Si pensamos en lugares de Chile que sean húmedos y lluviosos, uno de los candidatos indiscutidos sería Chiloé, en la Región de Los Lagos. Las precipitaciones en el archipiélago son tan abundantes que suelen superar los 2.000 mm anuales. Paradójicamente, la zona sufre una grave escasez hídrica en verano, que ha dejado sin agua potable a numerosas comunidades rurales, entre ellas Catruman, emplazada en la comuna de Ancud.

Esto motivó a científicos del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) a buscar una solución integral a través del manejo de microcuencas, tratamiento de aguas servidas en base a procesos naturales, y un plan de ordenamiento territorial que considerara las funciones de los ecosistemas. Así nació la novedosa Red Participativa de Agua Potable, la cual benefició, luego de 17 meses de ejecución, a 16 familias y al centro cívico de Catruman, asegurando entre 600 y 1.000 litros diarios de agua potable por hogar, a diferencia de los 20 litros diarios proporcionados usualmente por los camiones aljibes cuando los pobladores se quedaban sin este recurso.

“Sin duda, la participación de la comunidad es lo más importante de este proyecto. Ellos han sido capaces de valorar su propio conocimiento, aprender características del territorio y la capacidad que tienen los ecosistemas para regular el agua, y también cómo se construye un humedal artificial, etc. Esta solución es bastante más barata que otras que se plantean en el territorio y, además, es de largo plazo”, señala Rolando Rojas, director de la iniciativa y miembro del IEB.

El proyecto fue financiado con un fondo de innovación del Gobierno Regional de Los Lagos junto a Corfo, y recibió aportes de la Gobernación Provincial de Chiloé y de la Ilustre Municipalidad de Ancud.

“La situación más compleja lo pasamos en el año 2015, cuando casi se nos fue toda el agua de los pozos. Ese tiempo fue complicado, porque si uno no tiene agua para su domicilio, para sus necesidades en el hogar … lo otro era el tema complejo para los animales, no solo para nosotros“, recuerda Galicia Mansilla, presidenta de la Agrupación Los Pinos de Catruman, en un video que resume el proceso y recopila los testimonios de los involucrados.

Previo al proyecto, los vecinos de Catruman pasaban periodos de entre 5 y 6 meses sin acceso a este importante recurso, dependiendo de medidas cortoplacistas como la entrega de agua a través de camiones aljibes.

Para lograr su objetivo, la Red de Agua Potable se cimentó en el trabajo mancomunado entre investigadores y los miembros de la comunidad. Dentro de las actividades se contemplaron talleres y capacitaciones no solo para los vecinos, sino también para los funcionarios públicos de la zona.

También se instaló una estación de monitoreo hidrológico y se construyó un humedal artificial para tratar las aguas residuales de Catruman, imitando a los ecosistemas naturales, donde las plantas y microorganismos interactúan con el entorno acuático para purificar el agua contaminada.

Humedal artificial Jornada de planificación @Cortesía de IEB
Humedal artificial @Cortesía de IEB

Actualmente, el humedal artificial depura al menos 300 litros de agua diarios, provenientes de una casa, quesería y lechería, y son reutilizadas para otras actividades como el riego. Además, se reforestaron algunas áreas con al menos 10 especies de árboles nativos – ulmo, coihue, canelo, luma, entre otros – con el fin de restaurar los terrenos degradados, protegiendo de esa manera el suelo y su almacenamiento hídrico.

Por otro lado, los costos de mantención de la red de agua son mínimos, ya que solo requiere del trabajo coordinado entre los beneficiarios. El valor de algunos insumos, tales como cloro o filtros, no deberían superar los 25 mil pesos mensuales.

La respuesta está en la naturaleza

La crisis del agua abarca múltiples dimensiones y es consecuencia, en gran medida, de la gestión deficiente e insostenible que no ha logrado el equilibrio entre la disponibilidad, la oferta y la demanda de los recursos hídricos.

Para hacerse una idea, en el archipiélago de Chiloé “no existe el almacenamiento de nieve ni glaciares eternos, y la condición de la cordillera de los Andes es distinta a la del continente, por ende, dependemos estrechamente de la lluvia que caiga en este territorio”, detalla el director del proyecto.

A esto se añade la falta de ordenamiento territorial a nivel regional. El manejo inadecuado que se realiza en los predios para la actividad forestal, agrícola y ganadera está alterando el paisaje de la provincia, e impide el almacenamiento natural del agua en los suelos, afectando el buen funcionamiento de los ecosistemas, la calidad de vida de sus habitantes y el desarrollo socio-económico local.

Rojas explica que “los ecosistemas como bosques nativos, pomponales, turberas y humedales regulan el ciclo hídrico y mantienen disponible esta agua que cae”.

@Cortesía de IEB
@Cortesía de IEB

Es así como la sobreexplotación de estos ecosistemas nativos, los principales reservorios de agua en la zona, ha desencadenado un declive en la disponibilidad de agua. Otro aspecto relevante es el impacto del cambio climático. Las predicciones apuntan a que se experimentará un aumento de la frecuencia e intensidad de sequías y temperaturas extremas, y que también disminuirán las precipitaciones. “Se están concentrando las lluvias en invierno, con la consecuencia de que está lloviendo cada vez menos en la época de verano, y por eso está faltando este vital elemento en nuestro territorio”, detalla Rojas.

Considerando el crítico escenario hídrico que enfrenta el país en la actualidad, el equipo de científicos que impulsó este proyecto no descarta replicarlo en otros lugares, asegurando que es necesario avanzar más allá, promoviendo cambios en políticas públicas que consideren el conocimiento científico y local, y que incluyan a comunidades rurales dispersas.

El representante del IEB sostiene que “este proyecto es altamente replicable debido a que tiene una metodología participativa, donde se incluyen no solo a las familias que están presentes, sino también su conocimiento sobre el territorio y el uso que hacen de él. Se trabaja a escala de cuenca, donde se valoran los ecosistemas que están presentes en ella, y que tienen relación con la regulación del ciclo hídrico”. A esto agrega: “Si nosotros manejamos bien los ecosistemas, debiéramos tener agua por mucho rato y después solo preocuparnos de la mantención y operación de la red que la distribuye”.

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