Belice: el desafío de proteger un atolón y gestionar la pesca tradicional
En Belice, el atolón coralino Glover´s Reed es un importante enclave para la conservación, hogar de cientos de especies de fauna marina, y ha sido tradicionalmente un lugar popular para los pescadores locales. El área marina protegida tiene una zona multiusos que permite a los pescadores trabajar en el área a la vez que protegen la biodiversidad. No obstante, algunas poblaciones de tiburones han disminuido en los últimos años a pesar de la gestión cuidadosa llevada a cabo por el departamento de pesca de Belice y por las ONG. Adriel Castañeda, funcionario del Departamento de Pesca de Belice y coordinador de la unidad de gestión basada en el ecosistema, habló con Mongabay sobre los desafíos de preservar el arrecife a la vez que se mantienen las costumbres de las comunidades locales.
Glover’s Reef, parte del Sistema de Reservas de la Barrera de Arrecife de Belice, es uno de los cuatro atolones en el hemisferio occidental. La extraña isla de coral con forma de anillo rodea una laguna a 45 kilómetros de la costa de Belice, y ocupa 35 000 hectáreas.
El arrecife es hogar de varias especies de tiburones, incluido el tiburón de noche (Carcharhinus signatus) en peligro de extinción y el tiburón de arrecife del Caribe (Carcharhinus perezi), así como numerosas rayas y otros peces. La abundancia de fauna silvestre ha atraído tradicionalmente a los pescadores a este lugar, lo que ha llevado a los funcionarios a buscar una forma de proteger el ecosistema y al mismo tiempo mantener las costumbres de las comunidades locales.
En 1993, Glover’s Reef se declaró reserva nacional protegida. Unos años más tarde, fue catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La reserva se divide en distintas zonas de conservación, lo que permite a los residentes pescar cerca de algunas partes del arrecife.
A principios de este año, Mongabay informó que algunas especies de tiburones, especialmente el tiburón de arrecife del Caribe, han ido en declive a lo largo de la última década, posiblemente por la pesca legal en los bordes de la zona protegida. También ha habido alguna actividad ilegal, a menudo por la noche, cuando las regulaciones son más difíciles de aplicar.
“La mayor parte está invadiendo la zona de conservación”, dijo a Mongabay Kenneth Gale, gerente de operaciones de la Estación de Investigación Glover´s Reef de la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS, por sus siglas en inglés). “Pesca de productos fuera de temporada o de tamaño reducido. También vemos a gente que pesca sin las licencias de pescadores. Así que aquí realmente se han visto una amplia gama de infracciones”.
Belice es uno de más de 100 países que se han adherido a la iniciativa “30 por 30”, plan global para conservar el 30 % de la tierra y los océanos del planeta para 2030. El objetivo es preservar alrededor de una tercera parte de los ecosistemas del planeta para proteger la biodiversidad y mitigar el cambio climático.
Sin embargo, ha habido algunas críticas por parte de grupos indígenas en numerosos países porque consideran el enfoque 30×30 demasiado “simplista”. Podría incrementar el riesgo de abusos de los derechos humanos contra las comunidades locales si los gobiernos buscan conseguir terrenos para fines de conservación sin consultar con ellos primero, u otorgarles derechos de tenencia de tierras o acceso a zonas de pesca para practicar sus medios de subsistencia.
Dadas sus luchas recientes con la pesca en los límites de la zona protegida, Glover’s Reef plantea cuestiones sobre cómo equilibrar los esfuerzos de conservación con las necesidades de las comunidades locales. Según la WCS, una pequeña fracción de los pescadores han abogado por la expansión de la zona de conservación y el aumento del tamaño de la reserva.
Adriel Castañeda, funcionario de pesquerías del Departamento de Pesca de Belice y coordinador de la unidad de gestión basada en los ecosistemas, ayuda a supervisar las nueve reservas marinas protegidas de Belice. Ha trabajado con la WCS y los pescadores locales para encontrar las mejores estrategias para lograr el equilibrio adecuado.
En esta entrevista con Mongabay, Castañeda habla sobre la clave para preservar Glover´s Reef, la relación con los pescadores tradicionales y por qué está experimentando con el uso de drones para realizar patrullajes.
—Glover’s Reef ha existido durante 30 años y, en gran medida, ha logrado preservar el ecosistema del atolón a la vez que permite a los pescadores seguir sus medios de vida. ¿A qué atribuye este éxito?
