6 maravillosas especies que escapan de la extinción en Chile
El ñandu, la ranita de Darwin, el coipo, la ranita del Loa, el huemul y el loro tricahue. Pareciera ser que hablamos de especies al azar, pero aunque no lo creas, todas estas especies tienen algo en común: Son nativas de Chile y han logrado escapar de la extinción. Esto gracias a diferentes proyectos de conservación -donde participan distintas organizaciones públicas y privadas, científicos y miembros de comunidad local- que han logrado que las poblaciones de estos animales se recuperen. Hablamos con Cristián Saucedo, director del programa Vida Silvestre de la Fundación Rewilding Chile, legado de Tompkins Conservation, quien nos habló sobre estos animales y nos dio más detalles sobre algunas de estas iniciativas.
Debido a diversos factores como el cambio climático, la perdida y degradación de los hábitats, la deforestación y la contaminación, cada vez es más frecuente que nos enfrentemos a la desaparición de especies en el mundo. De hecho, según indica el último informe del estudio científico «Planeta Vivo 2020» realizado por WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza), la fauna silvestre del mundo se redujo un 70% en los últimos 50 años.
Las cifras no son para nada alentadoras. Sin embargo, hay algunas especies que son capaces de adaptarse a las dificultades y han logrado, con mucho esfuerzo, escapar de la extinción. Esto gracias a diferentes proyectos de conservación -donde participan distintas organizaciones públicas y privadas, científicos y miembros de comunidad local- que han logrado que las poblaciones de estos animales se recuperen.
Para destacar el maravilloso trabajo que han realizado los diferentes actores, y para que conozcas más sobre estas increíbles especies, es que decidimos destacar a 6 especies icónicas, que son parte de nuestra identidad como habitantes de este territorio y que han logrado escaparse de la extinción.
Huemul (Hippocamelus bisulcus)
Habita solo en el extremo austral de la cordillera de Los Andes, en los frondosos bosques cordilleranos de la Patagonia, donde recorre sectores rocosos y de fuertes pendientes en busca de fuentes de alimento y elementos que le permitan protegerse de depredadores como el Zorro Culpeo y el Puma. Hablamos del huemul, un ciervo endémico de Chile y Argentina que es de suma importancia para el identitario chileno, ya que es uno de los símbolos del escudo nacional.
Es un ciervo icónico, del que de seguro has escuchado en más de alguna ocasión. Sin embargo, esta especie hoy en día presenta densidades poblacionales muy reducidas y es considerado como uno de los ciervos más amenazados del planeta. Por ello es que esta declarado “En Peligro” según el Reglamento de Clasificación de Especies (RCE) y en “Peligro de Extinción” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).
La distribución del huemul en territorio chileno era, originalmente, desde el río Cachapoal, en la Región de O’Higgins, hasta el Estrecho de Magallanes. No obstante, actualmente se encuentra en las regiones del Bío Bío, Los Ríos, Los Lagos, Aysén y Magallanes, siendo estas últimas regiones australes donde se concentra el mayor número de ejemplares.
Los principales motivos de su desaparición paulatina han sido la pérdida y transformación de hábitat, la cacería ilegal y la competencia con la actividad ganadera, así como también se ven afectados por la depredación y la trasmisión de enfermedades por parte de especies introducidas como el ciervo rojo y el jabalí.
La población de huemules se ha visto tan reducida que, según los estudios más recientes, sólo quedan entre 1.500 y 2.000 ejemplares de este llamado “Ciervo de la Patagonia”.
Pero no todo es tan desolador. Gracias a los esfuerzos de distintas organizaciones gubernamentales, ONGs, universidades, empresas privadas, científicos y personas naturales han logrado la recuperación de la especie, en la medida que se controlan ciertas amenazas. En ese sentido, los expertos destacan la importancia de las áreas protegidas, que han logrado mantener estables ciertas poblaciones de huemules e incluso, han logrado su incremento. Asimismo, se destacan los esfuerzos realizados para conectar las subpoblaciones de huemul, para asegurar la diversidad genética.
