Botánica chamánica: las ancestrales plantas visionarias usadas para comprender el mundo
Floripondio, San Pedro, peyote, coca o tabaco, entre una larga lista. Todas estas son consideradas “plantas visionarias”, utilizadas desde tiempos ancestrales por chamanes -considerados sanadores, videntes y visionarios- como herramientas para comprender el mundo. ¿Qué sabemos sobre ellas? Aquí te compartimos una pequeña aproximación a ellas, de las cuáles también puedes conocer más en la exposición “Chamanismo: visiones fuera del tiempo”, la primera sobre este tema, presentada hasta el 2 de julio en el Museo Chileno de Arte Precolombino.
“Hace algunos años tuve una tía de 65 años. Ella se enfermó, la llevamos al hospital. Dijo el doctor: ‘Es inútil, va a morir, la medicina no le ayudará’. Así que nos la llevamos a su casa. Y alguien dijo: ‘Esas gentes del peyote tienen una medicina, tal vez puedan ayudar’. La llevamos a los peyoteros. Tomamos la medicina para ayudarla y los demás la alimentaron con medicina toda la noche. La mañana siguiente ella estaba mejor. El doctor preguntó por la tía y se sorprendió. Dijo: ‘Dios mío, ¿qué le pasó? ¿Qué medicina le diste?’ Dijimos: ‘no importa cuál medicina, es obra del Todopoderoso. Aquí es donde los indígenas pertenecemos. Esta es nuestra iglesia’”.
-Testimonio peyotista Menominne, Wisconsin. 1900.
Desde hace miles de años, incluso hasta la actualidad, el chamanismo ha sido parte de muchas culturas. Si hay que darle una definición, sería un conjunto de saberes, creencias y prácticas tradicionales que tienen a un chamán como protagonista. Ese es el gran especialista, considerado un verdadero intermediario entre la humanidad, el mundo de los animales, los muertos y otras entidades espirituales. Son, en otras palabras, maestros del éxtasis, capaces de ser mucho más que humanos.
Para poder entrar en este trance y “viajar” a espacios alternos y otras maneras del ser, una de las herramientas ocupadas son las llamadas “plantas u hongos visionarios” -además de ayunos, cantos y sonidos, entre otros-, con los que son capaces de alcanzar sus objetivos específicos, como el diagnóstico, cura o control de afecciones causadas por “espíritus patógenos”, predecir el futuro o encontrar respuestas a situaciones de la comunidad. Por ende, son considerados en muchos pueblos como sanadores, videntes y visionarios.
“Preferimos utilizar ‘plantas o sustancias visionarias’ por varias razones”, comenta PhD. Constantino Manuel Torres, curador de la exposición Chamanismo: visiones fuera del tiempo del Museo Chileno de Arte Precolombino: “La palabra ‘visionaria’ la usamos no solo para referirnos a estímulos visuales sino también a la capacidad de imaginar otros mundos, espacios, y momentos. El termino psicodélico es más apropiado a discusiones sobre las décadas de 1960 y 1970. Alucinógeno tiene connotaciones negativas, o sea que es una alucinación, algo que no tiene relación con la realidad”.
De esta forma, floripondios, coca, San Pedro, tabaco, chamico, San Isidro, peyotes, Amanita muscaria y muchas más, son parte del universo de estas plantas y hongos visionarios que se usaban los chamanes como grandes herramientas para comprender el mundo.
En una conversación del Museo Chileno de Arte Precolombino con el psicólogo y neurocientífico Christopher Timmermann, él comentó: “Si hay algo que nosotros podemos aprender de las tradiciones chamánicas es que las prácticas que utilizan, no siempre, pero te muestran un saber hacer muy depurado, una técnica muy refinada que se ha construido de generación en generación (…). Los psicodélicos tienen un componente del cómo funcionan. Por qué sanan, si es que sanan, aunque la evidencia pareciera ir por ahí. Parece que sanan porque tienen un componente místico o espiritual”.
El chamán y el uso de plantas visionarias
El chamanismo no es una religión. Es un fenómeno en que comunidades con poca o nula estratificación social tiene un chamán -que tenía un nombre particular en cada una- coexiste con distintos especialistas, como curanderos. Ellos viajan a espacios alternativos, lo que los distingue, por ejemplo, de sacerdotes. Esos viajes les entregan herramientas para aprender y adquirir información que luego aplican “a su vuelta”. Así, según se explica desde el documento de resumen de la exposición, “un chamán estado de éxtasis interactúa y se comunica con los antepasados, los seres del bosque y entidades de la montaña”.
Por lo tanto, en el viaje el chamán adquiere el conocimiento. Con eso, es capaz de encarnar tradiciones y expresarlas, siendo poetas, pintores y bailarines, entre otras cosas, además de estar familiarizados con el medio ambiente: la geografía, los animales, las estaciones, el clima y, por supuesto, las plantas.
