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Árboles al límite: el umbral del bosque en la Patagonia
Los bosques de lenga encuentran refugio al límite con los ecosistemas de la alta montaña, en las latitudes de la Patagonia, formando tree lines o líneas de árboles. En esta nota, las Dras. Andrea Arredondo, Claudia Reyes, investigadoras de Núcleo Milenio LILI y Dra. Frida Piper de la Universidad de Talca, Núcleo LILI e Instituto de Ecología y Biodiversidad, exploran y buscan explicar este fenómeno. Esta investigación fue posible gracias al financiamiento de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), a través del Núcleo Milenio LILI.
En las montañas y latitudes extremas de la Patagonia, los bosques de lenga (Nothofagus pumilio) encuentran su último refugio antes de dar paso a los ecosistemas de alta montaña. El contraste entre su follaje y el gris de las cumbres marca el límite ecológico conocido como tree line o línea de árboles, que corresponde a la altitud máxima donde estos bosques pueden desarrollarse antes de que el frío impida su crecimiento.
Este límite, observable a lo largo de las cimas del mundo, se presenta en lugares donde las bajas temperaturas impiden el crecimiento de los árboles. Investigaciones lideradas por los científicos europeos Körner y Hoch (2012) identificaron que, a nivel global, la línea de árboles se alinea con la isoterma de 6,4 °C de temperatura media durante la estación de crecimiento (en Chile primavera y verano), estableciendo así una convención internacional para este umbral climático.

En Chile, la lenga es la principal especie que marca este límite, extendiéndose desde la cordillera de los Andes en la Región del Maule hasta Cabo de Hornos. Los bosques de lenga, dominados por esta especie caducifolia y resistente, soportan grandes cantidades de nieve invernal y bajas temperaturas. La altura a la que se encuentra el tree line varía según la latitud: puede alcanzar los 2.000 metros sobre el nivel del mar en el norte, pero desciende hasta casi el nivel del mar en Tierra del Fuego.
En las zonas más extremas, la lenga adopta una forma de crecimiento achaparrado conocida como krummholz (madera retorcida), con ejemplares que rara vez superan los cinco metros de altura. Esta arquitectura rastrera se ha asociado a daños provocados por el peso de la nieve, el viento constante, un microclima más favorable para crecer dado por la cercanía al suelo y, posiblemente, a adaptaciones genéticas que protegen los tejidos sensibles mediante el crecimiento cerca del suelo. Estas formaciones no solo son testimonio de la dureza del clima, sino que cumplen un rol ecológico vital al brindar refugio a numerosas especies de flora, fauna y microorganismos.


Mientras la mayoría de los límites arbóreos del mundo están formados por especies siempreverdes, el límite arbóreo de los Andes del sur de América está formado por una especie caducifolia como la lenga. Esta singularidad ha despertado la curiosidad de investigadores de Núcleo Milenio LILI, quienes junto a estudiantes y colaboradores estudian el tree line de lenga y su relación con otros organismos como hongos y levaduras, con miras a comprender mejor su evolución y diseñar estrategias de conservación.
Pero ¿por qué todos los árboles se detienen en su crecimiento justo en la línea formada por la isoterma de 6.4 C? La ciencia ha propuesto dos hipótesis principales:
- Hipótesis de limitación por carbono: Las bajas temperaturas limitan directamente la fotosíntesis, reduciendo la capacidad de las plantas para producir carbohidratos y provocando un déficit de material para la formación de nueva biomasa como hojas y tallos.
- Hipótesis de limitación por crecimiento: Las bajas temperaturas no limitan la fotosíntesis, tanto como el crecimiento, por lo que, aunque las hojas produzcan suficientes carbohidratos, las bajas temperaturas impiden la formación de nueva biomasa.

La tesis de magíster de Andrea Arredondo, titulada «Formación del límite arbóreo de lenga y su relación con levaduras de la corteza», examinó estas dos hipótesis. Los resultados sugieren un apoyo mixto: los árboles del límite estarían limitados no tanto por la producción de carbohidratos, sino por su alta demanda, probablemente asociada al mantenimiento de hongos micorrízicos —organismos que se asocian a las raíces, ayudándolas a absorber agua y nutrientes del suelo, mientras que ellos obtienen azúcares de la planta—esenciales para la absorción de nutrientes. También podrían influir la escasa disponibilidad de nutrientes, los daños por nieve pesada en brotes jóvenes y la necesidad de generar tejidos más resistentes.
El tree line de lenga no solo representa un umbral ecológico, sino también un indicador sensible del cambio climático. El aumento de las temperaturas ya está provocando un desplazamiento de esta frontera hacia mayores altitudes y latitudes, lo que podría alterar profundamente los ecosistemas de montaña y afectar a las especies que dependen de estos bosques.
La protección de estos ecosistemas resulta clave para preservar la biodiversidad patagónica y enfrentar los desafíos del cambio climático en uno de los paisajes más emblemáticos del hemisferio sur.
