejido social en torno al río, algo que afirma es tremendamente empoderador: “Una comunidad involucrada con su territorio crea una especie de escudo protector en el caso de cualquier amenaza,” declara. En este programa participan guías de turismo, profesionales de instituciones, profesores, médicos y jóvenes de la comuna, donde el programa ha sido un espacio de encuentro para conocerse y comprender las aguas que les dan de beber.

Monitoreo Futaleufú ©Paulo Urrutia (5)
Monitoreo Futaleufú ©Paulo Urrutia 

El análisis actual que se realiza a través del monitoreo informa acerca de 7 parámetros físicos químicos, y la proyección para el próximo año es incluir criterios bacteriológicos, para medir niveles de Escherichia coli y nitratos, y así tener información acerca de otros componentes que pudieran estar afectando el agua, sobre todo en el marco del crecimiento urbano que está experimentando Futaleufú. Un tercer paso, al consolidar las etapas anteriores, sería la incorporación de bioindicadores tales como macroinvertebrados, aves y anfibios, etc. Y en paralelo, la fundación está buscando financiamiento para socializar el programa dentro de la provincia, con el objetivo de despertar el interés de otras comunas de realizar los propios programas de monitoreo. En palabras de Rocío, la intención es ““transmitir experiencias exitosas de ciencia comunitaria, y apoyar a estas comunidades si deciden realizar sus propias iniciativas en el futuro”. De esta manera, avanzar en la comprensión de las dinámicas hídricas de la cuenca ubicada en un entorno de difícil acceso para campañas científicas, mientras se fortalece el tejido social y la valorización local de sus ríos.

Iniciativas como estas se extienden a lo largo del territorio nacional de manera exponencial. Cada vez son más las personas que se reúnen, organizan y conectan para volver a conectarse con lo más valioso que tenemos: la naturaleza. Nuestros sentidos; la vista, el tacto, el olfato, también son instrumentos que nos permiten entender nuestro entorno. ¡Y la ciencia comunitaria nos puede ayudar además a que este entendimiento sea colectivo! Así juntos entendamos el valor de los ecosistemas mientras volvemos a encontrarnos con nuestros vecinos y vecinas con un propósito común.

Programa por la conservación del río Queuco ©Felipe Zanotti
Programa por la conservación del río Queuco ©Felipe Zanotti

Home River Bioblitz: La iniciativa de ciencia ciudadana convoca a participantes de toda Latinoamérica para su segunda edición en septiembre 

La propuesta es conectarnos, conocernos y colaborar por nosotros y la naturalezaAlguien leyó alguna vez un grafiti que decía: “Sólo sirven las conquistas científicas si éstas son accesibles al pueblo”. Les invitamos a que creen sus propias iniciativas y a sumarse a otras como el próximo Home River Bioblitz, otra convocatoria de ciencia comunitaria de escala planetaria, este próximo 24 y 26 de septiembre donde tú y tus amig@s pueden organizar un evento en su río local. Si quieres obtener más información puedes revisar su página web.

Programa por la conservación del rio Queuco ©Felipe Zanotti
©Felipe Zanotti
Comenta esta nota

Comenta esta nota

Responder...