Apnea al aire libre, una columna sobre la crisis del turismo en pandemia
Nuestro colaborador Felipe Howard expone en esta carta las preocupaciones del mundo del turismo en Chile en relación a la pandemia, y nos cuenta cómo se han visto afectados todos los que viven de estas actividades en el país. Además, hace un llamado a las autoridades a tomar cartas en el asunto.
“Hay que seguir remando” me dijo un amigo que organiza safaris fotográficos a ver pumas y siente que el rubro de los viajes está completamente abandonado. “Para poder remar hay que estar sobre el agua” se me ocurrió decirle.
“No pude hacer ninguno de mis tours fotográficos de otoño, ni en grupos pequeños, al aire libre, ni con medidas especiales y todas las precauciones. Hice todo el papeleo que nos exigían, cumplí todas las normativas, con todas las restricciones y llegó otra vez la cuarentena, se canceló todo, me quedé otra vez sin poder trabajar”.”, me comenta otro amigo. «Mucha gente lo que más quiere ahora es poder salir a espacios libres con naturaleza, con responsabilidad obviamente», afirma.
“Vivo en Punta de Lobos, el otro día me metí al mar con mi tabla, solo, no había más gente. Me pasé unos minutos en el horario de la banda horaria y en la playa un militar con su metralleta exigiéndome salir del agua”, me comentó otro amigo. Algo no cuadra, no suma, parece el mundo al revés.
Otra persona de un hostal en río Puelo me escribió “no entiendo, un mall de 10.000 m2 tiene un aforo de 3.500 personas y un parque nacional de 500 hectáreas está cerrado o tiene aforo de 60 personas y no se puede operar turísticamente”. Otro ejemplo de hace un par de semanas: “No pude tomarme un café en Puerto Natales, porque está en Fase 2 y sólo pueden atender afuera, el interior vacío, no hay nadie, sólo puedes acceder a la terraza, con casi 0 grados, ¿cómo no podemos entrar con un aforo reducido?”
Hace un año escribí una columna en la que planteaba que quienes vivimos del turismo y de las actividades al aire libre estaríamos en una apnea profunda con el encierro, el panorama se veía negro para los próximos meses y decía que deberíamos batir el récord mundial de apnea.
Ya dije que la apnea se transformó en hipotermia. Volvimos a estar encerrados, entiendo que es para cuidarnos. Ha pasado un año, esto es como un deja vu del 2020. Estábamos en medio de un debate sobre lo que era o no esencial, no podemos ir a los parques nacionales, no podemos llevar gente a caminar a los bosques, casi no podemos ir a pedalear a los cerros, no podemos enseñar a surfear, no podemos navegar en kayak, casi ni podemos hacer deporte. Hay mucha gente a lo largo de Chile que vive de esas actividades. Forman parte del giro de muchas empresas, familias que a lo largo del país viven del trabajo en este tipo de actividades, las cuales podemos hacer con todas las precauciones que los momentos que vivimos requieren.
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Casi todos los demás rubros han podido operar: salmoneras, vitivinícolas, mineras, forestales, comercio, por dar algunos ejemplos, no han parado, trabajan con medidas especiales y precauciones extraordinarias, ¿por qué no podemos hacer algo parecido?
Cuando salimos dejamos recursos en alojamientos, restaurantes, transporte, en el almacén o tienda del lugar cercano. En la estación de servicio, en los guías locales….toda una cadena de servicios y proveedores que el año pasado me cansé de repetir en webinars, live de Instagram, el programa Capeando la Ola, entrevistas en la radio.
“No podemos ingresar al Parque Nacional Nevado Tres Cruces, después de 180 km desde Copiapó te devuelven a casa. El refugio vacío sin posibilidad de alojar a una familia o cualquier grupo cerrado que estaría más aislado aún que en cualquier lugar de la ciudad” me escribe otro emprendedor desde su refugio a 3,780 metros de altitud.
Muchas empresas ya están pagando los créditos Fogape y aún no pueden generar ingresos. Muchos emprendedores han pagado patentes a pesar de no operar en un año y por lo tanto no generar ingresos o han seguido pagando concesiones de parques nacionales cerrados, sin poder operar tampoco. Muchos guías siguen trabajando en lo que sea, algunos incluso en los malls para poder “parar la olla en vez de estar guiando responsablemente en un parque nacional. Muchos ya agotaron los recursos del seguro de cesantía.
Esto dejó de ser una apnea hace rato y la sensación de abandono entre quienes trabajan o trabajaban en un rubro tan horizontal, tan de pymes, mujeres, gente joven y fuerte presencia de regiones en un país tan centralizado. Un rubro que tenía 600 mil empleos, más de 200 mil empresas, el 90% mipymes, un rubro que empareja la cancha al no tener la concentración de riqueza de otras industrias. Quizás ese mismo es el talón de Aquiles.
Hoy muchos como que ya tiramos la toalla luego de sentir que “no existimos”. No la tiramos en el sentido de seguir trabajando ni poniéndole el hombro, sino en repetir que la vida al aire libre nos ayuda, nos hace mejores personas, nos hace más sanos a diferencia de los encierros que nos pueden enfermar aún más según muchos especialistas.
Podemos y queremos seguir cuidándonos, podemos vivir con mascarilla, lavándonos las manos 10 veces al día usando y alcohol gel a cada rato, pero necesitamos aire libre y agua para poder seguir remando.
Felipe Howard M.
Colaborador Ladera Sur
Socio de Latitud 90, Southbound Travel y Patagonia Camp Hotel