Recuperemos La Chimba: un proyecto para valorar y proteger una amenazada reserva nacional en Antofagasta
A sólo 15 kilómetros al norte de Antofagasta, está la Reserva Nacional La Chimba. Un lugar que destaca no solo por su cercanía a la ciudad, sino por ser un sector considerado como un “laboratorio de biodiversidad”, representativo de los sistemas ecológicos del desierto costero. Pese a esto, la zona se encuentra amenazada: su cercanía a un exvertedero y la poca conciencia de algunos ha significado su deterioro, traducido en quemas ilegales y basura en el interior de la reserva, entre otras cosas. Para valorar este lugar y fomentar su protección, surgió el Proyecto FIC-R conocido como “Recuperemos La Chimba”, un trabajo de colaboración público-privado en el que se han desarrollado importantes investigaciones de la biodiversidad del lugar, para avanzar en su valoración, concientización y una mayor protección en el futuro.
La Reserva Nacional La Chimba es un lugar especial. No sólo por su cercanía a la ciudad de Antofagasta, ubicándose a 15 kilómetros de ella, sino también por ser un sector representativo de los sistemas ecológicos del desierto costero. De hecho, en esta microcuenca existe una amplia biodiversidad, la cual ha sido recientemente estudiada por diversos científicos.
Es, además, el área protegida por el Estado más antigua de la Región de Antofagasta. Se creó en 1988, manteniéndose su preservación bajo la tutela de la Corporación Nacional Forestal (Conaf). Pero no ha sido un camino fácil. Desde ese entonces, la conservación de esta área ha sido todo un desafío: al estar próxima a la ciudad, y a un exvertedero, se han representado grandes amenazas para este lugar.
“El crecimiento de la ciudad y la cercanía de esta área protegida con el radio urbano, sumado a la poca conciencia de la ciudadanía sobre la importancia del respeto y cuidado de nuestro patrimonio medioambiental, sin duda alguna ha contribuido a conductas inapropiadas de los visitantes que van en directo desmedro del sector”, comentan desde Conaf Antofagasta.
De esta forma, a pesar de la importancia ecológica y belleza escénica del lugar, desde el siglo pasado ha sufrido impactos producto de la actividad humana, lo que contribuyó a una importante degradación. Es por esta razón que nace en 2017 el proyecto Proyecto FIC-R Plan de Recuperación Reserva Nacional La Chimba, también conocido como “Recuperemos La Chimba”. Específicamente, se trata de un trabajo de colaboración público-privada, ejecutado por la Universidad Católica del Norte, en colaboración con Conaf, que ha buscado generar investigaciones sobre este lugar, mejorar su infraestructura, limpiarlo, fomentar la educación ambiental y la innovación social.
La Reserva Nacional La Chimba: un lugar amenazado
Hace 3 años, y antes de empezar a trabajar en la ejecución del proyecto, Mauricio Mora, fue a hacer un trekking a la reserva. Él es oriundo de Antofagasta y no conocía este lugar. Le llamó la atención la biodiversidad del sector, y sobre todo, que estuviera tan cercana a la ciudad. Pero algo más le sorprendió: cerca de la entrada a la reserva, el terreno estaba muy deteriorado. Había basura, restos de quemas y una casa abandonada. “Estaba ese lado positivo de conocer un lugar muy único, bonito y cercano a la ciudad. Con flora nativa, pero con un grado de deterioro en su acceso tradicional. Ahí surgió la idea de tratar de hacer algo o poder ayudar a cambiar un poco la situación”, explica Mora.
De hecho, desde Conaf Antofagasta comentan que se han “encontrado en varias ocasiones con conductas que han sido judicializadas por nuestra parte al ser constitutivas de hechos delictuales, como lo es la realización de fogatas al interior de la reserva, extracción de áridos, arrojo de escombros y basura, entre otras cosas”.
Y es que, en las cercanías del lugar, se ubicaba el vertedero La Chimba. “Era uno de los más grandes de Chile y estuvo cerca de 50 años operativo. Finalmente avanzó el proyecto del relleno sanitario Chaqueta Blanca. Igualmente, el vertedero operó por mucho tiempo y la reserva está a unos pocos metros. El problema es que a veces la gente iba a botar sus desechos al vertedero, y si por ejemplo, no los dejaban entrar, botaban su basura en la reserva o en el camino a ella”, comenta el director del proyecto, Mauricio Mora.
