Chile, un tesoro de abejas nativas
En el mundo existen cerca de 20.000 especies de abejas, aunque faltarían muchas más por descubrir. Un estudio reveló el «mapa mundial» de todas las especies conocidas, indicando que la mayor diversidad de estos insectos habita en zonas secas y templadas, como las del norte y centro de Chile. Sin embargo, estos lugares están bajo amenaza, lo que amerita medidas contundentes para resguardar este tesoro de polinizadores nativos. Así lo explican en su columna de opinión Valentina Herrera y Cristian Villagra, investigadores del Laboratorio de Ecología Sensorial Interacción Planta-Insecto, en el Instituto de Entomología de la UMCE. Conoce aquí sus argumentos.
A diferencia de lo que la mayoría cree, las abejas no son solamente aquellos insectos con rayas amarillas y negras, viviendo en colmenas donde producen miel. De hecho, esta corresponde a una sólo una especie llamada Apis mellifera, también conocida como abeja de la miel. Esta abeja es un animal doméstico, como las gallinas y vacas, y fue introducida a Chile luego de la llegada de los españoles a América en el siglo XV.
La verdad es que en el mundo existen cerca de 20.000 de especies de abejas silvestres, y se estima que aun faltan muchas más por conocer. Éstas son de variados colores y tamaños y aunque suene muy extraño, la gran mayoría de estas especies no producen miel. Pero todas tienen algo en común: que se alimentan de néctar y polen de flores, lo cual contribuye con la polinización de un gran número de plantas, tanto cultivos agrícolas como especies silvestres. Lo anterior quizá sea familiar, pues todos hemos leído o escuchado por lo menos una vez que las abejas son excelentes polinizadores, pero ¿eso es lo único que nos interesa conocer sobre ellas? ¿Cómo son las que no conocemos? ¿Dónde hay mayor variedad de especies?
Intuitivamente podríamos pensar que, como sucede con otro tipo de seres vivos, es en los trópicos donde encontramos mayor diversidad. Sin embargo, un estudio recientemente publicado por un equipo de investigadores de China, Singapur y Estados Unidos titulado “Global Patterns and Drivers of Bee Distribution” («Patrones e impulsores de la distribución de las abejas»), descubrió que donde existe mayor diversidad de abejas es en las zonas secas y templadas, por lo tanto hay una gran riqueza de especies en zonas xerófilas y climas de tipo mediterráneos… ¡Como los que abundan en Chile!
En este estudio se construyó por primera vez mapa mundial de distribución de todas las especies conocidas de abejas, con datos confiables, permitiendo saber no solo donde hay más variedad de especies, sino también donde se estudian más. Además, los investigadores detectaron donde hay más conocimiento y donde falta por estudiarlas, dado que aún hay muchas especies de abejas desconocidas.
Gracias a esto se descubrió que, a pesar que se conocen muy bien los datos de algunos grupos, como los abejorros y las abejas solitarias de la subfamilia Colletinae, todo esto no es más del 4% de la biodiversidad de abejas nativas. De esta forma, el resto de las especies están siendo ignoradas o mal documentadas por lo tanto sabemos poco de su biología, relaciones ecosistémicas y ecología.
El conocer sobre la abundancia y distribución de las especies es crucial a la hora de pensar en su conservación, ya que, como mencionamos anteriormente, las abejas nativas son relevantes para los ecosistemas por ejemplo: muchas están adaptadas para polinizar ciertas especies de plantas, logrando una relación de estrecha dependencia en algunos casos.
Esto es de gran importancia e interés para Chile ya que, como se menciona en este estudio, el norte y centro del país tiene las características climáticas descritas como relevantes que han permitido que exista una alta biodiversidad de abejas nativas. Se destaca, además, que dentro de éstas hay una gran cantidad de especies endémicas, vale decir que solo existen en Chile. Nuestro país presenta una alta riqueza de estos insectos polinizadores, lo que también sugiere que su existencia y conservación serían fundamentales para los ecosistemas chilenos.
Actualmente, se ha demostrado en todo el mundo que las poblaciones de insectos están decayendo de forma vertiginosa y preocupante, y el caso de las abejas no es la excepción.
En Chile el principal tipo de agricultura es del tipo intensiva. En este tipo de manejo depende de la aplicación de elementos exógenos para su mantención (como pesticidas y fertilizantes). Además, se eliminan las plantas nativas y sitios de nidificación del paisaje agrícola y se incorporan insectos exóticos para polinizar los cultivos (como abejas de miel y abejorros no nativos). Distintos estudios en todo el mundo han demostrado que estas prácticas agrícolas industrializadas no son sustentables a mediano y largo plazo, y han sido reconocidas por los expertos como una de las principales causas de la desaparición de las especies de insectos polinizadores.
A la luz del nuevo mapa de las abejas del mundo que destaca nuestro país como el beneficiario de un verdadero tesoro de biodiversidad de abejas nativas, es el momento de ponernos al día en nuestra relación con estos otros ciudadanos nativos de Chile.
Como primer desafío está conocer nuestras especies de abejas nativas. ¿Cómo preocuparnos de algo que, en nuestra subjetividad, no existe? Por lo tanto, es fundamental la educación ambiental para poder conocer y así cuidar nuestras especies y sus ecosistemas. Adicionalmente, tenemos que exigir a quienes toman las decisiones políticas en Chile que hagan efectivos los acuerdos ambientales que Chile subscribe, como las metas Aichi firmadas en 2010, las cuales que exigían que para 2020 “las áreas de agricultura, silvicultura y acuicultura se gestionarán de una manera sostenible, garantizando la conservación de la biodiversidad”.
Junto con esto, debemos preocuparnos por fomentar la investigación que permita tanto conocer nuestras especies de insectos nativos, como el desarrollo de investigación localizada para una producción agrícola en coexistencia con la biodiversidad de nuestro país, como ya ha sido propuesto en la aproximación de la agroecología.
Considerando estos aspectos lograremos no solo conservar, sino que también aprovechar el tesoro de especies de abejas nativas de que Chile es depositario.
Valentina Herrera Ruíz y Cristian Villagra Gil son investigadores del Laboratorio de Ecología Sensorial Interacción Planta-Insecto, en el Instituto de Entomología, UMCE.