«Volver a la naturaleza»: una columna de la Corporación Cultiva
El extenso confinamiento, el teletrabajo y las clases a distancia nos han alejado de las actividades al aire libre. Por eso, nos dicen en esta columna desde Corporación Cultiva, hoy más que nunca, necesitamos volver a tener ese vital y revitalizante contacto con la naturaleza y seguir adelante con iniciativas como las que impulsa la organización: «Los 240 árboles nativos que se plantaron recientemente en los cerros de Renca demuestran que la recuperación de áreas verdes y el trabajo comunitario se vuelve cada vez más necesario». Lee aquí la columna completa.
Por décadas, la cara habitual del cerro Renca han sido sus agrestes laderas, desprovistas de vegetación, mostrando una cara muy diferente a la que hoy exhibe el verde y frondoso Cerro San Cristóbal. Sin embargo, esta realidad comienza lentamente a cambiar, gracias a la masiva reforestación que está impulsando Corporación Cultiva junto a la Municipalidad de Renca, y que promete transformar el árido y desolado paisaje de los cerros del sector poniente de Santiago en un nuevo pulmón verde para la capital.
Sólo durante octubre de este año se plantaron 240 árboles nativos en diversos sectores del llamado Parque Cerros de Renca, gracias a la activa y entusiasta labor de 100 voluntarios y voluntarias que participaron de esta actividad, realizada en el marco de la celebración de los 20 años de la Corporación Cultiva.
Los voluntarios y voluntarias -entre los cuales se encontraban donantes individuales del programa “dona un árbol”, además de miembros de agrupaciones, voluntariado de la red de Cultiva y la propia comunidad de Renca- plantaron diversas especies nativas como quillay, huingán, espino, algarrobo y quebracho.
Esta exitosa y masiva reforestación fue posible sólo una vez que la comuna superara la “Fase 1” de confinamiento y saliera de cuarentena. Renca fue la última comuna de toda la Región Metropolitana en superar la Fase 1, lo que ciertamente impactó en toda la comunidad. La extensa cuarentena también afectó de manera importante la labor de Cultiva, limitando su posibilidad de generar espacios de participación y centrando sus esfuerzos en el apoyo de iniciativas comunitarias de apoyo a la seguridad alimentaria y la mantención de los árboles plantados en temporadas anteriores.
El impacto de la pandemia
La pandemia global por Covid-19, cuyos efectos se han prolongado en Chile por 8 meses, ha puesto a la luz grandes desigualdades en nuestra sociedad: desde la seguridad alimentaria, el acceso a internet o educación, la precariedad del trabajo, y el endeudamiento de las comunidades, hasta la inequidad en el acceso a espacios verdes.
Se ha evaluado de manera significativa el impacto del confinamiento y el distanciamiento social sobre la salud mental, con un incremento en problemáticas de ansiedad o estrés. Sin embargo, la conexión y la experiencia junto a la naturaleza está siendo cada día más reconocida por su valor no sólo preventivo sino también terapéutico para la superación de episodios de estrés o desestabilización emocional.
Por otro lado, también hay un impacto en la creciente tendencia a trabajar a distancia, producto de la pandemia. De acuerdo a un estudio de la ACHS, el 81,3% de las empresas encuestadas está funcionando con teletrabajo y el 66% de ellas no tiene fecha de término para esta medida. Por lo tanto, el aislamiento diario al que se han visto obligados muchos trabajadores al realizar sus actividades de manera remota, lejos de sus compañeros, se ha prolongado más allá de las fases de confinamiento y cuarentena. Muchos de estos trabajadores consideran que el “experimento forzado” del teletrabajo podría generar un cambio de cultura a largo plazo y formar parte de lo denominado nueva normalidad.
La pandemia también ha visto un crecimiento importante de distintos tipos de plataformas e innovaciones digitales para ayudar a combatir el aislamiento o soledad que se puede experimentar con la modalidad de teletrabajo, fomentando comunicaciones efectivas y afectivas. La mayor preocupación para el bienestar socio-emocional de los trabajadores se ha visto reflejado en más comunicación interna y oportunidades de retroalimentación y por consecuencia, un aumento en el compromiso y participación activa por parte de trabajadores.
Sin embargo, un estudio de la consultora Deloitte destaca que 64% de los ejecutivos creen que el estrés en el trabajo es un tema de gran importancia y urgencia y que más de 44% de ellos no saben cómo lidiar con aquello. Por otro lado, los expertos en recursos humanos Keka, aseguran que el 50% de los cambios positivos en patrones de comunicaciones dentro de un espacio laboral se pueden acreditar a interacciones fuera del espacio laboral en proyectos no vinculados al trabajo.