Cabe destacar, también, los esfuerzos realizados por la fundación Rewilding Chile, que en conjunto con la comunidad local y otras organizaciones privadas y públicas, han impulsado la creación de lo que se conoce como el “Corredor Nacional del Huemul”, que busca impulsar acciones en sectores clave de la Patagonia y lograr proteger y potenciar a las distintas subpoblaciones de huemules que se encuentran en el sur de nuestro país.
Gracias a estos esfuerzos es que las poblaciones de huemules en muchos sectores han logrado mantenerse estables, e incluso, han logrado incrementarse.
Vale decir que esta especie se encuentra protegida en Chile por la Ley N° 19.473, prohibiéndose su caza, tenencia, posesión, captura, transporte y comercialización, además, está incluida en el Apéndice 1 de la Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de la Fauna y Flora Silvestres (CITES) y en el Apéndice 1 de la Convención sobre la Conservación de Especies Migratorias de la Fauna Silvestre (CMS). Adicionalmente, en junio de 2006, esta especie fue declarada Monumento Natural por el Ministerio de Agricultura.
Ñandu (Rhea pennata pennata)
Es el ave más grande de Chile. Sus largas piernas, cuello y plumas lo hacen inconfundible en aquellas estepas patagónicas en las que habita en la Región de Aysén y la de Magallanes. Hablamos del ñandú, un plumífero que no vuela y que ha coexistido con el ser humado durante cientos de años en la Patagonia.
El ñandú es una de las especies más icónicas de la Patagonia y está lleno de particularidades. No obstante, ha estado al borde la extinción en la Región de Aysén debido a diversos factores como la caza excesiva, la fragmentación de su hábitat, la recolección de huevos, la predación por perros y la destrucción de nidos.
Vale decir, igualmente, que un factor importante para la reducción de las poblaciones, sobre todo en la Región de Aysén, han sido los asentamientos humanos, los cercos, los perros, la explotación petrolera, minera y los fenómenos climáticos extremos.
Por ello es que el ñandú se encuentra clasificado como “Vulnerable” en la Región de Magallanes y “En Peligro” en la Región de Aysén, según el Reglamento de Clasificación de especies silvestres. Mientras que se considera como “Preocupación menor” (con poblaciones en decrecimiento) en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
La anterior clasificación se debe a que la población de ñandús en Sudamérica, específicamente en Argentina, es abundante y estable. Sin embargo, en Chile la situación es crítica.
Pero no todo es tan terrible. Gracias a diferentes esfuerzos por parte de iniciativas públicas y privadas, se ha logrado recuperar la población de ñandús en la Región de Aysén, demostrando la capacidad de que tienen estos enormes plumíferos para adaptarse y sobrevivir.
Una de las iniciativas que se está realizando, específicamente en la Región de Aysén, es el programa de Conservación y Recuperación del ñandú en 2014, a cargo de Rewilding Chile, que hasta el momento ha logrado triplicar la población de ñandús en la zona.
Desde su inicio el valle Chacabuco, la población no de ñandús no superaba los 20 individuos, pero gracias al trabajo mancomunado entre la fundación, la comunidad local y guardaparques, han logrado aumentar su población a cerca de 70 individuos en vida libre, y su área se extendió a poco menos de 6 mil hectáreas.
Loro Tricahue (Cyanoliseus patagonus bloxami)
Existen 4 subespecies de loro tricahue, pero en Chile solo existe 1, la cual es endémica del territorio nacional: Cyanoliseus patagonus bloxami
Son loros muy vistosos que se identifican fácilmente por su gran tamaño (llegando a medir entre 43 y 47cm), larga cola y sus llamativos colores amarillos, verdes, azules y rojos. Vale decir que esta subespecie posee la parte superior de su pecho de un color pardo-oliva con tono vinoso, con una característica semibanda blancuzca, lo que permite diferenciarla fácilmente de las otras subespecies.
Hubo un tiempo en el que los loros tricahue, los más coloridos de Chile, ocupaban gran parte del territorio chileno encontrándose desde Atacama a Valdivia. No obstante, en 1950 ya se describía como reducida a unas cuantas colonias aisladas.
