En búsqueda de una economía sustentable en la Región de Magallanes
Nuestra colaboradora invitada, Josefa Valenzuela, nos comparte una columna de opinión sobre por qué el turismo es una opción económica válida para la Región de Magallanes y la Antártica Chilena. “Un turismo bien planificado puede solventar la economía local y permitir el desarrollo de una industria que no produce grandes daños al medio ambiente”, comenta. Aquí detalla sus razones y desmitifica algunos asuntos de la economía en Magallanes. ¡No te lo pierdas!
Recuerdo que en mis primeros años de universidad analicé una y otra vez la tríada sagrada del ecoturismo y la sustentabilidad: economía, sociedad y ambiente natural. Con el paso del tiempo, estos tres circulitos tan simples, ligados los unos a los otros como una cadena, han ido mutando. No solo ha sido en mi cabeza a medida que he ido aprendiendo nuevas cosas, sino en el mundo entero aparece un nuevo paradigma de interacción con todo lo que nos rodea.
Por su lado, el concepto de sustentabilidad considera estas tres dimensiones – economía, sociedad y ambiente natural- en equilibrio, pero es importante recordar que la economía no ha sido parte de la historia de la Tierra, sino de la historia humana. Fueron los griegos quienes ocuparon este término por primera vez: Oikonomía (Oikos, casa y nomos, ley) para referirse a la administración del hogar.
La economía pareciera ser tan importante como el aire o el agua, define en qué trabajamos, cuáles productos adquirimos, dónde vivimos y con quiénes nos relacionamos. Incluso le asignamos la palabra valor monetario, que pareciera ser el elemento primordial dentro de la ecología humana, a diferencia de otros animales que cazan o producen su propia comida a través del sol; como la plantas o de los recursos que otros producen y no ocupan; como los hongos y otros microorganismos.
Pareciera que toda clase de interacciones humanas en este mundo que vivimos lo hacemos ocupando este papel que simboliza un número y así podemos conseguir que otros hagan cosas por nosotros: comida, abrigo, casa, incluso que otros hagan deporte por nosotros mientras celebramos sus triunfos por la televisión. Asignamos a la naturaleza el valor de recurso y la economía “los administra”.
He recurrido a esta introducción para desmitificar la forma en la que llevamos administrando los recursos en la Región de Magallanes y la Antártica Chilena, la cual presenta bellezas naturales de riqueza invaluable, un desarrollo turístico en continuo crecimiento y una zona de alto valor para la conservación: el 52% de la superficie se encuentra actualmente protegida para su conservación, una densidad de 1,26 habitantes por kilometro cuadrado según el Censo de 2017, y la poca presencia de grandes industrias extractivas y contaminantes como la minería, los monocultivos de especies vegetales, las termoeléctricas, aunque en los últimos años la industria salmonera amenaza con seguir expandiéndose.
Mito nº1: La industria salmonera como sustento económico
Se estima que la industria salmonera generó en 2017 alrededor de 5 mil empleos directos e indirectos. En contraste a esto, según datos del Plan Regional de Desarrollo Turístico Magallanes 2020, la industria turística en esta zona emplea a 7 mil personas de forma directa y se cree que alrededor de 21 mil de manera indirecta.
A esto es importante añadir que a nivel mundial el turismo contribuyó un 10% al PIB para el año 2016, generando 1 de cada 11 empleos, de acuerdo al Plan de Infraestructura MOP de Apoyo al Turismo al 2030. Es decir, es una de las industrias con la mayor tasa de crecimiento.
En el caso de Chile el escenario es aun más positivo. En los últimos años ha sido galardonado 3 veces como el mejor destino de turismo aventura del mundo por los World Travel Awards y se encuentra 2do en el ranking de competitividad a nivel sudamericano, compitiendo con países que llevan mayor tiempo desarrollando turismo y que ofrecen grandes destinos de naturaleza como Argentina (Buenos Aires, Bariloche, El Chaltén y Perito Moreno), Brasil (Rio de Janeiro, la Cascada de Iguazú) y Perú (Machupichu).
Para el caso particular de la Región de Magallanes, la cual tiene el índice económico más alto del país con 17%, según el INACER, la industria turística contribuye en gran parte a la generación de empleos.
El turismo además genera una gran diversificación de empleos y generación de Pymes. A su vez, está industria, no genera grandes brechas de género como la industria de la construcción o la industria salmonera, ni grandes brechas educacionales o de clases sociales. El sector del turismo concentra 67% de las microempresas, permitiendo a una familia de clase media desarrollar un negocio de alojamiento o mayores ingresos por ventas de alimento u otros servicios.
Mito nº 2: El turismo impacta negativamente a la conservación de las áreas naturales
El ecoturismo contribuye al conocimiento de los entornos naturales y culturales a toda la población, acerca al público no científico ha interactuar y conocer especies de flora, fauna y la historia evolutiva del paisaje.
Aunque la conservación no debería lucrarse bajo ningún aspecto económico, vivimos en un mundo donde prevalece el valor monetario y en un país donde se destinan fondos precarios a la conservación, por lo cual el turismo podría ser una herramienta para la generación de investigaciones y recaudación de dinero para estos fines.
Un turismo mal planificado es aquel que supera la capacidad de carga de un lugar y donde no se genera conciencia ambiental en los visitantes. Es decir, es un grave peligro a la conservación. Sin embargo, un turismo que no funciona bajo esos parámetros puede solventar la economía local y permitir el desarrollo de una industria que no produce grandes daños al medioambiente.
