Los territorios y áreas conservadas por Pueblos Indígenas y comunidades locales exhiben ecosistemas más saludables
Los territorios y las áreas conservadas por los Pueblos Indígenas y las comunidades locales muestran mejores condiciones de equilibrio y bienestar de sus ecosistemas, apunta el más reciente informe de la ICCA Consortium, una organización internacional que revisa el estado de los denominados TICCA, que son “territorios y áreas conservados por pueblos indígenas y comunidades locales”, también conocidos sencillamente como “territorios de vida”. El informe destaca 17 ejemplos en todo el mundo en que las áreas protegidas en manos de pueblos indígenas y comunidades locales contribuyen a la conservación y biodiversidad de la Tierra porque involucra directamente su supervivencia. En Latinoamérica, resaltan las experiencias del pueblo Sarayak y el bosque vivo de la Amazonía ecuatoriana; el pueblo Komon Juyub y el “territorio de vida” de los 48 cantones de Totonicapán en Guatemala; e Iña Wampisti Nunke, el Territorio Integral de la Nación Wampis en la Amazonía peruana. Las conclusiones de este informe podrían ser decisivas en los países donde se discuten los derechos de tierra y el otorgamiento o concesión de territorio a pueblos indígenas y comunidades locales.
Territorios de vida. Así se titula el más reciente informe del Consorcio ICCA, una organización internacional asentada en Suiza, que promueve formas de equilibrio en los modelos de conservación de territorio. Este es el primer informe en su clase, en lo que ya se anuncia como un reporte periódico sobre el estudio de los territorios y áreas conservadas por los pueblos indígenas y comunidades locales, que además concluye que las áreas bajo gobernanza o gestión de estas comunidades o pueblos exhiben mejores resultados en la evaluación del estado de sus ecosistemas, la conservación de sus recursos y el bienestar integral de la territorialidad. El informe revisa 17 ejemplos en todo el mundo en el que áreas de gran importancia medioambiental están en control o bajo gestión o gobernanza de comunidades locales.
El informe evalúa y analiza áreas protegidas en Madagascar, India, Burma, Canadá, Indonesia, Congo, Filipinas, Irán, China, Rumanía, entre otros países. En Latinoamérica, el informe destaca las experiencias y la revisión de los territorios de tres áreas principales bajo control de pueblos indígenas y comunidades locales, especialmente aborígenes, en tres países tanto en Sudamérica como en Centroamérica, siendo estas las del pueblo Sarayak y el bosque vivo de la Amazonía ecuatoriana; el pueblo Komon Juyub y el “territorio de vida” de los 48 cantones de Totonicapán en Guatemala; y Iña Wampisti Nunke, el Territorio Integral de la Nación Wampis en la Amazonía peruana. Las conclusiones de este informe podrían ser decisivas en los países donde se discuten los derechos de tierra y el otorgamiento o concesión de territorio a pueblos indígenas y comunidades locales.
«Se estima que los pueblos indígenas y las comunidades locales poseen al menos el 50% de la tierra del mundo… pero sus derechos solo han sido reconocidos formalmente en una pequeña fracción de las tierras reclamadas. En América Latina y el Caribe, los pueblos indígenas y tribales manejan entre 330 y 380 millones de hectáreas de bosque. Esos bosques almacenan más de una octava parte de todo el carbono en los bosques tropicales del mundo y albergan una gran parte de las especies animales y vegetales en peligro de extinción. Casi la mitad (45 por ciento) de las grandes áreas silvestres en la cuenca del Amazonas se encuentran en territorios indígenas y varios estudios han encontrado que los territorios de los pueblos indígenas tienen tasas más bajas de deforestación y menor riesgo de incendios forestales que las áreas protegidas estatales«, apunta el informe.
