La biodiversidad de la Reserva Nacional La Chimba: identifican más de 350 especies y 13 de ellas están bajo alguna categoría de amenaza
La semana pasada se encendieron las alarmas a raíz de quemas ilegales en el exvertedero La Chimba, en la Región de Antofagasta. Dentro de sus impactos, causó preocupación su cercanía (700 metros) a la Reserva Nacional La Chimba, un biodiverso lugar que ha estado expuesto a diferentes amenazas a lo largo de los años. Un proyecto que se desarrolló en la zona para poner en valor esta área protegida realizó un trabajo de levantamiento de información sobre las especies que habitan ahí, empezando por flora vascular y artrópodos, finalizando en una guía de campo que contabilizó 356 especies, de las cuales 13 se encuentran bajo alguna categoría de amenaza, según los criterios del Ministerio del Medio Ambiente de Chile. ¿Cómo es la biodiversidad de la Reserva Nacional La Chimba y bajo qué presiones se encuentra? Aquí te lo contamos.
Durante la primera semana de junio, los registros de nuevas quemas ilegales en el exvertedero la Chimba levantaron la preocupación de la población. La Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (ONEMI) decretó alerta amarilla para la comuna de Antofagasta, aludiendo a que “las características de esta amenaza han presentado un incremento desde el 5 de junio, provocando emanaciones de olores molestos, humos y bancos de niebla que han afectado a la población circundante”.
Estos efectos también presentaron una amenaza para la Reserva Nacional La Chimba, un sector representativo de los sistemas ecológicos del desierto costero, que se ubica a solo 700 metros del exvertedero. Ante este evento, desde el proyecto FIC-R “Recuperemos La Chimba”, que busca contribuir a la puesta en valor de esta reserva nacional señalaron que “el arrastre de humo y elementos contaminantes puede tener consecuencias ecológicas difíciles de dimensionar en la frágil biodiversidad de esta área protegida (…). Más aún si consideramos que la pluma de viento suele arrastrar cerro arriba estos elementos, directamente a la Reserva Nacional (…)”.
Se trata de una de las amenazas que trajo a este lugar nuevamente al ojo público, pero que aqueja hace años a la población cercana al exvertedero y a la Reserva Nacional. Si uno se enfoca en esta última, la biodiversidad es un punto importante ya que, en una recientemente publicada Guía de Campo, se lograron identificar 356 especies, de las cuales cuatro son introducidas. 13 de ellas se encuentran bajo algún grado de amenaza de extinción, según los criterios de Ministerio del Medio Ambiente de Chile.
Es así un lugar clave para el patrimonio natural del norte de Chile que, durante años, ha estado expuesto a múltiples amenazas, aunque sí se han realizado trabajos y estudios para fomentar la protección y valorar la zona.
Un proyecto que logró dar a conocer su biodiversidad
La Reserva Nacional La Chimba se creó en 1988, siendo la más antigua de la Región de Antofagasta. Desde entonces, su administración ha estado a cargo de la Corporación Nacional Forestal (Conaf) y, en 2017, nació el Proyecto FIC-R Plan de Recuperación Reserva La Chimba, conocido como “Recuperemos La Chimba”. Ese trabajo fue una colaboración pública-privada, ejecutado por la Universidad Católica del Norte, en colaboración con Conaf, que desarrolló investigaciones, mejoramiento de su infraestructura, limpieza, educación ambiental e innovación social, hasta agosto de 2020.
Dentro de las iniciativas pensadas para el proyecto estaba el estudio de su biodiversidad. Por ello, en los compromisos que se asumieron estaba el investigar sobre la flora vascular y artrópodos en la zona. Luego, con ánimos de ir más allá, se continuó con el estudio sobre líquenes (Reino Fungi), gastrópodos, reptiles, aves y mamíferos. Con eso se logró desarrollar una guía de campo.
“Esta guía es un producto adicional que sacamos en 2022, no era un hito comprometido en nuestro proyecto. Por lo tanto, es algo que como equipo quisimos impulsar (…). Nos alegra que finalmente lo pudimos completar como un producto de cierre, también en el marco del proyecto FIC-R”, explica su director, Mauricio Mora.
Un lugar biodiverso
La Reserva Nacional La Chimba está a solo 15 kilómetros de la ciudad de Antofagasta. Sus más de 2.500 hectáreas están conformadas por la Quebrada La Chimba y la Quebrada Guanaco, además de tener un clima de desierto costero con nublados abundantes, en dos tercios de esta área protegida (donde se origina la camanchaca) y, en una menor porción de terreno, un clima de desierto normal con ambientes de mayor aridez, en el tercio oriental de la reserva.
