Estudio de 50 años revela alarmante aumento de varamientos de cetáceos en Chile, en especial en la Patagonia
Hay muchos aspectos de los varamientos de cetáceos que aún son desconocidos para la humanidad. Para avanzar en su conocimiento, un estudio analizó los patrones espaciales y temporales de estos eventos en el país en un periodo de 50 años, constatando que en Chile existe una alta tasa de varamientos a nivel mundial, siendo superado solo por Australia. De esa manera, registraron 1.607 animales afectados, pertenecientes a 35 especies, y detectaron un aumento de estos incidentes en el tiempo, en especial en la Patagonia. Esto podría explicarse por diversos factores, como la irregular fisonomía de su zona costera, el tráfico de embarcaciones y la creciente presencia de salmoneras en el sur del país.
La enorme cantidad de cadáveres agolpados en Golfo de Penas parecía una triste expresión del nombre otorgado a este remoto lugar de la Región de Aysén. La zona de fiordos, canales e islotes se convirtió en el escenario del mayor evento de mortalidad masiva de ballenas barbadas conocido hasta ahora, donde las más de trescientas víctimas que pudieron ser identificadas correspondían a ballenas sei, una especie en peligro de extinción. Parecido es lo que han enfrentado otras especies de cetáceos, como los calderones de aleta larga, cuando la líder del grupo se entrampa en la zona costera luego de desorientarse o enfermar. Sus vínculos familiares son tan fuertes, que pueden conducir al resto de los individuos a varar junto a ella, encontrando el mismo destino.
Los varamientos no constituyen un asunto nimio para Chile. En el país existe una gran diversidad de cetáceos, pues el 40% de las especies del mundo habitan y transitan en aguas chilenas. De ellas, la gran mayoría se ha visto involucrada en encallamientos, salvo diez especies que – hasta ahora – no han sido reportadas en este tipo de incidentes. Pese a ello, hay pocos estudios sobre los varamientos en Chile, y ninguno había investigado las dinámicas espaciales ni temporales de este fenómeno a largo plazo. Hasta ahora.
Un grupo de investigadores realizó un estudio que analizó los patrones espaciotemporales de los varamientos de cetáceos en Chile, desde enero de 1968 hasta enero de 2020. La investigación, que fue publicada recientemente en la prestigiosa revista Scientific Reports, constató que, en 50 años, los varamientos han aumentado con el avance del tiempo, especialmente en la última década, considerando tanto el número de incidentes como la cantidad de individuos afectados.
“En Chile existe una alta tasa de varamientos de cetáceos a nivel mundial, siendo superado solo por Australia. Entonces, es bastante preocupante esta situación, dado que además los varamientos se han ido incrementando a través del tiempo, ya sea en cantidad de individuos como en eventos. Por otro lado, encontramos que existe un patrón temporal y espacial de los varamientos, qué quiere decir esto, que los cetáceos varan más en los meses de verano (enero, febrero y marzo) y en el mes de julio”, explica Mario Alvarado, autor principal del estudio, quien es doctor en Medicina de la Conservación e investigador del Centro de Investigación para la Sustentabilidad de la Universidad Andrés Bello.
El trabajo contó con la participación de científicos de la Universidad Católica, Universidad Andrés Bello, Universidad Santo Tomás, University of Minnesota, The Pew Charitable Trusts, Whalesound, y de la University of Florida. Para analizar los varamientos en cinco décadas, utilizaron datos oficiales de entidades como la Armada y el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca), así como registros de prensa, reportes científicos, entre otros.
De esa forma, entre enero de 1968 y enero de 2020 se registraron un total de 441 eventos de varamientos a lo largo de la costa chilena, que afectaron a 1.607 cetáceos pertenecientes a 35 especies.
En ese sentido, las dos especies involucradas en la mayor cantidad de varamientos fueron la marsopa espinosa (Phocoena spinipinnis) y el cachalote (Physeter macrocephalus), protagonizando 66 y 47 eventos, respectivamente.
Así lo explica Frederick Toro, coautor del estudio, quien es académico de la Universidad Santo Tomás, sede Viña del Mar, e integrante del Comité de Varamiento de la Asociación de Médicos Veterinarios de Fauna Silvestre (Amevefas): “En el caso de la marsopa espinosa es realmente preocupante dado que todos los años se registran muchos varamientos de esta especie, al parecer asociados a ahogo por enredo con artes de pesca”.