Entre los principales hallazgos o conclusiones de este estudio se incluyen que:
(1) las comunidades locales y pueblos indígenas juegan un rol importantísimo en la conservación, uso sostenible de los recursos y biodiversidad disponible en estos entornos [llegando incluso a ser considerados los conservacionistas más efectivos], protegiendo y resguardando activamente una asombrosa diversidad de especies, hábitats y ecosistemas de importancia mundial, además proporcionando la base para el agua y el aire limpios, alimentos saludables y medios de vida para las personas que se encuentran mucho más allá de sus fronteras;
(2) las contribuciones de estas comunidades están fuertemente arraigadas en su cultura, los territorios que ancestralmente han sido sus hogares, y la esencial y profunda conexión que poseen con su identidad, sus tradiciones y sistemas de gobernanza;
(3) el análisis espacial y territorial de todas las áreas protegidas revisadas en el informe permite determinar también que estas comunidades son los guardianes de facto de diversas áreas o territorios, ya sean estos de propiedad estatal o privada, aunque los sectores principales de la conservación mantengan un legado histórico y continuo de impugnación de los pueblos indígenas y las comunidades locales, según el grado en que se reconozcan y respeten sus derechos, sistemas de gobernanza y formas de vida, lo que al final plantea tanto un desafío como una oportunidad para las futuras direcciones de los esfuerzos de conservación locales a globales;
(4) Los pueblos indígenas y las comunidades locales están al frente de la resistencia a los principales impulsores industriales de la pérdida de biodiversidad mundial y el colapso climático, y a menudo enfrentan represalias y violencia por hacerlo. Por esto, muchas veces enfrentan amenazas y presiones sobre su supervivencia y la confiscación de sus derechos;
(5) Incluso frente a inmensas amenazas, los pueblos indígenas y las comunidades locales tienen una extraordinaria resistencia y determinación para mantener su dignidad y la integridad de sus territorios y áreas. Se están adaptando a contextos que cambian rápidamente y utilizando diversas estrategias para asegurar sus derechos y tierras colectivas y territorios de vida.
¿Qué son las TICCA y por qué hay una campaña para darles impulso?
El término TICCA es una abreviatura para designar las distintas acepciones o palabras en diversas culturas, idiomas y localidades alrededor del mundo con las que se designan áreas de conservación comunitarias, pero que además son reverenciadas o poseen un estrechísimo vínculo con comunidades y pueblos ancestrales o indígenas.
Aunque distintos pueblos tengan palabras para designarlas o llamarlas, en castellano algunas serían territorios de vida, territorios del buen vivir, dominios ancestrales, país, áreas de conservación comunitaria, territorios autónomos comunitarios, sitios naturales sagrados, entre muchos otros. En todo caso, las siglas TICCA podrían abarcar, pero nunca reemplazar la diversidad de estos términos, que constituye también parte de la riqueza idiomática de estas comunidades en todo el mundo.
El ICCA Consortium ha trabajado desde hace una década en estas áreas y ha definido una categorización de estas áreas, así como también las descripciones o principales características asociadas a estos territorios. Se han definido tres principales cualidades o atributos, que son: una profunda y estrecha conexión entre un territorio o área con un pueblo indígena o comunidad local. Esta relación está generalmente integrada a la historia, la identidad social y cultural, la espiritualidad y/o la confianza del pueblo en el territorio para garantizar su bienestar material e inmaterial.
En segundo lugar, el pueblo o comunidad custodia la toma decisiones y define reglamentaciones acerca del territorio, área o hábitat y las hace cumplir —como el acceso y uso, por ejemplo— a través de una institución de gobernanza que funciona.
Finalmente, las decisiones de gobernanza y los esfuerzos de gestión del pueblo o comunidad contribuyen a la conservación de la naturaleza (ecosistemas, hábitats, especies, recursos naturales), así como al bienestar de la comunidad. Estos beneficios trascienden más allá de las fronteras de estos territorios, favoreciendo también al conjunto de la sociedad fuera de las comunidades.
