De la caza al turismo del jaguar: los desafíos para proteger al felino más grande del continente en el corazón de Sudamérica
El humedal tropical más grande del mundo es un refugio clave para el jaguar, el felino más grande del continente americano. Durante años su población fue diezmada por la caza, pero hoy se ha convertido en el protagonista predilecto del turismo en Brasil. De eso y más trata el documental “Tierra de Jaguares”, que será exhibido en el festival Santiago Wild. El brasileño y director de la producción, Lawrence Wahba, acumula alrededor de 400 encuentros con estos carnívoros y una prolífica trayectoria de casi 30 décadas documentando la vida salvaje en todos los continentes del planeta. En Ladera Sur nos cuenta sobre sus inicios grabando tiburones, los desafíos que enfrentan los documentalistas en Sudamérica, y la forma en que los filmes pueden ayudar a la conservación de la naturaleza.
Es un día soleado en el corazón de Sudamérica. A orillas del vasto manto de agua, una familia de capibaras reposa bien agolpada. A simple vista, pareciera que están serenos. Sin embargo, permanecen hiperalertas: en cualquier momento pueden ser emboscados por el jaguar (Panthera onca). Algunos pensarán que la cacería será simple para el felino más grande de América y el tercero de mayor tamaño, después del tigre y el león, pero el ahínco de estos roedores para proteger al clan dará más de una sorpresa.
Esta es una de las diversas situaciones que ocurren en el Pantanal, el humedal tropical más grande del mundo, y el escenario de “Tierra de Jaguares” (Jaguarland), el imperdible documental dirigido por el brasileño Lawrence Wahba, y producido por Plimsoll Productions y Canal Azul para Smithsonian Channel, que será exhibido en la primera versión del festival de cine Santiago Wild.
El Pantanal se extiende por Brasil, Bolivia y Paraguay, y alberga una copiosa biodiversidad que ha motivado su reconocimiento por parte de la Unesco como Patrimonio Natural de la Humanidad y Reserva de la Biosfera. En la porción brasileña ocupa un área aproximada de 140.000 km2, sustentando a numerosas especies de flora y fauna, tales como aves, reptiles, invertebrados y mamíferos.
Se denomina “Jaguarland” a la zona donde se encuentra el Parque Estatal Encontro das Águas y el pequeño pueblo Porto Jofre, justamente por poseer la población más densa de jaguares en el mundo.
“Los jaguares son una ‘especie bandera’, el ecosistema debe encontrarse completamente saludable para sustentar a estos depredadores topes, por lo que solo prosperan en las áreas mejor resguardadas del Pantanal. Mostrar su belleza y poder al mundo es una forma de crear conciencia sobre su conservación. En cuanto a su vida en este lugar, no te daré spoilers, pero pasamos más de 20 semanas en terreno para llevar a los espectadores el comportamiento íntimo de estos felinos. La idea es que puedan descubrir cómo es la vida del jaguar en el Pantanal mientras miran la película”, señala Wahba en entrevista con Ladera Sur.
Wahba arrastra una prolífica carrera de más de 28 años filmando vida salvaje en todos los continentes del planeta. Sin embargo, tanto este humedal como los felinos detentan un lugar especial en el lente del brasileño.
Para hacerse una idea, Wahba ha emprendido más de 60 viajes al Pantanal, atesorando alrededor de 400 encuentros con jaguares salvajes.
La vida de este gran felino no ha estado exenta de problemas. Durante años fue fuertemente cazado por temor o represalia ante la depredación de estos carnívoros al ganado. Todavía permanece vulnerable a la cacería, pese a ser una especie protegida en Brasil. La degradación de su hábitat es otro factor que ha afectado significativamente a esta especie.
Esto ha motivado el surgimiento de iniciativas como el Instituto Onça-Pintada, una organización dedicada a la conservación de estos grandes felinos en Brasil. Así Wahba ha conocido a jaguares rescatados como Tupã, quien fue hallado cuando era una cría huérfana. En ese entonces fue trasladado por la Agencia Brasileña del Medio Ambiente al instituto, donde fue criado por biólogos. Actualmente, es una clase de “embajador” de su especie para promover conciencia sobre la necesidad de protegerlos. De esa forma ha sido inmortalizado en varias oportunidades por Wahba, como aquella vez donde el felino sintió tanta curiosidad que se acercó a inspeccionar la cámara y el trípode.
“En un pasado reciente, ‘Jaguarland’ era desconocido e inaccesible. Los campesinos, ocasionalmente, disparaban a los jaguares. Los gobiernos ignoraban esta área. Después de muchos documentales y cobertura mediática, el área se ha convertido en un centro de conservación e investigación para el jaguar”, cuenta.
De esa forma comenzó también el apogeo del turismo.
En ese sentido, han sido numerosos los casos en que la actividad turística se propone como una alternativa para generar ingresos en las comunidades locales, con el fin de desincentivar algunas amenazas a la biodiversidad como la caza, fomentando así la conservación de especies o ecosistemas.
No obstante, puede convertirse en una fuerte presión si no se regula ni desarrolla de manera responsable y sustentable. Ese es uno de los temas que aborda el documental.
Wahba detalla que “el desarrollo del turismo en el área está generando muchos ingresos para las comunidades. En el Parque Estatal Encontro das Aguas, los estudios realizados por el investigador, Fernando Tortato, demostraron que el turismo del jaguar trae a la región 56 veces más dinero que las pérdidas ocasionadas por la depredación del jaguar al ganado. El turismo y sus ganancias resultan mucho más efectivas para que las comunidades locales y el gobierno preserven, en vez de hacer solo una campaña educativa. Eso es bueno para los jaguares, aunque con el creciente número de visitantes algunas reglas deberían ser más restrictivas. Tenemos esperanza de que avanzaremos en esa dirección. Supongo que es una situación similar a la que enfrentan en Chile con los pumas en Torres del Paine”.