Actualmente su distribución se ha restringido considerablemente, desapareciendo de amplias zonas donde se encuentran numerosas colonias de nidificación abandonadas. El área actual más poblada se encuentra entre la VI y la VII región, donde se concentra el 85% de la población, mientras que el resto se encuentra en pequeños núcleos en la IV región.
Esto debido a que esta subespecie endémica de Chile tuvo que enfrentar grandes amenazas, entre las que se cuenta el hurto de sus polluelos para ser vendidos como mascotas, su caza y la pérdida de su hábitat.
Así para 1990 la especie en Chile llegaba al borde de extinguirse con no más de 104 ejemplares registrados en 1991 por Conaf en la cuenca del río Cipreses, un mínimo histórico para la especie. Pero a 32 años de esta lamentable situación, los tricahue han logrado recuperarse, escapando de la temida extinción.
En la región del Maule la población de los tricahue ha aumentado de 1500 ejemplares en 1987 a casi el doble en 2016, con 2891 individuos. Mientras que en Coquimbo la situación es incluso mejor: Si el los 80’ no se contaban más de 150 ejemplares, hoy el número aumentó a más de 1.500.
Esto gracias a los distintos esfuerzos de conservación que se ha realizado como la creación de la Reserva Nacional Río de los Cipreses, la clasificación del tricahue como especie en peligro, las prohibición de su captura y caza, y la mantención de los hábitats en donde vive.
Por ello es que la protección del tricahue es considerada una de las estrategias de conservación más exitosas que se han implementado en Chile.
Esta especie está catalogada como “En Peligro” (EP) en el Libro Rojo de los Vertebrados Terrestres de Chile y por la Estrategia Nacional de Conservación de Aves. Así mismo, esta especie está categorizada como “En Peligro” (EP) para la III y IV región, y “Vulnerable” (VU) para el resto de su distribución en el país, según el Sistema de Clasificación de Especies de Chile.
Ranita de Darwin (Rhinoderma darwinii)
En los húmedos suelos de los bosques templados australes, en medio de la enmarañada vegetación y hojarasca, vive una criatura singular que no suele superar los 3 centímetros de longitud. Se trata del mismo anfibio que fue bautizado en honor al naturalista y explorador inglés Charles Darwin, quien lo registró en 1834 en la Isla de Lemuy, Chiloé.
La ranita de Darwin (Rhinoderma darwinii) acapara la atención por muchos motivos. De partida, este animal -que habita actualmente entre las regiones del Biobío y Aysén- es el único vertebrado terrestre donde el macho es quien cría a los renacuajos, incubándolos dentro de su saco vocal. Pero también hay motivos para la preocupación, pues sus poblaciones han declinado a tal punto, que se encuentra en peligro de extinción y se han convertido en símbolo de la actual crisis global de extinción de anfibios.
La ranita de Darwin está disminuyendo rápidamente, incluso en áreas protegidas y ecosistemas prístinos. Por ello es que una amplia gama de instituciones académicas y zoológicas, organismos públicos, sector privado, comunidades locales y ONG’s, trabajan en conjunto para lograr la conservación a largo plazo de las ranitas de Darwin.
De hecho, en 2018 fue presentada la Estrategia Binacional de Conservación de Ranitas de Darwin, la cual es encabezada por la rama chilena del Grupo de Especialistas en Anfibios de la UICN, y con el apoyo de los Ministerios de Medio Ambiente de Chile y Argentina, que consiste en un plan para guiar la conservación de la ranita de Darwin durante diez años. Basado en 39 acciones de conservación prioritarias, su objetivo en miras al 2028 es lograr cubrir los vacíos de información clave sobre esta especie, reducir sus principales amenazas y conseguir apoyo financiero, legal y social.
Gracias a estas iniciativas, es que la ranita de Darwin ha logrado salvarse de la temida desaparición.
Coipo (Myocastor coypus)
Su nombre proviene del mapudungun “koypu”.
