Conociendo El Puente Verde, el nuevo paraíso de la conservación para Aves Argentinas
Viajamos hasta el relicto de conservación de la fundación Aves Argentinas en la provincia de Misiones, El Puente Verde, para conocer de cerca lo que están haciendo en ese sitio, ubicado en una zona estratégica para la conservación como es la Península de Andresito, a pocos kilómetros de las Cataratas de Iguazú. Se trata de un verdadero tesoro de biodiversidad donde buscan que la fauna y la flora nativa estén a resguardo a perpetuidad, y las comunidades locales y visitantes aprendamos a coexistir con la naturaleza. Es, por sobre todo, hábitat de cientos de aves (se pueden encontrar 240 especies) que alegran con su canto y sus colores a cualquiera que sepa apreciarlas.
Un pájaro campana se escucha en los alrededores de Puente Verde, el último de los bastiones de la fundación ambiental más antigua del país, Aves Argentinas, en plena selva misionera. En cuanto llegamos ahí, nos informan: los voluntarios han salido rápidamente en camioneta en busca de la preciada fotografía, o simplemente avistamiento, de un ave poco común para la zona. Se trata de una especie de fantasma, cuyo particular llamado que suena a notas metálicas, es fuerte y no pasa desapercibido. Es también del ave nacional de Paraguay, donde incluso tiene una polca tradicional que lo homenajea. En medio del plumaje blanco que cubre al también llamado guyrapú, se asoma en su cara y garganta un brillante color calipso-verdoso. Toda una “figura”, que muchos pajareros sueñan con ver por estos lares. No alcanzamos a llegar y tenemos que salir corriendo nosotros también en su búsqueda, de la mano de nuestro guía y amigo Sergio Moya, un verdadero emblema en la zona. Así es el “pajareo” y sus adherentes: intenso y predispuesto al llamado del ave que define asomarse solo cuando le da la gana.
Esta reserva es la primera área protegida de la fundación, la misma que ya tiene casi 110 años de vida, desde que partiera como Sociedad Ornitológica del Plata en el siglo XX. Ubicada en el corazón de la selva de Misiones, en el noreste de Argentina, la reserva de Puente Verde está inserta en una zona estratégica para la conservación del Bosque Atlántico, en la Península de Andresito, a 70 km de las Cataratas de Iguazú. En este pedacito de paraíso de la conservación se pueden encontrar 282 especies de aves, 28 mamíferos (como el yaguareté, la corzuela, incluso el oso hormiguero), y enormes palo rosas y palmitos, especies de árboles protegidas, esta última cuya población ha seguido disminuyendo por la extracción del preciado alimento del mismo nombre.
El Puente Verde contiene 183 hectáreas de selva, y su principal objetivo es conservar y convertir ese paso en un “puente” que vincule a las comunidades a través de la restauración, el ecoturismo, la investigación, la educación y la sustentabilidad. El corredor en el que está inmersa conecta los Parques Nacionales Iguazú tanto de Argentina como de Brasil, y reúne otras nueve áreas protegidas provinciales y privadas.
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Tras una búsqueda que no llegó a puerto para avistar al bendito pájaro campana, llegamos a las cabañas cuando está oscureciendo. A la entrada de la reserva, Aves Argentinas tiene tres casas: la oficina, la casa de los voluntarios y la casa de las visitas (generalmente investigadores). Quienes pueden acceder al predio tanto por el día como para alojar un máximo de tres noches en la zona de acampe son todos los socios de la fundación, previo aviso y coordinación de visita. Nosotros vamos invitados por Juan María Raggio, documentalista, pajarero y director de Aves Argentinas, y nos quedaremos en la casa de los científicos.
A un costado de las cabañas, cuentan con un invernadero donde han cultivado varias especies nativas, y ahora están en plena construcción de un gran invernadero que será utilizado con fines agroecológicos, y para seguir repoblando de flora autóctona la reserva. Actualmente, la fundación además lanzó el sello CAA (Cultivo Amigo de las Aves), para proporcionar a los productores de yerba mate una forma de mejorar el precio de la hoja y su posicionamiento en nuevos mercados, cuando su trabajo tiene impactos ambientales positivos. La yerba Arapeguá de la Cooperativa La Abundacia ha sido la primera en motivarse a obtener el sello.
La hospitalidad pareciera ser el lema de quienes ahí trabajan. A la cabeza de este proyecto está el biólogo Rodrigo Fariña, quien además es director del Departamento de Conservación de la fundación. Recién contratado, se integró al equipo Julián Márquez, también fotógrafo, que labura como guardaparques en la reserva. Lo acompaña Bruno Piperno, joven uruguayo que está como voluntario.
En Puente Verde se respira pajareo incluso en los momentos en que no estamos en actividad de avistamiento como tal. Todo es “¿Oíste? Esas son aratingas ojiblancas”, o “allá se ve un tucanete piquimaculado, ¿lo divisan?”. Así todo el día, a la noche y antes del amanecer y del ocaso, con sus aves crepusculares y nocturnas. Pocas cosas pueden hacer más feliz a un amante de la naturaleza, y sobre todo de los pájaros, como estar en esta reserva.