En cuanto al cachalote, la explicación más plausible se relacionaría con su biología, ya que “son buceadores de profundidad, en donde pueden bucear por más de una hora y a más de mil metros de profundidad, por lo que cualquier ruido mientras realizan estos buceos causaría que suban rápidamente a la superficie, y provocaría descompresión (mal de buceo), lo que causaría que posteriormente varen”, agrega Toro, quien también es doctor en Medicina para la Conservación y miembro de la ONG Panthalassa.
Por otro lado, los resultados arrojaron que la Patagonia concentra la mayor cantidad de cetáceos varados. Alvarado detalla que “encontramos que en 19 zonas – o puntos calientes – de Chile existen una alta probabilidad de que ocurra un varamiento, de los cuales casi la mitad de estos están ubicados en la Patagonia, específicamente en la zona de fiordos y canales. Estos resultados son muy útiles, ya que nos permiten identificar estos lugares y así tener una respuesta rápida a estos eventos por parte de las autoridades y expertos, para investigar sus causas y así evitar potenciales mortandades en cetáceos a futuro y que podría tener consecuencias para la salud de los ecosistemas y la salud humana”.
Un enigma, muchas posibilidades
De acuerdo con la investigación, la mayoría de los eventos ocurridos en Chile involucraron a uno o dos individuos encallados. También se reportaron 18 varamientos masivos, que incluyeron entre tres y 24 animales, y nueve eventos de varamientos inusualmente grandes que superaron los 25 individuos, representando estos casos un 2% del total. El ejemplo más multitudinario fue el recordado varamiento de alrededor de 367 ballenas sei, acaecido en el año 2015 en el Golfo de Penas, en la Región de Aysén.
Precisamente, si hablamos del mayor número de víctimas por especie, la ballena sei encabeza el listado, ya que durante el periodo de estudio encallaron 414 individuos en las costas chilenas, distribuidas en 17 eventos distintos. Le sigue la falsa orca (Pseudorca crassidens), con 337 animales envueltos en 10 incidentes, y el calderón de aleta larga (Globicephala melas), con 315 delfines que corrieron la misma suerte en 13 ocasiones distintas.
“Varamientos masivos existen en Chile, especialmente en especies de delfines socialmente complejos como los calderones y falsas orcas, en donde los grupos son tan cohesionados que provoca varamientos de más de mil ejemplares en algunas partes del mundo, y en las ballenas sei que ya comentamos anteriormente. Lamentablemente desconocemos la mayoría de los mecanismos y causas que están influenciando los varamientos en nuestro país”, precisa Toro.
Pero ¿por qué ocurren estos sucesos?
Lo cierto es que los motivos de muchos varamientos continúan bajo el manto del misterio. Aunque se han propuesto pocas causas primarias, hay consenso de que varios incidentes son multifactoriales, dependiendo de la especie.
Lo que sí se sabe es que existen varios factores naturales, ambientales y humanos que influyen en los varamientos de cetáceos, los cuales pueden encallar vivos o muertos.
El académico de la Universidad Santo Tomás detalla que “dentro de las causas naturales (por ejemplo, envejecimiento, muertos por depredadores, etc.), también existen causas que van desde animales enfermos (ej. enfermedades infecciosas), animales que murieron mar adentro y que la corriente arrastra hasta la costa sin causa aparente, hasta incluso algunas especies como los calderones de aleta larga (Globicephala melas), varan dado que la líder se desoriento o se enfermó, y eso lleva a que todos los individuos varen debido a su fuerte lazo social en que no dejan a sus familiares solos”.
En cuanto a las causas ambientales, se encuentran los cambios de marea, tormentas, o fenómenos como la marea roja, una toxina producida por algunas especies de diatomeas, principalmente del género Pseudo-nitzschia, que se ha asociado a varamientos masivos de diferentes especies. En efecto, una de las hipótesis que se barajan sobre el varamiento masivo de ballenas sei en el Golfo de Penas es que podría estar asociado a este factor.
Por otro lado, el humano también puede desencadenar este tipo de incidentes. Un ejemplo son las colisiones por el tráfico marítimo, “donde los cetáceos por lo general varan muertos, con graves heridas o fracturas de traumas asociados a grandes embarcaciones. También están las que mueren por interacción con las artes de pesca, como enmallamientos con las redes de pesca. Además, se ha estudiado que el sonar, tanto de barcos, submarinos o incluso el ruido por ejercicios militares, podría causar un trauma acústico que produce que los cetáceos vayan a la superficie rápidamente, causando descompresión como en los buzos comerciales”, añade Toro.
