Cerro Santa Inés: un nuevo Santuario de la Naturaleza para Chile
Hablamos de un lugar que queda a tan sólo 15 minutos de la localidad costera de Pichidangui, a 195 kilómetros de Santiago – a un costado de la ruta 5 norte – pero que cuenta con una alta presencia de biodiversidad de especies de flora y fauna, de las cuáles 47 se encuentran con algún estado especial de conservación, y que además, cuenta con la presencia de un bosque relicto, el cuál es un vestigio viviente del húmedo pasado del norte de Chile. En total, el nuevo Santuario de la Naturaleza Cerro Santa Inés contará con 713 nuevas hectáreas de área protegida, lo cuál es similar al tamaño del Parque Metropolitano de Santiago, que se repartirán entre las regiones de Coquimbo y Valparaíso. ¿Quieres saber más de los tesoros de esta nueva área protegida? ¡Te lo contamos en la siguiente nota!
A 15 minutos del balneario de Pichidangui se ubica el Cerro Santa Inés, un lugar en donde se emplaza un bosque tan diverso y frondoso que bien se podría pensar que se está en medio de la selva valdiviana. Sin embargo, este pulmón verde se encuentra entre las regiones de Valparaíso y Coquimbo, particularmente entre las comunas de La Ligua y Los Vilos. Esta elevación, que se encuentra a 689 metros sobre el nivel del mar, es hogar de 326 especies de flora y fauna, y que según anunció el Ministerio del Medio Ambiente (MMA) el pasado viernes 3 de julio, se unió a la red de áreas protegidas de Chile.
«Con esta publicación terminamos el proceso donde se oficializa el trabajo de protección efectiva de un sitio de gran relevancia ambiental, tanto por su diversidad, como por su alto endemismo. Estos atributos lo convierten en un verdadero ícono de la biodiversidad que debemos proteger, y que se suma a las más de 15,5 millones de hectáreas terrestres que ya hemos protegido como país”, indicó la titular de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, a través de un comunicado.
Esta declaración sitúa a Coquimbo como la tercera región con más Santuarios de la Naturaleza de Chile (7) – podio que comparte con Maule – y tan sólo detrás de la Metropolitana (11) y Valparaíso (15). Según se indica en el sitio oficial del Consejo de Monumentos Nacionales, un Santuario de la Naturaleza es todo aquel sitio terrestre o marino que ofrezca posibilidades especiales para estudios e investigaciones geológicas, paleontológicas, zoológicas, botánicas o de ecología, o que posean formaciones naturales, cuya conservación sea de interés para la ciencia o para el Estado.
Pero, ¿cuál es la importancia concreta del Cerro Santa Inés? Sobre todo, la gran biodiversidad de especies que lo habitan: en total, se calcula que en el lugar habrían 83 especies de fauna y 243 de flora en un área protegida de 713 hectáreas – comparable al tamaño del Parque Metropolitano de Santiago -, cifra de la cual la mayoría se encontrará en la Región de Valparaíso (531) y Coquimbo (182).
En concreto, el área propuesta abarca sitios prioritarios para la conservación de la biodiversidad, que son “Cerro Santa Inés – Costa de Pichidangui”; “Cerro Santa Inés – Cerro Imán”, y “Los Molles – Pichidangui”. El origen de esta nueva área protegida es una resolución ambiental emitida por el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad – organismo dependiente del Ministerio del Medio Ambiente – el 14 de febrero del año 2018, en la cual también se contempla un plan de recuperación y conservación del lugar, además de la habilitación de accesos, senderos, centro de visitantes y guardaparques.
Respecto a la fauna que allí habita, se estima que hay 83 especies, de las cuales 65 son nativas y 15 son endémicas de Chile, es decir, que solo se encuentran en nuestro país. Tal es el caso de algunos reptiles como la lagartija nítida (Liolaemus nitidus), que según lo ha catalogado el Ministerio de Medio Ambiente (MMA) su estado de conservación es “Casi Amenazado”; y anfibios como el sapo de rulo (Rhinella arunco), cuyo estado de conservación es “Vulnerable”.