Se estima que casi el 80 por ciento de la biodiversidad podría estar en territorios indígenas, por lo que no se podría pensar en estrategias de conservación sin ellos ni las comunidades locales. Además, los territorios colectivos de pueblos indígenas y comunidades locales y territorios de vida en los 17 estudios de caso son baluartes de especies endémicas, vulnerables, amenazadas y en peligro de extinción.
Es por esta razón que ICCA Consortium ha adelantado una campaña de para dar respaldo a estas comunidades y sus derechos sobre estos territorios, permitiendo también que se diversifiquen los modelos de conservación. ICCA Consortium es una organización que emergió del movimiento que promovía la equidad en la conservación. En 2010 se constituyó formalmente en Suiza como una asociación internacional. Es una organización de la sociedad civil fundamentada en sus miembros, apoyada por una Secretaría internacional semivoluntaria con presencia en 22 países.
Latinoamérica: Tres casos de éxito y liderazgo por comunidades indígenas
Ecuador, Guatemala y Perú son tres de los países latinoamericanos incluidos en el estudio, como ejemplos de la vanguardia conservacionista por parte de pueblos indígenas y comunidades locales. En detalle se estudiaron tres áreas territoriales bajo régimen o gobernanza exclusiva de estas comunidades. Una de estas fue el Komon Juyub, el Bosque Comunal de los 48 Cantones de Totonicapán es el territorio de vida más emblemático de Guatemala, por su modelo de gobernanza indígena basado en principios de cosmovisión, equidad, inclusión y sostenibilidad, que durante cinco siglos mantiene el Pueblo Maya K’iché de Totonicapán. Este modelo ha permitido que el bosque haya conservado sus riquezas ecológicas, culturales, sociales y económicos, privilegiando el uso sostenible de sus recursos como: alimentos, plantas medicinales, fuentes de agua, diversidad biológica y mitigación del cambio climático.
El territorio de vida Komon Juyub se ubica en el municipio de Totonicapán, departamento del mismo nombre en Guatemala. En el municipio de Totonicapán residen cerca de 104 mil habitantes, el 97% de ellos indígenas Maya K’iché. El Bosque Comunal de los 48 Cantones de Totonicapán tiene una superficie de 22 mil hectáreas, de las cuales 11.377 fueron declarados por el Gobierno de Guatemala como área protegida Parque Regional los Altos de San Miguel Totonicapán en 1997. Se encuentra bajo gobernanza ancestral del Pueblo Maya K’iché, es el más emblemático del país. Este territorio de vida es reconocido por su larga tradición en la conservación, gracias a su tenencia colectiva, a la solidez del gobierno territorial comunitario y a los múltiples bienes y servicios que provee para la población.
En Perú, se evaluaron las condiciones de Iña Wampisti Nunke, como es conocido el territorio integral de la Nación Wampis en la Amazonía Peruana. En noviembre de 2015, la Nación Wampis, en la Amazonía peruana, constituyó su gobierno territorial autónomo con el objetivo de gobernar de acuerdo a sus prioridades de desarrollo y proteger su territorio ancestral de más de 1.3 millones de hectáreas en el norte de este país. El Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampís (GTANW) es el primer gobierno autónomo indígena en el Perú. La población Wampis cuenta actualmente con un aproximado de 15,300 habitantes viviendo en 22 comunidades tituladas a lo largo de los ríos Santiago y Morona (Kanus y Kankaim en Wampis) en los departamentos de Loreto y Amazonas en Perú.
Los Wampis se refieren a su territorio ancestral como Iña Wampisti Nunke. Sus prácticas culturales, identidad, lenguaje y formas propias de gobierno expresan profundo conocimiento sobre su compleja relación con los bosques, los cuerpos de agua, la fauna y la biodiversidad. Su calidad de vida obedece en gran medida a la salud de sus medios naturales. El territorio ancestral auto-demarcado incluye todas las tierras y cuerpos de agua a lo largo de las dos cuencas hidrográficas principales, independientemente de las diferentes categorías legales y títulos asignados por el Estado.