Dentro de otros factores, eso ha permitido que se desarrolle una riqueza de biodiversidad en este lugar. Y, dentro de los estudios que se han realizado en la zona, es la flora vascular unas de las que adquieren especial protagonismo. Es decir, aquellas plantas que poseen vasos conductores que permiten la circulación de agua, nutrientes y minerales al interior de la planta, según lo que se explica en la misma guía.
“En un ambiente en donde la expresión de formas de vida está restringida a situaciones ambientales muy puntuales, la simple presencia de plantas es muy significativa. Si a esto se agrega una relativamente alta riqueza de especies (número de distintas entidades taxonómicas), en donde algunas de ellas son particulares de esta área (endémicas), la relevancia, no de la información, sino más bien del fenómeno biológico, es trascendente para toda instancia (especialmente aquellas que deben asegurar la permanencia de esta expresión de la naturaleza)”, explica Luis Faúndez, quien lideró el capítulo de flora vascular, ingeniero agrónomo y gerente técnico de BIOTA gestión y consultorías ambientales Ltda.
En particular, se pudo confirmar la presencia de 90 especies nativas y tres introducidas en este lugar. “En el caso de flora y vegetación de la reserva, lo destacable es la presencia de un importante ecosistema, en donde existe una cubierta de vegetación, más o menos persistente, que es capaz de sustentar una importante cantidad de especies de animales, además de constituirse en una sorpresa para los visitantes humanos que no esperan este desarrollo en un paisaje desértico”, agrega Luis.
En ese sentido, parte de las novedades que destaca el especialista es la presencia de plantas como Nolana lachimbensis y Spergularia aberrans, endémicas de la Reserva. También se destacan especies escasas en el desierto costero, como Presliophyton sessiliflorum, Nolana diffusa, Nolana inconspicua y Calceolaria rinconada. Y cactáceas como Pyrrhocactus reconditus, Eriosyce rodenthiophila y Copiapoa boliviana, con áreas de distribución marcadamente restringidas siendo casi todas endémicas regionales.
Por otro lado, un grupo en el que se centraron los estudios desde un principio fue el de los artrópodos, cuyos estudios fueron liderados por Jaime Pizarro-Araya, especialista en artrópodos del desierto, quien trabaja en el Laboratorio de Entomología Ecológica, del Departamento de Biología de la Universidad de La Serena. Él dice que “desde los orígenes de la Reserva Nacional La Chimba, nunca se habían realizado estudios formales de la biodiversidad de artrópodos, por lo que este proyecto fue pionero en levantar información biológica de la mayoría de los grupos, incluyendo taxa poco estudiados como los artrópodos y líquenes; estos trabajos son interesantes ya que dan una puesta en valor del patrimonio biológico único que está inserta en la matriz más árida del planeta, el desierto de Atacama”.
En ese sentido, se han identificado en este lugar casi 200 especies de artrópodos, de las cuales cuatro fueron nuevas para la ciencia. “Logramos describir la primera especie en Zootaxa de arácnido que se la dedicamos a la reserva: su nombre Brachistosternus chimba (el escorpión de La Chimba), escorpión endémico de las quebradas que conforman la Reserva Nacional La Chimba. Ya estamos trabajando en la descripción de otras especies”, comenta Jaime.
Además, se identificó una especie de langosta y dos de coleópteros que se propusieron al 17vo Proceso de Clasificación de Especies del Ministerio del Medio Ambiente (MMA): Uretacris lilai (Langosta de Lila, Langosta de La Chimba), Nycterinus (Paranycterinus) penai (tenebrio de Peña, teatino de Peña) y Entomochilus wilsoni (tenebrio de Wilson, teatino de Wilson). Todas son endémicas de este lugar.
“El endemismo en esta Reserva es altísimo, como la mayoría de los artrópodos presentes en las áreas SNASPE de Antofagasta. Calculamos aproximadamente entre un 70% a 75% de endemismo, y muchísimos grupos con microendemismos, ósea que solo viven en ambientes particulares, como ciertas quebradas o alojados en sectores de la cordillera de la costa de esta Reserva; consideramos que esta reserva es un laboratorio abierto para todos quienes quieran estudiarlos”, agrega Jaime.
A eso se sumó un trabajo para la identificación de gastrópodos que lideró Mauricio Mora, en el que se consideró una especie Heleobia chimbaensis, endémica de la Región de Antofagasta que, de hecho, solo se ha registrado en 8 localidades. Luego, sobre reptiles, junto al herpetólogo Jorge Mella, se lograron identificar 7 especies. En el caso de las aves, se identificaron 32, con la colaboración de Ivo Tejeda y Franco Villalobos (de la Red de Observadores de Aves). También se confirmaron dos especies de mamíferos (zorro chilla y ratón orejudo del Perú).