Como ya se mencionó previamente, las plantas visionarias son una de las múltiples técnicas usadas por los chamanes para lograr estados de conciencia modificados, siendo capaces de imaginar, construir imágenes y obtener información, siendo un medio para lograr un objetivo específico (comprender el mundo).
Estas plantas se aplicaban en simultáneo con otras técnicas. Es decir, además de plantas, se desarrollaban dietas rituales prolongadas, largos periodos de sonidos repetitivos, danzas y la creación de objetos espirituales, por ejemplo, complejos trajes.
En este sentido, distintas culturas tienen sus propias técnicas chamánicas. Eso sí, algo que se asocia frecuentemente al uso de plantas visionarias y el chamanismo, es la caza simbólica. Por ejemplo, se asocia la caza de ciervos de los Wixárika y el uso del peyote (Lophophora williamsii) en el norte de Mesoamérica, o la caza de ciervos en el norte del Perú, que se lleva a cabo en arboledas de vilca o cebil (Anadenanthera). Esto último está representado en cerámicas de la cultura Moche (100-600 d.C).
Las plantas visionarias más utilizadas
Las plantas visionarias de uso más común en el chamanismo americano gatillan cambios extremos en la percepción del tiempo y el espacio, así como patrones de pensamiento y estado de ánimo. Se mejoran los colores del campo visual. Además, se observan patrones geométricos en movimiento y fenómenos visionarios figurativos.
Quizás uno de los más conocidos es el peyote (Lophophora williamsii). Evidencias arqueológicas han datado su presencia molida entre 4.200 y el 3950 AC y todavía se sigue utilizando en prácticas rituales de varios grupos indígenas mexicanos como los wixárila, tarahumaras y coras. Esta cactácea crece en los desiertos del centro y norte de México, así como en el sur de Texas, Estados Unidos. Uno de los principales alcaloides psicoactivos de esta planta es la mescalina.
Siguiendo con las cactáceas, pociones de varias especies del género Trichocereus, compuesta por más de 40 especies. Probablemente el uso más conocido es el del San Pedro (Trichocereus pachanoi), un cactus que puede alcanzar 3 a 6 metros de altura, que contiene mescalina como el principal alcaloide psicoactivo. Sus primeros usos datan de la costa centro-norte del Perú, entre el 2000 y 1500 AC). Además, se evidencia en esculturas de piedra de la cultura Chavín (900-300 ac) o las antiguas cerámicas Cupisnique (1000 ac). Este cactus todavía se usa en las tradiciones chamánicas del norte del Perú y Ecuador.
La famosa coca (Erythroxylum coca) es una de las plantas rituales de uso más extenso en Sudamérica. Sus evidencias más tempranas de uso datan del norte del Perú, hace 8.000 años. La coca ha sido parte de la interacción social en los Andes, desde conversaciones simples a reuniones políticas. Las hojas de coca se asociaban a la cal, así como su evidencia en cerámica precolombina, desde el norte del continente hasta el norte de Chile. En Colombia, la cultura Quimbaya realizaba recipientes de oro para guardar la cal, que se utilizaba para activar el efecto de la coca.
De la mano de la coca, está el tabaco (Nicotiana tabacum), que también ha jugado un papel principal en el chamanismo americano. Sus usos más frecuentes son vía nasal y fumando, así como masticándolo. Su uso se documenta en crónicas y documentos de los siglos XVI y XVII. Bolsas con tabaco datan de hace 300-500 DC en Bolivia y en América del Norte hay residuos en pipas de hace 2.500 años. Así también sucedió en Chile, donde hay pipas con residuos de tabaco de hace mil años, mezclado con otras especies vegetales.
Otras solanáceas utilizadas son de Brugmansia sp., pequeños árboles de América del Sur. Una forma más común de la planta se conoce como floripondio, borrachero, toé, misha o huanduj. Las representaciones de sus flores, hojas y vainas son abundantes en la litoescultura de la cultura Chavín del Perú. En estas especies se conoce los alcaloides tropano, escopolamina y atropina.
sanguinea
A esto se suma Datura inoxia, de arbustos pequeños y flores en forma de campana. Su uso ceremonial era al sureste de Estados Unidos, y Datura stramonium por los aztecas y el chamico, en Chile y Argentina.
Luego, las semillas del género Anadenanthera árboles de leguminosas tropicales y subtropicales de América del Sur, tienen dos variedades conocidas por sus usos como fuente de preparaciones psicoactivas visionarias: Anadenanthera peregrina y Anadenanthera colubrina. La primera se conoce como yoco al noreste de América del Sur. A las preparaciones de la segunda se les conoce como vilca en Perú y el norte de Chile. En Argentina como cebil. Sus inhalantes contienen bufotenina y dimetiltriptamina.