20 años de turismo en un área saturada de visitantes en temporada alta como Torres del Paine no generan el mismo impacto que 20 años de minería o salmonicultura, como es el caso del grave deterioro ambiental en la Región de los Lagos, que también afecta a la economía de los pescadores artesanales locales.
En un estudio publicado por la revista Magallania, para evaluar la disposición de los turistas a donar para la conservación del elefante marino del sur (Mirounga leonina), donde participan los científicos Ricardo Rozzi, Stefan Gelcich y Christian Kirk, se realizaron 355 encuestas a los turistas a bordo de los cruceros que visitan la Reserva de la biosfera Cabo de hornos. El 76% de los encuestados estuvo dispuesto a contribuir entre US$ 100 a 200 dólares, calculando un aporte de casi un millón de dólares anuales por el total de turistas a bordo. Este perfil de visitante podría entregar mayores aportes a la conservación, sin la necesidad de promocionar un mayor ingreso de visitantes y mayores aportes que los que el gobierno actualmente destina y reparte a todo el Servicio Nacional de Áreas Silvestres Protegidas (SNASPE).
Mito nº3: La sustentabilidad de industrias extractivas a gran escala
La palabra sustentabilidad ha llegado a tal nivel de tendencia que hoy en día todas las grandes industrias recurren a este término en defensa de su impacto. Esto incluye a las industrias que por su naturaleza contaminante y cortoplacista no pueden ser sustentables, pues, valga la redundancia, no se sustentan en el tiempo y pretenden serlo por el hecho de recurrir a tecnologías más verdes, por colaborar con proyectos comunitarios o por bajar el nivel de contaminantes, entre otros. Pero en realidad, en el caso de la minera y la salmonicultura, se están haciendo responsables de hacerse cargo del impacto que generan. Eso corresponde a un deber dentro de un mínimo de acciones para minimizar el daño ambiental y por ende social que se genera.
La solución
Mientras, seguimos la búsqueda del crecimiento económico basado en industrias extractivas y contaminantes, en un país con alto estrés hídrico, donde Magallanes no queda exento y aún así se les otorga miles de toneladas al año de agua dulce a las salmoneras para limpiar y tratar sus productos. En cambio, si nos enfocamos en desarrollar el turismo de manera sustentable, a través de una economía circular, podrían generarse mucho más de 21 mil empleos.
Según un estudio de la Fundación Ellen McArthur a través de la economía circular, Europa podría crecer 11% para el año 2030, mientras en el escenario económico actual se plantea un 4% y no solo eso: en otro estudio realizado en Dinamarca por la misma fundación y respaldado por 65 trabajos académicos, el potencial de empleo, a través de la economía circular, aumentaría entre 7.300 a 13.300 para el 2035.
¿Pero qué es la economía circular? Es aquella que difiere al modelo lineal actual, para trabajar sobre uno más eficiente con los recursos desaprovechados, los cuales pueden volver a ser re-diseñados para darles un nuevo uso y valor a los excedentes o productos secundarios que puedan salir de ello, a diferencia de la sustentabilidad que actúa como un principio, un valor agregado o una visión, la economía circular actúa bajo estos principios, pero además rediseña el proceso actual de un producto o servicio en búsqueda de una eficiencia a través de la restauración y regeneración en ciclos tanto técnicos como biológicos.
En el caso del ecoturismo, el cual persigue los mismos principios de la sustentabilidad, la diferencia está en que se desarrolla en entornos naturales o puede estar ligado al desarrollo económico de comunidades locales o pueblos indígenas, por ende es responsable de llevar personas y la infraestructura que requerimos para vivir en lugares muchas veces de alta pristinidad. En una especie de dicotomía en la cual el ecoturismo se responsabiliza desde sus principios (o al menos debería) de poner en valor económico los ecosistemas y/o la cultura de un lugar a través de un servicio que intenta preservar las maravillas naturales y culturales en el tiempo para el goce y disfrute del turista, pero al mismo tiempo trae los impactos propios de “colonizar” áreas prístinas, donde la mayoría de las veces no hay un estudio del límite de carga que permiten estos lugares o un manejo adecuado de los residuos.
Una de las características fundamentales de la economía circular es la eliminación de los residuos desde la implementación de un diseño más eficiente, probablemente el mayor daño que genera el turismo es la importación de una gran cantidad de basura. Según un estudio que mide los residuos domiciliarios en la región, la diferencia de producción de basura por habitante/kg/al día, entre la población residente y la población flotante para la comuna de Torres del Paine es 12 veces mayor, se infiere que la población flotante es en su mayoría turismo (turistas, trabajadores de transito, grandes hoteles).
Si tantos recursos están siendo desaprovechados yéndose a la basura, existe un alto potencial para el aprovechamiento de esos recursos que aun no ha sido utilizado.
La sustentabilidad económica debe ser reformulada a través de un nuevo modelo, la economía circular es un uno y tenemos muchas oportunidades de nuestro lado para cambiar el modelo económico extractivo de nuestro país, a través del desarrollo del turismo en zonas de alta demanda como Magallanes en las cuales se hace inexplicable la generación de daños ambientales tan profundos en zonas que se han mantenido conservadas durante miles de años, la cual no presenta el alto nivel de deterioro ambiental que tienen otras zonas del país. Protejamos la Patagonia, no solo de las grandes industrias extractivas, si no de economías mal planificadas que buscan un provecho económico a corto plazo con consecuencias ecológicas y sociales muy difíciles de reparar en el tiempo.