Bosque Santiago: el jardín secreto para la investigación y educación ambiental en el Parque Metropolitano
Desconocido para muchos, el Bosque Santiago es la Sección de Educación e Investigación Ambiental del Parquemet. Se trata de un lugar que cuenta con programas educativos que incluyen talleres, visitas autoguiadas y actividades como “baños de bosque”, entre otras, que buscan acercar la naturaleza a las personas, fomentando la conservación de flora y fauna. Considerado como un “jardín secreto”, este lugar tiene entre sus objetivos ser un “laboratorio al aire libre” para el desarrollo de futuras investigaciones en la zona. Aquí te contamos más detalles.
Paz en medio de la ciudad. Un lugar donde en la noche se escuchan los tucúqueres y de día se distinguen zorzales y chincoles, entre romerillos y maitenes. Una zona escondida del Parque Metropolitano (Parquemet), que nos aleja de sus conocidos accesos llevándonos hacia Huechuraba. Se trata del Bosque Santiago.
Desde 2020, se ha convertido en la Sección de Educación e Investigación Ambiental del Parquemet. A través de sus senderos autoguiados, talleres como “baños de bosque” y humedales artificiales, entre otras cosas, busca generar conciencia en la comunidad acerca del cuidado del medio ambiente, poniendo énfasis en la conservación de la flora y fauna. Es así, un trabajo que busca abrir caminos para la investigación y tiene como objetivo la educación ambiental.
Niños, jóvenes y adultos cerca de la naturaleza
“¿Cómo no se escapan?”. Sonia Quevedo, encargada de la sección de Educación Ambiental e Investigación del Parquemet, recuerda la pregunta que le hizo un niño durante uno de los talleres que desarrollaron antes de la pandemia en Bosque Santiago. El pequeño estaba acostumbrado a aves domesticadas o cautivas en zoológicos, y no comprendía cómo un ave que estaba dentro de su hábitat no se escapaba de donde se estaba posando, en frente de sus ojos.
Se trata de un acercamiento con la fauna y flora del parque que forma parte de su programa educativo, que tiene como una de sus actividades el desarrollo de actividades para conocer la importancia y el rol ecológico de la biodiversidad. Por ejemplo, talleres enfocados en enseñar lombricultura, técnicas para no dejar rastro al hacer deporte al aire libre, o acercarse a las aves de la cuenca de Santiago. Es que a este lugar llegan o habitan el 70% de las aves presentes en la cuenca de la capital de Chile.
Pero parte de la educación también tiene que ver con la profunda conexión con la naturaleza, de cómo aprendemos, sanamos y nos conocemos a nosotros mismos a través de ella. Aquí es donde aparece en la escena una de las nuevas actividades que se han implementado: los baños de bosque. Este es un trabajo que ayuda a sentir bienestar y permite sumergirse en el bosque, usar los sentidos y ponerlos en sintonía con lo natural. Se trata de una actividad grupal que genera relajo e instancias de conversación, realizadas con guías ambientales y psicólogos.
Quevedo recuerda una de las experiencias que vivieron durante la pandemia en esta instancia. Era un grupo de mujeres que sufrió algún tipo de vulneración a lo largo de este periodo. Ellas empezaron el recorrido y se sacaron los zapatos. Caminaron por sobre la tierra o el arroyo de agua fría. Fue una desconexión del mundo real, pero un acercamiento muy fuerte a lo natural durante las tres horas de duración del taller.
Humedales y conservación
Basta caminar unos pasos desde la entrada para encontrarse con los humedales artificiales. Parte de la magia o más bien la presentación de este “jardín secreto”. Lo cierto es que su creación empezó en 2004 con el fin de representar este ecosistema para educar a los visitantes sobre la importancia de su conservación.
Quevedo explica que si bien reciben grupos guiados para enseñar la relevancia del agua y las aves propias que lo visitan, da la oportunidad de verlos de cerca. Además, dice, “desde el punto de vista ecológico, estos humedales se han convertido en lugar de descanso, paso, nidificación y reproducción de aves como el huairavo, garzas, pidenes, triles, entre otros, reflejando la importancia de estos sitios para la conservación de la biodiversidad”.
Pero también, se ha permitido que grupos de alumnos universitarios investiguen estos ecosistemas. En ello han aportado en el levantamiento de las especies existentes o realizado estudios para el manejo de la rana africana, entre otros asuntos.
Y justamente, este es uno de los próximos planes que se busca impulsar en Bosque Santiago, desde que se creó la Sección de Educación e Investigación Ambiental. “Esto tiene como nueva línea de trabajo la investigación, que tendrá como objetivo la gestión de resultados de trabajos de estudiantes universitarios que aplican sus conocimientos en Bosque Santiago, como una especie de ‘laboratorio al aire libre’, donde se levanta información relacionada con líneas de base de flora y fauna, catastros vegetacionales, análisis de aguas, catastro de especies invasoras, levantamiento de especies en estados de conservación, impactos ambientales, entre otros”, comenta Sonia Quevedo.
Se trata así, de un trabajo que va de la mano con otros enfocados en la conservación. Más arriba de los humedales, ya entrando en el cerro, es posible ver la clásica infraestructura que envuelve a un árbol reforestado. Aquellos pequeños indicios que más adelante serán parte de los árboles nativos que adornan el Bosque de Santiago.
Según explica Quevedo, la reforestación se está haciendo en cerca de 60 hectáreas, a través de proyectos internos, inversión pública y convenios con organizaciones. Entre ellas, la Fundación Reforestemos.
Pandemia y futuro
Antes de la pandemia, era casi imposible visitar el Bosque Santiago y no escuchar niños. Esperando sus talleres, jóvenes de diferentes colegios visitaban el lugar y aprendían al aire libre, en contacto con la naturaleza.
Actualmente, con las medidas de confinamiento, se escuchan más los cantos de los pájaros y, a lo lejos, si es que las fases del plan Paso a Paso lo permiten, se ve algún grupo en un baño de bosque. Más allá, puede haber algún grupo en los senderos autoguiados, como el Museo de la Vivienda Tradicional Local, que cuenta con ocho viviendas de diferentes pueblos originarios y sectores emblemáticos del país; o el sendero Cerro Polanco.
Pero lo cierto es que ese silencio en el terreno se ha traducido en diferentes iniciativas de metodologías de enseñanza virtual. Así, explica Quevedo, se busca que el encanto de la naturaleza o de las actividades esenciales, lleguen a la pantalla de los jóvenes.
Junto a eso, entre otras iniciativas, se está impulsando el proyecto Parque Escuela. “Busca generar espacios a modo de ‘aulas al aire libre´ dentro del Parquemet y su Red de Parques Urbanos para que cualquier profesor venga a estos lugares con su curso, y así poder sacar a los niños de las salas de clases convencionales. Además del tema salud, el aire libre es mucho más sano para educar”.
“Por muchos años este lugar era exclusivo de las visitas guiadas de colegios, con el tiempo se fue abriendo a la comunidad en general y dada su topografía, entorno natural, infraestructura, es muy distinto a los espacios conocidos en el Cerro San Cristóbal. Este sitio es mágico para muchos, y da la sensación de no estar dentro de Santiago”, concluye Quevedo.
Así, el ingreso al Bosque Santiago se permite desde la fase 2 en adelante, entre las 10:00 y las 13:00 con salida a las 16:00, menos el fin de semana. Se pueden realizar solo visitas autoguiadas. En fase 3 es el mismo horario todos los días, permitiendo visitas guiadas de hasta 10 personas, con reserva previa.