En tiempos en que aún se sienten las consecuencias de una crisis económica mundial gatillada por el Covid-19, garantizar condiciones laborales justas y dignas es fundamental, pero en muchas oportunidades estos estándares mínimos no son prioridad para los empleadores, especialmente en el mundo textil. 

© Pexels
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En julio del año pasado las acciones de la empresa Boohoo Group, con sede en Reino Unido, presentaron una caída luego de acusaciones que señalaban que una de sus fábricas obligaba a los empleados a trabajar cuando estaban enfermos de Covid-19. La denuncia resultó cierta, ya que un informe de una revisión independiente concluyó que “tenían condiciones de trabajo inaceptablemente deficientes, que incluían graves violaciones de salud y seguridad. Existe un riesgo significativo de desastre en el futuro” además de que “muchos empleados no tienen contratos adecuados y no tienen derecho a vacaciones pagadas ni a enfermedad” indica el reporte, entre otras conclusiones.

En esta línea, la Certificación de Comercio Justo (o Fair Trade) es clave y puede ser una gran alternativa y solución, ya que su objetivo es valorar la labor de cada participante de la cadena de producción de una prenda. Su base se centra en principios como buenas condiciones laborales y sueldos justos, evitar y denunciar la explotación infantil, igualdad laboral entre hombres y mujeres, respeto al medio ambiente, favorecer las economías locales y fomentar una educación consciente. Es por eso que iniciativas como estas requieren el compromiso de las marcas para promover y garantizar condiciones laborales justas en toda la cadena de producción.

Producción de algodón ©Patagonia
Producción de algodón ©Patagonia

Comercio Justo: el futuro del mercado

Según el último informe de Fair Trade publicado en el año 2020, desde el 2013 el programa de Certificación en empresas de ropa y artículos para el hogar ha crecido de forma más rápida que otras categorías, un dato importante si se piensa que la industria emplea a 60 millones de personas, de las cuales 80% son mujeres. Asimismo, el documento señala que desde 2013 a la fecha, la certificación ya ha llegado a 13 países y ha protegido y empoderado a 80 mil personas en todo el mundo.

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Y quienes aún tienen dudas al respecto, el mercado se encarga de dar luces. El último informe de The State of Fashion 2021 (El Estado de la Moda) publicado en diciembre pasado por McKinsey & Company, señala que para el 2021 una de las diez tendencias del mercado de la moda será la búsqueda de la justicia, entendiendo que, tal como indica el documento, será necesario “enfatizar la importancia de la sostenibilidad a través de la cadena de valor. Los consumidores (y cada vez más los inversores) recompensarán a las empresas que tratan a sus trabajadores y al medio ambiente con respeto, y las relaciones más profundas que surjan traerán beneficios en agilidad y responsabilidad”.

Un caso de compromiso socioambiental

Aunque existe un movimiento global en torno al Comercio Justo, solo algunas empresas outdoor se han comprometido con el programa. En asociación con Fair Trade USA y los proveedores, ahora existen más de 20 fábricas con Certificación Fair Trade especializadas en vestuario outdoor y, en este escenario, Patagonia cuenta con esta certificación en el 83% de su línea, la mayor que cualquier otra marca de ropa, demostrando su alto compromiso por la responsabilidad social y ambiental.

©Patagonia
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La empresa dedicada al equipamiento outdoor ha fabricado productos bajo esta certificación desde 2014. Sobre esto, Macarena Sánchez, Directora de Marketing de Patagonia Chile, señala que “a la fecha, el programa Fair Trade de Patagonia ha impactado positivamente sobre más de 66.000 personas en 10 países alrededor del mundo. Sin embargo, el trabajo no termina aquí, ya que el objetivo es seguir buscando una solución permanente que asegure un sueldo digno a todas las personas que fabrican nuestra ropa”.

¿Cuál es la diferencia de una fábrica certificada de una que no?

La fábrica que forma parte del programa Fair Trade no solo promueve condiciones laborales seguras y justas, sino que también entrega beneficios tangibles que mejoran la calidad de vida de las personas. En ese sentido, Patagonia paga un bono por cada producto confeccionado de la marca y que lleva la etiqueta de la Certificación. Ese pago queda en manos de los trabajadores y trabajadoras de la fábrica quienes deciden cómo usarlo. 

© Tim Davis
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Asimismo, hay un gran sentido de colaboración y trabajo en equipo, ya que cada fábrica cuenta con un comité Fair Trade elegido democráticamente por las personas que trabajan en el lugar que decide el destino de esos fondos, los que, hasta el momento, se han usado para financiar proyectos comunitarios, como programas de salud o guarderías; para comprar bienes a los que no podrían haber accedido de otra forma, como computadores u hornos; o para recibir un bono en efectivo. El programa también promueve la salud y la seguridad laboral, el cumplimiento de estándares sociales y ambientales, y fomenta el diálogo entre los trabajadores y la administración.

Bajo este escenario global de pandemia y crisis económica, el «Comercio Justo» se torna esencial para cambiar los sistemas de producción. Y sobre todo, ayudará a pequeños empresarios a tener redes más firmes y dignas para sustentarse. Por ello es clave empoderar a los consumidores para busquen este tipo de certificaciones cuando compren productos, tanto textiles como de alimentación. De esta manera, además, son los propios consumidores quien tienen el poder de cambiar la forma en que se hace la ropa. Por eso es clave exigir más. 

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