Es uno de los animales más emblemáticos de Chile, y es que de seguro en algún momento de tu vida has visto alguno o has escuchado sobre él. Lo cierto es que el coipo parte del ideario chileno, llegando a ser, incluso, la mascota oficial de la Corporación Nacional Forestal.
El coipo es el roedor de mayor tamaño en Chile, su cuerpo mide cerca de 50 cm de largo más 36 cm de cola y llega a pesar más de 7 kg. Tiene un pelaje sedoso, de un suave color amarillo o café oscuro con visos negros, y tiene largos bigotes de color blanco. Vale decir que es uno de los pocos mamíferos que vive en agua dulce del mundo y puede permanecer sumergido por más de 10 minutos.
Es un roedor nativo de Chile, Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay, pero en nuestro país podemos encontrarlo desde Coquimbo hasta el estrecho de Magallanes. Vive en diversos humedales con presencia de totora, como ríos, lagos, esteros y pantanos, donde se alimenta de vegetales y frutos silvestres.
Pese a ser tan emblemático, el coipo es una especie que se ha visto muy afectada por diversos factores antrópicos, razón por la que hoy se encuentra catalogado como “Vulnerable” en todo el país menos en la Región de Valparaíso, donde se encuentra clasificado como “En Peligro”.
Esto se debe principalmente a la severa fragmentación de su hábitat y la disminución de la calidad de éstos. Claro ejemplo es lo que sucede con muchos humedales urbanos, que cada día luchan contra el crecimiento de las ciudades y la escasez hídrica que afecta a la zona centro del país.
Este mamífero acuático, además, ha sufrido las consecuencias de la caza excesiva e ilegal por parte del ser humano, que ha encontrado en su piel un valor económico, instancia que ha reducido sus poblaciones de forma preocupante. Así mismo, el coipo también es cazado para consumir su carne.
Sin embargo, favorablemente para este roedor nativo, hoy en Chile existe la Ley de Caza, una legislación que prohíbe la caza y captura de animales que se encuentren en algún grado de amenaza en todo el país.
Gracias a esta ley es que las poblaciones de coipo se han ido recuperando de la industria peletera y la caza indiscriminada, siendo catalogados hoy es como especies vulnerables, y no en peligro de extinción.
Ranita del Loa (Telmatobius dankoi)
La rana del Loa fue descrita por primera vez por Ramón Formas en el año 1999, y más 20 años después, la historia de esta pequeña sobreviviente se puede resumir como un largo camino lleno de dificultades, que únicamente se ha mantenido gracias a las buenas intenciones de investigadores que por iniciativa propia estudian la especie.
La rana del Loa es el vertebrado más amenazado del país y uno de los anfibios más amenazados del mundo. De hecho, la especie está clasificada en Peligro Crítico de Extinción por la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Lo anterior se debe principalmente a que esta especie que vive en un hábitat extraordinariamente restringido e intervenido. La rana del Loa es un anfibio micro endémico —es decir, que tiene una distribución muy restringida— solo conocido en la vertiente La Cascada, que forma parte del oasis de Calama, en la Región de Antofagasta; hábitat que se encuentra muy intervenido por maquinarias y por actividades extractivas que han provocado que este, poco a poco, se quede sin agua.
La situación es tan grave, que si no fuera porque en el año 2019 un grupo de investigadores rescató a los últimos 74 ejemplares de la población de rana del Loa de un pozón —una pequeña laguna artificial— en el norte de Chile, esta habría desaparecido para siempre.
Tras el hallazgo, los investigadores se comunicaron con el Ministerio del Medio Ambiente (MMA) que autorizó el traslado de 60 ejemplares hacia la quebrada Ojo de Opache, que está ubicada a seis kilómetros de allí y contiene similares condiciones químicas a la zona de La Cascada. Además, el Zoológico Nacional de Chile está trabajando en un programa de recuperación de la especie, logrando reproducir 600 renacuajos a partir de una pareja.
Gracias a estos esfuerzos, esta especie resiste los embates de la sequía, el cambio climático y la intervención humana.