Sin embargo, todas las especies se encuentran bajo algún grado de amenaza por solo habitar en este lugar. Sobre sus categorizaciones reconocidas por el MMA y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), algunas cuentan con grados como “Vulnerable”, “En Peligro” y “En Peligro Crítico”.
Especies bajo amenaza
Gracias a las investigaciones realizadas en la Reserva Nacional La Chimba y las actualizaciones del Reglamento de Clasificación de Especies Silvestres del Ministerio del Medio Ambiente, se han considerado 3 especies como “En Peligro Crítico” (Nolana lachimbensis, Entomochilus wilsoni y Nycterinus penai). Cinco especies se consideraron “En Peligro” (Atriplex taltalensis, Cistanthe cachinalensis o pata de guanaco, Pyrrhocactus raconditus o quisquito, Redonia chilena, Uretacris lilai). Hay cinco “Vulnerables”, donde la mayoría son cactáceas (quisco o Copiapoa boliviana, Eriosyce rodentiophila, Eulychnia iquiquensis) junto con una lagartija (Liolamemus hellmichi) y el caracol de la Chimba (Heleobia chimbaensis), y cuatro especies “Casi Amenazadas”, que comprenden una de flora, dos reptiles y un ave.
Para los criterios de la Lista Roja de especies amenazadas de la UICN, hay categorizadas 48 especies en sus registros. 43 de ellas son consideradas como “Preocupación Menor”, una con “Datos Deficientes”, una “Casi Amenazada” (Tachymenis chilensis) y tres “Vulnerables” (Eriosyce rodentiophila, Pyrrhocactus reconditus y Liolaemus hellmichi).
“Hay varias amenazas para este lugar. Por ejemplo, podemos hablar de gente que entra con vehículos motorizados. Hoy hay un portón impidiendo el acceso, pero hemos visto en más de una oportunidad personas que entran en motocicleta que usualmente entran por el sector de la Quebrada La Chimba, que tiene dos pequeños afloramientos de agua, hogar de Heleobia chimbaensis”, explica Mora. “En el mismo sector hay aves, artrópodos y flora. Eso también es incompatible con las bicicletas que siguen pasando. Ambos usos ahora están prohibidos, al igual que acampar, porque antes dejaban restos de fogatas, entre otras cosas”, agrega.
Por la misma línea se va Pizarro-Araya, quien explica que esta Reserva Nacional tiene un historial de impactos antrópicos que han producido “daños ambientales significativos”, incluidos los que dice Mora, agregando otros como quemas ilegales, destrucción de la vegetación nativa, afectación de cursos de agua, generación de microbasurales, entre otros. Faúndez, agrega por su lado que la flora local “está sometida a una serie de presiones relacionadas con la condición desértica del área, especialmente por el potencial aumento de la aridez, producto del cambio climático, que puede provocar extinciones locales en aquellas especies más sensibles. Particularmente, las especies de cactáceas pueden estar expuestas a cosecha por colectores aficionados o especializados dado que, cada cierto tiempo, el cultivo hortícola de estas especies se vuelve una “moda” interesante desde el punto de vista comercial”.
Sin embargo, explica Mora, la ausencia de guardaparque en el lugar dificulta que haya una fiscalización de que estas cosas no ocurran. “Respecto a los avances en limpieza con maquinaria pesada y mejoramientos de infraestructura que han incluido reposición del portón de acceso, habilitación de dos rutas de trekking, instalación de miradores y sitios de descanso, estacionamientos, señalética, infografías, entre otros, nos parece crucial que se pueda pasar ahora a una fase de consolidación de esta camino de recuperación avanzado desde 2017, pudiendo incluir al más breve plazo posible la reposición del cuerpo de guardaparques, ausentes en la unidad desde mediados de la década del 90. Esto implicaría un cambio significativo en cuanto al resguardo efectivo del lugar, mitigando muchas de las amenazas que afectan la biodiversidad del sector como uso de motocicletas, fogatas, circulación por lugares no habilitados, rayados, entre otros, pudiendo también ser conducente a una actualización del Plan de Manejo que data de 1995, y de esa forma definir prontamente objetos de conservación para así poder iniciar programas de monitoreo y conservación, sobre todo para las especies que enfrentan riesgo de extinción».
Así, esta reserva ha entregado grandes conocimientos sobre la biodiversidad que alberga, al mismo tiempo que ha levantado alarmas sobre el panorama al que se encuentran la flora, fauna y funga del lugar. Mientras tanto, el conocer puede ayudar a proteger, a través de una divulgación sobre la importancia de conservar este lugar.
Puedes acceder a la guía y más información sobre este proyecto en este link.