Arañas de Chile: revindicando a estos fascinantes seres
Poseen varios ojos, colores y formas. Nos referimos a las arañas, hábiles cazadoras que, valiéndose de técnicas como el uso de la seda, cumplen un importante rol en los ecosistemas. Pese a ello, el rechazo y los prejuicios recaen frecuentemente sobre ellas. Por este motivo, nuestros colaboradores Vicente Valdés y Pablo Núñez nos muestran el mundo arácnido que se teje en Chile como pocas veces lo hemos visto, con espectaculares postales de estas tímidas y ágiles criaturas de ocho patas. De esa manera, nos invitan a conocer a algunas de las especies que habitan en el país, para cambiar la percepción que impera sobre estos animales.
Con arañas nos referimos a todos los seres vivos pertenecientes al orden Araneae, que figura como el más conocido dentro de la clase Arachnida (arácnidos), e involucra desde la tierna y carismática araña saltarina come moscas, típica de los hogares, hasta esa imponente araña pollito, que podemos encontrar en el cerro o en el campo.
Es importante destacar lo anterior ya que, en Chile, existen siete órdenes de arácnidos; Scorpiones, Acari, Opiliones, Pseudoescorpiones, Palpigradi, Solifugae y Araneae, pero solo a este último grupo debemos llamarle arañas, el resto son arácnidos, pero no arañas. Como características generales podemos decir que las arañas son organismos quelicerados, que poseen ocho patas y tienen la capacidad de generar una seda (tela), la cual tiene diversas funciones, tales como el armado de saco de huevos y madrigueras, transportarse o cazar. Hasta el momento este grupo está representado en el país por más de 760 especies, número que va en aumento año tras año debido al descubrimiento de nuevas especies.
Para combatir un poco el grave prejuicio que existe contra ellas, es necesario comunicar la gran importancia que tienen en las redes tróficas, ya que son excelentes cazadoras y, a la vez, sirven como base alimenticia para diferentes animales, tanto vertebrados como invertebrados.
Todas las arañas presentes en Chile son carnívoras, es decir que necesitan cazar a otros seres vivos para alimentarse, y para ello pueden usar diferentes técnicas, siendo la más conocida la seda, elemento que utilizan para elaborar complejas “telarañas” que son dispuestas con el fin de atrapar a sus presas. Otras especies prefieren la caza activa, que consiste en merodear por su territorio en busca de potenciales víctimas. Por último, algunas prefieren utilizar el acecho o el camuflaje, técnicas que consisten en esperar inmóviles sobre flores o follajes a que algún artrópodo se acerque, capturándolos con rápidas maniobras.
Otro aspecto importante en la historia natural de las arañas es su desarrollo. En general, optan por colocar una gran cantidad de huevos, ya que pocos llegan a la adultez dada la dificultad para evitar ser depredadas o sucumbir al entorno en el cual se encuentran. Las hembras suelen cuidar el saco de huevos hasta que las crías emergen, y algunas incluso cargan con el saco con ellas para cuidarlos desde cerca.
Al nacer las crías pueden permanecer un breve período en cercanía a la madre o dispersarse inmediatamente, buscando un lugar o territorio propio para cazar y reproducirse. Pueden tener una estimación de vida que va desde unos cuantos meses o años hasta más de dos décadas en el caso de las hembras de arañas pollito o tarántulas.
Las creencias populares tienden a imponer que las arañas son en su mayoría peligrosas para el ser humano por la cualidad de tener veneno, pero la realidad es que en Chile existen solo dos géneros de arañas cuya mordedura es peligrosa, pudiendo en casos aislados provocar la muerte. Estas son las conocidas como araña de rincón (género Loxosceles, representado por seis especies en el país) y las viudas negras o arañas del trigo (género Latrodectus, representado por tres especies en el país). Adicional a estos dos géneros se descubrió recientemente que la especie Sicarius thomisoides, perteneciente a la misma familia que la araña de rincón, posee componentes en su veneno similares a los de Loxosceles, por lo que podría poseer el potencial de ser peligrosa también, aunque la falta de casos documentados de su mordedura no permiten asegurarlo aún.
Existen también las falsas viudas (género Steatoda), que en ocasiones pueden provocar un cuadro que conlleva síntomas leves a moderados, pero nunca la muerte, y otras arañas cuyos quelíceros son de tamaño considerable, por lo que su mordedura puede ser dolorosa netamente por ello, provocando síntomas leves o incluso nulos después de la mordida.
Todas estas arañas mencionadas representan un porcentaje mínimo respecto al total de arañas presenten en el país, y más del 98% son inofensivas para el ser humano, ya que su veneno no posee el potencial de ser dañino para nuestros organismos y sus mordeduras suelen ser similares a una picadura de abeja. Cabe destacar también que el veneno de las arañas no causa alergias severas ni mucho menos shocks anafilácticos como se suele creer.