—Bueno, una de las cosas que han sido muy beneficiosas es la asociación que hemos tenido con la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre. Llevan ahí muchos años. En realidad, son los propietarios de una isla llamada Cayo Medio (Middle Caye), y ahí es donde tenemos nuestra estación, así como nuestro personal de patrulla y gerente. Y nos han ayudado a realizar una gran parte de nuestra vigilancia y nos han ayudado en la gestión del área en términos de asistir con el combustible para las patrullas, con el personal para la vigilancia, estar a cargo de la financiación… y fortalecer la capacidad de nuestro personal. Esas cosas han sido muy útiles para ayudar en la gestión. Eso ha sido fundamental. Además, también han acogido a varios investigadores que han venido a Belice a evaluar el atolón. Eso ha sido fundamental para desarrollar el conocimiento alrededor del atolón.
—La pesca está permitida en esa zona, pero solo para ciertos pescadores locales en ciertas épocas del año (la temporada de langosta es del 1 de julio al 31 de marzo, mientras que la temporada de caracola marina dura desde el 1 de octubre hasta el 30 de junio) y en ciertas zonas de la reserva. ¿Cómo funciona ese sistema? ¿Cree que es efectivo?
—Pescar está permitido en el atolón. Todas nuestras reservas marinas están compuestas de pequeñas reservas multiuso. Tienen una zona de conservación, una zona de preservación, y una zona de uso general, que es donde tiene lugar la pesca. La zona de uso general es mayormente de entre el 80 % y el 85 % del atolón. Y el 15 % al 20 % que queda está dividido entre las zonas de preservación y conservación… En el caso de Golver´s hay una zona justo enfrente del Cayo Medio, donde está la WCS, solo como un santuario para algunos peces cebo que tenemos ahí que son únicos dentro del atolón.
—¿Cómo se las arreglan el departamento de pesca y la WCS para conservar la zona y permitir la pesca? ¿A veces, puede ser una estrategia difícil?
—Bueno, es difícil. No diré que no lo es. Lo que ayuda mucho es la distancia a la que está de tierra firme. Por sí misma, la distancia reduce la cantidad de gente que accede a la zona. El atolón es bastante grande, pero es viable con nuestro personal, así que, además de eso, tenemos una estrecha colaboración con la Guardia Costera, la cual también es acogida por la WCS dentro de la estación de campo de Cayo Medio que nos ayuda a hacer patrullajes conjuntos dentro del atolón.
—Esta es una situación algo distinta a la de otras zonas multiuso en el mundo, debido a que estas aguas no pertenecen a una comunidad cercana. Los pescadores tradicionales —aquellos que han demostrado un compromiso a largo plazo con la zona y provienen de comunidades de pescadores históricas— llegan de zonas muy lejanas.
—En términos de los pescadores, el [acuerdo de conservación] da acceso a la zona solo a pescadores tradicionales… Sin embargo, en 2010, el departamento inició un programa llamado Acceso Controlado en dos ubicaciones. Básicamente, estábamos intentando implementar un enfoque a la gestión de la pesca basado en los derechos, intentamos incorporar la idea de que solo los pescadores tradicionales tuvieran acceso a la zona para pescar. Anterior a 2010, cinco años antes, cualquiera que estuviese dentro de esa lista podría obtener acceso. Y a partir de ahí, establecimos un número de requisitos para que pudieran mantener su acceso. Por ejemplo, tendrían que haber utilizado la zona al menos tres veces al año y tendrían que presentar datos de las capturas y ese tipo de cosas.
Aunque generalmente los pescadores vienen de la parte norte del país. Estos son pescadores de velero, que quiere decir que viajan en grupo, entre 10 y 14 de ellos en un balandro desde Ciudad de Belice, desplazándose hacia el sur hasta Glover´s Reef, pero residen en una zona determinada que está en el extremo norte, en la frontera con México. Y es un poco complejo, porque tendrían que coger el autobús desde Ciudad de Belice, donde tienen sus barcos, y desde ahí desplazarse al lugar de pesca en Glover’s Reef.
—Si solo se permite a los pescadores locales o tradicionales utilizar la zona y nadie nuevo puede utilizarla, al final no habrá pescadores que trabajen ahí porque no se puede introducir gente nueva. ¿O existe un sistema para permitir nuevos participantes?
—Permitimos nuevos participantes. Formamos lo que denominamos un comité de acceso controlado, el cual está formado por representantes oficiales, la gerencia, WCS y nosotros. Y básicamente establecemos algún tipo de criterio para permitir nuevos participantes. Por ejemplo, un criterio sería si el pescador es un pariente de alguien que lleve algún tiempo pescando aquí tradicionalmente, un hijo, quizás, o un yerno o un pariente muy cercano. Podría ser alguien que ha sido contratado como cocinero desde hace tiempo en los balandros, pero esencialmente, intentamos limitarlo mayormente a personas que tienen algunos intereses personales… y luego pasarían por un periodo de prueba. Entonces, una vez que cumplan con los requisitos diarios, tres visitas a la zona, presentación de capturas, etc., y no estén cometiendo ninguna infracción, entonces podremos darles ese acceso.
