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Cuando un árbol muere de pie: La vuelta “a la vida” en el Jardín Japonés tras un furioso temporal
Conoce la técnica de Luis “Wood” Pérez, el “artista de la motosierra”, que utilizó esta herramienta para tallar árboles derrumbados por un temporal. Las dos esculturas están en el rincón más oriental de la Ciudad de Buenos Aires.
“El domingo de la tormenta yo venía recorriendo con el auto y parecía que había pasado un huracán. Todo Palermo estaba devastado, y acá se cayeron ramas del tamaño de árboles”, recuerda a Ladera Sur Sergio Miyagi, el director de prensa del Jardín Japonés. Habla de la feroz tormenta de finales de 2023 en Buenos Aires, que dio origen a esta historia.
En esa madrugada del 17 de diciembre se desató un temporal con ráfagas de viento que superaron los 100 kilómetros por hora. Derrumbó árboles, bloqueó calles y aplastó vehículos. El relevamiento posterior indicó que esa noche se cayeron 715 árboles, y dentro del Jardín Japonés, dos eukályptos. El más longevo tenía 200 años.

“Desde Arbolado del Gobierno de la Ciudad nos dijeron que los eukályptos habían muerto, y que los iban a talar. Entonces, nuestro presidente (de la Fundación Cultural Argentino Japonesa) pidió que dejen el tronco para hacer una escultura. Ahí comenzó la búsqueda para dar con la persona indicada”, sigue Miyagi, mientras recorre junto a este medio los senderos que conducen a las obras. “Nuestro director de mantenimiento comenzó a investigar por Facebook, y dio con él. Con el escultor de la motosierra”.

Según el Gobierno de la Ciudad, este es el Jardín Japonés más grande construido fuera de Japón. Se encuentra dentro del Parque Tres de Febrero y se construyó en 1967 en ocasión de la visita del emperador Akihito. Todo lo que se levanta en su interior es donado a la Ciudad, quien a cambio no cobra un canon por la utilización del espacio público. El predio es administrado por la Fundación Cultural Argentino Japonesa y es un emblema de las relaciones diplomáticas entre Argentina y Japón. Aquí los árboles nativos se entremezclan con las características de la cultura nipona dando origen a un lugar único.
“Soy una persona que no necesita destruir para crear”, cuenta a Ladera Sur el escultor Luis “Wood” Pérez. Fue quien le dio una nueva vida a los dos eucaliptos caídos. El artista, de 39 años, es oriundo de Villa General Belgrano, en la provincia argentina de Córdoba, a 800 kilómetros de la capital porteña. Rodeado de valles, sierras y lagos, su rutina cordobesa, dice, le sirve de inspiración. Luis no utiliza para sus obras madera de deforestación, únicamente trabaja con árboles que ya cumplieron su ciclo.

En los últimos años, aumentaron las técnicas que buscan reutilizar la madera de los árboles muertos para evitar que liberen dióxido de carbono tras su combustión. El término francés chronoxyle da cuenta de esta tendencia sustentable que le da una segunda vida a los árboles en descomposición.
En el caso del Jardín Japonés, que está en el top 3 de los puntos turísticos más destacados según Trip Advisor, las nuevas esculturas creadas a partir de la madera reciclada están a ambos lados del lago. Una es la figura de dos geishas. La que mira al noreste sostiene un daruma (muñeco japonés sin brazos ni piernas, que en esa cultura simboliza la motivación para alcanzar metas) y la que da al sudoeste, un abanico con la bandera japonesa. En la cima sobrevuela una grulla, y en la base nadan seis peces koi. La segunda escultura muestra un grupo de grullas sobre un ishidoro (farol de piedra) y el puente curvo Taiko Bashi, ambas estructuras típicas del país nipón y presentes en el Jardín.


La motosierra que crea
¿Cómo te contactaron del Jardín Japonés?
Por redes sociales, luego tuvimos un almuerzo donde me preguntaron cuál era mi idea y querían un bosquejo. Pero yo no trabajo con bosquejos, ni marco la madera. Dibujo directamente con la motosierra. Así que esto fue un gran desafío. Es ahí cuando me proponen hacer una geisha, y yo les respondo que, dado el tamaño del árbol, podíamos hacer dos. Una mirando hacia el frente y la otra hacia la laguna. Fue así que me puse a trabajar en la primera escultura.
¿Cuánto tiempo te llevaron las geishas?
Las geishas fueron unas tres semanas de trabajo con la motosierra. Arranqué en noviembre del año pasado. Tienen una altura de siete metros y fui de arriba hacia abajo, luego coloqué los barnices y por último el color.

Y luego continuaste con la escultura de las grullas
Sí, esa me llevó un poco más de tiempo, casi cinco semanas, y la terminé para febrero de este año. Tiene el doble de altura, son 14 metros de alto. Es la escultura más alta que hice hasta ahora.

¿ Cuál es la clave para esculpir con una motosierra?
El único secreto es que la motosierra esté bien afilada, hacerle un buen mantenimiento y ponerle una buena nafta y aceite. Esa es la vida de la motosierra. Si no, sin filo te esforzás y te rompe los brazos.
En este último tiempo se puso de moda
Mucha gente me ve y me dice que está contenta porque es la primera vez que ven una motosierra que no destruye sino que construye. Pero yo no me meto en política.
¿Siempre trabajaste con la misma herramienta?
Mi primera escultura fue a los 6 años, pero con un cuchillo tramontina y un martillo, en un tronco que usaba mi padre para hachar leña. Mi pueblo tiene mucha madera, toda la cartelería es de madera, y con el tronco hice la cabeza de un gaucho. Ya de chiquito manejaba las proporciones y trabajaba de la misma manera, tampoco hacía bosquejos. Te lo cuento y lo recuerdo como si fuera hoy.
¿Y en qué momento te llega la primera motosierra?
A los 17 años me daba cuenta que ya podía hacer lo que quisiera y opté por hacer la cabeza de un perro, un dogo argentino con la boca abierta. Cuando la terminé la puse en el piso, cerré las cortinas, y llamé a unos perros que teníamos. Cuando la vieron…la querían atacar. Eso me llevó a decir “wow creo que lo estoy haciendo bien”. Ahí mi madre me compra la motosierra, porque yo ya sabía hacer lo que sé hacer pero con un cuchillo y un formón, y me llevaba mucho tiempo.
¿Y cuándo empezaste a ser reconocido?
En mi pueblo se festeja el Oktoberfest, la fiesta de la cerveza, que es la tercera fiesta más grande del mundo de este tipo. Entonces, acá en Villa General Belgrano me encargan hacer una obra que les gustara a grandes y chicos. Me preguntan qué se puede hacer y les dije que estaría bueno hacer un alemán levantando el chop de cerveza, con un acordeón y la vestimenta típica, pisando un barril de cerveza. Fue todo sin boceto. Esto es “creer o reventar”, pero el resultado final fue bastante positivo. Después, un vecino de Almafuerte, un pueblo cercano, me pide una obra para homenajear a sus padres, y se viralizó muchísimo. Llegó a los canales de televisión nacionales.
¿Siempre trabajas con árboles que mueren de pie?
Si, es una forma de respetar la vida de los árboles y también tratar de concientizar un poco a la gente. Además, hay ejemplares muy grandes que los terminan cortando, los tiran a un campo y se terminan pudriendo, y es una pena. A mí me sirve económicamente y también me hace bien, porque inmortalizo un árbol de forma artística. No cargo con la culpa mental de decir: “Fui y corté un árbol que nos daba oxígeno, que daba sombra”. No estoy dañando el planeta Tierra, al contrario.