En cuanto a la alta concentración de casos en la Patagonia, Alvarado especifica que podría deberse a varias razones. De partida, la zona costera del sur de Chile presenta una fisonomía bastante irregular en términos de profundidad, además de diferentes tipos de sustratos, ya sean arenosos o rocosos, que podrían afectar la biología de los cetáceos, como la ecolocalización.
El investigador del Centro de Investigación para la Sustentabilidad de la Universidad Andrés Bello comenta que “en esta zona existen muchos fiordos con cambios de marea abruptos, algunos con cambios de más de 10 metros en pocas horas, un clima impredecible con vientos, marejadas y esto sumado a la gran abundancia y riqueza de especies que existen en la zona, especialmente en época de verano, donde llegan diferentes especies de ballenas desde su migración a alimentarse a zonas de los fiordos y canales patagónicos”.
Pero también existiría un vínculo con las actividades humanas desarrolladas en el sur, como la creciente presencia de salmoneras, la pesca tanto artesanal como industrial, y el alto tráfico de embarcaciones. Al respecto, Toro señala que “el aumento de varamientos en los últimos años probablemente sea por el aumento de la salmonicultura en la zona, y esto es realmente preocupante por la presencia de salmoneras en áreas marinas protegidas”.
Asimismo, los investigadores no descartan que los eventos de varamientos estén subrepresentados en este estudio, considerando que en el país, y en especial en la zona de Aysén y Magallanes, existen numerosos lugares remotos, inexplorados y de difícil acceso. Dicho de otra forma, muchos varamientos podrían no ser reportados y pasar desapercibidos.
Y si hablamos de más elementos en juego, los encallamientos también podrían correlacionarse con tormentas solares, peleas entre cetáceos y sus presas – como calamares -, e incluso con el cambio climático. Frente a la complejidad de este fenómeno, se requieren mayores esfuerzos de investigación para avanzar en su comprensión y en mejores medidas de conservación.
La necesidad de monitorear la zona costera
Los cetáceos son considerados como verdaderos centinelas, tanto para la salud de los ecosistemas como para la salud humana. Frente a la amplia extensión de la costa nacional, que abarca una porción importante del hemisferio sur, y la alta diversidad de cetáceos en estos mares, se hace necesario levantar más información y acciones que promuevan la conservación de estos mamíferos marinos.
Cabe recordar que Chile y el sur de Australia concentran el mayor número de varamientos reportados a nivel mundial, lo que se explicaría, en parte, por la mencionada diversidad y abundancia de cetáceos, así como por la extensa zona costera existente en ambos países, lo que aumenta la probabilidad de hallazgos.
Para Alvarado, se suma “la implementación de nuevas políticas de protección para estas especies y el aumento de conciencia pública parece ser un factor importante en la notificación de estos eventos. Esto último podría explicar el alto número de notificaciones de estos eventos en estos dos países, ya que hay mayor actividad en las costas y una mejor accesibilidad a zonas remotas, cosa que antes era imposible realizar en Chile”.
Lo anterior podría relacionarse con los registros más frecuentes de encallamientos en la época estival y en julio, ya que coinciden con las vacaciones de verano e invierno, lo que podría favorecer la visibilidad de animales accidentados. No obstante, también hay factores adicionales que pueden explicar la estacionalidad de estos eventos, como la intensificación de los esfuerzos de pesca, las actividades de los mismos cetáceos (por ejemplo, la reproducción), u otros patrones específicos de cada especie.
Es relevante recordar, además, que frente a un varamiento de cetáceos, la primera recomendación es avisar al Sernapesca y la Armada de Chile, para luego contactar a organizaciones, centros de rescate locales o grupos de trabajo que cuenten con expertos en la materia, como el Comité de Varamiento de Amevefas, para responder de la forma más rápida posible ante estos eventos.
Mientras tanto, la contribución de este trabajo evidencia la crítica necesidad de incrementar los esfuerzos en la investigación, monitoreo y vigilancia a lo largo de la costa chilena, con énfasis en la Patagonia. Para ello, todos los aportes son bienvenidos, incluyendo a la ciudadanía.
“La ciencia ciudadana es clave para el monitoreo de varamientos de mamíferos marinos. Como ya se sabe, Chile es un país que logísticamente es muy complejo para poder estar a lo largo de todos los sitios de la costa, por lo que la participación de la gente que está en diferentes sitios es clave, gracias a redes como la Red de Observadores de Mamíferos Marinos de Facebook y actualmente la Red Vamar, que es una iniciativa que busca que la ciudadanía entregue datos no solo de varamientos de cetáceos, sino de otros vertebrados marinos, ambas iniciativas de las que formamos parte”, concluye Toro.