Finalmente, hay que mencionar que ninguna araña (tanto peligrosa como no peligrosa según su veneno), es agresiva, y su mordedura se debe netamente a defensa propia al sentirse amenazadas o estresadas por nuestra presencia, siendo su primer instinto el refugiarse o alejarse de nosotros.
La aracnofauna del país está ampliamente distribuida por todos los ecosistemas presentes, salvo la Antártida, por lo que podemos encontrarlas en la mayoría de los ambientes.
Por lo general son criaturas abundantes, y que pueden avistarse en todas las estaciones del año, con un claro aumento en los meses cálidos debido a la disponibilidad de alimento (insectos principalmente).
A veces basta con observar los rincones o ventanas de la casa, pero si queremos ampliar la gama de especies tendremos que salir de preferencia a lugares naturales.
Los hábitos también son muy variados, ya que muchas de ellas son netamente nocturnas, y otras totalmente diurnas.
Por ejemplo, las arañas tejedoras suelen habitar en la vegetación, ya sea arbustiva o arbórea, confeccionando sus telarañas en el ocaso y anochecer. Lo ideal para poder observarlas es dirigirse a sitios con flora nativa durante la noche y direccionar las linternas en altura. Por otro lado, las arañas que suelen cazar a través del acecho, como las arañas cangrejo de la familia Thomisidae, pueden encontrarse quietas sobre flores u hojas principalmente de día, y siempre es un desafío verlas ya que se camuflan perfectamente con su entorno con el fin de que sus presas no se percaten de su presencia.
Las arañas rastreras pueden ser encontradas bajo troncos o caminando por el suelo, para hallarlas es preciso caminar observando al piso durante el día o la noche, o levantando cuidadosamente los troncos y procurando dejarlos nuevamente en la misma condición en que fueron encontrados para evitar provocar daños en su hábitat.
Lo más importante para avistar estos maravillosos seres es estar abierto en todos nuestros sentidos, pendientes de nuestro entorno y sus movimientos, mirando atentamente en profundidad y detalle, con el respeto correspondiente.
Tal como sucede en otros grupos de la biodiversidad del país, como en plantas o insectos, un alto porcentaje de la aracnofauna es endémico, lo que quiere decir que muchas especies sólo se pueden encontrar en Chile, o más exclusivo aún, se restringen a un determinado rango geográfico, como es el caso de una especie recientemente descrita, llamada Ariadna motumotirohiva, que solo habita en una isla cercana a Rapa Nui.
Las arañas suelen ser seres tímidos que huyen rápidamente de nuestra presencia, y al poseer ocho patas y una apariencia no tan amigable, según la percepción del común de las personas, es que son temidas e incluso a veces, odiadas.
Existen fobias y ascos generados por el desconocimiento ya que, como se mencionó con anterioridad, la gran mayoría de estos seres son totalmente inofensivos para nosotros. El aprender de estos animales nos permite poder apreciar sus detalles y su belleza única, y permitirles ser nuestros aliados en el control biológico de plagas y, por supuesto, en la protección de nuestro patrimonio natural.
Pero ¿su apariencia es realmente tan “tétrica”? y bueno, este punto es totalmente subjetivo, pero es importante que se conozca la otra cara de la moneda, ya que las arañas de casa, o las más populares no son las únicas que existen.
La variedad de colores y formas es realmente impresionante, y no solo en los húmedos bosques del sur de Chile, donde claramente existe una enorme densidad de especies, sino que también en el árido desierto o en los bosques mediterráneos de la zona centro.
De seguro que las imágenes ayudaran un poco a ampliar esa visión cerrada que existe en relación con las arañas y lo que conocemos de ellas, pero lo cierto es que en estos tiempos no debemos guiarnos solamente por lo que nos provoque su estética, si no que basarnos en la importancia ecológica que tienen y entender que son parte de nuestra riqueza biológica.
La ciencia ciudadana ha sido un importante aliado para el conocimiento de estos seres y la difusión de información amigable o atractiva para la población. Plataformas como redes sociales, iNaturalist u otras ayudan a acercarse de a poco a las arañas y poder entenderlas y apreciarlas. Es justamente esta disciplina la que permite el acercamiento entre las publicaciones científicas y la población base, por lo que se invita a todo el que quiera aportar en la conservación de la biodiversidad chilena a hacer uso de estas herramientas y ser partícipes de una comunidad que va en crecimiento.
Resulta imprescindible seguir cada vez con más fuerza en la labor de difusión sobre la naturaleza “poco carismática”, y generar cada vez más conocimiento y conciencia. Las redes sociales, en complemento con la fotografía y lo audiovisual, son quizás la mejor herramienta que existe hoy en día para revertir la mala fama y prejuicios que existen en contra de seres que solo merecen protección y aceptación.
Una nota no alcanzaría para mostrar la riqueza y belleza de arañas que hay en Chile, por lo que quedan invitados a buscar y aprender sobre ellas, admirando su belleza en el camino.