—¿La personas con acceso a la zona están contentas con el acceso que tienen? Las zonas de uso general del arrecife son un porcentaje muy pequeño del total. ¿Pueden obtener suficiente alimento y/o hacer suficiente dinero dentro de los límites de las regulaciones actuales? Por ejemplo, si bien no hay un límite a la cantidad de langosta que pueden capturar, otras especies tienen licencias especiales que podrían ser restrictivas para los pescadores.
—Creo que una de las cosas que los benefició mucho fue que el programa favorecía a los pescadores que permanecieran dentro del atolón o pescasen dentro del atolón durante todo el año o temporada. Porque uno de los principales problemas que hemos tenido en el pasado era que, cada vez que se abrían las principales pesquerías, había una avalancha de pescadores que iban y competían con ellos por los dos primeros viajes, el primer mes propiamente dicho, de la temporada. Y la competencia no les permitía tener tanto… dentro del atolón. Entonces lo qué hizo el programa fue eliminar a aquellas personas que solo van allí una o dos veces al año. Por lo que los pescadores que ahora son tradicionales y tienen el acceso controlado a la zona podrían disfrutar del privilegio de tener una mayor porción del pastel, si quieres decirlo así.
—Usted mencionó que trabajan con la WCS para realizar patrullajes de vigilancia. ¿Cree que el gobierno tiene suficientes recursos para hacer ese trabajo o necesita ayuda externa? La falta de financiamiento y recursos ha sido un problema, lo que ha dado lugar a pesca ilegal nocturna, por ejemplo.
—Bueno, la financiación ha sido un problema para todas nuestras áreas protegidas. Hemos estado buscando mecanismos para ver cómo mejorar este aspecto. Por ejemplo, hemos intentado poner a prueba el uso de drones para no tener que gastar tanto en combustible. Acabamos de enviar un dron a hacer un estudio primero y luego podremos planear mejor nuestros patrullajes, ser más eficientes. También hemos utilizado, de nuevo, a través de la colaboración con la WCS, el sistema SMART, que es una herramienta, que usa un teléfono móvil o un GPS para registrar la información de todas tus patrullajes, desde cuánto combustible estás utilizando hasta con quién te encuentras mientras haces las patrullas. Y eso te da una imagen de cada vez que haces una patrulla, verías dónde está, dónde se está centrando el cumplimiento, dónde hay brechas y ese tipo de cosas… Además de eso, también estamos buscando cómo mejorar nuestro acuerdo de cogestión, porque creemos que la cogestión es una opción muy viable para la gestión asistida, la cual ha demostrado ser muy efectiva para zonas anteriores que hemos cogestionado.
—Cuándo se refiere a cogestión, ¿se refiere a gestionar con grupos como la WCS o gestionar con las comunidades locales?
—Podría ser cualquiera de las dos… Podría ser una ONG, podría ser una organización basada en la comunidad, una vez que es una entidad establecida que puede demostrar que realmente pueden realizar la gestión diaria del lugar.
—¿Es eso algo que están mirando con la esperanza de expandirse?
—Sí. Bueno, estamos abiertos a la posibilidad, por cualquier interés en eso… Nos hemos aliado con la Asociación para la Sostenibilidad del Atolón Turneffe, que es una ONG local. Y han sido capaces de llevar la gestión al siguiente nivel con la cantidad de inversión en infraestructura y personal, la cantidad de financiación que están llevando a cabo. La financiación mixta se está realizando con un enfoque empresarial. Así que, solo amplifica las oportunidades que se pueden obtener para un área protegida en comparación con el gobierno.
—¿Cree que el modelo de Glover´s Reef se debería reproducir en otras partes del Caribe o del mundo? ¿Es una manera viable y exitosa de conservar los hábitats marinos a la vez que también proveer a las comunidades locales?
—Creo que esto tiene muchos aspectos. Como dije, sobre todo la asociación es muy, muy buena. También tenemos un comité consultivo fuerte. Por supuesto, la WCS ha sido uno dos los principales patrocinadores de las reuniones, y eso proporciona un buen nivel de orientación y supervisión del trabajo diario que tiene lugar en las reservas y para cualquier mejora o recomendación. Ese es clave.