“El vertedero La Chimba funcionó como tal hasta diciembre de 2019, por lo que su impacto debe ser medido a largo plazo. Los pasivos ambientales afectan gravemente espacios de biodiversidad y La Chimba se está convirtiendo en uno de ellos (…) A sabiendas que los procesos de recuperación de basurales son largos, los efectos seguirán afectando la Reserva aún cuando desde 2020 hay un relleno sanitario operativo. Las quemas ilegales de basura, chatarra y neumáticos afectan el lugar, así como los residuos sólidos acumulados, las bolsas plásticas y la inseguridad alrededor del sitio”, explica Victor Silva, director de la ONG “No más quemas”.
De hecho, en 1995 Conaf decidió retirar a los guardaparques que se mantenían de forma permanente en el sector, dadas las amenazas que se les presentaban. “El principal motivo de esta difícil decisión se deriva del crecimiento urbano de Antofagasta en este sector, que por varias situaciones complejas de diversos ámbitos transformó el sector en un lugar poco seguro para nuestro personal dificultando nuestras labores lo que derivó a la redistribución de los guardaparques a otras unidades para asegurar nuestras labores de conservación, pero por sobre todo la integridad de nuestro personal en la ejecución de ellas”, explican desde Conaf Antofagasta. También agregan que de igual forma se continuaron efectuando trabajos de monitoreos, patrullajes y fiscalización.
Levantando información: un laboratorio de biodiversidad
Desde 2018 el proyecto “Recuperemos La Chimba” empezó a tomar forma. A partir de entonces, se han desarrollado importantes trabajos de limpieza, mejora de infraestructura e investigación.
Durante el primer semestre de 2019 se trabajó en la limpieza del lugar: se sanearon focos de quemas y los microbasurales del interior de la reserva. Además, se trabajó en la infraestructura, reparando el portón de acceso principal, agregando rejas centrales, construyendo miradores, zonas de descanso y señalética. Junto a esto, Conaf decretó el cierre temporal del acceso vehicular a la reserva, evitando la contaminación de la reserva. A eso se suma la formalización de dos rutas de trekking.
Pero también, la investigación ha sido fundamental para levantar información sobre la biodiversidad del lugar y fomentar su valoración. En este sentido, se logró caracterizar la vegetación, caracterizar a los artrópodos terrestres, un inventario de líquenes y actualizaciones de aves y reptiles del lugar, entre otras cosas.
Luis Faúndez, profesor de botánica de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, y encargado de los estudios de vegetación, explica que al estar inserta en un ambiente desértico, la flora y la vegetación existente en esta área es de gran importancia ambiental: “La cantidad y calidad de los sistemas de vegetación de la reserva son un remanente de la vegetación que probablemente existió algún tiempo atrás en esta porción del desierto costero y que va desapareciendo inexorablemente, es por ello que este espacio protegido debe ser resguardado apropiadamente para que los sistemas biológicos se conserven en el tiempo”.
En este sentido, explica que la flora de la reserva nacional es particularmente rica en especies, siendo parte de la diversidad vegetal de la formación conocida como “desierto costero de Tocopilla”. “Son entidades que, en su mayoría, se encuentran en relativo buen estado, a excepción de las cactáceas Eulychnia iquiquensis y Copiapoa boliviana, para las cuales se registró buena proporción de sus individuos muertos”, explica Faúndez.
A esto agrega que se pudo verificar la existencia de 88 especies de flora vascular nativa, lo cual, dada la superficie de la reserva -de 2.583 hectáreas- implica que “si bien una buena parte corresponde a desierto prácticamente absoluto, su riqueza floral es altamente significativa”.
Otro tema, del cual había poca información previa, era de los líquenes. Pasa que en esta reserva estos organismos son frecuentes de observar, adornando a las rocas y a la flora con sus colores amarillos, rojos y anaranjados. De esta forma, se pudo registrar, gracias a la ayuda de Reinaldo Vargas, liquenólogo de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, la presencia de 33 especies.“Hay varios registros del estudio que permitieron extender el límite de distribución conocido hasta la fecha para varias especies de líquenes del norte de Chile”, explica Mora.
Por el lado de la fauna, destaca el zorro Chilla como protagonista, además de los artrópodos. Un grupo de especialistas, liderado por el entomólogo de la Universidad de La Serena, Jaime Pizarro-Araya, detectaron más de 180 especies de artrópodos, de las cuales algunas son registros absolutamente nuevos.