Por todo lo anterior, consideramos que, incluso con los numerosos avances tecnológicos y mejoras en comunicación que han surgido como resultado de la pandemia, el compartir en equipo sigue siendo de gran importancia para el bienestar de los distintos colaboradores. En otras palabras, todas aquellas oportunidades de interacción y encuentro fuera de los lugares de trabajo tienen un valor especial para las personas. Y más aún hoy, en que estar compartiendo en la naturaleza se ha restringido como nunca antes.
Cultiva lleva 20 años movilizando a las personas, promoviendo que salgan de las salas de clases, de las oficinas o de establecimientos cerrados para trabajar en equipo y reconectarse con la naturaleza, aprendiendo en terreno sobre colaboración, cambio climático y acción. El fomento de estas actividades permite reforzar los vínculos entre las personas, y encontrarse y reconocerse en la naturaleza. Así podremos iniciar un 2021 diferente, con relaciones y comunicaciones más afianzadas.
Por otro lado, hay algunos datos interesantes sobre la vitamina D, involucrada en importantes procesos del cuerpo humano y que con el confinamiento han visto disminuidos sus niveles producto del poco contacto con el sol. Según un estudio de las universidades de Chile, Católica y Finis Terrae, la carencia de la vitamina D incide en el sistema inmunológico y, por ende, las personas con tal condición podrían ser más vulnerables a contraer virus, como por ejemplo, Covid-19. Esto demuestra que estar en espacios abiertos, al aire libre, e idealmente en contacto con la naturaleza, se ha transformado cada vez más en una necesidad clave para las personas, para que así puedan aumentar sus índices de vitamina D y aportar al fortalecimiento del sistema inmunitario.
El confinamiento y el teletrabajo también han resultado en un aumento en el sedentarismo y en una creciente desconexión con la naturaleza, por lo que el voluntariado corporativo en espacios abiertos cobra cada vez más importancia para los equipos y colaboradores individuales de cara al próximo año. De esta manera, no sólo podemos cambiar el paradigma del trabajo, sino que anhelar a su mejora continua para que refleje los valores de compromiso, comunicación y bienestar que nos unen.
El desafío de volver a clases
Por otra parte, el retorno a clases de los estudiantes igualmente ha sido un elemento de gran debate sobre cómo asegurar un ámbito seguro que permite a su vez un desarrollo completo y de calidad de los estudiantes, especialmente en cuanto a la sociabilización. En este sentido, se viene un cambio de paradigma, al considerar que el aula al aire libre tiene mucho potencial para aportar en ese sentido.
Este retorno a clases en 2021 no será del todo normalizado y consideramos que se debe priorizar el bienestar emocional de la comunidad educativa. Por ello, un retorno con experiencias de aprendizaje al aire libre que permita despejar la mente, reconectarse con la naturaleza, aprender sobre cambio climático y bosque nativo, entre otras cosas, es una oportunidad única. Lo vemos como una opción para amortiguar lo vivido en 2020 que de una forma u otra ha afectado nuestras relaciones y formas de comunicación.
Ciertamente, no podemos pensar en volver a la escuela de una forma tradicional. No tendría sentido pasar del encierro en casa al encierro en la sala, o de vernos por pantallas a vernos solo de frente. Debemos crear nuevas oportunidades de aprendizaje vinculados con el entorno y que dejen huella; esto es, cambiar de paradigma educativo hacia uno que vincule a los grupos con las realidades, con el entorno, las comunidades y su problemática, desafíos o fortalezas. Así, el retorno debe desafiarnos no solo en el tema sanitario sino también en el ámbito educativo, repensando para qué estamos en la escuela, y cuáles son los conocimientos y herramientas que necesitamos en este nuevo mundo que se abre completo a otras posibilidades.
La educación experiencial se vincula con todas las asignaturas y es esencial para generar aprendizajes significativos que perduren en las personas. El aprendizaje que solo trabaja memoria y repetición mecánica no utiliza funciones ejecutivas sino procesos más básicos. Esto produce que ese aprendizaje sea muchas veces olvidado. ¿Recordamos realmente lo que aprendimos en el colegio? Probablemente, sólo aquello que mediante la experiencia vivenciamos.
Esperamos poder generar en los próximos meses, alianzas y apoyos para poder desarrollar de manera amplia la propuesta de aula al aire libre para estudiantes. Vemos un gran potencial en implementarlo como una instancia de formación de equipo en ámbitos laborales donde la distancia del teletrabajo también se ha sentido fuertemente.
En definitiva, para lograr un cambio de paradigma y una vuelta a la naturaleza.