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La coexistencia. Un término felizmente cada vez más común, incluso trillado quizás a estas alturas. Un término que figura lejos de resolverse del todo, pero que avanza. La convivencia entre humanos y fauna nativa es evidentemente compleja, y Andresito no es la excepción. Hace un tiempo, en las cercanías de Puente Verde, apareció una hembra yaguareté a quien nombraron Kunumí, que tuvo dos cachorras. Todo iba bien, la familia estaba monitoreada y las felinas deambulaban libremente. Pero, ¿qué pasa cuando el alimento está difícil de conseguir?, pues ahí los carnívoros echan mano a lo que queda más fácil: ganado y animales domésticos terminan siendo víctimas de un problema que está directamente ligado a la conservación, pues si hay comida en su entorno natural, no existiría problemas de convivencia con los grandes predadores.
Resulta que esta hembra adulta empezó a merodear cerca de las casas y comenzaron a desaparecer algunos perros. Naturalmente, los vecinos estaban asustados. Una noche, un señor local decidió poner fin al asunto, y matar a la yaguareté. Puso una presa en el suelo, se subió a un árbol y esperó, escopeta en mano. Tal como había planeado, la jaguar llegó a buscar la presa al lugar. En ese instante, aunque decidido a eliminarla, se detuvo a observarla un tiempo. Y no pudo. No pudo disparar al animal. Fue ahí como Aves Argentinas entró en escena. Con ayuda de Proyecto Yaguareté, Projeto Onças do Iguazú, de Brasil, y veterinarios del Centro de rescate Güira Oga, lograron capturar, poner un collar y relocalizar a Kunumí, justamente para salvarle la vida y para proteger a los vecinos. Visitantes con suerte, han podido verla por el Parque Nacional Iguazú.
La fundación está liderando un trabajo de relacionamiento y capacitación con las comunidades locales, todo enfocado en la convivencia, la conservación y sus beneficios. Este caso fue un motivador para “acelerar la marcha”. La coexistencia con grandes predadores, pasó así a ser uno de los lineamientos importantes de Aves Argentinas en la península.
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Es un nuevo día de avistamiento, pero la lluvia cae a cántaros, lo cual es normal en esta época. Llueve de “abajo para arriba”, como se dice en Chile. Si tuvimos días de calor y sol en Misiones, es porque se adelantó, para nuestra suerte, el llamado “veranito de San Juan”. El aire está tibio, y los mosquitos han disminuido un poco, lo cual es bastante decir en términos de alivio corporal. No podemos pajarear, así que nos internamos a conocer otros de los trabajos de la fundación y decidimos, igualmente, entrar en la selva para llegar a orillas del río Iguazú, hasta donde llega la reserva, y apreciar esa vista única.
Hacemos una linda caminata bajo el agua para ver esas postales con el río. Vale la pena. Es hermoso que llueva, los verdes se ven más intensos; las mariposas se perciben eléctricas. Acompañamos luego a Julián a recoger el último video de una de las cámaras trampa que tienen en Puente Verde. Revisamos algo de material in situ. Aparece un yaguareté. Jolgorio. Fue hace diez días, en este mismo camino, a las tres de la mañana. Hay excitación total.
Regresamos a las casas y nos instalamos en las oficinas de Aves Argentinas a revisar todo el material de esta cámara trampa. Pasan el yaguareté, agutíes, pecaríes… Miramos la pantalla del computador y vemos gráficos, registros, números, foto a foto intentamos captar de cuál jaguar se trata. Revisamos archivos recientes: un oso hormiguero gigante se pasea en libertad cerca del límite de Puente Verde y el Iguazú.
Entre todo esto, Rodrigo Fariña viene y va. Está ocupado, escribe textos, reportes, informes, papers. Lleva aceitunas y queso artesanal. Si el alma se ha perdido en algún momento por las lluvias, en este contexto regresa rápido. Conversamos: hay más proyectos para Puente Verde.
Un centro de manejo de fauna con recinto veterinario, con el fin de cumplir con la recepción de animales en urgencias, y luego derivarlos; empujar el rewilding (cría y liberación) con dos especies de aves: maracaná y yacutinga, y ampliar las relaciones interdisciplinarias y comunitarias son parte de los grandes desafíos que se está imponiendo este proyecto en la actualidad. “La idea es trabajar de forma cooperativa, con Aves Argentinas a la cabeza de programas de especies que son prioritarias para nuestro país. El desafío es que todas las partes articulen correctamente”, afirma Rodrigo.
Es probable que lleguen lejos, y nosotros estaremos atentos, comentamos antes de dormir. Pasamos una noche intensa. El viento que trae nubes cargadas de agua suena tan fuerte que nos despierta varias veces. No entendemos bien si estamos dormidos o despiertos. Todo se mezcla en el aire espeso y lindo de la selva y los pájaros.