Precisamente, habiendo estado en todos los continentes del planeta, no es de extrañar que el brasileño también haya recorrido y navegado Chile. Asegura haber quedado fascinado con su naturaleza. “He filmado pumas en Torres del Paine, pingüinos rey en Bahía Inútil y cóndores en la Estancia Olga Teresa, en Río Verde. También navegué por los canales de Puerto Williams en un velero hace 16 años después de regresar de la Antártica”, recuerda.
El documentalista expresa que desea regresar.
Por un lado, le gustaría bucear para filmar a los calamares gigantes. También añora las tierras australes. “Mi sueño es volver a Torres del Paine en invierno para filmar a pumas en la nieve, así que, si algún operador local está leyendo esto, ¡una invitación sería más que bienvenida!”, ríe.
Filmar para conservar
Desde niño, Wahba fue criado entre dos mundos: la agitada ciudad de São Paulo y los pequeños pueblos de pescadores de la costa brasileña. Tenía tan solo 7 años cuando aprendió a bucear, bajo la supervisión de su padre y tío, convirtiéndose más adelante en un instructor que documentaba las labores del buceo científico.
De esa forma inició su carrera como camarógrafo subacuático, realizando principalmente producciones para la conservación de tiburones.
En 1999 acompañó a Haroldo Palo Jr., un cineasta pionero de vida salvaje en Brasil, para filmar en el Pantanal dos películas para National Geographic. De esa forma, registraron por primera vez la depredación de un jaguar en la naturaleza, oportunidad en la que se devoró a un caimán y, de paso, a la audiencia que quedó asombrada por este registro.
“Desde entonces, el Pantanal se convirtió en parte de mi vida, y a pesar de mi profundo amor por los océanos, donde todavía filmo mucho, y por el planeta, en el cual he tenido el privilegio de filmar en todos los continentes, siempre vuelvo a El Pantanal y sus alrededores”, expresa Wahba.
Su trayectoria ha sido reconocida con importantes premios, ganando en certámenes como el Festival Mundial de Imágenes Subacuáticas de Antibes en Francia, el Festival de Cine de Amazon, y el Emmy a Mejor Fotografía por su trabajo en la serie «América Indomable» (Untamed Americas) en 2013.
Pese a los galardones, Wahba asegura que el principal premio que le ha brindado su carrera es la oportunidad de poder vivir de las películas de vida salvaje en Sudamérica, algo que – asegura – no es fácil en esta parte del mundo.
Si partimos por lo más básico, quienes filman la naturaleza deben destinar numerosas horas para prepararse, por ejemplo, estudiando previamente los lugares y especies que van a filmar. La logística y aspectos básicos como la alimentación pueden variar notoriamente, dependiendo si se viaja a sitios inhóspitos y con condiciones extremas, o a destinos con mayor desarrollo turístico y urbano. Un buen estado físico también es clave, por lo que Wahba se ejercita con bastante frecuencia.
En cuanto a sus expediciones, antes viajaba alrededor de 9 meses al año, lo que cambió cuando nacieron sus hijos. Después de eso, estableció un límite de cuatro meses de viajes anual y 25 días por sesión como máximo.
“La característica principal de un cineasta de vida silvestre es la paciencia, la atención y, por supuesto, el amor a la naturaleza. Además, nuestro éxito depende de científicos y guías locales que realmente saben acercarse a los animales. Sin ellos, lo que he filmado hubiera sido imposible”, asegura.
Sin embargo, una de las principales dificultades que experimentan los documentalistas sudamericanos es el financiamiento.
“Para mí, el mayor desafío y la magia de este trabajo es encontrar formas de volverse ‘invisible’ para registrar a los animales haciendo lo que harían si no estuviéramos allí. Para hacer eso necesitamos conocimiento local, pero para nosotros, los sudamericanos, la parte más difícil de cualquier proyecto, no importa si eres un principiante o tienes una carrera de casi 30 años, como yo, siempre es recaudar fondos para filmar. Es triste pero cierto”.
Para el brasileño, Sudamérica debería prestar más atención a este tipo de producciones por el rol que juegan en la divulgación y valoración de la naturaleza.
“Son nuestros ojos en áreas donde normalmente no podemos mirar, por distintas razones. Una buena película e historia son una herramienta importante para crear conciencia y motivar a las audiencias a que presionen a los tomadores de decisiones y a los gobiernos para que hagan lo correcto. Desafortunadamente, sobre todo en mi país, este estúpido gobierno de extrema derecha no lo está haciendo en absoluto”, lamenta el cineasta.
Wahba reconoce sentirse decepcionado por el actuar de las autoridades frente al futuro que le depara al planeta, en especial en tiempos marcados por la crisis climática y el declive de la biodiversidad. Por ello, deposita toda su esperanza en la ciudadanía.
Para él “la única forma de convivir respetuosamente con la naturaleza y la vida silvestre es escuchar a nuestros científicos, a las comunidades que coexisten con la naturaleza durante siglos, y a nuestros corazones en vez de considerar solo nuestro bolsillo. Estoy seguro de que la mayoría de los gobiernos y las corporaciones nunca lo harán, así que nuestra única esperanza de hacer un planeta mejor ¡somos nosotros! Nosotros como ciudadanos debemos actuar de una manera más sostenible, pensando en cómo vivimos, comemos, compramos, y en cómo votamos. La educación es la última esperanza y, de alguna manera, hacemos películas de vida salvaje para contribuir con eso”.