Se han fumado e inhalado durante, al menos, cuatro mil años. Las primeras evidencias estaban contenidas como restos en una pipa de hueso de puma en Jujuy, Argentina (2100 AC). También se inhalaba vía nasal, a través de una pequeña tableta rectangular, un tubo de inhalación, cuchara y bolsas de cuero o textiles como recipientes. El mayor compilado de estas evidencias son en San Pedro de Atacama, Chile, datando estos elementos con 1.500 años de antigüedad.
A la lista se suma un género de plantas trepadores tropicales latinoamericanas: Banisteriopsis. Banisteriopsis caapi es una liana que se usa en la preparación de pociones como ayahuasca y yagé. Contiene varios alcaloides que son inhibidores de la enzima monoamina oxidasa (MAO). Se suele combinar con hojas de Psychotria viridis (chacruna) o de Diplopterys cabrerana (chagropanga). A la poción de la ayahuasca también se le adhieren especies como Brugmansia, Brunfelsia y Nicotiana.
En la cuenca del Orinoco, utilizan un inhalante visionario que se prepara a partir de la corteza de especies de Virola, un género de árboles tropicales. A estos inhalantes de se les conocer como yakoana, vihó y yákee. Es rica en derivados de triptamina.
El Reino Fungi también se incluye en esta lista. Cómo no mencionar a la famosa Amanita muscaria, cuyo ritual se relaciona estrechamente con la navidad. Es hongo se seca al sol y se ingiere solo como infusión en agua o leche de reno. Sus principios activos son el ácido iboténico y el alcaloide muscimole.
También Psilocybe mexicana y P. cubensis (San isidro). Los principios activos de estos hongos, el teonanácatl de los aztecas, son psilocibina y la psilocina. Los mayas utilizaban estos hongos y todavía se ingiere entre los mazatecos de México. Numerosas figuras humanas que llevan tocados con formas de hongos aparecen representadas en las tradiciones orfebres precolombinas Sinú y Quimbaya del norte de Colombia, los que han sido identificados como hongos psicoactivos.
La exposición “Chamanismo: visiones fuera del tiempo”
Chamanismo: Visiones fuera del tiempo es una exposición que introduce y pone en el presente las prácticas chamánicas de los pueblos que habitaron y habitan América a través de representaciones, objetos y experiencias visuales de extraordinaria calidad estética.
Esta muestra presenta 140 piezas arqueológicas y etnográficas y documentos audiovisuales, representativos del chamanismo en Europa y Norteamérica hasta Tierra del Fuego. Mediante sus formas, materialidades, imágenes y su capacidad de inspirar a los artistas contemporáneos, estos objetos establecen una fascinante relación entre el chamanismo y el arte. Otro lugar importante en la muestra, en tanto, la tiene el chamanismo mapuche, curado por el investigador Juan Ñanculef Huaiquinao, especialista en la tradición y sabiduría ancestral de su pueblo.
El equipo del museo trabajó durante cinco años en la preparación de esta anhelada exposición. En esta ocasión, conscientes de la importancia del chamanismo en la historia de la humanidad y de la fascinación que la figura del chamán y su oficio ejercen en la sociedad moderna, se presenta la primera muestra sobre el tema en Chile y una de las pocas en el continente americano con tan amplia cobertura geográfica y cronológica.
Como cada exposición del Museo Chileno de Arte Precolombino, la museografía en Chamanismo: Visiones fuera del tiempo cumple un rol protagónico y cuenta con la plataforma de colaboración MESS y la dirección creativa del arquitecto Rodrigo Tisi. A través de un montaje que pone énfasis en la botánica y la intrínseca relación de las prácticas chamánicas con la naturaleza, se propone una visualidad colorida y potente que ofrece múltiples aproximaciones sensoriales.
“El trabajo propone presentar los objetos de una manera muy poco tradicional. El objeto no es resaltado por la luz como tradicionalmente presentan los museos, sino que son atmósferas de color que proponen sensaciones de percepción alterada”, cuenta Tisi sobre esta tercera colaboración con el Museo Chileno de Arte Precolombino.
La diversidad elementos exhibidos en la exposición provienen del propio museo y de otro largo listado de colaboradores como The Cleveland Museum of Art, EEUU; Museo Larco, Perú; Stad Ulm-Museum Alemania; Museo Nacional de Historia Natural, Chile; Museo Histórico Nacional, Chile; Fundación Desierto de Atacama,Chile; José Bedia; Stacy Schaefer; Constantino Manuel Torres; Donna Torres; William Maguire; Juan Salinas Lyon; Cristián Undurraga; Francisco Gallardo; Colección Apelles.
La exposición Chamanismo: Visiones fuera del tiempo es posible gracias al apoyo del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio y la Ilustre Municipalidad de Santiago. Estará abierta al público hasta julio de 2023.
*La información de esta nota es de el Catálogo de la exposición Chamanismo: Visiones fuera del tiempo.