Día del Padre: un homenaje a la ranita de Darwin, un padre único en el mundo
Este diminuto habitante de los bosques australes desempeña una labor que, entre sus pares, no se ha observado en ningún otro rincón del planeta. Nos referimos a la ranita de Darwin, en especial al padre que asume el cuidado de sus huevos, los cuales pasan de estar en una cuna de hojarasca y musgos, a ser custodiados en el interior del macho, como si éste estuviera “preñado”. En este Día del Padre le rendimos un tributo a este excepcional y amenazado anfibio, el cual tiene mucho que enseñar a los humanos. ¿Por qué? ¡Te invitamos a verlo a continuación!
En los húmedos suelos de los bosques templados australes, en medio de la enmarañada vegetación y hojarasca, vive una criatura singular que no suele superar los 3 centímetros de longitud. Se trata del mismo anfibio que fue bautizado en honor al naturalista y explorador inglés Charles Darwin, quien lo registró en 1834 en la Isla de Lemuy, Chiloé.
La ranita de Darwin (Rhinoderma darwinii) acapara la atención por muchos motivos. De partida, este animal – que habita actualmente entre las regiones del Biobío y Aysén – es fácil de identificar por su prolongación nasal, caracterizándose, además, por su coloración que varía del café oscuro hasta el verde brillante. También hay motivos para la preocupación, pues sus poblaciones han declinado a tal punto, que se encuentra en peligro de extinción.
Pero hay una peculiaridad del macho de esta especie, digna de destacarse en un día como hoy: es un padre excepcional.
“Las ranitas de Darwin son los únicos anfibios en el mundo, dentro de las cerca de 8,000 especies que conocemos actualmente, donde el macho cría a los renacuajos dentro de su saco vocal. El saco vocal es la misma estructura que las ranitas y sapitos inflan cuando están cantando”, explica Andrés Valenzuela, presidente de la ONG Ranita de Darwin, organización dedicada a la conservación de los anfibios de Chile.
Esta inusual estrategia de cuidado parental se denomina como neomelia.
El biólogo, fotógrafo y director de Montaraz, Bastián Gygli, quien ha seguido los rastros de esta especie para su divulgación audiovisual, agrega que “el cuidado parental es raro entre los anfibios, que usualmente no cuidan a sus huevos. Pero incluso dentro de los pocos casos en que el padre se hace cargo, este tipo de estrategia es única en el mundo. La mayoría de los padres solo se limitan a cuidar el sitio de puesta de los huevos. Ningún otro anfibio macho en el mundo tiene un proceso similar para el cuidado de sus crías. El único caso comparable es el de la extinta Rheobatrachus silus, una especie australiana donde la hembra incubaba los huevos en su estómago.”
El salto a la paternidad
Como en muchas parejas, la relación entre las ranitas comienza con el canto.
La temporada reproductiva se desarrolla entre septiembre y abril, periodo en el que tanto machos como hembras vocalizan de forma activa para comunicarse.
Gygli detalla que “una vez que se encuentran se unen en un abrazo nupcial o amplexo, que es parecido a una cópula, pero sin penetración. En esta postura la hembra pone sus huevos (normalmente en un lugar protegido) y el macho los fecunda. Esto es común para todos los anfibios, pero en el caso de la ranita de Darwin, la hembra se va y el macho queda al resguardo de los huevos”.
De esa forma, la madre deposita los huevos en el húmedo suelo boscoso, en una clase de cuna de hojarasca, helechos y musgos, en el mismo sitio donde el macho vocalizaba para atraer a la hembra, según algunos estudios. A partir de este momento, el padre queda a cargo de la descendencia.
Transcurrido un par de semanas, el padre traga sus huevos, no en un acto de infanticidio anfibio como podrían creer algunos, sino con el fin de cuidarlos en su interior hasta que estén listos para la vida independiente. De una u otra forma, es como si quedara “preñado”, si necesitamos una analogía para comprenderlo desde nuestra mamífera realidad.
