El impacto invisible de los monocultivos de pinos en la fertilidad y biodiversidad del suelo
En los suelos existe una vasta diversidad de organismos, como bacterias, protozoos, invertebrados y plantas, cuyas interacciones sostienen complejos y vitales procesos, como el reciclaje de nutrientes y la regulación del ciclo del agua. Sin embargo, estas funciones han sido alteradas considerablemente por algunas actividades humanas. Así lo evidenció un estudio que analizó los impactos de los monocultivos de pinos en los suelos de la Región del Maule, donde se concentran alrededor de 600 mil hectáreas de plantaciones forestales. El trabajo, liderado por científica del IEB, constató la reducción en la riqueza y abundancia de invertebrados, con sus consiguientes efectos, así como una disminución en la capacidad de infiltrar y almacenar agua. ¡Revisa los detalles a continuación!
Bajo el suelo existe un universo rico y diverso en el que habitan insectos, hongos y otros tantos microorganismos que conforman un ecosistema único e interacciones vitales para muchos procesos, como el reciclaje de nutrientes y la regulación del ciclo del agua. Bien saben de esto los opiliones, un tipo de arácnido que abunda en nuestro país, o los escorpiones, entre otros invertebrados. Sin embargo, esta riqueza natural se estaría perdiendo en algunos territorios de Chile, donde se levantan plantaciones forestales, desde hace varias décadas.
Así lo determinó una investigación liderada por Camila Cifuentes -estudiante de postgrado del Instituto de Ecología y Biodiversidad-, y que fue recientemente publicada en la revista Scientific Reports. El estudio documenta, de manera inédita, los cambios bajo el suelo producidos por los monocultivos de pino exótico en la zona centro-sur de nuestro país.
El trabajo, se realizó en coautoría con los doctores Daniel Stanton de la Universidad de Minnesota y Juan Armesto investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad, y se llevó a cabo en la cordillera de la costa de la Región del Maule, donde se concentran 600 mil hectáreas de plantaciones forestales, en comparación con las 400 mil hectáreas de bosque nativo remanente, de las cuales poco menos de 700 hectáreas representan al bosque nativo costero -uno de los más ricos en biodiversidad nativa- bajo protección. Al respecto, el Dr. Armesto señala que en dicha región es donde menos bosque original se mantiene en áreas protegidas en Chile centro-sur.
Cerca de un año consideró la investigación y análisis en terreno. Para ello, se establecieron parcelas de estudio en plantaciones de pino cercanas a las reservas nacionales Los Queules y Los Ruiles, y también en el interior de estas áreas protegidas, como sitios de referencia bajo bosque nativo.
La riqueza del suelo
Los autores destacan que el suelo es un sistema ecológico que integra una vasta diversidad de organismos, desde hongos, bacterias y protozoos, hasta macroinvertebrados como ciempiés, pequeños mamíferos y plantas a través de sus raíces. Estos seres se interconectan mediante múltiples redes de interacciones que hacen posible las funciones del suelo, como el sostenimiento del ciclo de agua y nutrientes.
En ese contexto, los investigadores encontraron una marcada disminución en la riqueza y abundancia de invertebrados pequeños en los suelos de plantaciones forestales, lo que indica un empobrecimiento de las comunidades que sostienen el reciclaje de nutrientes y que posibilitan los ciclos biogeoquímicos de carbono y nitrógeno. Por otra parte, se constató una disminución en la capacidad de infiltrar y almacenar agua, un pH más ácido y menor concentración de nutrientes esenciales.
“En nuestro estudio realizamos una especie de zoom al suelo y observamos que a éste no solo le faltaban nutrientes y agua, sino también, una muy amplia diversidad de organismos, que sabemos, están desempeñando funciones importantes y que sí se encuentran en el bosque nativo. Por ejemplo, vimos que los opiliones -un grupo de arácnidos- desaparecieron completamente en las plantaciones forestales. Eso nos indica que, probablemente, las condiciones de los suelos no son favorables. Además constatamos que todas las especies depredadoras, como los escorpiones, disminuían bajo las plantaciones forestales, lo que es un indicador de que el sistema es menos productivo”, explica Camila Cifuentes, estudiante de doctorado de la Universidad Austral.
La investigadora del IEB, señala que esto representa un problema que delata la poca fertilidad de estos terrenos. Por otro lado, señala que si el ecosistema no es capaz de sustentar a los depredadores, que constituyen la punta de la cadena alimenticia, es probable que los organismos de la base de la cadena también se encuentran en déficit. “El suelo es el lugar donde se sustentan todos los ecosistemas y que exista biodiversidad en éste es realmente fundamental. Pero los estudios de esta área son bastante nuevos y los análisis son más bien escasos. Por eso es que también, me parece relevante profundizar en esta materia, y en los efectos y amenazas que representan las plantaciones forestales masivas”, remarca la experta.
Los investigadores del IEB también recalcan la importancia del suelo en la regulación del clima, por ejemplo, a través del carbono almacenado en el suelo. Estudios previos indican que aproximadamente el doble de la cantidad de carbono que hay en la atmósfera está almacenado bajo la tierra, pero que es emitido como gas a la atmósfera cuando se perturba el suelo a través de actividades productivas como forestales o agrícolas. En este sentido, los científicos destacan que es fundamental conocer el funcionamiento de estos ecosistemas y, en particular, aquellos que están sometidos a un intenso uso productivo. Esto, a fin de aportar datos útiles para la toma de decisiones y las políticas de manejo, que permitan resguardar la integridad de las funciones del suelo y su fertilidad.
Contribución del estudio e industria forestal
La información presentada en este estudio es de vital importancia, dada la escasez de datos disponibles para plantaciones forestales, un sector productivo de gran envergadura en nuestro país y en el mundo, que en Chile ocupa más de tres millones de hectáreas de suelos cultivables.
Solo para hacerse una idea, si se juntaran en un lugar todos los monocultivos, se podría cubrir una superficie que excede al tamaño de Aysén, la tercera región más grande de Chile.
Por su parte, Camila Cifuentes remarca su interés por ahondar en el impacto de las extensas plantaciones forestales, especialmente en las zonas de Chile con mayor riqueza de especies endémicas, entornos en los que estima se estaría degradando y reduciendo la biodiversidad de los ecosistemas, con escasa consideración por los usos de agua por las poblaciones humanas que históricamente dependen de lo que producen en la tierra. En ese contexto, la científica añade que es primordial impulsar acciones de gran escala que prevengan la degradación de los suelos.
“Esperamos que esta publicación pueda contribuir evidencia útil, como información base, no solo para limitar la expansión de la industria forestal en Chile, sino que además, para impulsar la restauración de áreas degradadas. Hoy existen 3 millones de hectáreas con plantaciones forestales, la mayoría contiguas, y eso es muy relevante, si consideramos las consecuencias, como el riesgo de incendios y los costos sociales y ambientales que tiene para la población, especialmente, aquella que habita en zonas cercanas. Realmente, creo que a la industria forestal se le ha dado “mucho chipe libre” en nuestro país, generando ingresos muy altos, pero muy poco rédito para la población”, puntualiza la investigadora del IEB.