Forager, guía subjetiva de las plantas comestibles de Miami
“Un atlas es una colección de versiones de un lugar, un compendio de perspectivas, un pedazo dentro de las infinitas versiones que se pueden hacer concretas y visibles”. Rebecca Solnit (Escritora U.S.A.)
Con esta cita empieza la introducción del libro Forager, que como ellos especifican, no es un atlas en si mismo, pero se siente como uno. Forager es un libro sobre las especies comestibles que se pueden encontrar paseando por Miami. Hecho por personas de Miami que apelan a la memoria colectiva y al recorrido como fórmula para conocer el paisaje.
El libro me interesó por la estética y forma de presentar las especies. Tiene el estilo tradicional de un libro botánico; por como presentan la planta y sus características, pero las fotos tienen una dirección de arte cuidadosa (al estilo del food styling), y los textos no se detienen tanto en la descripción biológica específica de cada planta, sino más bien en la historia de esta relacionada a Miami, o alguna forma de reconocerla o cómo prepararla.
Entre las especies que se pueden encontrar en Miami, de clima subtropical, están el mango, la papaya o el coco (conocidos por nosotros) pero el libro no sólo muestra frutas comestibles sino también suculentas como el aloe o yerbas como el florida pellitory (parietaria) donde especifican que tiene sabor a pepino y es excelente para las ensaladas.
Otra especie que me llama la atención que se coma es la Monstera Deliciosa, la clásica planta de entrada de edificios antiguos con hojas grandes y hoyos. También es conocida por ser la favorita de Matisse, o eso pareciera ya que tenía muchas en su casa y aparecían en sus cuadros. El libro cuenta que la Monstera tiene una de las frutas más ricas y no reconocidas de todas las que se encuentran en la región. La fruta es difícil de ver (yo personalmente no me acuerdo de haber visto ninguna con fruto) y parece una coronta verde gigante. No se puede comer por fuera porque irrita la boca, pero cuando empieza a madurar puedes abrirla y tiene una pulpa blanca crema que tiene sabor entre piña y plátano. La fruta se demora 12 meses en madurar después de la floración. Por eso aconsejan que se saque la fruta cuando la cáscara, o formas verdes hexagonales del exterior, se empiecen a caer, y de ahí guardarla envuelta en diario hasta que se caigan todas para comer la extraña fruta con sabor a froot-loops.
Saber esta característica de la Monstera hace que me fije en ella de manera diferente y me dan ganas de encontrar su fruta (aunque sea por pillarla). Eso es lo entretenido y bonito del libro: al conocer en profundidad las especies del lugar, hace que estés atento al paisaje que te rodea.
“Todos hemos experimentado los lugares que vivimos de tantas maneras, y estas maneras cambian según la estación del año; nuestras metas; nuestras familias; nuestras vidas”. “Si viste y reconociste un árbol de limón desde chico siempre lo vas a poder identificar hoy. Una capa de lo finito ha sido cruzado a lo infinito. Siempre ha estado ahí, pero es casi como un espacio en blanco, algo en lo que ni siquiera te detienes a pensar. La meta de este libro es colorear algunos de esos espacios en blanco, crear un atlas comestible de Miami” (extractos de la Introducción).
El libro es de la editorial americana Jai Alai Books , es del año 2014 y tiene 150 páginas con 39 especies. Los autores son: Tiffany Noé, dueña de una micro granja urbana de en Miami que se llama Plantmatter. Es fotógrafa y estudió permacultura. George Echeverria, diseñador gráfico freelance y fotógrafo, y Nick Vagnon, escritor y poeta. Todos residentes y amantes de Florida.