“El macho de la ranita de Darwin incorpora dentro de su saco vocal los huevos que están en el suelo del bosque nativo. Alimentados por una sustancia alimenticia que secreta el padre, los renacuajos o pirigüines comienzan a desarrollarse dentro del saco vocal hasta que alcanzan la metamorfosis: primero emergen las patitas traseras, luego se desarrollan las delanteras, los ojos se adelantan, la boca se ensancha y la cola se reabsorbe hasta desaparecer por completo. Luego de aproximadamente dos meses dentro del saco vocal, los renacuajos se ha transformado en pequeñas ranitas que son nuevamente liberadas por el padre al suelo del bosque”, describe Valenzuela.
Un padre en apuros
Actualmente, las principales amenazas para la ranita de Darwin son la pérdida, degradación y fragmentación de su hábitat, así como la enfermedad quitridiomicosis y la crisis climática.
Para hacerse una idea, la sustitución del bosque nativo para actividades como la industria forestal y agrícola ha desencadenado – históricamente – un fuerte declive en sus poblaciones. A esto se suma la perturbación de estos ecosistemas por factores como incendios y pastoreo del ganado.
Por otro lado, la quitridiomicosis es una enfermedad emergente producida por el hongo quítrido (Batrachochytrium dendrobatidis), el cual ha provocado mortalidades masivas de anfibios e, inclusive, la extinción de numerosas especies en el planeta. En Chile, los registros más antiguos de esta infección se remontan a la década de 1970, afectando a la protagonista de esta nota, al sapito de cuatro ojos y a la ranita de Darwin del norte (Rhinoderma rufum), la cual no ha sido vista desde 1981, por lo que está categorizada como “en peligro crítico de extinción”, aunque no se descarta que esté extinta.
El presidente de la ONG Ranita de Darwin sostiene que “los que sabemos actualmente es que en poblaciones de ranita de Darwin donde la sobrevivencia de los adultos es muy baja, probablemente debido a factores asociados a la actividad humana como las enfermedades infecciosas emergentes, los machos dedican más tiempo y esfuerzo a la cría de los renacuajos. Esta es probablemente una estrategia para aumentar el número de juveniles en la población y así ayudar a su persistencia en el tiempo. Sin embargo, esta estrategia de compensación puede tener limitaciones, por ejemplo, si el hábitat de la ranita de Darwin desaparece (esto es, el bosque nativo), no hay forma de que estos animalitos puedan permanecer en la naturaleza”.
Por este motivo, son varios los esfuerzos impulsados desde distintas instituciones y actores para evitar la desaparición de este anfibio, lo que ha cuajado en iniciativas como la Estrategia de Conservación Binacional de las Ranitas de Darwin Chile-Argentina.
Para el director de Montaraz, lo más destacable del padre ranita de Darwin es la unión de una especie excepcionalmente bella con un proceso biológico único en el mundo. “Eso la hace especial de múltiples formas. Además, es una especie representativa de los bosques templados del sur de Sudamérica, un ecosistema que se encuentra en peligro dada la fuerte expansión de procesos humanos industriales, como la industria forestal. De hecho, la especie hermana de la ranita de Darwin, la ranita de Darwin del norte (Rhinoderma rufum), lamentablemente se considera ya prácticamente extinta, sin avistamientos en años. Esto hace que sea un muy buen símbolo para la conservación, motivando muchas instancias, como centros de investigación, emprendimientos con su nombre y documentales”.
De esa manera, estas ranitas y sus extraordinarios padres se han erigido como un emblema de la apremiante protección de los bosques nativos, no solo para resguardar la naturaleza, sino por la más mínima y justa de las consideraciones hacia el resto de los habitantes, incluyendo a aquellos de diminuta talla que desempeñan labores mayúsculas.
Así lo entiende Valenzuela, para quien estos padres tienen mucho que enseñarnos. “Como ONG Ranita de Darwin nos gusta pensar que el comportamiento único de la ranita de Darwin, donde el macho cobija a su descendencia y asegura su supervivencia, es un llamado de atención para que nosotros los seres humanos comencemos a preocuparnos más por la protección, sobrevivencia y bienestar de los otros seres vivos”, remata.