El gobierno Wampis cuenta con un órgano supremo de toma de decisiones llamado Uun Iruntramu, una asamblea compuesta por representantes elegidos llamados Irunin. Además, tiene también otros tres niveles de gobierno: el gobierno central, los gobiernos de cuenca Kanus y Kankaim y los gobiernos comunitarios. Las reglamentaciones comunitarias sobre la conservación, el acceso y uso de los recursos naturales generalmente se incorporan en estatutos comunales escritos. El territorio Wampis está cubierto en su totalidad por bosques tropicales, a excepción de pequeñas parcelas agrícolas y las áreas de asentamiento. A lo largo de las estribaciones andinas, es una de las pocas regiones restantes que conserva una conectividad completa e intacta entre las llanuras amazónicas y los bosques húmedos de mayor altitud, lo que evidencia una flora y fauna extremadamente diversa.
Pero también se incluye en Ecuador el “Pueblo Originario Kichwa de Sarayaku o Tayjasaruta”, que actualmente está en trámite una nueva reforma estatutaria. La titulación del territorio para esta comunidad fue un hito que se gestó a partir de marchas y protestas que motivaron un levantamiento indígena durante la década 90. En 1992, el gobierno ecuatoriano legalizó el territorio y otorgó escrituras que, si bien no coincidían con los límites intercomunitarios e interétnicos ancestrales, sirvieron como instrumentos para defender los territorios frente a la expansión de la frontera agrícola y ganadera.
Pero este país también está la comunidad del Pueblo Shuar Arutam, de la Cordillera del Condor. Este está integrado por cerca de 10 mil personas distribuidas en cuarenta y siete comunidades. Su territorio, de cerca de 233 mil hectáreas, está ubicado en el extremo sureste del país, en la Cordillera del Cóndor, entre los ríos Kuankus y Cenepa, en la Amazonia ecuatoriana en la frontera con Perú. Esta región es una de las más diversas de Ecuador e incluso del mundo, tanto por su biodiversidad, los recursos hídricos y minerales como por la cultura y los conocimientos asociados de los pueblos Shuar y de los mestizos que hacen de ese su hogar.
«Esta área forma parte de los Andes tropicales, que además es uno de los 35 hotspots o focos de la biodiversidad reconocidos a nivel mundial. Se calcula que la Cordillera del Cóndor alberga más de 600 especies de aves, 120 especies de anfibios y 59 de reptiles; en cada hectárea de la Cordillera se han encontrado más de 220 especies de árboles; se descubrieron 20 especies nuevas de plantas, al menos 41 especies nuevas de ranas y 4 de reptiles, incluyendo el vertebrado más pequeño del Ecuador continental, la ranita cohete. Se reconoce que la selva ha configurado la identidad y ancestralidad del pueblo Shuar Arutam«, explica el informe de ICCA Consortium.
Pese a que este territorio es reconocido como un TICCA ejemplar en el país y el mundo, no se beneficia todavía de un reconocimiento legal nacional. El pueblo Shuar Arutam enfrenta actualmente serias amenazas y problemas dado que su territorio ha sido entregado en concesión para proyectos mineros sin el adecuado consentimiento previo, libre e informado del pueblo. Estas experiencias demuestran la enorme capacidad, resiliencia y resistencia de estos pueblos para organizarse, interactuar con los Estados en el debido y pertinente reclamo de sus derechos, el trabajo multidisciplinario para que se legisle en estas materias territoriales y de gobernanza, pero además, enfrentar obstáculos, amenazas y el empuje de las dinámicas económicas que ponen presión sobre estos territorios por causa de su increíble riqueza natural. El propósito de estas comunidades es el esencial resguardo de la integridad de la tierra, el cuidado y protección de la naturaleza como un mecanismo que va a garantizar no solo su propia supervivencia y acceso a medios de subsistencia, sino también de la de toda una región y un planeta que afronta la amenaza del cambio climático, la aniquilación de los bosques con fines comerciales y el exterminio de ecosistemas y biodiversidad.