El proceso de “cazar” a la luna a través de la fotografía, por Cristián Aguirre
No es algo simple. Requiere planificación, investigación y, sobre todo, pasión. Un trabajo que ha realizado el fotógrafo Cristián Aguirre en su proyecto Cazador de Lunas, tomando con paciencia y dedicación un trabajo difícil para lograr el perfecto encuadre de la luna en situaciones y momentos únicos. Acá nos comparte una galería de fotos que ha resultado de años de trabajo e intentos fallidos y exitosos. También responde a una entrevista sobre el proceso detrás de su trabajo y algunos momentos inolvidables en su labor.
La primera fotografía de una luna que sacó, y que lo marcó, fue en el Parque Nacional Conguillío, en la Región de La Araucanía. Ese día habría una luna llena y manejó durante horas para poder lograr una toma. Pero cuando Cristián Aguirre llegó al lugar, estaba todo el cielo tapado, algo normal en este tipo de fotografías. Lo intentó igual. “Disparó” su cámara millones de veces, con su lente de 1.000 mm, con la misión de hacer un juego entre la presencia de la luna y el pewen. Todo en el mismo encuadre. Tenía el enfoque en manual, corría con su pesado lente en las manos, con el viento fuerte que empujaba todo. Así, intento tras intento. Sin luz. Iba y venía la luna. Pero en un segundo preciado y preciso, lo logró. Pasó el desafío y “cazó” la luna con su cámara.
Ese difícil trabajo lo anima a fotografiar a la luna. Lo salvaje y lo impredecible -a la vez, predecible- que trae la fotografía de astros. Pero también, como dice, es “el significado que tienen sobre nosotros a nivel personal, emocional, incluso físico. La luna es 60% de agua. Atrae este elemento. Entonces se relaciona con entender los ciclos, las estaciones. Y capturarla en momentos sublimes, generalmente en planos con la luna y el sol juntos, es el trabajo que quiero lograr. El mezclar las luces. Por eso decidí enfocar mi trabajo en la luna”.
– ¿Cómo es el proceso de “cazar” la luna?
-El proceso de cazar la luna es planificación pura. Es mucha pasión, tiempo, estudios meteorológicos, de viento y humedad. Si vas a fotografiar a la luna llena de día en el sur, claro que el cielo no va a estar muy nítido porque va a haber muchas partículas de agua, si es que no se te tapó antes o no viene tormenta. Cuando realmente logras ver una luna llena aquí, sin que se te tape el cielo y llueva, te arriesgas más a un poco de nitidez por la humedad del aire, pero al final como vivo acá en el sur me las termino jugando más acá. En algunos de los proyectos he ido al norte, al ver que el clima acá está muy malo. Por ejemplo, si tengo un plano planificado para la luna llena para el volcán Lanín, pero si hace una semana antes está lloviendo, cambia el plano, cambia el viaje, e intento ver un plano listo al norte, donde pueda ver buen clima. Hice un enroque una vez y me fui al Aconcagua, a ver la luna salir atrás. Eso lo intenté dos años seguidos y uno de esos años la luna estaba muy abajo, entonces la luz del atardecer se fue antes del cerro y yo quería el cerro con la luz del sol y la luna (…). Entonces es muy freak el proceso de evaluar meteorología, posiciones, movimiento, clima, lugar de fotografía, los accesos donde tengo que hacer las fotos, generalmente toca lugares en que son privados o que no hay senderos, entonces pedir hay que pedir acceder a los senderos, abrirlos, caminar sin senderos durante horas para caminar al punto en el que estudiaste que desde ahí la luna se va a ver como uno quiere (…). El proyecto Cazador de Lunas lo mezclo bastante con el que se llama Árboles Resilientes, que muestra árboles que están solitarios en un lugar súper estético, que les ha tocado duro vivir en cuanto a la erosión, viento, sustrato (…). Eso es proceso de cazarla, es una locura, generalmente es estrés, y ese minuto de verla vale oro. A veces dura segundos nomás. Si te lo perdiste, no hay chance de volver atrás, entonces es súper jugado, apasionante.
– ¿Cómo es el proceso fotográfico detrás de las tomas? ¿necesitas un lente o algo especial?
-Necesitas mucho equipo, dos cámaras, dos trípodes pesados, lentes pesados de zoom. Trabajo con 200-500 mm de Nikon o un 500-1000 mm o un 70-200 mm. Son los grandes lentes que ando trayendo que cada uno puede pesar tres kilos o más. Hay que caminar con eso, planificar los accesos, voy solo, entonces es súper comprometido, expuesto, pero bueno, me motiva ese carácter extremo, solitario. Detrás de las tomas hay un ritual, para mí es super importante esto de ver la luna, no solo ir a fotografiarla, sino que estar presente en el momento para verla salir en ese paisaje, ese encuadre, detrás de ese árbol, de la montaña.
– ¿Cuál es tu foto favorita? ¿Qué nos puedes contar de este momento?
– ¡Uf! Las más épicas a nivel de producción son las de los eclipses, por el nivel de compromiso y de dificultad, ya que son dos minutos y medio de fase total y con un zoom tan grande que es super difícil el encuadre. Pero en realidad mi foto favorita es la del volcán Villarrica con el eclipse lunar penumbral. El cielo está morado, la luna se alinea con la verticalidad del cráter, aún con un poco de nieve primaveral, entonces te dibuja la textura de los cerros. Es muy bonito y para llegar a esa foto fueron años de planificación y muchas fotos. Voy un año y no funciona, voy el otro y tampoco, y así lo voy puliendo hasta que está el clima y se juntan todos los factores. Estaba en la montaña, había viento, tenía las manos congeladas, los dedos no daban más. Y estaba a dos cámaras, una haciendo timelapse, la otra hacía fotos, iba intercambiando lentes, sobre 2.500 metros de altura. Acampé el día anterior en el lugar, tenía toda una producción y una entrega gigantesca. Esa es mi foto favorita, la del volcán Villarrica con el eclipse lunar penumbral en un costado, creo que la planifiqué tantos años y la intenté tantas veces que una vez que la logré fue bonito, como la constancia y el premio al esfuerzo.
– ¿Qué mensaje buscas entregar a través de estas fotografías?
-La motivación de ir a buscar momentos pequeños a lugares tan recónditos y extremos. Ese es el mensaje y ritual del que hablo, de estar en el lugar en el momento preciso. No ocurre mañana ni pasado, ni ayer, solo hoy, y solo 10 o 5 segundos. Quiero entregar pasión, compromiso, ritual. Ir a los momentos justos en que la luna y el sol participan en tu encuadre. Ese es el gran mensaje, y el conectarse con los astros. Somos lo mismo, ¿no? Los astros tienen mucha información para nosotros, para nuestra energía, fases de ánimo, de contemplación, de filosofía y siempre hay cosas que ver. Estamos conectados a estos astros. El mensaje es que observen a su alrededor, de que se den cuenta de la maravilla en que estamos rodeados y que, si le dedicas tiempo y energía, te devuelve momentos y luces mágicas, dinámicas perfectas (…). Y perseguir los sueños también, la tolerancia a la frustración, hay muchas veces que hago las fotos durante varios años y no funciona, Que la naturaleza es tan salvaje y no controlamos nada también es uno de los mensajes, las fotos son tan épicas para mí porque son tan difíciles de hacer porque no controlamos nada al final.