Un remanente de bosque del pasado
Particularmente en el Cerro Santa Inés se han encontrado hasta ahora 243 especies distintas de flora, de las cuales 100 son endémicas y 83 son nativas. Además, 22 especies están categorizadas con algún grado de conservación por el Ministerio del Medio Ambiente. Según se indicó en el comunicado de la cartera, se trataría en gran parte de un bosque relicto -concretamente se estimaría en 53 hectáreas-, es decir, que quedó como vestigio viviente de algún tipo de flora que hubo alguna vez en la zona, pero que ya ha desaparecido. Esto habría ocurrido producto de un proceso de desertificación que aconteció tras la última glaciación. La cualidad de relicto la compartiría con el “bosque siempre verde” del Parque Nacional Fray Jorge de Ovalle, ambos con presencia de especies vegetales hidrófilas, es decir, propias de lugares de alta presencia de humedad o agua; esto, a pesar que los dos se encuentran emplazados en latitudes donde el clima suele ser mayoritariamente árido o semi-árido.
De hecho, entre las especies de vegetación hidrófila que allí se encuentran está el olivillo (Aextoxicon punctatum), un árbol siempreverde que también puede ser encontrado en el sur del país, y que su presencia en el lugar sería una prueba viviente que hubo allí un pasado mucho más húmedo.
De hecho, los ejemplares sureños de este árbol se sustentan a partir de una importante cantidad de agua proveniente de la lluvia, la cual no estaría presente en el Cerro Santa Inés debido a las escasas precipitaciones, que en la comuna de La Ligua, su punto más al norte, no sobrepasa los 150 mm entre los meses de mayo y junio.
Para compensar esta falta, según el naturalista y experto en botánica Juan Carlos Johow, el olivillo de esta zona condensaría con sus hojas la fría humedad proveniente de la niebla costera, la cual caería en forma de gotas al suelo, donde sería absorbida por sus raíces; y según agregó, este sistema permitiría que “precipite” más de 200 días al año. Esta especie, que se extiende por las quebradas y laderas de orientación sur, cerca de la cumbre del Cerro Santa Inés, lamentablemente ha sido catalogada como “vulnerable” por el Ministerio del Medio Ambiente desde la Región de Valparaíso hasta el norte de la Región Metropolitana.
Otras importantes especies de flora del Cerro Santa Inés que se encuentran con una categoría de conservación especial son la flor del águila (Alstroemeria pulchra) y el lúcumo chileno (Pouteria splendes) ambas categorizadas como “En Peligro”. En el caso de la primera, corresponde a una hierba tipo perenne endémica de Chile, cuya hermosa flor de rosa pálido presenta un colorido jaspeado en los extremos de cada pétalo.
Particularmente, el lúcumo representa uno de los principales elementos florísticos del Cerro Santa Inés, y que únicamente cuenta con una distribución restringida a las regiones de Coquimbo y Valparaíso. Junto al lucumillo (Myrcianthes coquimbensis), que ha sido categorizado como “En Peligro” y también está presente en esta zona, son unas de las únicas especies vegetales chilenas que tienen un origen tropical, y que según indicó a Ladera Sur Andrea Loayza, científica del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y académica de la Universidad de La Serena, podrían haber sido dispersadas por megafauna que se extinguió a finales del Pleistoceno, lo cual podrá haber ocurrido hace 10.000 años atrás.
Aunque la riqueza de la vegetación no se agota en las tres especies ya mencionadas, debido a que dentro de la frondosidad del Cerro Santa Inés se puede encontrar también otros árboles nativos como el boldo (Peumus boldus), el molle (Schinus latifolius) , el litre (Lithraea caustica) y el peumo (Cryptocarya alba), especies que podrán seguir prosperando en un ambiente que a partir de ahora contará con la protección de la Comisión de Patrimonio Natural (CPN). Según se indica en el sitio oficial del Consejo de Monumentos Nacionales, este organismo tendrá la autoridad de fiscalizar la realización de actividades que puedan perturbar el entorno, como lo son trabajos de construcción o excavación, pesca, caza, explotación rural o «cualquiera otra actividad que de alguna forma afecte el estado natural de los Santuarios de la Naturaleza».