En esa oportunidad, el entomólogo Pizarro-Araya explicó que se encontraron dos especies nuevas de escorpiones para la Región de Antofagasta, que corresponderían a las especies del género Rumikiru y Brachistosternus, los que catalogó como “hallazgos interesantes y que vamos a documentar en un área única por su biodiversisad, una reserva que constituye un oasis de vida”.
Y también, están los reptiles. “Hemos podido documentar la biodiversidad del lugar con mayor énfasis en los reptiles. Con la ayuda del herpetólogo Jorge Mella logramos identificar 7 especies, 5 nuevas para este lugar, según lo que informaba el Plan de Manejo Conaf de 1995. Dos de ellas están casi amenazadas y una en riesgo de extinción. Los reptiles son un grupo relevante respeto a la conservación del hábitat”, comenta Mora. A esto se sumarían las más de 30 especies de aves que visitan el lugar para descansar y nidificar.
“La actualización de información para líneas de bases de flora y fauna que permitirán incrementar el conocimiento científico del lugar y poder implementar, dentro de las posibilidades reales, algunas condiciones para las futuras visitas al lugar. Ya se ha avanzado en la regulación del tipo de acceso al sector, la formalización de senderos con miradores y señalética básica e indicativa que permiten una visita autoguiada, así como la limpieza de pasivos ambientales. Todos los antecedentes presentados son fundamentales para poner en valor en la comunidad y los actores territoriales la importancia de este lugar y que, en conjunto, contribuyan desde sus atribuciones al mejoramiento del área”, comentan desde Conaf.
Seguir avanzando en conservación
Mora cuenta que uno de los objetivos del proyecto, que finalizaría dentro de este año, es concientizar a la población para que se dé cuenta de la situación del lugar. “Por eso hacemos los catastros de flora y fauna. Vemos la cantidad de especies, cuántas están en riesgo de extinción y con eso podemos ir y decirle a las autoridades que hay un patrimonio en riesgo. Eso es algo que hemos avanzado, en colaboración a Conaf, evaluando un modelo de negocios y poniendo en valor este lugar”.
Por otro lado, está el rol de la ciudadanía, al valorar este lugar e intentar evitar su deterioro. En eso consistía la parte de educación ambiental y de innovación social, que iba a desarrollarse durante estos meses y tuvo que posponerse debido a la pandemia.
Sobre esto, en la página del proyecto se menciona que “para que un área protegida perdure en el tiempo es muy importante que sea validada y reconocida por la comunidad vecina en la cual se emplazada, y que al mismo tiempo, estas personas puedan recibir beneficios de esta cercanía. Esto es particularmente importante en el contexto de la Reserva Nacional La Chimba, ubicada a menos de 2 kilómetros del Barrio La Chimba, al norte de Antofagasta”.
“Las personas no cuidan lo que no conocen, en ese sentido creo que la divulgación del Proyecto Plan de Recuperación de la Reserva Nacional La Chimba ha sido clave para que hoy las autoridades no le den la espalda al sector y la comunidad comprenda su riqueza, pero también se debe apelar a la conciencia propia. Aún cuando el espacio está cercado para vehículos motorizados, hay gente que ingresa por los costados, cortando los candados, modificando el sector, las piedras, incluso hacen asados y construyen «rampas» para bicicletas con el barro y tierra. Eso es indignante. En la ONG «No Más Quemas» que aboga por la recuperación urbana de La Chimba creemos y valoramos el trabajo del Proyecto porque es el camino para solucionar una deuda con la naturaleza propia del norte”, comenta Silva.
Sobre esto, desde Conaf aseguran que la consideración de un área protegida debe considerarse bajo una visión amplia, involucrando a las zonas aledañas e incentivando un trabajo interinstitucional que involucre al mundo público, académico, privado y a la sociedad civil: «El futuro es continuar con el fortalecimiento de las labores de conservación y protección, involucrando sobre todo a la ciudadanía. Ya han existido varios avances que mejorarán sin duda alguna la situación del área como el cierre del vertedero. Ahora, queda continuar con la tarea de generar conciencia medioambiental para acabar con los micro-basurales, quemas ilegales y generar sentido de pertenencia, que las personas conozcan y aprecien el rico patrimonio ambiental que tiene presencia en esta Reserva Nacional”.
Para más información sobre el Proyecto pueden visitar la página del FIC-R o sus redes sociales @ficr_rnlachimba .